Que sí, que nací en una ciudad que ahora es patrimonio de la humanidad, que viví durante años en la capital de mi provincia, que disfruté 4 años de la polución y la algarabía madrileñas, pero qué quieren... Después de 44 años viviendo aquí, ¡soy de pueblo!
Soy de pueblo porque prefiero comprar, antes que en grandes superficies, en la frutería de aquí, donde sé que habrá verduras y frutas cultivadas cerquita y no en sitios lejanos; porque saludo a todo el mundo, los conozca o no; porque me conocen por mi nombre en la farmacia, en la gasolinera donde cada día compro el periódico, en la carnicería donde he encargado estos días las comidas de las navidades; en el bar donde, nada más verme, saben que tomo un café bombón y un rosquete; en la floristería donde este mes compré las flores de pascua y me dan sabios consejos para que me duren.
Soy de pueblo porque aquí hago mi vida: aquí voy a pilates, al médico, a la peluquería, a la panadería donde he encargado los roscones de reyes, a la librería en la que esta semana compré los libros que voy a regalar a nietos y sobrinos. Soy de pueblo porque prefiero el silencio al ruido.
En mi pueblo no hay estatuas de próceres y gente rimbombante, pero se le ha hecho una estatua a Antoñito el cartero, que durante mucho tiempo se pateó las calles llevando noticias a las gentes. No hay que poner instancias para hablar con la alcaldesa si tienes un problema, sino que se lo puedes contar si te la encuentras por la calle. No hay grandes superficies, pero hay un mercadillo los sábados y domingos que tiene su encanto y donde ahora en Navidad hubo degustación de chocolate a la taza y jornadas gastro-navideñas. No hay grandes conciertos pero sí fuimos en diciembre a actuaciones de villancicos en la Plaza y hay encuentros de corales en la Iglesia y obras y galas en el Teatro y, por supuesto, Cabalgata de los Reyes Magos con auto sacramental al final. No hay sitios de lujo para comer pero sí tascas, guachinches y restaurantes para dar y regalar. No nos falta de nada, la verdad.
Aquí te puede pasar, como le pasó a mi marido el otro día, que, dando un paseo, un señor salga de una casa y, aunque no te conozca, pegue la hebra contigo y termine acompañándote toda la caminata. Que un desconocido esté parado al lado de un huerto y te llame para que veas que hay un montón de mariposas monarca volando sobre las coles. Que si vas a casa de un amigo, no es raro que salgas con una plantita de una suculenta que tiene sembrada en el jardincito delantero; o, si tiene huerta, con una bolsa con los últimos resultados de la cosecha o con un bote de mermelada de las últimas ciruelas del verano. Hace poco me encontré con Ana, una majorera que ha acabado viviendo aquí, y me dijo que se le quedó abierto el coche un par de días en la calle y que los vecinos no pararon hasta encontrar de quién era el coche y decírselo. "Eso es hacer pueblo", me decía admirada.
Mi pueblo tiene preciosos rincones y casas de poca altura. Es un pueblo con historia y tiene un barranco a su vera donde vivieron los guanches, atraídos por su clima y su fertilidad. No es pequeño (tiene 11.000 y pico habitantes), pero qué quieren que les diga, está hecho a mi medida.
Estatua de Antoñito el cartero |
Holaaa. Pues a mí como a tí, me encanta ser de pueblo, porque ya sabes que vivimos en La Laguna, pero en las afueras, y me siento de pueblo, y disfruto de las mismas vivencias de las que nos hablas y vivimos encantados por ello. Un abrazo.
ResponderEliminarFloren
Sí, a mi hijo le pasa algo parecido. Vive en María Jiménez, un barrio de Santa Cruz, y disfruta de la cercanía de la ciudad y de la vida del barrio a la vez, que recuerda la de un pueblo en algunos aspectos. De todas formas, los pueblos en los que viví durante los veranos de mi infancia (Los Realejos, Los Sauces, Bajamar...) ya no existen tal como eran.
EliminarA seguir disfrutando, Flor, del ambiente tranquilo y de esas vivencias.
Un beso.
Hola Jane. Bonita descripción de lo que es ser pueblo. Es verdad que cuando eres joven , la visión no es la misma porque un pueblo puede ser muy agobiante y no te permite desarrollarte como persona, sobre todo si no piensas como la mayoría. Pero el paso del tiempo hace que las cosas se vean de otra manera.....
ResponderEliminarEl tiempo va pasando y lo que antes eran ciudades-pueblo , donde los vecinos se conocían, ahora es mucho más difícil por no decir imposible. Y si no que se lo pregunten a los laguneros y laguneras que ahora su ciudad-pueblo se está convirtiendo poco a poco en un decorado de cartón piedra, llenísimo de gente, donde eso de pasear tranquilamente por sus calles, se está acabando......(salvo que salgas después de la 10 de la noche o cuando está lloviendo). En fín, el signo de los tiempos. Un beso Jane. Juan
PD. No me llega a mi correo tu blog. Lo tengo que buscar en la Red.
Sí, eso mismo le. decía a Flor en el comentario anterior. Aquellos pueblos ya no son estos. Pero conservan su encanto y un cierto "ser de pueblo" que no se ha perdido, algo así como una pertenencia, el saber que compartes cosas con tus convecinos, que formas parte de una comunidad y te sientes orgulloso de ello. Reconocerse en el otro. En las ciudades hay más desapego, me parece a mí.
EliminarEs verdad que La Laguna se llena de gente pero, cuando subo a hacer diligencias o a dar una vuelta, qué quieres que te diga, ¡la veo tan viva!. Y lo mejor de todo, no veo prisas ni agobios. Igual es una sensación mía, pero me sigue gustando La Laguna.
Un beso, Juan.
P.D. Ya sabes que este último mes no tuve ordenador y después que lo tuve, se me desconectó Yahoo, no sé por qué. Ahora que se arregló todo, tal vez te llegue.
Yo soy de barrio, un pueblo incrustado en una ciudad
ResponderEliminarCuando voy a Madrid, me pasa lo mismo. Me quedo en un barrio de las afueras y cojo la guagua para acercarme al centro y voy pasando por Vicálvaro, Valdebernardo... y sigo viendo los pueblitos que fueron: la gente sentada en las plazas o en un bar jugando al dominó, las señoras alegando cuando van a la compra por las mañanas... El ritmo tranquilo de un pueblo.
EliminarEspero que tu barrio sea así, se vive mejor. El mío, cuando era joven, el barrio del Toscal en Santa Cruz, tenía mucho de pueblo también.
Es muy bonito lo que escribes y me atrae, pero prefiero vivir en la calle de Mendez Núñez enfrente del parque al lado del Hospital Parque, donde los niños van al colegio caminando, donde si no tengo fuego (cuando fumaba) me bastaba con bajar al kiosco a comprar fósforos, donde si se me acaba el aceite para hacer la tortilla, a la vuelta a la esquina tengo la tienda para reponerlo. Yo sé que no sé escribir como tú para contar el atractivo de vivir en la ciudad, aunque no niego ni mucho menos las desventajas que son muchas, pero en la balanza pesan menos que las ventajas.
ResponderEliminarDe todas formas, siempre soñé vivir en un pueblo pequeño y ser el médico, el veterinario, el sargento de la Guardia civil, el maestro o incluso el cura. A mí me desconsolaba la vida de Tomelloso y las aventuras de Plinio en las novelas de García Pavón.
Entiendo las ventajas de vivir en una ciudad, pero yo soy muy adaptable y muy organizada para las compras. También es verdad que el tener a mi hermana viviendo al lado es una ventaja y, si me quedo sin tomates un día, seguro que ella tiene y me da algunos.
EliminarPara mí la principal ventaja de vivir en una ciudad es el poder prescindir del coche. Pero en mi balanza pesan más el silencio, la paz, el poder tener una casa con huerta, el contacto con la naturaleza...
De novelas con pueblitos recuerdo también St. Mary Mead, el de Miss Marple, de Agatha Christie, tan bonito, con sus casas, sus jardines, su iglesia, la calle principal con las tiendas... y sus crímenes, claro. Porque la naturaleza humana, dice siempre Miss Marple, es igual en todas partes.
Hola!!
ResponderEliminarGracias por el artículo de hoy...me hace pensar que en La Laguna en que crecí, a pesar de ser una ciudad mayor, también vivíamos así...hasta q llegó esta etapa actual de ruido , conciertos , festejos y multitudes que la han convertido en un parque temático...el " divino término medio" parece q es muy difícil de conseguir...
Feliz semana!
Un abrazo😘
Y mira que Aristóteles, hace ya 26 siglos, hablaba de que en ese medio estaba la virtud. Pero ni caso le han hecho.
EliminarLa verdad es que no subo a las fiestas multitudinarias de La Laguna, pero cuando subo, ya se lo decía a Marcelo más arriba, me sigue gustando el caminar pausado por las calles peatonales, la gente a media mañana tomándose el aperitivo en la calle Herradores, el Camino Largo y sus caminantes, o el patio de nuestro Instituto... Algo sigue teniendo La Laguna.
Feliz semana.
Yo también soy del pueblo lagunero,pero adoro también mi barrio santacrucero del Toscal.
ResponderEliminarSoy de la opinión de que campo y ciudad se complementan y según los intereses que se presenten cada día, nos convendrá uno u otro.
Yo si hay que elegir sería de ciudad. Por los grandes hospitales, las conexiones de transporte, la arquitectura de las calles, los cines, los restaurantes...Pero también me gusta escuchar los pajaritos, el arrullo del mar y un buen níspero recién arrancado.
Nuestra isla es tan pequeña que en pocos kilómetros podemos disfrutar de ambos sitios.
Tú sí que sabes, Cande, eligiendo lo mejor de cada sitio. Yo creo que también me adaptaría. Cuando decidimos venirnos al campo hace 44 años, era mi marido quien tiraba más por una casa con huerta y palomar. Pero yo hubiera vivido bien en cualquier sitio y, como tú, valoraría lo que cada uno me ofrecería de bueno. Creo que por ahí anda el secreto de vivir bien.
EliminarUn abrazo.
Yo tengo la fortuna de vivir en una capital que es un conjunto de barrios muy definidos, con vida propia y con un sabor a pueblo que, de siempre, la ha caracterizado.
ResponderEliminarNo es una capital que responda a los modelos que se asocian a esa categoría, porque sigue conservando ese sabor tan peculiar, y a pesar de los intentos de despersonalizarla, ahí continúa: fiel a lo que más la caracteriza.
Siempre me he considerado una urbanita, pero hoy, Jane, que te declaras ser de pueblo, he descubierto, gracias a tus descripciones, que yo también lo soy...
Creo que ser de pueblo o no ser de pueblo va a depender, no de dónde se viva, sino de la actitud.. Y lo principal es la cercanía con los demás. Cuando Manolito Gafotas, el personaje de Elvira Lindo, reivindica su pertenencia a Carabanchel, lo hace porque para él es su pueblo, no Madrid. Allí están los suyos, el cole, el parque, el guardia, el tendero... todos los que conforman su entorno conocido. Todos tenemos algo de alma de pueblo.
EliminarHola Jane, ya es lunes 13, y no te había comentado nada de este post, que, como todos, me ha encantado. Me siento identificada con todo lo que dices del pueblo, pero atribuído a mi barrio. Como se suele decir,
ResponderEliminarpara muestra un botón: en mi peluquería me cobran lo mismo, desde hace unos 12 años. Cuando les digo que pierden dinero conmigo me contestan: "tarifa plana, tú eres de la casa". Y así en la panadería, la frutería (del hijo de Emma) etc. etc. Encima estoy a 5 minutos andando de la Concepción, también del trabajo antes de jubilarme y los niños del colegio. Y me tomo el café viendo a los mirlos y a los canarios del campo comiendo de un comedero que les hemos colgado en un árbol..Pero ¡ay! ha llegado la gentrificación, este mal de nuestro tiempo y pronto ya no va a ser lo mismo. Después de 48 años :((. Así es la vida .
Creo que tu situación es la ideal, vivir cerca de la "civilización", pero sin perder de vista el ser de pueblo. Ese tomarse el café viendo los mirlos y canarios lo comparto contigo y también la esperanza de que siga siendo ese lugar tan cerca de la naturaleza en el que veamos pasar las estaciones.
EliminarUn beso, Arista.
Ser de pueblo es lo mejor , y si además vives a cuatro kms, del pueblo en pleno campo ya ni te digo
ResponderEliminarEse es mi caso precisamente. Vivo en pleno campo y el pueblo está a 10 minutos en coche. Es una gozada, pese a la dependencia del coche.
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