Leí en una pancarta hace poco "Al Gobierno le gustas cuando callas porque estás como ausente". Contra ello, reclamo la libertad de manifestar nuestro rechazo ante lo que no nos gusta. Este post -escrito hace 4 años contra la construcción de un Puerto en Granadilla- es otra más de esas manifestaciones.
Los que estamos jubilados (y los que casi están) fuimos a nuestras primeras
manifestaciones en los turbulentos años 60, cuando estábamos en la universidad.
Recuerdo la primera de todas en el año 68 en Madrid cuando detuvieron a un
compañero de clase al que le encontraron una hoz y un martillo dibujados en una
caja de fósforos (entonces eso era una “prueba” y detenían por cosas así).
Salimos todos en silencio desde la Facultad, seguidos por los grises a caballo
también en silencio. Y entonces a alguien se le ocurrió gritar: “¡Libertad!”
(qué palabra más peligrosa) y fue como si fuera la señal de “¡Carguen!”. No me
acuerdo de haber corrido tanto en mi vida, mientras que los que iban a caballo
repartían porrazos a diestra y siniestra.
A partir de entonces he asistido a algunas manifestaciones. Hemos salido en
el periódico con pitos y carteles en algunas de las manifestaciones para pedir
la homologación de los enseñantes con los funcionarios de nuestra misma
categoría y tengo una camiseta negra que dice “¡No a la guerra!” comprada en la
manifestación contra la participación de España en la guerra de Irak.
Pero a la manifestación del sábado 14 de marzo no fui. Mi hija y mi yerno,
que son médicos, salían de guardia y tocaba a los abuelos quedarse con los
nietos mientras ellos reponían fuerzas. Así que los llevamos al mercadillo de
Tegueste y después al parque que hay enfrente, a la entrada del pueblo, que en
esa mañana de tiempo sur estaba vacío.
Allí jugaron a los piratas, subidos en una de las plataformas, y se hicieron
una casita entre las piedras grandes y redondas que están repartidas por las
orillas. Mi nieta se acercó a mí trayéndome un diente de león (nosotros en la
niñez, no sé por qué, llamábamos a esas flores “brujitas” y yo siempre imaginé
que sus hojas, volando, eran brujas diminutas que se repartían por el mundo) y
me dijo: “Aba –esa soy yo-, sopla fuerte y pide un deseo”.
Y yo soplé fuerte y deseé que ellos, mis nietos, tuvieran en el futuro una
isla limpia; que disfrutaran de las aguas claras que yo conocí en El Médano
cuando tenía su edad; que quienes organizan cómo vivimos aprovecharan cada vez
más el poder del viento, del sol y la fuerza del mar para seguir teniendo una
vida cómoda, en la que no primara el valor del dinero. Deseé que ningún poder,
como pedía Kant hace dos siglos, gobernara de espaldas al pueblo. Y deseé que mi
voz fuera una de tantas que en ese momento en la manifestación clamaban: “¡No al
Puerto de Granadilla!”.
!Qué grande jubilada! Casi me saltan las lágrimas leyendo tu post. Seguiremos luchando porque tus nietos y mis hijos disfruten una isla así. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti porque una voz casi no hace nada pero muchas voces tal vez consigan cambiar la realidad. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerida jubilada, está claro que este gobierno que tenemos (y me temo que otros que hemos tenido y tendremos), no han leído nunca a Kant y, si lo han hecho, se les ha olvidado.
ResponderEliminar¡Bravo por tu post!. Como siempre, muy bien escrito y con mucha enjundia. A mí, como a ti, también me hubiera gustado acudir a la manifestación del día 14, pero obligaciones familiares, distintas a las tuyas, e impedimentos físicos personales, lo impidieron. Yo, como tú, también hubiera querido que mi voz fuera una de tantas que, en la manifestación, gritaron. "¡NO AL PUERTO DE GRANADILLA!" y no a todos los que atentan, con oscuras intenciones, contra el futuro hábitat de nuestros más jóvenes, dándoles, además, un ejemplo deplorable de cómo conservar y potenciar nuestras fuerzas naturales
(Este comentario fue hecho hace 4 años)
ResponderEliminarHoy pasé cerca del Puerto de Granadilla que ya lo están construyendo. Las manifestaciones no han servido para mucho y mira que la protesta fue enorme. He oído después argumentos a favor como, por ejemplo, que es lo mejor para la economía de la isla, que perderíamos, si no, el camino hacia el progreso y cosas así. Pero uno desearía que el sistema fuera distinto y que primaran otras cosas (calidad de vida, sin ir más lejos) antes que el dinero y el dinero. Tal vez estamos siendo utópicos por desear una sociedad distinta, pero...
Has hecho que se oiga tu voz igual o más que si hubieras estado allí. Besos.
ResponderEliminarBesos y gracias, Sagitta. Tú sabes que yo no soy de ir mucho a las manifestaciones (aunque he ido a bastantes), pero sí de manifestarme y hay muchas formas de hacerlo. Joaquín Estefanía ayer escribía que muchos abusos han quedado sin castigar por callar: callar por conveniencia, por miedo, por cinismo, por militancia, por complicidad, por no distinguirse del grupo, por no disgustar a la familia, por temor a no ser moderno, y, en definitiva, por no ser un aguafiestas. Pero hay que tener el coraje de no callar porque hoy, igual que hace 4 años, están en juego aquellas cosas que de verdad hacen mejor la vida.
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