A estas alturas yo creo que tengo más autoridad moral que el Papa para hablar del
matrimonio. Después de todo yo este año cumplo los 40 años de casada (y él, no).
Además, por mi profesión me he tenido que meter entre pecho y espalda unos
cuantos libros de Antropología, en los que el matrimonio es la institución
estrella a lo largo de los pueblos y de los siglos.
Pero no se preocupen que no les voy a hablar del matrimonio en los burundi ni
en los indios chiricahuas, si bien es verdad que la variedad de formas en las
que la gente asume ese compromiso me lleva muchas veces a preguntarme qué hace
que dos personas que no se conocen de nada, o que se conocen demasiado bien,
decidan firmar papeles para lavarse los dientes en el mismo lavabo durante toda
la vida.
Echemos un vistazo, por ejemplo, a tres casos.
Primer caso: León Tolstoi, antes de casarse, le hizo leer a su novia, Sofía,
sus diarios para que no protestara cuando viera qué tipo de pájaro se iba a
llevar al huerto. Ah, no dirás que no te avisé… Total, que se pasaron la vida
tirándose los trastos a la cabeza, escribiendo cada uno su diario e
intercambiándoselo (que ya es afición), poniéndose bonitos. A pesar de que ella
le copiara ¡7 veces! el manuscrito de “Guerra y paz” (que ya con eso se había
ganado el cielo), él quiso dejarla sin nada de herencia (a ella y a los 13 hijos
que tuvieron juntos). No la dejaron ni ir al entierro, supongo que para que no
le diera un bolsazo al féretro.
Segundo caso: Mi abuela materna se casó con su cuñado después de que su
hermana hubiera muerto. Ella era una jovencita con cintura de avispa, me
contaba, a la que le encantaba bailar la berlina en las fiestas de su pueblo. “A
mí me gustaba un chico de Barlovento -decía- pero, cuando mi cuñado me pidió
casarnos, mi madre me dijo: “Sí, hija, cásate con él para que no se vaya de la
familia”. Y allá que se casó y tuvo 4 hijos. Cuando mi madre, que era la más
pequeña, tenía pocos años, ya mi abuelo tenía una familia paralela en Venezuela
y, al morir mi abuela a los 72 años, él se casó por tercera vez con su compañera
de allá con la que también tenía hijos y nietos.
Tercer caso: Don Faustino, el padre de uno de mis amigos, que murió a los 100
años, se enamoró a los 25 de su mujer y le propuso casarse. Ella le puso una
condición. Su madre había sufrido mucho por culpa de las infidelidades del
marido y ella no quería pasar por lo mismo. Le dijo:”Yo quiero que tú seas para
mí y yo para ti”. Don Faustino le dijo: “Dame 6 meses de libertad y, cuando
pasen, seré sólo para ti”. ¡Y ella aceptó (sin ocurrírsele pedir lo mismo para
ella)! Después de 6 meses de francachela, Don Faustino volvió y, muchos años más
tarde, me decía con los ojos húmedos: “Y, desde entonces, yo fui para ella y
ella para mí”.
¿Alguna conclusión, aparte de que todas fueron al matrimonio sabiendo lo que
había? Supongo que la misma que me decía mi padre, que tuvo con mi madre un
noviazgo por carta (y en él sólo se vieron 35 días) pero luego un largo
matrimonio de 50 años, sin separarse jamás: “Ay, hija, es que el matrimonio es
una lotería…”.
Y hay quien no gana nada, hay quien rasca algo en la pedrea, hay quien tiene
algo pasable y hay quien consigue el premio gordo.
Te juro que hace mil años vi una obra de ¿Alfonso Paso? que contaba el caso 3!!
ResponderEliminarEra uno muy metódico que se iba a casar y le decía a su novia, muy tranquilo que se iba a ir a Madrid (lugar de perdición y pecado por excelencia) a pasar unos meses porque él quería ser fiel y "El que no la corre de soltero, la corre de casado".
Ella nada, a bordar en su pueblo.
No sé, la verdad, por qué el matrimonio y la fidelidad tienen tan mala prensa. Creo que fue Oscar Wilde el que dijo "Los hombres jóvenes quieren ser fieles y no lo consiguen; los hombres viejos quieren ser infieles y no lo logran". Y que "Los solteros deberían pagar más impuestos; no es justo que algunos hombres sean más felices que otros". Y, por supuesto, la mujer, como dices, a bordar, "la pata quebrada y en casa".
EliminarTal parece como si entrar en el matrimonio (para los hombres) sea despedirse de la libertad y empezar una cadena perpetua. Las despedidas de soltero (y aquella estupenda canción, "Voy a casarme esta mañana", de "My fair lady") tiene ese significado: adiós a la buena vida de amigotes y bacanales. Como le dijo la mujer de un amigo de mi hijo, cuando éste y los amigos seguían llamándole para las salidas nocturnas: "Nosotros ya no estamos en esa dinámica".
Es que esto del matrimonio no es nada sencillo.
ResponderEliminarMuchas veces nos levantamos enfadados sin saber por qué, imagínate cuando te despiertas por la mañana y te encuentras
las nalgas de la otra persona en tu cara.
Cuando tienes las cosas claras sobre lo que esperas de la otra persona y tienes un poco de suerte en la vida, la cosa puede marchar.
En fin, difícil, pero algo debe tener cuando todos probamos.
Un abrazo
Algo tendrá, sí, cuando tanta gente repite. Dicen que los bígamos y los polígamos son los que más creen en el matrimonio. Pero también entre los monógamos, ahí tienes a Liz Taylor (7 veces) o a mi abuelo con 3.
EliminarTambién es verdad que es muy cómodo estar casado. Empezar cada cierto tiempo una nueva relación debe ser agotador, otra vez a contarse la vida, otra vez a intimar con familias políticas, otra vez a conocer fallos y virtudes, otra vez a adaptarte a ronquidos nuevos...
Pero tampoco hay que olvidarse del amor, que, como las brujas, haberlo, haylo.
Un abrazo.
Yo creo que la suerte no tiene mucho que ver. Son importantes la inteligencia, saber tratar al otro, empezar una relación sobre una base firme, no para que no se vaya de la familia, conocerse bien...
ResponderEliminarUn saludo.
Mi Jane Austen, que nunca se casó, estaba totalmente convencida de que la felicidad en el matrimonio depende enteramente de la suerte. Yo, y sin que sirva de precedente, no estoy totalmente de acuerdo con ella.
EliminarDiríamos que es una receta con porciones de todas esas cosas que dices, más otra de mano izquierda, un chorreón de aceptación y de no tratar de cambiar al otro a tu imagen y semejanza (que quien nace lechón muere cochino) y unos buenos kilos de atracción y amor. Siempre aderezado, para qué vamos a negarlo, con una pizca de esa suerte que te hace encontrar a una persona que te va a alegrar la vida, en lugar de amargártela.
Saludos.
Pues parece ser cierto eso que se dice sobre el matrimonio. Tal vez sea una loteria. Tengo un amigo que le gusta mucho jugar. Se ha casado 5 veces y 3 de ellas con la misma mujer. ¿Increíble?. Para nada, es la pura verdad. Los 3 hijos que tiene son de la misma mujer: Pelea, divorcio, reconciliación, barriga, en ese orden. A mi me ha ido excelente, me han aguantado durante 39 años, una verdadera proeza. Honor al Mérito a la dueña de casa. Por allí hay quienes dicen que el matrimonio es la manera más cara de que le laven a uno la ropa. No comparto la idea. Pero en verdad, es un verdadero misterio el significado del matrimonio. Pero, algo debe tener para contar con tantos aspirantes a cometer semejante atrocidad.
ResponderEliminarYo también llevo 39 y en octubre cumplo los 40 de casada (las bodas de rubí, que le dicen), más 6 de novios, así que ya somos como si fuéramos familia.
EliminarLos chistes sobre el matrimonio abundan. Fíjate que tú mismo, a quien le ha ido muy bien, lo calificas de "atrocidad". Woody Allen dice que "algunos matrimonios acaban bien. Otros duran toda la vida" y Groucho Marx, que "el matrimonio es la principal causa de divorcio". Pero, a pesar de tan negros augurios, es una institución fuerte y los jóvenes, y no tan jóvenes, siguen casándose (este año tengo 2 bodas).
Tengo una amiga, norteamericana, que decidió no casarse con su pareja. Pero, cuando empezaron a comprar cosas comunes y a venir los hijos, vieron que necesitaban un contrato y se hicieron uno de socios. Pronto descubrieron que el contrato matrimonial era más beneficioso para ambos y para sus hijos. No en vano hace siglos que lo están perfeccionando.
Ahí ves uno de los secretos de la fortaleza del matrimonio: la salvaguarda de los derechos adquiridos.
Un abrazo.
¿ A qué te refieres con otras componendas?.
ResponderEliminarEl matrimonio, no como institución creada por la sociedad para mantener la riqueza y el orden social, sino como un compromiso serio entre dos personas libres para ir juntas por la vida (no siendo una, sino mucho más que dos, como dice Benedetti), debería estar basado en el amor, el respeto, la sinceridad, la confianza y fidelidad, y la igualdad. Todas las uniones que no respeten esto -como, por ejemplo, la de mis abuelos o incluso la de Don Faustino o Tolstoi que, aunque querían a sus mujeres no las consideraban su igual - se reducen a una mera componenda. Legal, eso sí, pero componenda al fin y al cabo.
EliminarA eso me refería con el título ( y me alegra que lo preguntes)
Hola estimada Jane. En verdad, lo bueno del matrimonio, sobre todo cuando se añeja, es la camaradería, la complicidad. Mi esposa y yo andamos con el mismo yugo, así que aramos al mismo tiempo y vamos construyendo el mismo surco. Al final la cosecha ha sido de excelente calidad y puedo decir con absoluta certeza:¡...Gracias a la vida, que me ha dado tanto...!. Un abrazo desde este lado. A cuidarse llaman.
ResponderEliminarEn un libro que leí hace poco ("Comprometida" de Elizabeth Gilbert), que es en realidad una reflexión sobre esa institución "confusa, frustrante y contradictoria, pero obstinadamente imperecedera, que es el matrimonio", cuenta que hay un refrán polaco que dice: "Antes de ir a la guerra, reza una oración. Antes de salir al mar, reza dos. Antes de casarte, reza tres". O sea, que el matrimonio es una apuesta arriesgada donde las haya.
EliminarPero también habla del abuelo de una amiga que decía que "a veces la vida es demasiado dura para estar solo y otras es demasiado buena para estar solo". Me ha gustado tu imagen de andar con el mismo yugo porque habla de esto, de compartir, de estar juntos echando adelante la vida, con los momentos amargos y los momentos dulces. Que sigas disfrutándola muchos años.
Un abrazo.
Otra vez con las componendas. Tienes razón, unas son componendas perfectas y otras sin esos requisitos de amor y repeto no valen.
ResponderEliminarEs extraño que los matrimonios tradicionales (hombre- mujer) ya no se preocupen tanto por los papeles y las nuevas componendas chico-chico o chica- chica luchen por su legalidad.
En mi pueblo hubo un párroco que se informó de las parejas que vivían "en pecado", aunque estas llevaran toda la vida juntos y tuvieran incluso hijos, él los fué casando cuando las circunstancias legales lo permitían
Mi abuela se casó, tuvo un hijo (mi padre). Su marido se fué a Cuba y no se acordó de ellos en la vida. Con los años conoció otro hombre que la amó y repetó, cuidando a mi padre, dándole cariño, estudios y sobretodo ejemplo como buen padre y pareja. Antes de morir pudieron legalizar su componenda ya que murieron sus primeras parejas. Cuanto sufrirían y soñarían por legalizar ese matrimonio. Besos.
También leí hace poco que es absurdo sugerir que la sociedad inventó el matrimonio. Somos nosotros, las parejas, quienes inventamos el matrimonio (y el divorcio y la infidelidad y el amor). Los poderes fácticos (fascismos, comunismos, la Iglesia, el feminismo inicial...) siempre han intentado controlar el matrimonio, imponiéndole condiciones y leyes. "Pese a todos los intentos oficiales de degradar a la familia, quitarle importancia social e incluso eliminarla, el hombre y la mujer de hoy en día no sólo se aparean y tienen hijos, sino que insisten en vivir en pareja", dice Ferdinand Mount en "La familia subversiva". Y también el hombre hoy insiste en su derecho a vivir con otro hombre y la mujer con otra mujer. Y estas propuestas (como en otro tiempo el divorcio o la sexualidad en el matrimonio o los matrimonios mixtos) también desquician a las autoridades a las que no les quedará más remedio que rendirse ante lo inevitable de las relaciones humanas.
EliminarAsí que, componendas o no componendas, las parejas hemos ido inventando reglas propias para crear ese secreto mundo que es la unión de dos personas y que llamamos matrimonio.
Besos
Enhorabuena! llevo 33 años casado y nunca libre visto como una lotería. Lo único claro que tenia desde el primer día es que en cualquier momento se podía ir al carajo por tanto si ocurría yo tendría algo que ver con ello.
ResponderEliminarY por otro lado he descubierto que lo que mantiene unido a dos personas es la admiración y el respeto. El amor y la pasión tienen días.
Hace poco estuve leyendo sobre el pintor Carlos Marichal y su mujer Flavia Luna. Estuvieron casados 18 años hasta que él murió y siempre cuidaron y mimaron su relación. Él le escribía cartas de amor, con dibujos preciosos, sin motivo ninguno, solo por el placer de comunicarle y compartir con ella lo que sentía. Y en un vídeo ella cuenta que el amor es ternura, y admiración, y cuidado mutuo. No basta firmar papeles, ni que tu apreciación del otro o la otra sea cierta, sino que hay que trabajárselo día a día.
EliminarYo tampoco creo que, en mi caso, sea una lotería, salvo el momento en que decidí sin más ni más ir a la excursión en que lo conocí.