martes, 3 de julio de 2012

Mándese una papa




En Tenerife tenemos, junto con los genes tinerfeños (de dudosa pureza, gracias a Dios), un profundo conocimiento de las clases de papas. Vamos, que somos como mi hijo que, de chico, no sé por qué extraña aleación de sus neuronas, otras cosas no, pero se aprendió todas las capitales del mundo. Yo le preguntaba, un suponer, la ley de Coulomb o el reinado de Isabel II, y él me decía: “Eso, no, pero pregúntame capitales que ya verás”. Pues aquí igual. A lo mejor no tenemos los mejores gobernantes ni sabemos la mejor manera de administrar este vergel de belleza sin par, pero de papas entendemos un rato.

Y es que no en vano las mejores comidas típicas de aquí van acompañadas de papas. Pero no de cualquier clase, ojo, que para eso somos muy finos. Las papas arrugadas, que acompañan a un conejo en salmorejo, un cabrito en adobo o una vieja guisada, tienen que ser bonitas, o negras, o bonitas negras, o negras oro, o Michael Jackson (negras con piel blanca). Que no son fáciles de encontrar, eh, sobre todo si te vas a otras islas. Mi amiga Marian preguntó en la recova de Las Palmas por papas bonitas y le dijeron, señalándole unas normales: “¿Le parecen poco bonitas estas?”.

Para un puchero o unas costillas con piñas, las buenas son las rosadas, o las coloradas, o las caras, o las recaras. Las roste sirven para todo y mis preferidas son las que se “fluren”, las que se desmigajan enseguida y puedes escacharlas con aceite y vinagre. Están las kineguas y las autodate, papas de rancio abolengo inglés, canarización de “King Edward” y “Out to date”. Y si estuviéramos jugando al 1, 2, 3, responda otra vez, tendríamos que nombrar las peluca, las borrallas, las azucena, las meloneras, las galácticas, las slani, las druin e, incluso, veranera e invernera según la época del año.

Si algo eché de menos en los 4 años de exilio y estudio madrileños, allá entre los años 67 al 71, fueron unas buenas papas. Recuerdo que nos reunimos una vez en casa de una amiga un grupo de canarios, llevados por la nostalgia, para hacernos un conejo en salmorejo con papas arrugadas y, al final, parecíamos los de la canción “A qué volver”. Sólo que en vez de decir: “La casa ya es otra casa”, decíamos: “La papa ya es otra papa…” Tampoco nos salió igual el salmorejo sin las necesarias pimientas palmeras, si les digo la verdad.

De la presencia de la papa en nuestra vida dan fe expresiones de nuestro lenguaje:“a ti lo que te gusta es la papita suave”, “no tiene papas en la boca”, “se quedó como una paparrala” o el “mándate una papa que ahora están baratas”. Y coplas como “Padre mío, San Benito, / patrón de los labradores, / acaba con la lagarta / y dame papas mayores” o “Al pasar por La Laguna / me dijo una lagunera: / No te vayas pa que almuerces / chicharros con papas nuevas”.

¿Para cuándo un monumento a la papa o una moción para ponerla en el escudo de Tenerife? Porque, además, hay que ver lo democráticas que son. No hay casa o fiesta sin ellas e igualan a ricos y pobres, que las pueden degustar arrugadas, guisadas, fritas… en platos deliciosos y engordones. Oh, hasta vi el otro día en un bar de Tejina que anunciaban “Papas paranoicas e histéricas”, que estoy por acercarme a ver de qué va la cosa…

Y en los últimos tiempos, en mi pueblo por lo menos, donde antes había campos secos dejados de la mano de Dios, ahora aparecen huertitas de papas que, ordenadas en pulcras hileras, estallan en flores blancas. Y surgen también iniciativas que promueven este aprovechamiento del campo en tiempos difíciles, como la de “Huertos compartidos”, que es otra manera de llamar a lo del “medianero” de antes. ¿Que tengo una huerta pero no tiempo, ganas o salud para sembrarla? Pues te la dejo a ti, que eres joven, fuerte y quieres trabajar, a cambio de compartir la cosecha.

Tal vez empecemos ahora una nueva era de economía de subsistencia, basada en la papa como cultivo estrella. Tal vez volveremos, como Miguel Hernández, “a mi huerto y a mi higuera” y pajareará nuestra alma colmenera “por los altos andamios de las flores”. Mira por donde, tal vez surja algo positivo de este “catacrack”. 



24 comentarios:

  1. Juan Pérez Pérez1 de julio de 2016, 9:33

    Hola Jane. Hace dos días cocinamos unas costillas con papas y piñas en casa de un amigo, y como no había otras, tuvimos que ponerle papas roster que no son las ideales pero dan el pego.
    La verdad es que cuando comes fuera de casa es difícil comer papas buenas, porque dan papas de fuera diciendo que son del país. Muchas veces no sabemos lo que estamos comiendo,porque la mayoría son papas de muy mala calidad.
    Claro que mientras nuestras papas se echan a perder porque nadie las compra, se venden papas de fuera malas y baratas. Lo que la gente no sabe es que esas papas entran en nuestros mercados, porque los importadores reciben subvenciones por traer papas de fuera, y les importa un pito que nuestros agricultores se arruinen. Muchos de los importadores son nuestros dirigentes que proclaman la canariedad....Sinvergüenzas sería su verdadero nombre.
    Para ellos lo mejor es decirles: "Jíncate una papa y mándate a mudar". (Lo de la papa es por si tenemos la suerte de que se atragantan y los perdemos de vista más rápido). Un beso Jane.

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    1. Hace tiempo uno de esos autores viajeros envidiables hablaba en un entrevista de que lo que más le había gustado de un país sudamericano eran sus papas. Como ves, no recuerdo el país ni el autor, pero sí lo que dijo después: "Son las mejores papas del mundo después de las de Tenerife". Yo le doy la razón, por supuesto, sobre la calidad de nuestras papas. Pero la pena es, como dices, lo que cuesta encontrarlas y lo caro que es, por ejemplo, 1 kg. de papas bonitas (las he visto a 6 euros) A eso contribuye el que las grandes superficies traigan papas inglesas y marroquíes, en lugar de promocionar la nuestra. Pero detrás está, claro, la política que se sigue con respecto a nuestra agricultura. Voto por tu "jíncate una papa".

      Yo las compro en el mercadillo de Tegueste y en la recova de La Laguna (las de las fotos son de allí). Y a veces tengo la enorme suerte de que un primo de mi madre, que las cultiva, me regala una bolsa de papas nuevas que son una maravilla. Tiene 80 años pero está recio como un árbol joven. Que el cielo me lo conserve mucho tiempo.

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  2. ¡Menuda lección, amiga Jane, sobre nuestro producto reina!. Está claro que eres una profunda conocedora del tema y que, además, disfrutas con él y con ellas, sobre todo, con ellas, las más bellas: las papas de la tierra.
    Casi me sale un pareado no intencionado y lo aprovecho para decirte que, para vergüenza de mis orígenes canarios, yo no participo de ese disfrute. La papa es un tubérculo del que podría prescindir sin ningún problema. Nunca sentí debilidad por ella y, con el paso del tiempo, como en otras muchas cosas, me he vuelto cada vez más selectiva y más fina, qué quieres que te diga...
    Las negras, para mí, tienen que tener un tamaño y un aspecto muy concretos para que me gusten; las bonitas de ahora, para mí, poco tienen que ver con las de hace unos cuantos años; no he vuelto a ver las venezolanas que me recordaban a las bonitas de antes y que no me desagradaban y, por último, tímidamente pruebo alguna roste o alguna de las que "fluren". En todos los casos, no soy capaz de comerme más allá de dos o tres lo más pequeñas posible.
    Como puedes ver, debo ser la única excepción que confirma la regla. Reconozco que en esto de la papa no tengo nada de canaria, pero todo lo que me falta para ella lo acumulo en el gusto por el gofio. Para éste sí que soy canaria hasta las entrañas. A ver si te animas y nos cuentas las excelencias de tan excelso manjar, por lo menos para mí...
    Un beso y, como siempre, estupenda entrada.

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    1. Es que nos ponemos muy exigentes, acostumbrados como estamos a lo bueno. Pero en una encuesta apresurada que hice entre los amigos sobre el plato favorito ¿sabes que salió por amplia mayoría? Nada de exquisiteces de nueva cocina, sino el plato de siempre: un par de huevos fritos con una buena sartenada de papas fritas. Eso sí, huevos de corral, buenas papas canarias y aceite de la mejor calidad. Y pan recién salido del horno crujientito para mojar en la yema.

      El gofio también me gusta (me gusta todo lo que es pecado o engorda), sobre todo en escaldón. Y bien bueno lo hacen por algunos guachinches de Anaga...

      Otro beso para ti.

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  3. Jane, me ha gustado tanto tu " serio estudio" sobre la papa, que no he podido menos que enviárselo raudo a mi hija Diana, enamorada ella de las papas arrugadas, y que siempre me dice que "las peninsulares no se pueden arrugar". Recuerdo a mi abuela en el sótano preparando la "papa de semilla" para plantar, cómo las partía dejando uno o dos ojitos en cada pedazo. Menuda ella en eso del ahorro...un saludito y feliz verano.

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    1. Ah, Miguel, me hiciste recordar la única vez que plantamos papas en la huerta, al principio de mudarnos (hace ya 35 años), partiendo las papas y dejando los "ojitos" como tu abuela. Nos salió una cosecha estupenda. Pero para mi asombro, después de recogerlas, nos salió otra cosecha de las "de risa" ¡Qué buenas estaban! Y qué preciosa es una huerta de papas. Pero era demasiado trabajo para dos profesores que además tenían que corregir exámenes y preparar clases y lo dejamos correr. A lo mejor, en otra vida nos hacemos cosecheros de papas, quién sabe.
      Feliz verano.

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  4. Este post...y además por S. Benito. No me puedo aguantar.
    He estado liada y por eso no he escrito nada en el anterior, pero lo haré, ya que me has dicho que no importa qe haya pasado tiempo.
    Vamos aL de hoy.
    Seguro que te habré contado alguna vez lo de mi nieto mayor. Cuando aún no había cumplido los dos años, estaba en casa de vacaciones con sus padres. Los mayores estábamos comiendo comida típica que siempre hago cuando vienen mis hijas que viven fuera. Pues probó las papas negras con mojo picón, y no dejó de comer y relamerse hasta que lo tuvimos que parar.
    A partir de ahí (ya tiene 9 años), cada vez que voy a Madrid llevo las papitas negras y los mojos, también le gusta el verde. Hasta el punto de que una vez que le llevé un juguete, ni lo miró, y cuando descubrió las papas, exclamó:" ¡¡PAPAS! gracias abuela," y me abrazó con fuerza.
    Por supuesto que "las otras" son patatas.
    Yo, a las costillas con piña, les pongo papas borrallas
    ¿Has oído hablar de las galácticas? Pues yo sí. Y hay otros nombres que ahora mismo no recuerdo, pero si mañana paso por la cooperativa de S. Benito, las apunto y te las mando. De todos modos unas cuantas de las que nombraste no las conocía.
    ¿Sabías que en El Perú hay más de 300 variedades?
    Tengo más cosas que comentar sobre este tema tan nuestro, pero lo dejaré para más adelante.
    Un beso.

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    1. ¡Qué buena la anécdota de tu nieto! Ese niño sí que sabe ¡Dónde va a parar una papa comparada con una patata!
      Te cuento a mi vez lo que les pasó a mi hermana y mi cuñado una vez en un congreso de Medicina en Barcelona. Al final hacían una fiesta en la que los que iban hacían un plato típico de su tierra y concursaban. Ellos se llevaron el primer premio con papas bonitas pequeñitas y arrugadas acompañadas con mojo picón. Yo a veces las he puesto como aperitivo en alguna fiesta y se acaban en un pispás.
      Que celebres San Benito bien celebrado, por supuesto con papas.
      Un beso.

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  5. Je! Ahí tengo tres papas negras y una moruna p'a meterlas en unas garrafas... a ver qué saco p'a Navidades! Mi abuela E.P.D. me pelaba papitas bonitas chiquititas y me las freía con un huevo de gallinitas caseras... Eso sí que era todo un manjar!!! Beso!

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    1. Yo creo que todos tenemos un manjar de esos escondido en la memoria y que, cuando pensamos en él, se nos ponen los ojos nostálgicos. A mi marido le pasa cuando piensa en pájaros (no sé si eran mirlos) que cazaba de pequeño y luego su abuela le freía con papas fritas de su huerta. Dice que en tales ocasiones (él tendría 8 años), hasta le permitían probar el vino de su abuelo (el de la barrica buena).
      Un beso.

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  6. Yo tengo algo peor, un gomero que es la enciclopedia de la papa y del Real Madrid al mismo tiempo. Jajaja... Alucino cuando compro una bolsita de esas de Mercadona y me echa la gran bronca. La verdad que con lo que me gusta hacer de comer, no soy una gran entendida en el tubérculo madre. Ahora eso sí me encanta comerme las bonitas y las negras con cáscara

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    1. Pues Carmen, tener un entendido en papas en tu casa es un lujo. Yo de ti ni se me ocurriría ir a comprar las papas yo. Y menos en Mercadona.
      Ayer estuve en casa de uno de esos amigos estupendos que tiene una huerta y me regaló una bolsa de papas nuevas. Me fui más contenta que si me hubiera regalado una tiara de diamantes (que a ver qué hace una con una tiara de diamantes). Hoy caen algunas guisadas sin piel y espolvoreadas con un poco de perejil de la huerta. Mmmmmmmm...

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  7. Magnífica Isabel ,esta Loa a nuestra papa.Yo voy dónde sea por una buena papa.Importada,nunca! Hay que reivindicar la nuestra pues es una pena el daño que se esta haciendo a esta Tierra y a los agricultores.¡ Y apoyo la moción! ¡ monumento a la Papa,YA!

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    1. Di que sí, Claudia. Hasta en la verdulería en que compro en mi pueblo a veces me traicionan trayendo papas kineguas de fuera. Y eso que venden sus propias papas. Pero a veces que si ha llovido mucho o a veces que si ha llovido poco, nos dejan con el desconsuelo.
      En el caso del Monumento a la Papa, el problema es que la papa es riquísima, pero es fea a rabiar. Así que habrá que encargarle el monumento a un Miguel Ángel o si no, se parecerá a Don Potato. :-D

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  8. Esperanza Gonzanava1 de julio de 2016, 16:26

    Cuanta variedad, y que ricas. ¿Cómo es posible que Canarias importe este preciado tubérculo, teniendo la calidad que tenéis?.
    ¡De cuantos apuros nos ha sacado unas buenas "papas aliñas"!!!!. Un beso Isa.

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    1. Los problemas de las papas dan para un culebrón: la calima, los impuestos elevadísimos, las plagas, los que siembran papas de fuera e introducen otra plaga más que se propaga como el fuego, la lluvia cuando no toca... Ya te digo que a veces no encuentras papas del país o las encuentras a precio de oro. Y no podemos hacernos ni las arrugadas ni las "aliñás" tuyas. Que, por cierto, son riquísimas también.
      Un beso, Esperanza.

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  9. Me ha encantado tu loa a la papa. A mi me encantan. De hecho, hoy he preparado un pisto y le he añadido unas papas fritas. Sé que la receta no las lleva pero mi madre se las ponía y yo sigo su receta. Mi madre era una experta en papas del pais (así se decía a las de aquí). Las demás eran papas "de fuera". Las hacia arrugadas y guardaba el agua con la sal para otra cocción. Una vez escurridas las dejaba al fuego salteandolas en el caldero. Quedaban como recubiertas de azúcar. Las guisadas sin cáscaras las dejaba, floreadas.
    Mi amiga Eleni, veranea en Galicia. Allá va todos los años con mojo palmero que me encarga y que traigo de La Palma, y su bolsa de papas negras. Ella es madrileña pero vive aquí desde jovencita. La familia no le perdona que no lleve las papas negras y el mojo. Así que cada año "se mandan una papa"

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    1. ¡Mi madre también le ponía de vez en cuando, papas fritas en cuadraditos pequeños! Y efectivamente así el plato es más completo, porque además, al final, le cascaba unos cuantos huevos encima. Verduras, hidratos y proteínas, un plato que podía ser plato único y alimenticio.
      También le he puesto papas (que tampoco las lleva) al salpicón de pescado. Queda buenísimo con ellas y un buen espolvoreado de cilantro picado.
      Las papas arrugadas yo también alguna vez que estoy en la casa de la playa las he hecho con agua de mar. Cosa buena.
      En resumen, ¡ponga una papa en su comida! Engordará pero qué buen invento son. Por ellas valía la pena haber descubierto América.

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  10. Isa eres un portento. Cada post te lo cuTras a fondo. Yo no sabía que había tal cantidad de papas diferentes en nuestra isla.

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    1. Gracias, Ani. La verdad es que sí que me documento cada vez que hago un post. Leo artículos, me meto en san Google, hablo con gente que sabe...
      Lo bueno es lo que aprendo. Por eso sigo con los rollitos semanales... :-D

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  11. Un sobresaliente para ese conocimiento de nuestras papas. Mi familia siempre cosechó papas, en ese tiempo las clásicas comenzaba a conocerse la cara y alguna variedad más. Cuando nos tocó tomar el relevo comenzamos con muchas ganas a realizar el trabajo. Pronto desistimos. Aparte del trabajo, la dedicación y el gasto que acarreaba era muy superior al beneficio que proporcionaba. Nunca me he explicado como no se ha protegido este cultivo. Ahora sí, me mantengo fiel y nunca he comprado papas de fuera. Me niego a hacerlo. Si están muy caras las valoro mucho más.

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    1. Sí es una lata cultivarlas. Que si elegir semillas, hacer los surcos, plantarlas, regar, abonar, sulfatar, sachar, segar las ramas, dejarlas secar, recoger la cosecha... Demasiado trabajo con lo fácil que es ir al mercadillo, comprarlas, pelarlas, freírlas, mezclarlas con huevos y que te salga una tortilla de papas (el mejor plato español, para mi gusto)
      Yo tampoco compro papas de fuera. Como las del país, ninguna.

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  12. Hoy he visto en canal cocina, en un restaurante japonés de Madrid, hacer una ensaladilla en versión japonesa, y explicaba el cocinero que en lugar de atún, usaba salmón crudo y, sabes qué papas?. La exquisita papa negra canaria, de Tenerife. Fíjate qué fama tiene nuestra papa negra.

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    1. Es que es única. Hoy mismo me comí unas pocas con conejo en salmorejo. Maravilloso.

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