Parece que últimamente a la gente le está dando por casarse. El año pasado
fui a cuatro bodas, dos en jardines, una en una iglesia y otra en el mar: cuatro
regalos, cuatro trajes de boda yo y uno mi marido, ocho síquieros, cuatro
esperas tomando aperitivos mientras los novios se hacen fotos artísticas, cuatro
tartas, cuatro bailes, cuatro ramos al aire, muchas conversaciones y besos con
familiares, amigos y desconocidos y miles de fotos.
Que conste que una, después de 37 años casada, no va a estas alturas a despotricar del matrimonio, faltaría más. Y de las bodas tampoco. Si yo llevo celebrando con fiestas, cenas y brindis mi jubilación, me parece estupenda cualquier ocasión de celebrar lo que sea. Así que ánimo, a emperifollarse y qué vivan los novios.
No. A mí lo que me tiene alucinada son las lunas de miel, sobre todo porque a muchas de estas parejas les está dando por ir a sitios exóticos y practicar deportes de riesgo en ellos, que me dirán ustedes que qué necesidad.
Mi sobrino y su mujer se fueron a Costa Rica y allá que los vemos en un vídeo atándose una cuerda a la cintura y cruzando barrancos en plan Tarzán, con el clásico grito y todo. Lo que soy yo, que tengo vértigo hasta en las norias de cuatro vagones, hubiese mandado el grito antes, si a alguien se le hubiera ocurrido la feliz idea de proponerme algo así.
Otra de las parejas se fue a Perú y, en uno de esos desfiladeros cortados a pico, la emoción era que un nativo te abrazara por detrás y te alongara sobre el vacío a ver si te daba gustirrinín, digo yo.
Una ahijada mía se lanzó en paracaídas y nadó entre tiburones en Australia; otra pareja hizo rafting por aguas turbulentas; otra se fue a Tailandia y allí les pilló un golpe de estado. Y otra practicó en Nueva Zelanda el shotover, una cosa espeluznante que consiste en ir en una lancha motora a todo trapo contra un acantilado y a los dos metros, antes de estromparte, frenar bruscamente y dar la vuelta…¡¡Señor!!
Y pensar que los de mi generación pasábamos las lunas de miel en Ten-Bel o Lanzarote dedicados a deportes de riesgo muchísimos menos peligrosos…
Que conste que una, después de 37 años casada, no va a estas alturas a despotricar del matrimonio, faltaría más. Y de las bodas tampoco. Si yo llevo celebrando con fiestas, cenas y brindis mi jubilación, me parece estupenda cualquier ocasión de celebrar lo que sea. Así que ánimo, a emperifollarse y qué vivan los novios.
No. A mí lo que me tiene alucinada son las lunas de miel, sobre todo porque a muchas de estas parejas les está dando por ir a sitios exóticos y practicar deportes de riesgo en ellos, que me dirán ustedes que qué necesidad.
Mi sobrino y su mujer se fueron a Costa Rica y allá que los vemos en un vídeo atándose una cuerda a la cintura y cruzando barrancos en plan Tarzán, con el clásico grito y todo. Lo que soy yo, que tengo vértigo hasta en las norias de cuatro vagones, hubiese mandado el grito antes, si a alguien se le hubiera ocurrido la feliz idea de proponerme algo así.
Otra de las parejas se fue a Perú y, en uno de esos desfiladeros cortados a pico, la emoción era que un nativo te abrazara por detrás y te alongara sobre el vacío a ver si te daba gustirrinín, digo yo.
Una ahijada mía se lanzó en paracaídas y nadó entre tiburones en Australia; otra pareja hizo rafting por aguas turbulentas; otra se fue a Tailandia y allí les pilló un golpe de estado. Y otra practicó en Nueva Zelanda el shotover, una cosa espeluznante que consiste en ir en una lancha motora a todo trapo contra un acantilado y a los dos metros, antes de estromparte, frenar bruscamente y dar la vuelta…¡¡Señor!!
Y pensar que los de mi generación pasábamos las lunas de miel en Ten-Bel o Lanzarote dedicados a deportes de riesgo muchísimos menos peligrosos…
Cuanta verdad, eran otros tiempos y eramos diferentes.
ResponderEliminarY tan diferentes, Marta. Aparte de que no teníamos muchos posibles para irnos a dar la vuelta al mundo (y entonces los viajes eran carísimos y poco menos que había que pedir, como Colón, los dineros de los Reyes Católicos), tampoco el espíritu aventurero nos pegaba para una luna de miel. Algo tranquilito, mirando el mar...
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminarRazoń tienes Jane. Mi luna de miel fue más sencilla, mi marido y yo trás el "si quiero" embarcamos rumbo a Cádiz, haciendo escala en Gran Canaria, aquí conocí a mi suegro y a gran parte de la familia de mi marido y en Andalucía mi marido conocio a la mía. Ellos no pudíeron venir a nuestra boda.
Todo un lujo nuestra luna de miel...y aventurera...visitamos la Alhambra, Nerja, La Tacita de Plata ,...y muchos pueblos andaluces en guagua (no disponiamos de otro medio). En fin siempre lo recordamos con mucho cariño y ya hace casi 40 años.
Luisa, yo también hizo ahora, 4 años después de esta entrada, 41 años que me casé. Nosotros sí teníamos el escarabajo ya entonces, de hecho salí de la iglesia en él (igual que mis hijos después) pero no se nos ocurrió ir demasiado lejos. Además, no nos daban días. Mi luna de miel fue de 3 días. Pero aunque después hemos tenido otras, eso sí, como dices, la primera se recuerda con mucho cariño.
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminarCada vez me parece más de mago, dicho con todo el respeto para los magos, eso de irse de luna de miel a la Conchinchina o a algún lugar exótico de esos que nos permiten hablar de tu a tu a los compañeros de trabajo que el año pasado se fueron a dónde el diablo perdió los calzones. Me parece de magos y, tal como están las cosas, una falta de respeto. Me explico. Nosotros, blanquitos de clase media-alta, nos casamos y nos vamos de viaje a un país así como molón; un lugar que suene a aventura, que tenga connotaciones románticas, ya se sabe. Pero claro ese país suele ser, por aquello del post colonialismo, un lugar donde sus habitantes lo están pasando verdaderamente mal. Un lugar en el que sus habitantes no tienen posibilidad de salir de viaje de novios y, aunque así fuera, no los dejarían entrar en la “fortaleza Unión Europea “. Aquí está esa falta de respeto, aquí se dibuja esa prepotencia etnocéntrica que nos lleva a ir a lugares de manera frívola. Nosotros podemos entrar y salir, ya que nuestra blanca cartera nos permite movernos libremente por el mundo.
Me parece una reflexión sabia la tuya, Willy. Pero los jóvenes de ahora ni se lo plantean. Quieren ver mundo, cuanto más lejos y más exótico, mejor. No creo que lo hagan ni por prepotencia ni por sentirse superiores a los habitantes del lugar ni por nada de eso. Piensan que es una oportunidad única, que les han regalado un dinero en la boda y que, qué demonios, alguna vez tendría que tocarle a ellos. Y muchos, además, vienen concienciados de cómo se vive en esos países y hacen comparaciones. Viajando se aprende mucho.
ResponderEliminar(Hace 4 años)
ResponderEliminarHe disfrutado mucho leyéndolo, Jane.
Genial, " cuatro trajes de boda yo y uno mi marido ".
Bueno, lo que yo hice en mi viaje de novios ( los primeros días se suspendieron por motivos de trabajo) no era un deporte propiamente dicho, pero bajar 600 metros bajo tierra en un pozo minero asturiano si que entrañaba algún riesgo. Igual algún día me pongo y rememoro aquel momento.
En otro orden de cosas: ¡ Ay si Willy Fog levantara la cabeza y le leyera despotricando contra los viajes !. Desacertado apodo para tal comentario.
Ancaria, ya en ti estaba el espíritu de ahora de los deportes de riesgo. Lo de pasar la luna de miel bajando a un pozo minero 600 metros bajo tierra la verdad es que no es mi ideal del romanticismo, pero si todos tuviéramos el mismo gusto habría una playa abarrotada todo el año. Lo de rememorarlo ya me parece rizar el rizo... pero seguro que tú lo disfrutas.
ResponderEliminarSí, ya me di cuenta del Willy Fogg anti-viajes. A Verne le daría un patatús.
Me ha gustado mucho. Besos del resultado de tus deportes de riesgo en la luna de miel
ResponderEliminarSí, hija. Ese fue el mayor riesgo, y además uno que dura toda la vida. Pero no me quejo, me das muchas alegrías.
ResponderEliminar¡¡¡¡ Muy bueno !!!
ResponderEliminarYa que has escrito sobre la "postboda" ¿por qué no te animas a hacerlo sobre la "preboda"? Me explico, las actuales despedida de soltero, y soltera (yo personalmente conozco más sobre ésas). Un filón.
Tampoco se quedan atrás las propias bodas...
En fin, que me lo he pasado muy bien leyéndote.
Un beso
Arista, me hiciste esa sugerencia hace 4 años y todavía no he seguido el filón. La verdad es que he ido a muy pocas despedidas de soltera (en nuestra época tampoco se usaban). De bodas sí he escrito a lo largo de estos años: la de mi sobrino en Friburgo, la de mi ahijada en Inglaterra, la de mi hijo... pero siempre relacionándola con otras cosas. En fin, si alguna vez voy a una despedida de soltera original (sin tartas con formas procaces), me animaré y seguiré tu consejo.
ResponderEliminarUn beso y gracias por tus palabras.
Lanzarote, Hotel Fariones, máximo riesgo. La aventura más peligrosa de mi vida.
ResponderEliminarMira como lo sabes, Juancho. La mía fue Tenerife, Ten-Bel, 3 días. Una aventura corta pero peligrosísima y de grandes consecuencias.
ResponderEliminarHombre, grandes, grandes...3 kilitos escasos..
ResponderEliminarAy, hija, pero detrás de los 3 kilitos escasos vino la dentición, las varicelas y paperas, la guardería, el colegio, la adolescencia, la universidad, los lloros por notas y novios, las separaciones, el MIR... Demasiado para una luna de miel.
ResponderEliminarJajajajaja. Sí, es demasiado para una Luna de Miel. . Como siempre me ha encantado.Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti, América, por estar ahí y poder reírnos juntas.
ResponderEliminarPues mira tú,Jane. Yo ni un fisco tuve.Bueno, sí : la de la Granja San Francisco y mirando por la ventana en Madrid.Menos da una piedra, como dice el otro. Cuando se casa uno de estudiante pasan estas lunas...saluditos,Miguel.
ResponderEliminarHola, Miguel, ya te estaba echando de menos, qué bien verte por aquí.
ResponderEliminarSeguro que después de esa luna de miel estudiantil y ventanera te resarciste y recorriste mucho mundo. La luna de miel no tiene por qué ser justo después de la boda, eh. Y, si lo miramos bien, tampoco tenemos que ir a las Antípodas para pasarlo bien.
Un abrazo.