No sé si les he contado que de vez en cuando me da por coleccionar disparates. Y no me refiero a grandes disparates, tipo la llamada "guerra arancelaria" del Donald Trump, que puede llevar a la economía mundial y a su propio país a la recesión. No, me refiero a las noticias sobre la conducta humana que a veces salen en los medios de comunicación y que nos hacen decir: "Este (o esta) está como una cabra". Y vayan unos pocos ejemplos:
Dan Brown, el de "El código Da Vinci" , cuando no sabe qué escribir (el bloqueo de la página en blanco, que le dicen) se cuelga de los tobillos cabeza abajo a ver si le viene la inspiración.
O esta noticia, aparecida en X: "Una mujer fue ingresada ayer en un Centro hospitalario al presentar herida de gravedad en el ojo izquierdo. La causa, recibir el impacto en el ojo de un supositorio después de que su marido, que acababa de ponérselo, se tirara un pedo."
O aquella que se opera de la nariz porque no quiere que sus futuros hijos salgan con la nariz torcida como ella.
O la noticia de una tesis doctoral que copió a otra, cosa que no es tan rara porque está a la orden del día. Lo disparatado es que el plagiador copió hasta la dedicatoria.
O este, tal vez más inquietante, disparate kafkiano que cuenta Aramburu en El País: el caso de una estudiante alemana a la que le pasaron repetidas veces una factura de gas, electricidad y agua por valor de 0 euros y, al final, con amenazas de embargo. Tan solo cuando el asunto se hizo público, la empresa energética reconoció su "error técnico" que atribuyó, cómo no, a los ordenadores y no al ser humano.
O aquella vez, hace 12 años, que Corea del Norte impuso para las mujeres 18 cortes de pelo obligatorios y para los hombres, 10.
O la vidente italiana (condenada anteriormente por estafa y bancarrota fraudulenta), cuyo poder emana de una estatua de la Virgen que llora lágrimas y sangre y que multiplica para alimentar a sus seguidores, no ya panes y peces, sino ñoquis y pizzas.
Y en el mundo del arte ¿no es disparatado considerar una obra de arte que la actriz Tilda Swinton se pegue una dormida de 8 horas dentro de una urna de cristal en el MoMA de Nueva York (imagen inicial)? ¿O que se venda un plátano pegado a la pared con cinta aislante gris por 6,2 millones de dólares?. El comprador, emocionado, dijo que se lo comería ese viernes. Claro que también se quedó con el derecho a reproducirlo, es decir, pegar otro plátano a la pared y decir que es la misma obra de arte. ¡Oh!
Y otro disparate que a lo mejor no lo parece pero que me asombró es el que cuenta el escritor y periodista Tom Quinn en su obra Sí, señora: la vida secreta de los sirvientes reales sobre el rey Carlos III de Inglaterra. Al parecer este tiene pequeños arranques de irritación con sus sirvientes , entre otras cosas, cuando la pasta de dientes no está perfectamente aplicada en su cepillo de dientes. ¿Todo un rey de Inglaterra no sabe ponerse él mismo la pasta de dientes?
Viendo todo esto me dan ganas de parafrasear una canción de Joaquín Sabina y Caco Senante, "Si no fueras tan", y aplicársela al ser humano: "Si no fueras tan inconcebible, / si no fueras tan inadmisible, / si no fueras tan incorregible, / si no fueras tan indefendible...", la vida sería mucho, muchísimo menos divertida.