martes, 14 de diciembre de 2010

Mi compañera de habitación


Esta semana he estado en Madrid para asistir a la investidura como académica de Ana Crespo, mi amiga y compañera de habitación del colegio mayor en mis años de estudiante. En aquel salón de la Academia de Ciencias, presidido por un enorme retrato de la Reina Isabel II (que no sé qué pintaba allí) y arropada por un montón de señores vestidos de chaqué, me pareció fresco y joven el discurso de Ana que tituló "El discurrir de una Ciencia amable y la vigencia de sus objetivos: de Linneo al código de barras de ADN se pasa por Darwin". En él habló de sus amados líquenes pero también de sus bisabuelos, Pedro J. de las Casas y Rita Pérez, que alfabetizaron a media isla de La Palma y guardaban entre los documentos de su Biblioteca una copia manuscrita de "La boda de las plantas", una oda a Linneo de nuestro Viera y Clavijo, que empieza así:
"Los Desposorios de la amable Flora
cantar en un vergel es mi deseo; 
templa su voz mi lira y suave implora
para el epitalamio no a Himeneo
sino al que la Botánica ya adora
por numen fiel, al inmortal Linneo,
al primero que vio en las plantas todas
los sexos, los amores y las bodas..."





Y esta fue la entrada que yo escribí hace 2 años, cuando la nombraron académica, y que suscribo hoy como entonces. 

Eso de tener una habitación propia que pedía Virginia Woolf no va mucho conmigo. Soy capaz de abstraerme leyendo o escribiendo en un cuarto lleno de gente. Y, para dormir, desde siempre lo he hecho cómodamente acompañada: en casa de mis padres, con mi hermana; y en mis años de Madrid, en el Colegio Mayor, con Ana, mi compañera de habitación, por quien le puse el nombre a mi hija.

Tener una compañera de habitación que conecte contigo es una suerte y un privilegio. Ana estuvo ahí en el día a día, pero también cuando me llamaron por teléfono para decirme que mi abuela había muerto o la mañana en la que hubo un terremoto en Madrid y me despertó de un sueño inquieto en que me mecían en una cuna, para salir corriendo al pasillo. Pero también estuvo en las partidas de cartas entre examen y examen, en las lecturas comentadas, en una conversación que tuvimos con Buero Vallejo después de ver “El tragaluz”… Estuvo en las buenas y en las malas, como hacen las amigas de verdad.


De ella ya he hablado en este blog, cuando les conté en “El gen coleccionista” que me había traído de China 10 marcadores de libros preciosos, o cuando hablé de mi momento estelar, que también fue el de ella. Pero momentos hubo muchos. Con Ana y José Ramón, su entonces novio y hoy su marido, descubrí Madrid: los paseos a Rosales a tomarnos un helado después de una tarde estudiando, las visitas al Museo del Prado a sentarnos delante de “El jardín de las delicias” de El Bosco, las mañanas de domingo en la Cuesta de Moyano rebuscando entre libros… Mis mejores recuerdos de aquellos años los incluyen a los dos, compartiendo música y risas y hablando, hablando, hablando de todo lo que en ese momento teníamos o pensábamos tener.

Gracias al 600 de José Ramón (¡bendito 600!) nos íbamos a merendar a Chinchón o a Aranjuez y, sobre todo, nos íbamos a la montaña a hacer caminatas, alguna vez incluso durmiendo en una cabaña de pastores al lado de las fuentes del Lozoya.

En todas ellas, Ana, que ya se estaba aficionando a la Botánica, recogía líquenes y nos los hacía recoger a los demás. Si caminas por la montaña con una forofa de los líquenes, de repente empiezas a descubrir que toda la naturaleza está tapizada de ellos. A los árboles y a las rocas sus colores –verde agua, tejas, cobrizos, dorados- los embellecen y sabes que, aunque hasta ese momento eran invisibles, a partir de entonces ya no dejarás de verlos nunca más. Y, mientras los recogíamos, Ana los iba nombrando –parmelia perlata, umbilicaria postulata…-, bellos nombres latinos que todavía recuerdo.
 
Las dos nacimos en marzo del 48, yo unos días antes que ella. Las dos somos de Tenerife y empezamos la carrera en la Universidad de La Laguna y terminamos en la Complutense al mismo tiempo. Las dos tuvimos vivencias comunes en aquellos años convulsos desde el 67 al 70: las asambleas, las manifestaciones, los grises a caballo, la censura, el estado de excepción, la primera conciencia política.

Pero después la vida nos llevó por caminos diferentes. Ella continuó en Madrid –allí están su casa y su trabajo- y yo me vine para Tenerife. Nos vemos muy de vez en cuando pero, aunque pase tiempo, cuando la veo, a ella y a José Ramón, siento la comodidad que sólo se tiene con la gente cercana, aquella con la que no sólo has compartido una parte de tu vida, sino con la que también has soñado el resto. Sé que puedo contar con ella y ella sabe que puede contar conmigo.

Y ahora yo me he jubilado y ella no creo que lo haga en mucho tiempo. Ana es Ana Crespo de las Casas, Catedrática de Botánica de la Complutense, un hacha en su especialidad, reconocida en todo el mundo. Y sé que seguirá, cuidadosa, paciente, inteligente y curiosa, como toda buena investigadora, enseñando a nuevas generaciones a observar la naturaleza y que los líquenes están ahí.

Hace muy poco la han nombrado Académica de la Real Academia de Ciencias Físicas, Exactas y Naturales, la primera canaria que ingresa en ella y una de las tres mujeres que lo han hecho en toda su historia. Y yo no puedo evitar sentir una enorme alegría y también el orgullo de haber compartido ronquidos con ella hace ya 40 y pico años. Porque es como si una parte de mí –aquella que convivió con plantas de todo tipo envueltas en periódicos y bolsitas desperdigados por toda la habitación común- también estuviera con ella, formando parte ya para siempre de la Real Academia de Ciencias Físicas, Exactas y Naturales.

(La foto en color es del acto académico el pasado 28 de noviembre de 2012. En la foto en blanco y negro estamos Ana y yo rebuscando entre libros usados en una de las casetas de la Cuesta de Moyano un domingo de abril del 69. La foto la sacó José Ramón)



16 comentarios:

  1. Felicitaciones para tu amiga por llegar a ser Académica una meta sólo alcanzada por unos pocos y sobre todo mujer y científica además de canaria. Y felicitaciones para tí tb por conservar durante tanto tiempo tus amistades mimándolas con esos recuerdos entrañables y el cariño que sé que pones en todos.

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  2. Gracias, Carmen Delia. Mi amiga Ana es una persona con mucho talento, que se propone una cosa y la consigue. Pero lo mejor que tiene es que es fiel a sí misma y a los demás. Merece el honor que le han dado y merece que la queramos sus amigos.
    Y es verdad, y tú lo sabes, que no hay nada como los viejos amigos de toda la vida, que te conocen y te aceptan tal como eres.
    Un abrazo.

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  3. (Comentario puesto hace 2 años) Enhorabuena a tu amiga! Es un orgullo y una alegría que las amigas (esas criaturas sin las que sería imposible vivir y ser feliz) lleguen lejos .... un abrazo

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  4. Hola, Juana, qué bien verte por aquí.

    Siempre supe que Ana llegaría a donde ella quisiera, sobre todo por su determinación. Ella es de francés, como yo, pero , cuando supo que para progresar en su carrera tenía que irse a Inglaterra, aprendió inglés en un pispás, con clases y oyendo cintas en el coche a todas horas. Deberíamos aprender de ella, yo la primera. Muchas veces dejamos de hacer cosas porque nos parecen empresas difíciles cuando lo que hay que hacer es ponerse a ello.

    Un abrazo.

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  5. (Hace 2 años) Esas son las amistades de verdad; las que brotan por todos los poros en un instante a pesar del tiempo transcurrido y la distancia. Enhorabuena.

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  6. Ya lo dijo el Tata Viejo:

    La amistad es como el vino,

    mejor cuanto más añeja.

    Una conducta pareja

    hace a los buenos amigos

    y son más dulces los higos

    de la higuera que es más vieja.

    Yo, como quien bebe una buena copa de vino añejo, he tenido la suerte de tener viejos amigos en los que confiar. Gracias también a ti por ello.

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  7. Dicen que quien tiene un amigo, tiene un tesoro. En tu caso, está claro que se cumple y, además, en el más estricto significado de la palabra. Además de porque Ana fue tu compañera y amiga de fatigas y aventuras universitarias, también por su enorme valor profesional.
    No sé cuánto tiempo hará que vi la noticia de su inclusión en la Real Academia de Ciencias, en alguno de los diarios que tenemos por aquí y, sin saber que era tu compañera de habitación, me alegré mucho del éxito de esta paisana. Ahora que lo sé, me alegro doblemente. Enhorabuena, querida Jane, por contar con personas como ella, pero siempre he pensado que una suele rodearse de los seres humanos que se merece y a mí no me extraña nada que las dos hayáis congeniado y convivido tan bien durante aquellos años de estudios, lejos de la patria chica.

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  8. En el discurso de jubilación que hice al final de mi carrera profesional hablé de la búsqueda del amor y de la amistad como fundamentales en la vida: "Cuando repaso mi vida, encuentro que en ella (...) está presente el amor, que nos enseña a compartir y a ceder; y en el que yo englobaría también el amor a la familia y a los amigos, que te acompañan a lo largo de la vida y que, como en en poema de Benedetti, nos dicen: "Usted sabe que puede contar conmigo"

    Cuando esa búsqueda da como resultades amigos leales, efectivamente hemos hallado un tesoro.

    Un abrazo y gracias.

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  9. Es curioso esto de los amigos...Mis hijos se llaman así por dos amigos: una mía y otro de mi santo.

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  10. Sí que es curioso cómo puede influir el conocimiento de algunas personas en el nombre de los hijos. Ya conté aquí que mi hijo Dani se pasó tres días sin nombre, tan segura estaba yo de que iba a ser otra niña. A mí me encantaba "Juan", que es un nombre sonoro y monosilábico pero tu padre se empeñó en que no porque en su pueblo el tonto se llamaba Juanito. Así que le pusimos el nombre de mi amigo Daniel que a los dos nos caía fenomenal. Y te quedas pensando de qué cosas tan nimias depende el que lleves toda tu vida un nombre a cuestas.

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  11. (Hace 2 años) Mi querida compañera de habitación:
    No puedo llamarte Jane, lo siento. Pero sé por quién te lo has puesto; recordarás, sin embargo, que en aquella época de nuestros años jóvenes nos daba más por Agatha Christie ¡Qué pasión les poníamos a los negritos, fueran diez o veinte! Pero, desde luego, a favor de Jane, teníamos aquel romanticismo a flor de piel y los fantásticos, los más maravillosos y coloristas pájaros en la cabeza.
    Al decirte "recuerdo" creo que he dicho una bobada. Me sale al paso uno de los rasgos que mejor recuerdo de ti (de la que túeras entonces y sigues siendo ahora): tu portentosa memoria. Con los años, dos personas importantes para mí tienen una enorme, apabullante, buena memoria -tú y mi hermana Carmen Nieves-. Ahora, juntándolas a las dos, ambas tienen en la impronta que me rpovocan, además de la memoria, una inteligencia clarísima y esa honradez intelectual que transmiten a distancia. Tanto como la afectividad de las grandes madres.
    La memoria mía, mucho más corriente, se me activa con tu relato, Cuantísimos buenos ratos y qué años tan importantes pasamos juntas.
    No me voy a jubilar hasta que la ley me obligue, siempre que pueda; como tú te imaginas. Me gusta muchísimo mi oficio; lo que disfruto con él, la emoción que me produce, tira de mí desde muy temprano por la mañana. Por eso trabajar no me ha supuesto nunca un esfuerzo. La disciplina que este trabajo requiere pues tampoco, la verdad. Los resultados, cuando tienen sentido, compensan con creces. Los premios y los reconocimientos me encantaan, naturalmente. No es que haya tenido muchos, alguno. El de la Real Academia lo es, ha sido una suert que hayan querido seleccionarme entre otras u otros muchos que lo merecen. Me gustará ponerme la Medalla 43 (s la que me ha correspondido) en honor a las muchas mujeres profesionales que son y que han sido. Desde mi bisabuela palmera, Rita Pérez, mi hermana Carmen Nieves y mi amiga llamada Jane, hasta mis discípulas que están ahora mismo cacharreando en el laboratorio.
    Besos y gracias.

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  12. No me sonrojes, Ana, con lo de la memoria. Ahora muchas veces digo lo de mi marido, que engordo por falta de memoria. De repente te ves en la despensa pensando "¿Y qué vine yo a buscar aquí?"y ni idea. Pero, ya que estás allí, te comes un par de galletas.

    Y es verdad lo de Agatha Christie. Recuerdo, después de cada examen, coger la guagua hasta la Casa del Libro en la Gran Vía, comprar una novela de Agatha Christie y leerla casi aquella tarde ¡Qué relax! Hoy de ella lo que tal vez me gusta más es su "Autobiografía".

    Tú, y yo también, hemos conseguido una de las cosas que mucha gente persigue en la vida: un trabajo en el que disfrutes. Son las propias elecciones las que conforman lo que somos ahora y tú, desde aquellos años, ya tenías y contagiabas la pasión por las plantas. A mis alumnos el único consejo que yo les daba era que eligieran bien porque, aunque no todo sea un camino de rosas, nadie te quitará que estás haciendo lo que quieres.

    Y me gusta esa medalla 43, igual que el licor, que es dulce y a la vez fuerte, como lo eres tú.

    Mi enhorabuena y sabes que te quiero.

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  13. (Hace 2 años) Qué entrada más bonita, Jane, qué emocionante, hasta yo me he sentido orgullosa de Ana, y hecho un poco mía, y eso que no había oído hablar de ella en mi vida.

    A ver qué día no hay que decir ya nunca "la primera mujer que...", "la tercera mujer que ....", pero de momento, en serio que me emocionado y he compartido, por un momento, algo de su éxito.

    Precioso, de verdad.

    Y bueno, aunque sea mentira, siempre puedes decir que te pusiste el alias por "Jane Marple" aunque en las traducciones de los libros de A. C. que yo conocía, decía "Juana Marple".

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  14. También a mí me emocionó la noticia y yo creo que eso se nota. Muchas gracias, Loque.

    Y tienes razón con lo de Jane Marple. La serie de "Mis tres Jane favoritas" debería haberla ampliado y poner como 4ª a Jane Marple, la viejita encantadora de ojos azules, envuelta en toquillas de punto, que siempre pensaba mal y acertaba. A mí siempre me gustó más que Poirot, tan atildado y relamido. Y yo creo que a Agatha Christie también.

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  15. (Hace 2 años) Dulces y fuertes a la vez, sensibles y con los pies en el suelo...

    Me he emocionado con la historia, con los comentarios... con la foto guardada tantos años...

    Un abrazo en la distancia y felices días!

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  16. Gracias por tus palabras, José María. A mí me encanta compartir historias con alguien como tú. No pases mucho frío estos días (o quizás, sí. Mi yerno hoy se iba con la familia para Madrid e iba rezongando porque una navidad como la de aquí con calorcillo ni es navidad ni es nada, decía) y otro abrazo en la distancia.

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