lunes, 19 de agosto de 2024

Aquellos y estos veranos


El País, durante el mes de agosto, está dedicando su última página a que diversas personas del mundo de la cultura evoquen "aquel verano" que sobresalga del fondo abigarrado de todos los veranos de nuestra vida. Leo a Juan Luis Arsuaga hablando del verano "que caminé hacia lo salvaje" (aunque lo único "salvaje" que hizo fue acampar en un cementerio); a Elvira Lindo que cuenta su "primera rebeldía"; a Jacobo Benareche "cuando me dejó Carolina" y lloró, mocos y gemidos, pero se consoló descubriendo que tenía "una buena historia en la que contar mi dolor"; a Jorge Valdano, el verano "de unos tipos devenidos en héroes" en el Mundial de México de 1986; a Rodrigo Cuevas, "que no sabía que sería el verano de mi vida" ("siempre desnudo, siempre lleno de arena, siempre sin pantallas"); a Andoni Luis Aduriz, "en busca de su identidad" en un campamento con juegos inventados, noches en tiendas de campaña, risas bajo las estrellas, zambullidas en el río, fogatas nocturnas... Hay veranos de viajes especiales (a China, a Japón, a París...) o de amores encontrados. Y hay veranos de pérdidas.

Quiere, además, la casualidad que estos días me esté leyendo una novela muy bonita, "Azul salado" de Marta Simonet, que es un canto de amor precisamente a aquellos veranos de su isla: una lectura curiosa, intrigante con un toque romántico y sobre todo sensual, llena de aromas y sabores de su Mallorca natal.

Por eso, llevada por estas lecturas, echo la mirada atrás y busco, yo también, algunos de mis veranos "especiales": ¿El verano del 65 en Bajamar, con 17 años, antes de empezar la carrera, lleno de citas, verbenas, baños, amigos que aún perduran, juegos y conversaciones por las noches en el banco frente al "Sheriff"? ¿O el del nacimiento de mi hija en el 72 cuando empecé a aprender el difícil oficio de ser madre? ¿O cuando en el 78 compramos el solar en el que ahora está nuestra casa y nos pasamos las vacaciones proyectándola y soñándola? Creo que todos los veranos han tenido algo diferente y único y que sería difícil elegir uno solo.

Pero este verano de 2024, el que vivimos ahora, no desmerece a los demás. Podemos elegir un día cualquiera de ejemplo: el día de la Virgen de agosto, el 15, día en que medio mundo va de peregrinaje a Candelaria por las rutas antiguas de la isla, caminando bajo las estrellas, mientras que el otro medio abarrota playa, montes y calles. Ese día yo elijo quedarme en casa, levantarme tarde y desayunar con calma, viendo las nubes bajar desde las montañas de Guamasa, derramándose sobre el valle. ¡Benditos alisios, que nos preservan del calor y nos permiten dormir bien! Todo es silencio alrededor, solo los pájaros y, de vez en cuando, el ruido lejano de un avión que sale de Los Rodeos.

Paso la mañana leyendo y, a la hora de la comida, decido hacer uno de mis platos preferidos, los calamares en salsa de mi madre. Cuando volvía de vacaciones a casa, en los tiempos en que estudiaba fuera, ella siempre me los tenía preparados, y hoy, el viejo recuerdo me hace añorarlos y prepararlos al estilo de ella. Pelo tomates, cebollas y ajos y, molido todo y en crudo, se lo echo a los calamares. Corto en la huerta un buen manojo de perejil y de tomillo, majo unos granos de pimienta negra y echo también al caldero pimentón, laurel y un pimiento morrón verde en lascas. Su vino y su aceite y al fuego, a burbujear y a dejar la casa oliendo a hogar (y a calamares).

Paso la tarde con mis nietos pequeños jugando al rummy y viendo una peli, y cenamos al fresco pizza casera, en el porche del patio ante una luna llena. Este día de verano, sencillo y feliz, resume todos los demás: estamos aquí, vivos y asomados a este mundo que, todavía a pesar de la edad, nos puede traer momentos sorprendentes y sabores antiguos y nuevos ¿Por qué no?

Dormimos en paz.

16 comentarios:

  1. Charo Borges Velázquez19 de agosto de 2024, 18:42

    Sí, Jane, estoy convencida de que para tener un buen verano no es indispensable trasladarse al otro lado del mundo o visitar el país más exótico. Ni siquiera, al más cercano.
    Durante nuestro tiempo profesional, si queríamos viajar, no quedaba otro remedio que hacerlo en julio o agosto, los más masificados, en temporada alta y por ello, los más caros, además del calor y otros inconvenientes.
    Hoy, ya jubilosas jubiladas, podemos viajar en épocas más favorables y placenteras, así que mis mejores veranos son los que me pasó por aquí, con un tráfico más fluido, los sitios más despejados y en el mejor hotel del mundo: mi casa...
    De momento, esos son mis veranos más agradables.

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    1. Tienes toda la razón. Recuerdo oírle a Antonio Muñoz Molina que "en una ciudad tan castigada como Madrid, agosto es un paréntesis de serenidad y belleza que permanece secreto". Y lo mismo pasa en todas las grandes ciudades, parecen otras como si quisieran recuperar algo del pueblo que alguna vez fueron.
      El mejor hotel, nuestra casa. La imagen del post de hoy lo corrobora con ese rincón a la sombra de la bignonia, las hamacas para leer el periódico con los pies estirados y la tranquilidad del verano. Oooooommmmm...

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  2. Como siempre te digo Isabel, me encanta leerte, bonito verano,muy bien aprovechado y disfrutado el 15,y para recordarlo siempre.

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    1. Gracias, Rosa, tú siempre tan amable.
      Elegí el 15, el día de la virgen, como ejemplo porque en todos los lugares en que he estado la gente se echa, como loca, a la calle y por todos lados hay multitudes. Optar por la tranquilidad y el silencio es una elección al alcance de cualquiera. Pero podría ser cualquier otro día con otros momentos agradables, como un bañito en Bajamar (para mí un gozo y una necesidad) o un alegato con los amigos.
      Disfruta de tus días veraniegos. Un besote.

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  3. Eres una persona feliz, Isa; disfrutas de todo, incluso de esas pequeñas cosas como las comidas de nuestras madres, el desayuno tranquilo y si pude ser mirando al mar...afortunadamente soy de las tuyas. No necesito grandes cosas para ser feliz, y un acontecimiento fuera de lo normal es una bendición para nosotras. Creo que soy de las tuyas. De vea en cuando una pequeña locura y la vida es maravillosa. Sigue disfrutando y contándolo. ¡LO necesitamos! Gracias.

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    1. Creo que sí, Elvira, me considero una persona razonablemente feliz, porque soy muy adaptable y no deseo grandes cosas. Es lo de la canción: "Una casita en el campo, una mujer (u hombre) que me quiera, un vaso de vino tinto y luego que vengan penas". Disfrutemos de lo que tenemos y dando gracias por ello.
      Gracias a ti por estar ahí.

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  4. María Antonia Castellanos19 de agosto de 2024, 18:45

    Me encanta el verano ,mi amor de verano, mi primer amor ( linda canción } saludos y bendiciones amiga .

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    1. Sí, jaja, los veranos son también propicios al amor, aunque a veces duran poco. Pero sí son de los buenos, pueden pasar 60 años y todavía están ahí.
      Disfruta de tu verano. Un abrazo.

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  5. Rosaura Díaz Pérez19 de agosto de 2024, 18:46

    Con cuánta belleza rememoras tu pasado y celebras la cotidianidad de tu presente, Isabel. Escribes muy bien, tanto que recuerdo todo sólo con una primera lectura.
    Todo mi cariño para ti. 💕

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    1. Gracias, Rosaura, viniendo de alguien como tú, tus palabras valen mucho y animan mucho también. Seguiremos compartiendo momentos.
      Un abrazo grande.

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  6. Desde luego la magia existe. Leo tu cuento de hoy y tu canto, tu recuerdo a los calamares de tu madre y tengo que sonreír. Anoche eso es lo que me hice para la cena 😃

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    1. Otra serendipia, Quico. ¿O te llegó a tu casa el aroma familiar de mis calamares y te dieron ganas de saborearlos? ¡Qué ricos son!

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  7. Da gusto leer tus post. Sabes escribir, sabes vivir, sabes ser feliz con lo que tienes y sabes hacer felices a los demás. Es una bendición tenerte como amiga. Gracias. Bss.

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    1. ¡Qué amable eres, Ani! También da gusto tener amigas como tú, de toda la vida, que me valoran tanto. Con ustedes no hay manera de que una se deprima ni un poquito. Gracias, gracias, gracias.

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  8. María del Pilar Valenzuela García24 de agosto de 2024, 13:53

    Miro hacia atrás y no sé con qué verano quedarme, imposible elegir uno !!! Isa, me encantó tu escrito... Ah, y tus calamares, mi receta-la de mi madre- es muy parecida...

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    1. Algo tiene en común casi todos los veranos, esa sensación de que hay más libertad y más ganas de hacer cosas especiales. En mis veranos de ahora está también el que sé que recibiré visitas de amigos que solo vienen en esta estación y eso me hace apreciar más este tiempo de sol y de mar.
      ¿Y verdad que son buenísimos los calamares hechos así? Cada vez que los hago y salen tan ricos, noto que mi madre me hace un guiño 😃

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