Mi prima María Elena tenía una vecina, Fefa se llamaba, que se pasaba la vida pronosticando "la fin del mundo", así en femenino, como si todas las desgracias fueran de ese género. Y ahí entraba todo: cometa Halley, cambio de siglo, predicciones de los mayas y todas las catástrofes y hecatombes habidas y por haber.
Si Fefa, esté donde esté, supiese lo del asteroide 2024 YR4 que, según las agencias espaciales y los astrónomos, a lo mejor chocará con la Tierra el 22 de diciembre de 2032 (recuérdenme no comprar lotería de Navidad ese año), igual sentiría que toda su vida y su misión de agorera estarían totalmente justificadas: al final, la fin del mundo está, como quien dice, ahí mismito, a la vuelta de la esquina.
Según la NASA, la probabilidad de que el asteroide de las narices (entre 40 y 90 metros de diámetro se especula que tiene) nos espachurre ha subido al 3,1 %, cuando a principios de mes el riesgo rondaba el 1,2%. La cosa es para sentirse como Tintín en La estrella misteriosa cuando ve una luz muy potente en el cielo que cada vez se acerca más y más. "Sí, este bólido va a chocar contra la Tierra", le dice el Director del Observatorio. "¡Santo cielo! Entonces ha llegado...", dice, consternado, Tintín. "¡EL FIN DEL MUNDO, SÍ!", contesta el Director. O por lo menos, el fin de un mundo ¿No desaparecieron los dinosaurios hace 66 millones de años precisamente por el impacto de un asteroide?
¿Qué haríamos si, cerquita de 2032, nos dijeran que las probabilidades del gran impacto subieron al 100%? A esta pregunta los hay que tienen lo que yo llamo la respuesta avestruz: esconderse donde sea, mientras el mundo externo se desmorona. Como el grupo de supermillonarios que, bajo las praderas de Kansas, se han construido un refugio de lujo con apartamentos de más de dos millones de dólares, piscina, biblioteca, sala de cine y una granja interior que puede abastecer a 70 personas durante 5 años. O como aquellos que, cuando los mayas profetizaron el final en el año 2012, se fueron al Languedoc a esconderse en las cuevas y pasadizos subterráneos del pico de Bugarach, que algunos piensan que son obra de los cátaros o de los extraterrestres, fíjate tú.
Están también los que piensan , como El Roto en su viñeta de hace unos días, que "el meteorito que quizás destruirá la Tierra está habitado por nosotros" (en el más puro estilo sartriano de que "el infierno son los otros"). También Irene Vallejo, recordando la silueta semienterrada de la estatua de la Libertad al final de la película "El planeta de los simios", dice que "la posteridad depende del uso que damos hoy a nuestra libertad y que el auténtico cataclismo -y su posible solución- somos nosotros".
Yo haría lo que otros muchos han pensado si el cielo cayera sobre nuestras cabezas, como temían los galos de Astérix: me sentaría en la terraza, viendo la tarde (o el meteorito) caer, a tomarme un café (o, ya puestos un chocolate con churros o un gin-tónic, y a la porra la contención); o quedaría con familia y amigos (que cada uno traiga algo para acompañar el champán que pongo yo) para comentar lo que vivimos en ese momento.
Y, cuando ya el instante haya pasado sin que se moviera ni una sola hoja de un árbol, brindaría por el gran Montaigne que dijo aquello de "Mi vida ha estado llena de terribles desgracias la mayoría de las cuales nunca existieron".
Isa, por favor llámame esa tarde a tu casa (si es que estoy por aquí) para brindar con tu champán y comentar lo que vemos. Ya, si eso, me dices que llevo... Un profesor que tuve en la facultad decía que de haber una guerra nuclear el quisiera estar en donde cayera la primera bomba pues prefería morir a sobrevivir padeciendo las secuelas de una guerra así. No se yo con lo del meteorito... Feliz semana...
ResponderEliminarEstás emplazada desde ya a ese 22 de diciembre de 2032. Ya nos pondremos de acuerdo a ver lo que cada uno lleva para celebrar por todo lo alto una ocasión como esa. Después de todo, no todos los días se acaba el mundo.
EliminarEso no es obstáculo para reunirnos más veces de aquí a allá con el pretexto de organizarlo todo (o sin pretexto, que no lo necesitamos).
Yo prefiero estar lejos de dónde cayera, no la primera bomba sino la última. O el meteorito que para el caso es igual.
Un abrazo y feliz semana.
Maravilloso, yo creo que haría lo mismo, mirando al mar y si ya fuera con un atardecer, pues completito
ResponderEliminarLa música del mar llena de paz el alma. Así que sería una buena manera de recibir el fin del mundo. Nada de miedos, ni histerismos, ni rabietas. Los estoicos siempre decían: "Si el mundo se derrumbara a mi alrededor, sus ruinas me encontrarían impávido". Pues algo así pero con el toque bello de un atardecer frente al mar. Genial.
EliminarYo haría algo más sencillo. Me acostaría, pondría la sexta de Mahler, cogería un libro y me echaría a leer en la cama. Y que venga la fin del mundo.
ResponderEliminarY que me quiten lo bailado. Hay momentos en la vida tan maravillosos que te da igual lo que venga. Yo también me apunto a un momento así.
EliminarCreo que yo, llegado el momento de cualquier hecatombe, apostaría también por pasarlo con los más allegados, disfrutando de una buena charla, tras una rica comida, o un buen té con galletitas. Hoy han vuelto a reducir las posibilidades de "rozarnos" con el meteorito... jajajaja. En fin, ya veremos el camino que va tomando. Un abrazo
ResponderEliminarEs increíble, Flor. ¿tú crees que esto es seriedad? Tan pronto nos asustan con que las probabilidades van creciendo a pasos agigantados como lo rebajan todo, como si dijeran: "¡Naaaah! ¡Es broma!". Hoy en el periódico pone que la posibilidad de impacto del asteroide 2024 YR4 cae al 0,001%. De todas formas, no lo pierden de vista por si las moscas. A ver si se ponen de acuerdo con que choca o no choca para que una pueda hacer sus planes.
EliminarAunque ahora que lo pienso, choque o no choque, esa rica comida y el té con galletitas puede celebrarse de todas formas ¿no? Tanto para celebrar que no pasa nada como para decir: "Adiós, mundo cruel".
Un abrazo.
Tengo poco tiempo y no lo puedo malgastar en el 32 tengo mucho que disfrutar en el 25 ...No dejo nada para después Cada vez que puedo me reúno con los que quiero y me tomo mis benjamines tu y todo lo que me hace disfrutar.Bendito 25 y 26 y 27 Lo otro ,ya lo pensaré cuando esté cerca.
ResponderEliminarBueno, aunque este post de hoy me salió con una mirada hacia un futuro que puede ser catastrófico, no puedo estar más de acuerdo contigo. Es como en aquella canción de "Aprendiendo a vivir" que dice: "La vida nos enseña y la experiencia nos va diciendo / que el pasado no existe, el futuro es incierto, / que no puede vivirse ni de ilusiones, ni de recuerdos, / que lo más conveniente es vivir el presente y no volver atrás."
EliminarDe todas formas, siendo el ser humano como es, no podemos evitar a veces preguntarnos por lo que nos espera y plantearnos lo de "¿Y si...?".
Mientras, sigue disfrutando de la vida, benjamines incluidos.
Desde muy niña, siempre oí vaticinios agoreros sobre la desaparición de este mundo sobre el que vivimos, Jane.
ResponderEliminarHubo un tiempo en que me preocupaba el que alguno se cumpliera, pero desde hace muchos años, soy de las del sabio Montaigne: mi vida se ha llenado de desgracias, que, por fortuna, nunca se cumplieron.
Espero poder seguir diciéndolo, si en el 32, continúo sobre este mundo y puedo comprobarlo personalmente...
¡Hay tantas posibilidades, Chari! Puede pasar que nada ocurra. O que si ocurre, por el camino se quede en lluvia fina o sea de otra forma que ni imaginamos. O que las circunstancias y escenarios hayan cambiado. O que seamos nosotros los que cambiemos y no nos importe mucho el Boooom. O que nuestra situación futura sea tan espantosa que un meteorito de nada nos parezca un mal menor.
EliminarDe todas formas, siempre pienso que la humanidad ha sabido hacer frente a retos enormes y que ¿por qué no a este también?
De todas formas, si de aquí a allá estamos todavía aquí, reserva ese día (22 de diciembre de 2032) para hacer una fiesta y comentar el tema.
Un beso.
Tengo unos compañeros que estaban bastante alterados con el tema. Como en aquella película en la que las máquinas se vuelven agresivas con el paso de un planeta, pero les afectó a ellos. :D A ver si se calman un poco ahora que han rebajado la probabilidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
A mí ya hay pocas cosas que me alteran y esas predicciones lejanas, menos. Pienso que muy largo me lo fiais y que de aquí a allá, igual ni me voy a enterar. Vamos a preocuparnos de lo que esté en nuestras manos. De lo demás, ¿qué ganamos con preocuparnos?
EliminarUn abrazo, Dorotea.
¡Hola Jane!
ResponderEliminarCon respecto al tema que tratas esta semana, lo más sensato que he oído o leído es que un asteroide de esas dimensiones y en un planeta que es mayormente agua, lo más probable, si cae sería en el mar, por lo tanto tal vez tendríamos un maremoto . Cosas mucho peores hemos tenido últimamente.
Gracias por tu post.
Bueno, si es un maremoto, ese día hacemos una excursión conjunta al Teide ¿te parece?
EliminarGracias a ti por tu sensato comentario. Un abrazo.
No he pensado mucho en "la fin del mundo" ni en el asteroide ese que nos iba a arrasar y ahora se perderá en la oscuridad del universo ¡allá va! Pero me ha recordado una peli de Lars van Triers, "Melancolía", que es el nombre de un planeta que va a chocar con la tierra y los personajes van viendo como se acerca y pasan fenómenos extraños. Hay imágenes sorprendentes, pero no da miedo ni nada, más bien es una reflexión.
ResponderEliminarNo he visto la película esa. Pero sé que no la veré porque ya desterré películas de terror y de tragedias, quita, quita. Bastantes tragedias encontramos con leer el periódico cada día. Mejor como haces tú sabiamente: no pensar mucho en ello. Total ¿pa qué?
EliminarUn beso, Cae.