Una cosa que sí voy a seguir haciendo en mi jubilación es ir a bañarme a
Bajamar. Allí me encuentro con otros jubilados, bajamareros de toda la vida, y
nos miramos con sonrisa de complicidad como diciendo: “¡Y los otros
trabajando!”.
Los bajamareros de toda la vida somos los que, cuando hay viento, decimos que
hace un airito tonificante; cuando está nublado, decimos que mejor esto que las
calufas de Santa Cruz; y, cuando hace frío, decimos que así dentro del agua se
está más calentito. Y si, como en la canción de Les Luthiers, al atardecer
llovieran meteoritos, diríamos que qué precioso, que parecen los fuegos de las
fiestas de agosto. Ahora eso sí, cuando no hay viento, ni frío, ni nubes (ni
meteoritos) es el lugar más maravilloso de la Tierra (para los bajamareros de
toda la vida). Un amigo me dijo que esto sólo pasa los 13 de noviembre pero qué
sabrá él.
A Bajamar se unen miles de recuerdos maravillosos: las conversaciones de
adolescentes en las noches de verano en el poyito frente al “Sheriff”; las
primeras verbenas junto al mar; las mareas de septiembre que más de una vez , de
pequeños, nos dejaron caminando por fuera de la piscina. Después, veranos de
hacer cometas con los niños, de asar lapas recién cogidas cerca del Arenal, de
coger pájaros con falsete al amanecer para soltarlos al mediodía o de mirar las
estrellas en busca de las Perseidas o de ovnis. En Bajamar, en esos atardeceres
multicolores, vi por primera y única vez el rayo verde del crepúsculo. Y el mar
de Bajamar fue el último que vio mi madre desde la altura del café Melita cuando
me pidió: “Llévame a ver el mar”.
Los bajamareros de toda la vida nos bañamos en el sur cuando se tercia y por
esos mundos cuando uno ve una playa apetecible. Pero todos coincidimos en que no
hay mar como éste del norte, con el agua brava, clara y fría, y el olor a algas
que te ensancha el alma. Sabemos que ya no es “mi pueblecito norteño” porque ha
crecido demasiado, pero que son los mismos el viento, el mar y “cuando muere el
día, el sol que brilla hasta el monte”. Y que algo de su espíritu perdurará
mientras siga habiendo bajamareros de toda la vida.
Como dice mi amigo Ernesto, que es uno de ellos, mientras toma el sol (cuando
hay) y contempla el oleaje desde la Punta del Viento (que no sé por qué se llama
así): “Las Seychelles, las Maldivas, las Bahamas… Bajamar“.
(Hace 4 años)
ResponderEliminarA Maura y mí nos ha gustado mucho la semblaza de Bajamar. Te felicitamos por la facilidad que tienes para describir esas vivencias que todos recordamos y alguna de las cuales hemos compartido. Te animamos a que sigas deleitándonos con tus escritos en la blogtfera. Un abrazo.
Muchos buenos ratos hemos compartido, Álvaro, en las piscinas y en tu casa de Bajamar, allí frente al mar. Que los sigamos compartiendo durante mucho tiempo. Un abrazo.
ResponderEliminarQue recuerdos más bonitos e inolvidables. No se que tiene Bajamar pero engancha para toda la vida.
ResponderEliminarMarisa, cuando escribí esto hace 4 años todavía vivía Mingo. Con él, mi querido primo, y contigo viví esos veranos que nombro aquí, con los niños pequeños y nosotros tan jóvenes. Nunca los olvidaré.
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminarEl otro día, y siempre que puedo, me di un paseo hasta Bajamar y, a quien conmigo iba, le dije: "Cuando me jubile, me encantaría venirme a vivir aquí". Lo más probable es que no pueda hacerlo, pero no pierdo la ilusión.
Yo también soy de las que pasaron muchos largos veranos, desde Junio hasta casi Octubre, en alguna casita o en algún apartamento de los que entonces se alquilaban para los que, procedentes de otros lares, allí veraneábamos. Con hermanos y primos, cogíamos burgados en los atardeceres de marea baja o nos bañábamos en el Charco Redondo. En su primera piscina, aprendí a nadar y, más tarde, enseñé a hacerlo a mis hermanos más pequeños.
Pero hay algo de aquel lugar que, para mí, lo hace único y peculiar: su penetrante e intenso olor a maresía. Creo que eso es lo que me ha enganchado a Bajamar, para toda la vida... De nuevo, Jane, enhorabuena por tu excelente manera de contar lo que te propongas.
En los primeros baños del verano, me llego en las piscinas hasta el final y allí, dentro del agua y apoyada en el borde, cara a las rocas, los cangrejos y las grandes olas, aspiro profundamente el olor a maresía. En esos momentos me digo que el cielo se debe parecer algo a esto.
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminar¡Qué ganas de salir corriendo para Bajamar!. Qué bonito escrito.
A mí me tocaba ir en Semana Santa, cuando mi madrina alquilaba un apartamento para pasar esos días,yo era pequeña y lo que más recuerdo es que nos bañabamos mi hermano y yo, incluso bajo la lluvía que solía aparecer por allí en esas fechas, tal vez por eso tengo un recuerdo de Bajamar con frio.
Ancaria, a los bajamareros de toda la vida la lluvia y el frío son hasta gratas compañías. Menos mal que ahora en el invierno los ves (a mí el masoquismo no me da para tanto) bañándose con trajes de neopreno en las piscinas. En noviembre me saludó una amiga en la piscina y no la conocí hasta que la oí hablar. Con el traje, el gorro y las gafas igual hubiera podido ser la Hormiga Atómica.
ResponderEliminarEs inevitable que, en determinados posts, mis recuerdos se superpongan a los tuyos:
ResponderEliminarRecuerdo estar en pijama en el césped mirando esos ovnis mientras la brisa cálida del verano me daba en las mejillas.
Recuerdo también mi adolescencia: mientras ustedes (los "mayores") cenaban y hablaban, nosotros arreglabamos el mundo a nuestra manera. Mis primeros amores dieron sus pasos por Bajamar y sus alrededores, envueltos en brisa norteña.
Es, también, inevitable que, a medida que pasan los años, deje de ser una "nueva" bajamarera, para convertirme en una de las "viejas bajamareras". Detrás de mí vienen mis hijos, que aprenden a bucear, a nadar y a vivir bajo las doradas puestas de sol de Bajamar.
Eso también es inevitable. Lo llevan en la sangre.
Tus abuelos también, como nosotros, veraneaban en Bajamar, así que mis primeros amores y mis primeros bailes también fueron allí. Cuando naciste, al mes ya estabas en Bajamar huyendo del calor de Santa Cruz. Era inevitable que acabaras, como ahora, yendo a Bajamar: ya eres una vieja bajamarera.
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminarMuy buena semblanza de Bajamar.
Muchos años pasé allí los veranos y las vacaciones de Navidad y Semana Santa con mis niños en Sea Side y muchas noches el ruido del mar acariciaba mis oidos....
Hace algunos años que vamos poco por allí, pero tengo muy buenos recuerdos . Ellos, mis niños, ahora son los que más visitan Bajamar.Su encanto quedó dentro de ellos. Saludos.
Yo recuerdo, Luisa, cuando alquilábamos una casona grande y destartalada en el pueblo con grandes ventanales a la marea, los graznidos de las pardelas y el ruido impresionante de las olas rompiendo. Lo curioso es que dormía como una bendita.
ResponderEliminarCuando eramos muy, pero que muy jóvenes, en verano cogíamos una de aquellas guaguas de madera con un llamador para las paradas que era un cable que hacía sonar una campana y nos íbamos a Bajamar con la toalla y poco más. Nos poníamos en la piscinas a esperar que nos rompieran por encima las olas y, si la cosa no estaba muy mala, nos tirábamos al mar por fuera. Por la tarde, volvíamos a coger la misma guagua, cargada de gente, que se asfixiaba en la cuesta de San Bernabé y volvíamos a La Laguna, a la humedad y el frío, con el corazón caliente que nos había dejado el día.
ResponderEliminarA lo mejor es por eso que me gusta cantar ¡Qué bonito es Bajamar...!
Ahora, Melchor, muchas veces pienso en lo confiada que debía ser mi madre, porque de pequeños nos dejaba en la piscina con las olas entrando a todo meter y se quedaba tan tranquila. Eso sí, esos baños, tal como si estuviéramos en una gigantesca bañera de hidromasaje, son inolvidables. E irrepetibles porque ahora no me meto, con el mar así, ni loca, y por supuesto no dejo entrar a mis nietos.
ResponderEliminarme ha gustado mucho tus comentarios sobre ese lugar tan querido como es Bajamar.Tambien me considero bajamarera de toda la vida, desde que mis padres, hace ya muchos años , me llevaban junto a mis hermanos ,año tras año a pasar las vacaciones estivales a ese mágico lugar. No se me olvida como salía del agua, arrugada como una papa despues de estar horas buceando en sus piscinas, las tardes de guateques con la panda, de coca cola,paté y canciones del duo Dinámico, las excursiones de aventura a las tarjeas de las montañas de alrededor y sobre todo , las veladas nocturnas con mi familia y algún primo agregado,jugando a las cartas, riendonos ó contando historias de miedo. Son recuerdos imborrables que como tales, a no ser que me de el alzeimer,perduraran siempre áquí dentro (no del ordenador sino lo escribo señalandome el corazón) Gracias y un abrazo
ResponderEliminarTona, yo me acuerdo de los tesoros que encontrabas en el agua. Te veo, con tus gafas buceando durante horas y trayendo cosas: un anillo de oro, una medallita, un collar de bolitas de colores en donde ponía "Singapore" y yo qué sé cuántas cosas, durante aquellos veranos que eran tan, tan largos. Siempre había gente alrededor, siempre había planes que hacer y siempre parecía que teníamos todo el tiempo del mundo.
ResponderEliminarEL ayuntamiento de La Laguna, está estudiando poner una gran superficie en Bajamar.
ResponderEliminarEl pueblecito Norteño, que aún perdura, acabará desapareciendo, auspiciado por un grupo de políticos impresentables.
Pues eso sí que es una mala noticia. Tienes razón, hay una tendencia en los políticos a venderse al mejor postor (como hemos visto en Madrid y su Eurovegas) sin tener en cuenta la calidad de vida de los que viven en los lugares en cuestión. Como soy optimista por naturaleza, siempre espero que los políticos con sentido común (que los hay) hagan inclinar la balanza hacia lo que la gente realmente quiere, pero últimamente estoy perdiendo el ánimo. Vamos a ver si los bajamareros de toda la vida sabremos protestar unidos si se decide hacer eso.
ResponderEliminar¡Qué gusto da, Isa, releer entradas como esta! Enhorabuena, amiga.
ResponderEliminarA mí también me gusta irlas incorporando poco a poco los fines de semana al blog. Me sirven de repaso, voy poniéndoles fotos que antes no tenían e incluso contesto comentarios que en su momento no fueron contestados. Y lo bueno es tener lectoras tan buenas y fieles como tú a las que no les importa releer los rollos que me mando. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminar¿Perdonadme, pero me podéis decir dónde está esa playa Bajamar, de la que habláis?
ResponderEliminarBajamar en realidad no tiene playa sino una pequeñita y otra al lado (El Arenal) que las olas y las grandes mareas se suelen llevar todos los años. Nos bañamos en piscinas y charcos. Es un pueblito que pertenece a La Laguna entre Tejina y La Punta del Hidalgo en la costa norte de Tenerife. A pesar de que no tiene playa siempre ha sido un lugar típico de veraneo, sobre todo porque en verano tiene un clima estupendo. Seguro que cuando vivías aquí lo conociste.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con tu amigo Ernesto. Es maravilloso esos días de invierno soleado,tras una caminata por la Punta,recalar en Bajamar y darse ese baño de agua y sol.Reparador!!! Además como me dijo una de esas jubiladas que recalan por allí,es que este agua está muy yodada,como si el Ayuntamiento pusiera yodo.Jajajaja
ResponderEliminarEl agua yodada no sé, América, pero sí es verdad que tiene un montón de algas y, según la propaganda de los tratamientos de belleza, las algas refrescan, tonifican, purifican, regeneran, rejuvenecen la piel... Así que nada, después de un baño en Bajamar venimos tan regeneradas que no nos conoce ni la madre que nos parió.
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