martes, 22 de junio de 2010

Amaos los unos a los otros




Hay ahora una costumbre, importada, creo, de Iberoamérica, que consiste en que hablas con alguien (preferiblemente ocurre con operadores de Telefónica o con dependientes de supermercado) y te tratan, sin conocerte de nada, con un cariño tremendo, llamándote mi vida, mi amor, cariño o cielo, que hasta parece que nos hemos acostado juntos.

Que conste que, aparte de sorprenderme, no tengo nada en contra de tales efusiones. Después de todo, el precepto religioso siempre ha recomendado lo de “amaos los unos a los otros”, aun cuando Woody Allen lo corrige y dice “amaos los unos sobre los otros”. Pero a mí me recuerda el chiste de aquel señor mayor que trataba a su mujer igual, diciéndole todo el día “Sí, mi amor”, “¿Qué quieres, vidita?”, “¿A dónde vas, corazón mío?”. Y, cuando alguien le dijo que era sorprendente que a su edad todavía siguiera tratando a su mujer así, él dijo: “Es que no me acuerdo ni cómo se llama”. Por lo menos es de agradecer que no le dijera: “Oye, tú,…” (que también los hay).

En Tenerife, de todas formas, tenemos desde siempre el “mi niño” y “mi niña” que nos salva cuando no recordamos un nombre o una cara. A mí me pasa continuamente con mis alumnos. 38 años dando clase, a una media de 120 alumnos por año, hacen 4560 alumnos que, además, han cambiado (más gordos, más altos, más peludos, más calvos…) de los 15, 16, 17 o 18 años a los 40 o 50 y pico en que me los puedo encontrar ahora. Imposible recordarlos a todos.

Hace 5 o 6 años vino a vernos al Instituto un inspector de Bachillerato que nos reunió para darnos instrucciones y sabios consejos. Era un señor cincuentón con bigote que, de pronto, me mira y se me acerca presuroso, por lo que enseguida pensé: “Ya está, ya le contaron que un día de sol di la clase en el Patio de los Cipreses en plan liceo aristotélico”. Pero no. Me dio el gran abrazo y me dijo que había sido alumno mío, allá por el año 71.

Y así, me he encontrado camareros y dueños de restaurantes, empleados de tiendas de muebles o del Corte Inglés, fotógrafos, catedráticos de universidad, modelos, jueces, directores de cine, músicos, pintores, guardias de tráfico, mecánicos, amas de casa, médicos y enfermeros, arquitectos, profes, albañiles, abogados… que alguna vez filosofaron conmigo en el aula y que ahora, cuando me saludan, a falta de nombre, son “mi niño” y “mi niña”, dicho, además, esta vez sí, con cariño real.

Pero también en Tenerife, tenemos otro modo de tratarnos, aparte del horroroso “don” y “doña” (“¿Qué le sirvo, doña?”). Ani, una de mis amigas del colegio, me contaba el otro día que una señora de la península le pidió que le recomendara un carnicero. Ella le indicó uno del mercado y, al cabo del tiempo, cuando se la encontró, le dijo: “¿Y cómo te va con Pepe, mi carnicero?”. La señora dijo: “No, el carnicero no se llama Pepe”. “¿Cómo que no? Claro que se llama Pepe” “No, no, se llama Cristiano. Todo el mundo le dice, por ejemplo: ‘Ponme un poco de carne de componer, cristiano’”.

Así que, aunque aquí se dice alargando la “a” (cristiaaano…), mira por donde, en Tenerife todos se llaman como Ronaldo. 

24 comentarios:

  1. Me alegro de que hayas sacado este tema, porque yo SÍ que tengo algo en contra de esas efusiones:
    ¿Cómo vas a tratar de la misma manera a un amigo, a un hermano, a un vecino entrañable, etc., que a una persona que acabas de ver por primera vez y te está despachando un kilo de manzanas, un suponer?
    ¡Hasta ahí podríamos llegar! Oiga, que "un respetito es muy bonito", como diría uno de mis hermanos.
    Y el cariño es el mismo, que conste, pero... todo tiene un límite.

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  2. La verdad es que si yo a mis hermanos, amigos y vecinos entrañables un día voy y los llamo "mi amor", "mi vida" o "cielito", creerían o que los voy a sablear o que estoy en copas en el grado de exaltación de la amistad. De ahí mi asombro ante los desconocidos. Aunque tal vez sean preferibles esas dulzuras al "doña", al "tú" y al "tía".

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  3. En mi experiencia no está reñido el "mi amor", "mi vida", etc, con otros tratamientos inapropiados especialmente con el "tú", más bien al contrario.
    Y yo sí que digo a algunos muy allegados "mi amor" o "mi vida".
    En todo caso, siempre tiene que haber discrepandias, si no ¡qué aburrido!
    Y a mi me encanta discrepar

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  4. Los tratamientos (igual que las relaciones humanas) son múltiples, y algunos van contra el respeto a las personas y otros, no. Decirle a alguien a quien no se conoce: "Oye, tú,..." o "¿Qué te pasa a ti, tío?" (sin ser sobrino ni nada) parece más de los primeros. En cambio, otros, más dulces, parecen que realmente no quieren ofender ni faltar al respeto.

    Pero aquí hay muchos más epítetos. Por ejemplo, el "pibe" o "piba" y el "chacho" y "chacha" de Las Palmas, que son más producto de la costumbre y de las modas que de otra cosa. En mi infancia Matías, el de la venta, siempre me decía: "¿Qué se te ofrece, guayabito?", que tiene un matiz cariñoso, igual que en Lanzarote el "chinijo".

    También yo creo, sin embargo, como he dejado ver en esta entrada, que el "mi amor" y el "mi vida" son apropiados para usarlos con los seres queridos y siempre me choca que personas a quienes no conozco lo usen conmigo. Pero nunca he impuesto un tratamiento a los demás y tampoco lo impondría a esas personas. Igual tienen un corazón muy grande...

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  5. Pues yo, sinceramente, no tengo el ánimo suficiente como para que alguien que no me conoce de nada (y te aseguro que aquí en la península da igual que sean españoles o extranjeros) me llame: cielo, cariño, o niña.

    Entiendo que, si es algo cultural o habitual (el "mi niño" canario, por ejemplo) se use, pero si no, me revienta bastante que alguien se tome esas confianzas.

    Nada que ver con el caso que comentas de tus antiguos alumnos... eso es tierno, entrañable y precioso.

    Un abrazo... ¡tía!

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  6. Una vez mi sobrina (que me llama siempre por mi nombre) me dijo algo así como "¿Qué tal, tía?" y yo le dije que qué costumbre tan fea tiene los jóvenes de llamar a todo el mundo "tío" y tía". Y me dice con toda la razón del mundo: "Pero es que eres mi tía..."

    También es verdad que en muchos pueblos a todo el mundo se le llama "tío" o "tía" aunque no lo sea, pero con el nombre seguido es otra cosa: el tío Eulogio, la tía Concha...

    A mí me chocan los cariños de desconocidos pero no me molestan. Creo que va sin mala idea, aunque con poco saber estar. Ahí tendríamos un papel los educadores y la familia, claro.

    Un abrazo, mi niña

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  7. ¡Hola, mi niña!. Hace un cierto tiempo, en la panadería a la que suelo ir, una dependienta joven de esta nuestra tierra, que no me conocía de nada, siempre me preguntaba: ¿Qué pan quieres hoy, mi amor? o "Lo siento, mi amor, no me queda de lo que me pides". Más de una vez, me marché de allí, diciéndome en voz alta que qué confianzas eran las de esta muchacha. Primero, el tuteo a quien peina canas (aunque no se vean) y no conoce de nada y, luego, el choteado "mi amor".
    Me cuesta mucho aceptar esa clase de influencias y, como tú, creo que es una cuestión de educar a los más jóvenes, desde la familia y los colegios.
    Lo malo es que qué hacemos con los que ya no son tan jóvenes. Al colegio ya no van y, a lo mejor, ya tienen una familia a la que vaya ejemplo están dando.
    Más complicado me parece erradicar ese don, doña, tío, tía, que están a la orden del día, incluso en quienes menos te lo esperas, compañeros de trabajo, por ejemplo.
    En cualquier caso, pienso que esto es un sarampión más, que durará lo que tenga que durar y que ya llegará otro para suplirlo.
    De nuevo, querida Jane, pleno acierto en el tema escogido, y al número y contenido de los comentarios me remito. Enhorabuena, pues, corazón.
    (Nota final: uso "mi niña" y "corazón", ejerciendo el derecho que da una amistad de muchísimos años).

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  8. Con la panadera es lógico que, si te llama "mi amor", también te tutee. Lo que tienes que hacer es aprovechar y decirle que, si te quiere tanto, que te reserve siempre los mejores panes artesanos.

    Y en serio, con el "usted" fue cuando me di cuenta de los años que tenía. De repente te ves que un compañero de trabajo, jovencito y recién llegado, va y dice: "¿Y usted qué piensa de...?". La primera vez fue un choque y te parece que no has oído bien. ¿En qué momento has dejado de ser un colega para ser un señor o una señora? Ves normal que los alumnos te traten de usted, aun cuando hay muchos que también te tratan de tú (cosa a la que tampoco pongo pegas si les sale más natural así. De tú o de usted, siempre me han tratado con el mismo respeto que yo a ellos). Pero con los compañeros me suena rarísimo. Será por eso que dices de que peinamos canas aunque no se vean (pero se notan).

    Un abrazo, mi niña.

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  9. Cuánto me he reído, Jane, con lo que me propones que, a mi vez, le proponga a la panadera que tanto me quiere. La verdad es que no se me ocurrió sacarle partido a esa familiaridad. Lo que pasa es que ya no tengo oportunidad de ponerlo en marcha. Ya no está en esa panadería. Pero lo tendré en cuenta por si vuelvo a encontrarla o doy con otra de la misma costumbre.
    Lo de compañeros jóvenes que no nos tutean lo he vivido de la misma manera que tú. Cada vez que me pasa, pienso, como tú, que ya tengo una edad que, con canas tapadas y todo, se nota. En estos casos, los estimados compañeros caen justo en el lado contrario de los "amorosos" confianzudos. Son respetuosos al máximo y siempre les ruego que antepongan el hecho de ser colegas al hecho de la incuestionable diferencia de años.
    Los alumnos siempre me preguntaron cómo debían dirigirse a mí y siempre les contesté que como les fuera mejor a ellos, pero, en todo momento, con el mismo respeto que yo los trataba. Nunca tuve problemas. Todo lo contrario. Aquello siempre ayudó a una mejor relación entre ellos y yo.

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  10. Pues yo, en el trabajo, a los únicos que llamo de "mi amor" es a los niños, porque los veo tan indefensos que es un cariño más que otra cosa, pero no me imagino llamando "mi amor" a un abuelete de 80 años. Como que no...

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  11. Aunque acepto los tratamientos que los demás me dan siempre que no sean ofensivos, yo a mis hijos siempre recomendé que trataran de usted a sus profesores. No se me ocurrió decirles que nada de "mi amor" o "cielito lindo", pero confío en el sentido común de mis hijos.

    Igualmente, me parece que cualquier profesional debe tratar de usted a aquellos a los que trate en razón de su profesión, como tú a tus pacientes, un dependiente a sus clientes o un periodista a su entrevistado. Es simplemente una cuestión de cortesía que, no sé por qué, desapareció de los manuales de educación no sé ni cuándo.

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  12. Eso es normal...que no se acuerde de todos...yo no me acuerdo de mis compañeros de clase y eramos 36.
    De algunos me acuerdo del nombre, otros de la cara, del apellido y del mote, pero aún se me escapa alguno...jeje
    Debe de dar alegría saber que esos niños de entonces, adultos ahora se acuerden de usted y más aún, saber que ha sido tal vez, un pilar para muchos....felicidades
    Yo guardo buenos momentos de mis profes y me da mucha alegria verlos de nuevo, aparte, lo que me enseñaron en la vida y no hablo sólo de asignaturas, que de eso les costó lo suyo...jeje

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  13. El profe de Oncología de Jomeini tenía razón: hay que tratar muy bien a los alumnos porque nunca se sabe cuándo te vas a volver a encontrar con ellos en la vida. Yo he despertado de una anestesia para oír entre mareos a una alumna enfermera: "¡Profe, profe! ¡Despierte! ¿Se acuerda de mí? ¡Soy María José!" Y es verdad que en esos momentos una cara que te mira con cariño es muy de agradecer.

    Yo también guardo buen recuerdo de muchos de mis profesores pero también guardo buenísimos recuerdos de muchos de mis alumnos.

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  14. ¡Hola Jane, mi niña! te digo "mi niña" porque hemos comido juntas y algunas risotada hemos echado. Porque si fuera de esta generación y no te conociera te diría "¿mamol comostas?".Mira Jane que quieres que te diga estos modismos importados, me repatean, yo soy de las antiguas, de las de "usted"y de las de "don tal"e unclusive a las dependientas de los comercios aunque sean jóvenes, si no tengo confianza con ellas las trato de srta. usted ( mis hijos se indignan) pero que vamos hacer si así me han educado. Besos.

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  15. ¿Te acuerdas, Casilda, Marise, Masé..., de aquellos libritos de "Urbanidad" que nos hacían estudiar de niñas? Siempre ponían al niño bueno, todo pulido y repeinadito, al lado del malo, sucio, con los pelos de punta y los calcetines caídos. A mí me hacía gracia porque uno de mis héroes era (y es) Guillermo el Proscrito, prototipo del 2º niño. Pero creo que tenían razón en la defensa de la cortesía y el respeto para con los demás. Se echa de menos en algunos comportamientos entre rivales políticos o en el trato de muchos jóvenes a sus mayores ("Camina ya, viejo" oí el otro día).

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  16. ¡Qué bueno, Jane!

    Y qué tierno, sobre todo lo de tu ex-alumno que ahora era inspector.

    Hay que decir, sin embargo, que yo lo de "niña" (curiosamente, no "niño") lo asocio (evidentemente cuando quién lo dice no es canario) con señoras muy-muy pijas que llaman "niña" a cualquier mujer, de hasta 60 años, se complementa con "monísima".

    Y "es una niña monísima" es casi lo peor que te pueden decir en este mundo, además de "bellísima persona" :-)

    pd. He vuelto de vacas y aún no me he puesto al dia con tu blog, pero lo haré, lo haré.

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  17. Loque, aquí eso de "niña monísima" también parece pijo si se le aplica a una mujer ya talludita. Lo nuestro siempre va con el "mi" delante y se aplica a todo quisqui.

    Espero que hayas venido repuesta, relajada y, como siempre, con ganas de escribir y compartir. Un abrazo.

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  18. Ignacio Luján García San2 de agosto de 2014, 21:03

    Si, Isabel, hasta en ese análisis (pienso, reacciono y actúo de forma similar a la tuya en estos casos) vemos que los años nos han alcanzado.
    No he conseguido tampoco que mis hijas varíen esa forma de contestar (aunque cuando lean esto y acudan a tu blog para saber a que me refiero no estarán de acuerdo conmigo)
    Vengo de un corto viaje por Francia y es educativo como en los supermercados o en cualquier tienda, sea la que sea (barres incluido) el saludo y el trato es un "buenos días, señor"
    En fin...otro dia seguimos, "cielo" uffffff

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  19. A lo mejor, Ignacio, es que las nuevas generaciones están imbuidas de un sentimiento amoroso excepcional hacia la humanidad en general. De todas formas, hasta eso es mejor que el "tío", "colega", "don o doña", "viejo"... que también emplean muchos y que tienen un ligero matiz despectivo.
    A nosotros es que nos educaron con aquello de que "un respetito es muy bonito".

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  20. Isa, eso es algo q siempre me ha chocado muchos a mis oídos!!!! Es tan importante el respeto cuando acudes a cualquier tipo de tienda, e incluso por al calle si alguien te para, o tú te diriges a alguien , perdón señor , perdón señora... hasta los niños pequeños lo dicen aquí, cuanto más en un establecimiento... esa faltita de educación.... Besos

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  21. Ahí esta el quid de la cuestión, Jackie, en la educación. Antes nos enseñaban desde chicos a dar las gracias, a pedir las cosas por favor y a tratar de usted a las personas mayores. Había en el colegio una clase llamada "Urbanidad" que trataba esos temas. Pero también en casa se nos educaba en unas ciertas reglas de cortesía.
    No me veo, desde luego, diciéndole a Don Jesús, el cura, o a mi profesor de griego: "¡Hola, cielo! ¿Cómo estás, cariño?" Y, sin embargo, así es como me trata cualquier jovencita a la que no conozco de nada. Lo dicho, es que deben tener un increíble amor a la humanidad :-D

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  22. Hola Isa, a mi no me molesta cuando me dice una desconocida una palabra cariñosa, mi cielo, cariño...pienso que es una costumbre y naturalmente lo aplican a todo el mundo. Me choca mucho lo de doña, doñita y tía sin serlo. Respecto al usted entre compañeros, lo veo cateto.
    Te contaré que después de algunos años de acabar la carrera, me encontré con un compañero que había hecho farmacia y estudiaba biológicas conmigo, le pregunté si al fin aprobó la Genética y me dijo que cuando volvió a la facultad después de montar su farmacia, para examinarse de las asignaturas que le quedaban, le preguntó a un chico que tenía al lado en clase una cosa y cuando el chico le habló de usted, se desmoralizó de tal manera que no volvió más. Un beso.

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    1. Esperanza, yo también admití que mis alumnos me tratarán de tú o de usted o me llamaran "profe", "señorita", Isabel, Isa y hasta "mamá", como me llamó uno una vez. Nunca me faltaron el respeto, igual que yo nunca se los falté a ellos. Sí que hay esas formas de trato que chocan (el usted entre colegas, o el doña y similares) Pero es verdad que somos un mundo variado y diverso y que hay que admitir costumbres distintas en el modo de saludarnos. Ponernos todos de acuerdo es tarea imposible.

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