Ahora
que el pobre Nelson Mandela está agonizando y todos los periodistas ha tiempo
que tienen preparadas sus necrológicas, que ya es ser cenizos, he leído en el
periódico un elogio- por lo menos, en vida- que de él hace Mario Vargas Llosa. Vargas
Llosa califica a Mandela, en sus esfuerzos por convencer a la minoría blanca de
Sudáfrica de que estaban equivocados, como “la gota de agua que horada la
piedra”. Lentamente, despacio pero sin pausa, Mandela, durante años, fue abriéndose
puertas, derribando torres de desconfianza y temor, rompiendo prejuicios,
imponiendo su tesis de que la lucha pacífica sería la vía más eficaz para
romper el apartheid.
La gota
de agua que horada la piedra… Me gustó esa imagen, versión poética de “el que
la sigue, la consigue”. Hay personas como Mandela, como Gandhi, como muchos de
los que hemos conocido que, pese a circunstancias adversas, consiguen sus
objetivos. Pero hay gotas de agua y gotas de agua.
La gota
de agua que horada la piedra posiblemente formó el Cañón del Colorado, los
barrancos de mi tierra, las estalactitas y muchos agujeros profundos de los que no se conoce el
fondo. Algunas torturas chinas eran también así de sofisticadas: una gota
cayendo en una cabeza inmovilizada, día tras día, indefinidamente.
La gota
de agua que horada la piedra es mi nieto o mi nieta cuando quieren algo: “Aba –esa
soy yo, que estoy tan pancha leyendo o haciendo un sudoku-, ven a ver lo que
estoy haciendo, ven a ver lo que estoy haciendo, ven a ver lo que estoy
haciendo, ven a ver lo que estoy haciendo…”. Hasta que dejo lo que yo
estoy haciendo y voy a ver lo que ellos están haciendo.
La gota
de agua que horada la piedra es el chico de aquel chiste viejo que, dale que te
pego todos los días, convenció a un cura de que le regalara un bolígrafo verde
recuerdo de familia del que el cura no se quería desprender por nada del mundo.
Hasta que, por no oír semejante guineo, se lo dio. Cuando una chica, tiempo
después, fue a pedirle consejo porque su novio insistía e insistía día tras día
en que se acostara con él, el cura le preguntó: “¿Tu novio es un chico alto y
pelirrojo que tiene un bolígrafo verde?” “Sí, padre” “Ay, hija mía –terminó el
cura, resignado-, pues date por jodida”.
Y es
que en este mundo hay gente así. Tenaz, persistente, constante… ¡pesada!
Desde
hace más o menos un año todos los días recibo una llamada y, a veces, dos.
Puede ser a cualquier hora. Por la mañana, cuando una está desayunando su
tisana y su tostada mirando tranquilamente al valle; a la hora de la siesta, cuando
el sopor de una buena comida hace que los ojos se cierren sin querer; al
atardecer, cuando estás con una amiga alegando o cuando te preparas a ver una
buena película… Quien llama dice ser Estela María, o Claudio Alberto, o Juana Vanesa.
Todos los días me dicen que ellos son la solución para arreglar mi maltrecha
economía; que lo único que quieren es mi bien; que, si les hago caso, es lo
mejor que puedo hacer en esta vida; que poco menos que me regalan un juego de
sartenes si me cambio de compañía telefónica… ¡Cielos, son la gota de agua que
horada la piedra! ¿Llegará un día en que me cambie al fin, por no oírlos más, a Jazztel?
Si Isa, en mi vida también me he encontrado , algunas veces, este tipo de gota de agua, esa gota de agua "moscardona "y "jodelona". Si es por una causa como la de Mandela , bienvenida sea , pero cuando es puro machaqueo, hágame el favor usted, vayase con la música a otra parte.
ResponderEliminarSi Isa, en mi vida también me he encontrado , algunas veces, este tipo de gota de agua, esa gota de agua "moscardona "y "jodelona". Si es por una causa como la de Mandela , bienvenida sea , pero cuando es puro machaqueo, hágame el favor usted, vayase con la música a otra parte.
ResponderEliminarPili, moscas jodelonas de esas zumban por doquier. En los Tratados de Urbanidad de nuestra infancia se enseñaba a no molestar, a no incordiar, a respetar el descanso del otro... Se ve que hay algunos que no los miraron ni por el forro.
ResponderEliminarEn algún momento de toda esta ascensión de la economía ultraliberal el paradigma que ha llevado hasta la exstenuación al capitalismo, la consideración de que los objetos ya no tienen un "valor de uso" sino un "valor de cambio", éste mismo se llevó hacia las relaciones humanas. Ya los ciudadanos no somos considerados como tales sino que, por el concepto de "valor de cambio", hemos sido degradados a la mera categoría de "consumidores". Parece que cualquier empresa puede hacer cualquier cosa con nosotros: desde patentar nuestros ADN, parece que este tema se ha parado por el momento, hasta llamarnos para molestarnos con cualquier chorrada.
ResponderEliminarUn grupo de tuiteros organizamos una campaña hace uno año aproximadamente en contra de la estrategia de Jazztel con este hashtag: #NoMasJazztel
http://www.metienenfrito.com/2012/08/nomasjazztel.html
¡Qué buena idea, Santi! Todos contra Jazztel. No sé si servirá de algo pero este es mi pequeño grano de arena. A lo mejor, si nos ponemos muchos igual de pesados, conseguiremos que al menos respeten el ámbito privado. "Mi casa es mi castillo" y un jamón. Aquí parece que todo el mundo puede venir a venderte cosas que no quieres, a hacerte encuestas que tampoco tienes ganas de hacer y a otras majaderías por el estilo. Tienes razón, nos tratan como objetos consumidores. Y lo malo es que una es educada y explicada y no corta el teléfono y se pone a dar explicaciones de por qué no me voy a cambiar de compañía, demonios.
ResponderEliminarOtra que está hasta los mismísimos con Jazztel. "Harto de él" estoy yo también de Carlos Jesús, Juan Enrique y demás elementos sudamericanos que llaman cuando estás en plena siesta, o concentrado en tu trabajo, o viendo la tele, o con el sudoku. He optado por no contestar. Me llaman a tres teléfonos, a los dos fijos (mi casa y mi trabajo) y al móvil ¿como lo consiguieron?. Llevo meses que no contesto, pero ellos siguen erre que erre. Mi paciencia llegó hasta la noche de un BarÇa-Real Madrid, en que el muy cachondo, después de soltarle una bronca por llamar -esa vez estaba yo de pié largando improperios por un fallo de la defensa del Real Madrid y levanté el auricular sin fijarme quién estaba en el otro lado de la línea - pues eso, el muy cachondo, después de mi contestación con el tono de muy cabreado, va y me pregunta como iba el partido. Los teléfonos empiezan en 983, 956 y 915. Son realmente masoquistas, puesto que he llegado hasta el insulto y no hay manera. ¿Hay alguna forma de librarse de semejante gotero?
ResponderEliminarNo, si al final vamos a hacernos íntimos de los que nos llaman. Que después de todo no tienen culpa de nada los pobres, que son unos mandados. Aunque por lo menos dos veces me han cortado de mala manera cuando yo voy a empezar mi explicación de siempre ¿Qué necesidad tiene una de aguantar estas cosas en su casa? Hay otros que llaman de vez en cuando desde La Matanza o El Sauzal para vendernos goteros para el agua o almohadas viscoelásticas y esos, como son del país, se cogen más confianzas, preguntando que si tengo dolores de espalda, mi niña, que eso está a la orden del día. Yo a todos les digo que estoy como una rosa y que no necesito nada ¡Señoooor!
ResponderEliminarGracias por dar esos números. Los tendré en cuenta para no coger el teléfono.
A mí me llamaban mucho (muchísimo) del 1004 (Movistar), y sí eran esos mismos chicos que te llaman a ti: Nelson Alberto y Wilson Eduardo.
ResponderEliminarAhora me pasa algo peor: tengo el enemigo en casa, cuando llamo a mi compañía de fijo y tele, no paran de decirme que si conozco su servicio de telefonía móvil
- Sí, porque cada vez que llamo me lo contáis
Así que me da miedo que se me estropeé el teléfono, porque hasta cuando llamas para pedir que el técnico venga a las 4 en vez de a las 5, como habías dicho, te dicen:
- Y mientras se carga en el sistema la cita, señora Loque ¿conoce nuestro servicio de telefonía móvil?
yo lo tengo claro:cuando me llaman para darme la tabarra, antes de que terminen , les digo con voz angustiada:¡¡¡¡¡ por favor, no la/lo puedo atender por que me voy urgente al hospital!!!!.No falla, hasta me piden perdón. Pensaran que estoy siempre muy enferma.
ResponderEliminarLoque, y luego hablan del paro. Claro, Nelson Alberto y Wilson Eduardo lo tienen todo copado.
ResponderEliminarY, a propósito ¿conoces de verdad el servicio de telefonía móvil?
Tona, mi hija fue peor. Les dijo que su marido se había muerto. Hasta qué extremos tiene que llegar una para quitárselos de encima. Y otra amiga siempre dice que los señores no están en casa. Pero esa no es muy buena excusa porque yo siempre digo que mi marido, que es el titular de la línea, no está y siempre me preguntan ¿Y a qué hora va a volver? Ganas me dan de decirles sollozando: "¡Nunca! ¡Me abandonó por un sargento de artillería!".
ResponderEliminarNO SE SI ES VERDAD Y FUNCIONARÁ.........
ResponderEliminarUNA SENCILLA FORMA DE ELUDIR Y EVITAR LLAMADAS COMERCIALES
900 121 004
Liberarse de los pesados
¿A quién no le han llamado, normalmente a la hora de la siesta, para ofrecerle los servicios de una compañía de telefonía…? Resulta muy habitual que suene tu teléfono, móvil o fijo, con ofertas “irresistibles” de las compañías que explotan todo el espectro radioeléctrico, ya sean VODAFONE, ORANGE, MOVISTAR, JAZZTEL, etc., que de forma machacona y desconsiderada (a pesar de buenas palabras y negativas) continúan insistiendo.
Hay a quien le han llamado hasta tres veces diarias para contar sus ventajas y tarifas espectaculares.
Cansados de semejante acoso, decidimos marcar el número 1004 de Telefónica para que nos dieran una solución… y milagrosamente ¡NOS LA DIERON !.
Solamente hay que llamar al 900 121 004 (llamada gratuita) y solicitar que no acceda a tu número telefónico ninguna llamada de marcas comerciales.
En 24 ó 48 horas tienes solucionado el problema.
Muchas gracias, Flor, por mandar este correo. A ver si es verdad y dejamos de soportar tanta majadería en la propia casa. Un beso.
ResponderEliminarHola Isa: que gracioso, no habia oido el chiste pero es bueno y estoy de acuerdo: "El que la sigue la consigue".
ResponderEliminarYo digo que es un chiste viejo porque en mi casa es de los de toda la vida. Cuando alguien se pone muy pesado siempre le decimos: "Pareces el del bolígrafo verde".
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