En una novela de Kureishi, un niño pregunta: "¿Papá, para qué sirven las canciones?". Y el padre responde: "Para que seas feliz aunque sea por unos minutos". Yo tengo que reconocer que en este principio de año la música me ha hecho feliz bastante más que unos minutos.
Por un lado, convencí a mi marido para que entrara, aquí en el pueblo, en un grupo de pulso y púa para seguir tocando la guitarra que había descuidado desde la pandemia. Y ahí me tienen cada semana disfrutando (y hasta cantando bajito para que no se note) en los ensayos en los que 20 y pico personas, ya con la vista puesta en las próximas romerías, tocan y cantan isas, folías, berlinas, polkas y todo lo que el folklore ofrece.
Por otro lado, los Reyes Magos nos regalaron una entrada al concierto de los chelistas de la Filarmónica de Berlín y fue una noche de las de recordar: versiones mágicas de melodías de siempre como La Strada, Caravan, Sous le ciel de Paris, Yesterday, La vie en rose... ¡Precioso!
Además, fui por primera vez en mucho tiempo ¡a un baile!, con un grupo de amigos de mi quinta en el que bailamos, como si no hubiera un mañana, desde el bolero "Es la historia de un amor" hasta lo de "A quién le importa lo que yo haga, a quien le importa lo que yo diga, yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaréééé...".
Luego, tengo la suerte de tener amigos que, en lugar de mandar por wasap panfletos sobre lo mal que anda el mundo, me han enviado estos días maravillosas canciones que me alegran el día con la música de los clásicos y la voz de los grandes.
Y además, vi de nuevo estos días (la he visto un montón de veces) la película Yesterday, que habla de un universo paralelo en el que no existieron Los Beatles y solo hay una persona que recuerda sus canciones y las canta y se hace famoso, claro. Cuando encuentra a otras dos personas que también los recuerdan, él espera que lo denuncien pero ellos le dan las gracias "porque un mundo sin Los Beatles es infinitamente peor" (perdón por el spoiler).
Lo mismo podríamos decir de la música: la vida sin ella, ya lo decía Nietzsche, sería un error, no tendría sentido. Es su banda sonora, el "remedio de los males, inagotable fuente a escanciar cada día..." (Marilina Rébora). Y es una de las cosas que no necesitan traducción y que podemos encontrar por todas partes.
Hay música en el viento, cuando mueve las ramas.
Hay música en las olas con su ritmo pausado y a veces melancólico.
Hay música en el canto de pájaros al alba e incluso la hay en cantos de ballenas que vagan por los mares lejanos.
Y Lorca nos decía que la lluvia despierta una música humilde "que hace vibrar el alma dormida del paisaje".
Lo último que oí es que, desde el espacio, más allá de planetas, de soles y de lunas, los astrónomos oyen un trino misterioso (ondas coro lo llaman), que llega hasta nosotros. ¿Tendría razón Pitágoras cuando hablaba de músicas celestes y oídos atrofiados?
Hace muchos años, en una visita a Praga, descubrimos que en un café cercano iba a cantar Diana Krall. Fuimos a verla y estaba llenísimo, nos sentamos donde pudimos y fue una experiencia especial y sorprendente. Aparte de la música, de su increíble voz y su presencia, lo que más recuerdo es cómo nos miramos y nos sonreímos todos los que, al terminar, estábamos a su alrededor, como si, después de compartir un momento único, despertáramos de un sueño fantástico.
La música tiene ese poder. No puede cambiar el mundo pero nos une a todos y reconforta nuestras vidas. Y eso nos hace felices.
Me gustó mucho tu escrito ... y que VIVA la música que nos alegra la vida....un beso😘
ResponderEliminarTienes razón, Pilar, que viva la música. A mí me gustan hasta los himnos nacionales y también las películas musicales en que los personajes dejan todo lo que están haciendo y se ponen a bailar y a cantar. Imagínate un mundo sin música, qué desolador. Vamos a seguir disfrutando de ella.
EliminarGracias y un beso.
Gracias Isa, como siempre encantador, me ha llegado al alma!🩷🩷🩷👏👏
ResponderEliminarGracias a ti, Clara. Tú eres una de esas personas que vive intensamente la música y ella forma parte de lo que eres. Qué suerte tienes.
EliminarUn abrazo grande.
Precioso el post.
ResponderEliminarIndicas lo que Lorca dice de la lluvia "que despierta una música que hace vibrar el alma dormida del paisaje"
Me hace recordar a mi Galicia querida que fue la que en mi infancia encontré esa música en mi alma.
Un abrazo muy fuerte a Antuan.
La estrofa completa de Lorca (hablé de ella hace dos semanas cuando nombré a la lluvia) es esta: ""La lluvia tiene un vago secreto de ternura, / algo de soñolencia resignada y amable, / una música humilde se despierta con ella / que hace vibrar el alma dormida del paisaje". Y esa "soñolencia resignada y amable" veo yo también en tu Galicia, que guarda -en mares, bosques, ríos, lluvia- esa música que tú supiste encontrar.
EliminarGracias a ti por ser de esos amigos que me hacen amar la música.
Mi querida duquesa, si de algo no me he arrepentido jamás es de haberme dedicado a la música y haber podido sembrar en nuestros alumnos el interés por ese mundo inagotable! En los momentos más duros de mi vida, la música ha sido mi salvavidas! Un abrazo🎹🎧
ResponderEliminarEsa mano que rasga las cuerdas nos ha hecho disfrutar en muchas parrandas!
ResponderEliminarUn beso para él!!!