Anda Julia, mi nieta de 2 años, apropiándose por la cara de todo lo que ve. Los cochitos que le regalaron al hermano por su cumple son "míos"; y son "míos" mamá y papá y el avión que pasa y la Peppa Pig de la amiga. Cuesta trabajo despegarle los deditos alrededor de cualquier nueva posesión a la que se aferra como una lapa, mandando gritos desesperados: "¡¡¡Mío, mío, mío!!!".
Algo parecido debe pasarle a una señora de Vigo, que se ha plantado ante un notario (al que le dio la risa) y ha reclamado el sol como propiedad exclusiva suya ¿Nos pedirá impuestos por el disfrute cuando caliente el sol aquí en la playa? ¿Planea parcelarlo y vender cachitos de sol? ¿O vender el derecho a ponerle nuestro nombre a una llamarada de sol, como sé que se hace con otras estrellas?
Cuando veo y oigo estas cosas me pregunto si será algo genético ¿Tendremos en nuestro ADN un gen de la propiedad privada? Porque en algún sitio tiene que sustentarse el artículo 17 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente".
Y, sin embargo, Rousseau opina que no, que de genética nada; que andábamos todos como buenos salvajes en una especie de paraíso primitivo, cogiendo una frutita de aquí, una lechuguita de allá o recostándonos al sol en la roca que nos diera la gana, cuando a algún descerebrado se le ocurrió la idea de cercar un cacho de tierra y decir: "¡Esto es mío!". Y ahí empezó el pifostio al que hemos llegado: el Estado, el Derecho, las guerras, la Ley de la Propiedad, los Bancos, los registradores... Y a partir de ese momento, marcamos nuestros libros y posesiones, colocamos tarjetas con nuestros nombres en la puerta de la casa, ponemos vallas, registramos bienes, escondemos joyas y dinero, no sea que venga el caco Bonifacio, y reclamamos con pasión lo que pensamos que nos pertenece. Y todos queremos decir también: "¡Esto es mío!". Tengo un amigo que vive al lado del mar y me cuenta que, cada vez que se asoma al ventanal, abre los brazos a todo lo ancho queriendo abarcar la inmensidad del océano y, como mi nieta y la señora de Vigo, grita: "¡Esto es mío!".
Pero tal vez no deberíamos decirlo. En 1854 el Jefe indio Seattle da esta respuesta al Presidente Franklin que quería comprar para Estados Unidos las tierras de los suquamish:
"El Gran Jefe de Washington nos envía un mensaje para hacernos saber que desea comprar nuestra tierra (...) Pero... ¿quién puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa idea es para nosotros extraña. Ni el frescor del aire, ni el brillo del agua son nuestros ¿Cómo podría alguien comprarlo? (...) Nosotros sabemos que la tierra no pertenece al hombre, que es el hombre el que pertenece a la tierra. Lo sabemos muy bien. Todo está unido entre sí, como la sangre que une a una misma familia. El hombre no creó la trama de la vida, es sólo una fibra de la misma...".
Esta es una carta que, aparte de abundar en imágenes bellas, parece sensata e invita a la reflexión. Si quieren leerla entera basta poner en Google "Respuesta del indio Seattle al presidente Franklin". O también pueden verla, si alguna vez vienen a mi casa, en mi biblioteca, y allí está también en alguno de mis libros de Ética, a los que he puesto en la página inicial mi nombre y mi dirección. Ya saben.
Lo malo es que también le pones TU nombre a los libros que los demás te prestan ;D.
ResponderEliminarEsta hija mía siempre tan borde... No es afán de propiedad, sino despiste. Sólo para que no se pierdan por ahí (como tantos que se han quedado en otras casas, jejeje)
EliminarGracias y qué siempre tengas esa imaginación!
ResponderEliminarGracias a ti, Carmelita, por ser siempre de las primeras en comentar. Y no es imaginación (si la tuviera, me dedicaría a escribir novelas de fantasía, como hace mi hija), sino la pura realidad :-D
EliminarUn beso.
Y este escrito es mío porque me lo llevo! Jajaja.Gracias Isabel.
ResponderEliminarGracias a ti, Claudia, por compartir. Me da que la civilización ha avanzado gracias, no a los egoísmos y a los acaparamientos, sino a todas las veces que hombres y pueblos han cedido, han compartido y han comprendido que se puede decir también: "¡Esto es de todos!"
EliminarTodos los dias paso por una plaza al lado del mercado donde hay unos indigentes que no tienen absolutamente nada y a uno de ellos le he oído gritar con frecuencia : Soy un hombre libre y ¡¡ mi vida eees miiiia !!
ResponderEliminarEse hombre es un filósofo, un Diógenes redivivo. Acuérdate de él, que se despojó de todo, incluso del vaso para beber cuando comprobó que también se podía beber agua en el hueco de la palma de la mano. Pero eso sí, nadie le podía quitar sus pensamientos.
EliminarAunque posiblemente sea un trastornado por la bebida y con una carga altísima de dignidad.
EliminarDiógenes a lo mejor también :-D
EliminarUna réplica de Crocodile Dundee que me encanta :"Hombres que pelean para saber de quién es la tierra es como si unas pulgas peleasen para saber de quién es el perro"....Esto dicho, si no me devuelves un libro que te presté, soy capaz de organizar una tremenda operación de castigo
EliminarTienes razón, Marie-Laure. Y a veces, desgraciadamente, la tierra se lo hace saber a los hombres, cuando, por ejemplo, un gran terremoto arrasa con casas, palacios y seres vivos, sin importarle de quién es una cosa o la otra.
EliminarY a los libros hay que darles vida y alas también. Mi primo el médico, una vez leídos, los deja en la consulta para que otros disfruten también con lo que él disfrutó.
Buenísimo ese artículo, Isabel, siempre es un placer leerte.
ResponderEliminarGracias, Luisa. También es un placer que estés ahí.
EliminarMío... mío... Si acaso la ropa y la gata... Aunque a veces lo dudo... Ónix es mi dueña... Fuerte gata...! (Por cierto... la posesión creo que el ser humano lo integró en su subsconciente al domesticar el "Felix" de turno)... Beso...
ResponderEliminarLo de los adjetivos y pronombres posesivos está muy sobrevalorado. Al final, no te llevas ni la ropa ni la gata. Jardiel decía que las personas que necesitan amar tienen gatos. Y los que necesitan ser amados tienen perros. Y es que los gatos son muy suyos.
EliminarBesos.
Cuando escribo y quiero con sentimientos, siempre pongo mi o mío, lo siento así, aunque las personas crean lo contrario. Mi calle, mi Ccs, mi S/C pues por donde vaya y le agarro cariño, todo es mio...soy rica sin saberlo. Me encanta desayunar contigo y con otra amiga que también escribe. Un beso.
ResponderEliminarCada vez que le hablaba a una amiga de "mi" Instituto, siempre me decía. "¿Cuál? ¿Ese que te compraste?". Y es verdad que el lenguaje nos hace inconscientemente dueños de lo que nos rodea y queremos.
EliminarGracias por compartir desayuno, Marilu. Lástima que el chocolate y los churros sean virtuales... ;-D
Me encanta Isa; lo podría hacer mío pero no procede.
ResponderEliminarAy, Carmen, muchas gracias, es un buen piropo. Porque ¡hay tantas cosas que me encantaría hacer mías! Cuando leo un poema que me llega al alma; cuando veo un cuadro que me enamora; cuando leo un libro que me deja con la sonrisa en los labios... Me hizo gracia una frase de Lobo Antúnez: "¡Ah, si pudiera escribir como Messi juega al fútbol!". Yo también la haría mía.
EliminarEl MI o MIO es efímero, no es imperdurable. Siempre habrá algo o alguien que te lo hará saber
ResponderEliminarEnrique, me liaste con eso de que "no es imperdurable" ¿2 negaciones no afirman? ¿Es, por tanto, "perdurable"? No lo digas por ahí, porque entre que se ponen a pensarlo, aparece el listillo y se queda con tus cosas.
Eliminar¡Qué graciosa Julia! Está quemando etapas, seguro que ya pasó la del NO. El sentido de posesión es hasta cierto punto sano ¿no crees? Sobre todo cuando se trata de acaparar personas como su mamá o su hermanito. Los siente parte importante de ella y se esfuerza en acaparar todo su amor.
ResponderEliminarPor lo demás, creo que el planeta nos lo han prestado y hemos creído que era una herencia vitalicia donde se ha hecho una repartición muy desigual. Sin embargo, considero que son los habitantes de los países más favorecidos en posesiones, los más pequeños de espíritu. A veces, no necesitamos un registro de bienes extenso para poder compartir con los demás lo mejor que poseemos de nosotros mismos.
El problema de la tenencia de tierras es peliagudo ¿Quién debe tenerla: el que ha heredado, por ejemplo, un latifundio para tenerlo ahí de adorno y disfrute, o el que la cultiva? Esta pregunta está en el fondo de las políticas agrícolas y su respuesta condiciona todo lo demás. Hay formas de intervención estatal en Francia, Colombia o México. Por ejemplo, en este último y en el caso de los ejidos "las familias tienen derechos individuales de uso pero las decisiones sobre la transferencia de los derechos de uso son controladas por los órganos de gobierno de los ejidos y las comunidades". Es decir, pueden cultivarlas pero a lo mejor, no dejarlas en herencia o alquilarlas.
EliminarMuchas revoluciones se han hecho por eso precisamente. Y el mundo, tienes razón, está muy lejos de haber hecho un reparto justo.
Hola Jane. Que tu nieta diga que todo es suyo es lógico. Ella quiere todo lo que le gusta o le atrae.Benditos niños.........Pero claro, cuando ya son los adultos que dicen: Mío, mío,...la cosa se empieza a complicar. Hay gente que quiere para sí todo el dinero que puedan amasar, sin darse cuenta que antes o después desaparecerá y "otros" harán un festín con todo lo que dejará.¡Cuánta gente conocida se pasa toda la vida reuniendo casas, tierras, negocios..! Total para ser el más rico del cementerio...No disfrutar de casi nada, o tal vez para decir que se ha bebido una botella de vino de 400 €, como si su paladar distinguiese un vino de 10€, de uno de 400€...En el fondo unos ignorantes, o desgraciados o como decía un amigo"unos magos ignorantes". Un beso Jane. Juan.
ResponderEliminarMe parece tan absurdo, Juan... He conocido de cerca a personas con mucho dinero y que no disfrutaron nada de nada de la vida. Sólo amasar, sin darse ni un viajito, ni comprar nada superfluo (cosas como libros, según ellos), ni salir a cenar una noche con amigos, ni darse el gustazo de hacer un buen regalo a su mujer o a sus hijos. Y total, para lo que dices, ser el más rico del cementerio. Y me acuerdo de una tía abuela por el estilo, de la que, según mi madre, sus últimas palabras fueron: "El dinero, el dinero...". También se lo querría llevar al más allá seguramente ¡Qué desperdicio de vida!
EliminarUn beso.
El sentido de la propiedad lo tenemos tan arraigado que al menor indicio de que nos vayan a quitar algo nuestro, nos agrupamos como una piña toda la familia, aunque a algunos no los veamos en años, y el tema sea el panteón familiar.
ResponderEliminarHoy nos ha llamado una prima para comunicarnos la noticia, el ayuntamiento quiere nuestro panteón.
Aquí nos tienes prestos a desplazarnos con todo tipo de papeles que acreditan nuestra posesión.
¿Y dices que el sentido de la propiedad no va ligado a los genes?
Me recordaste la anécdota del aljibe del abuelo de mi marido, cuando un vecino lo puso a la venta y toda la familia se aprestó a buscar títulos de propiedad para impedirlo. Escribí sobre el incidente en "¡El aljibe es mío!".
EliminarPues igual sí tiene algo que ver, Esperanza. Aunque más que con los genes, con el nexo entre la familia. Hasta en "El padrino" funcionaba.
¡Suerte! Y ya sabes, una pancarta con "¡El panteón es mío, so mamón!".
Jaja. La frase final me parece perfecta. La propondré.
EliminarMe ha hecho gracia tu post de hoy, pues en estos días he estado arreglando unos papeles por algo que me adjudicaban que no era mío y la funcionaria me insistía, pero, ¿está segura que no es suyo? y yo, no, no, noooo es mío. Muy bueno Isa, un abrazo
ResponderEliminarA mí hasta me han pagado el sueldo dos veces y, cuando lo iba a devolver, se quedaban bizcos. No están muy acostumbrados a la honradez, parece.
EliminarOtro abrazo, Úrsula.
Respecto a devolver lo que no nos perteneces sería interesante que escribieras algo Isa. Estoy obnuvilada, ha salido como anónimo mi carcajada a la idea de presentarnos delante del panteón con "El panteón es nuestro, so mamon". Besos. Esperanza.
EliminarInternet tiene esas cosas. Me parece perfecta la frase también a mí.
EliminarY algo caerá algún día sobre la honradez, que la pobre está muy desmejorada.
Un beso, Esperanza.
Siempre me haces reír, Jane.
ResponderEliminarMe encanta la historia de tu amigo, ese que grita "Esto es mío" asomado a la ventana. ¡Qué sabio el Jefe indio Seattle y qué linda TU Julia!
MI Julia es mucho, esa nos va a abducir a todos. Y MI amigo por lo menos disfruta de una vista maravillosa que nadie le podrá quitar. Porque es verdad que hay cosas nuestras: los recuerdos, las experiencias, el amor que sentimos por los demás y otro montón de cosas más.
EliminarLa historia del jefe Seattle igual no fue exactamente así ¡La historia es tan vaga! Pero no cabe duda de que responde a la filosofía india ese pensamiento de que la tierra es solamente un lugar de paso mientras vivimos en ella. Y la respuesta es muy bonita.
Un beso, Utopía. Buenas noches.
Hola. la sociedad tienda a acumular y lo importante es sentirse libre y disfrutar de cada instante... seguimos en contacto
ResponderEliminarTienes razón. Si empezáramos a revisar en casa las cosas que hemos comprado y no necesitamos realmente, la lista se haría larguísima. Esta semana he estado ordenando armarios para llevar cosas a una tómbola solidaria y es liberador vaciar y despejar el espacio. Realmente para vivir (y vivir bien) no necesitamos tanto.
EliminarUn abrazo.
¡Gracias por esta lectura! El falso sentido de pertenencia, cuanto conflicto crea al alimentar la disfuncionalidad de nuestra mente humana. Que profunda sabiduría la de los indios. En mi opinión no es ningún pecado querer el dinero o los bienes materiales (son solo medios), el problema radica en no entender la libertad del desapego al mismo.
ResponderEliminarSaludos. DM
Es que encontramos en esta vida a tan poco desapegado... Creo que no he conocido a ningún Diógenes ni a ningún Jefe Seattle. Todo lo contrario. He conocido a muchos que reúnen, que apilan, que coleccionan, que copian, que guardan sin usar, que compran porque es la moda, que piensan, en fin, que poseer es la esencia de la vida. Y a lo mejor un día de estos nos encontramos ahogados en un mar de objetos que no nos dejan ser.
EliminarGracias a ti, Darío, por tu comentario y por pasarte por aquí.
En sabiendo que en este país ya hubo un alguien que, sacando sus guerreros en la tele, dijo: «¡La calle es mía!»... todos quieren, cada día un poquito más... a la cristiana de Vigo, cuando encuentre el cachito de Sol que me toca, que le ponga de nombre Garabato... que a mí me gusta y resulta jugetón. Del indio no digo nada; vivieron, viven y vivirán, eternamente atropellados... nunca nos podremos enterar de qué pasó realmente. Saludos desde la Maxorata.
ResponderEliminarLo malo es que la de Vigo te quiere cobrar por hacer eso de poner el nombre de Garabato a un cachito de sol. Si no, a santo de qué se iba a molestar en montar el numerito. Y es que todos se mueven por la pela. Mira la noticia que publica "La Voz de Galicia":
Eliminar"Ella es viguesa, se llama Ángeles Durán y vive en Salvaterra de Miño. «Existe un convenio internacional por el cual ningún país puede hacerse dueño de los planetas», explica la nueva terrateniente. Pero tal acuerdo no vincula a las personas «y hay un americano que escrituró casi todos los planetas y la luna; pero no el Sol», cuenta. Así que vio una clara oportunidad y decidió convertirse en su dueña y señora.
Lo hizo gracias a un método muy apropiado a las circunstancias: «La adquisición de la propiedad referida constituye una aprehensión electromagnética y radiactiva, al no existir ni conocerse en cinco mil millones de años propietario alguno hasta la fecha», dice el escrito notarial, que también la declara dueña «por usucapión, habiendo hecho de la propiedad del Sol de buena fe, de forma pacífica e ininterrumpidamente durante más de 31 años».
Dice que ya se ha reunido con el Ministerio de Industria -con idéntico asombro- para explicarles lo que hay. Incluso asegura que podría cobrar un canon a todo el mundo que utilice la energía solar. Que para eso es su dueña: «Si se paga por los ríos, ¿por qué por esto no?». Sea cierto o no, asegura que daría el 50% de los ingresos a los Presupuestos Generales del Estado, el 20% para las pensiones mínimas, un 10% para investigación y sanidad y otro 10% para erradicar el hambre. Quedaría un 10% para su bolsillo. Le faltaría acudir al Registro de la Propiedad para anotarse como propietaria del Sol, pero claro, el registro español no tiene competencias sobre el sistema solar...".
Así que ya ves, no hay ningún motivo romántico tras esta apropiación. El negocio es el negocio.
hola! y gracias por tu originalidad y la frescura que desprenden tus comentarios. un placer haberte encontrado. somos fanaticas fanaticas del cine clasico. saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte (¿o pasarse las dos?) por aquí. A mí también me encanta el cine clásico (esas tardes de frío con mantita incluida viendo, por ejemplo, "Horizontes de grandeza"...)(suspiro).
EliminarSaludos y ya saben, esta es su casa.
¡Hola Jane!
ResponderEliminarHe estado tan liada que otra vez llevaba tres semanas sin leerte :(
Me ha hecho mucha gracia lo de tu nieta, pues mi nieto de la misma edad, una de las primeras palabras ( si no la primera), que aprendió en la guardería en Inglaterra donde vive fue MINE.:)
Oye, oye, que no es nada obligatorio. Es bueno estar liada una en la vida. eso quiere decir que no te aburres.
Eliminar¿Ves? Me da que la cosa va a ser genética y que no depende de sexo, países, educación, cultura... Desde la guardería ya se desarrolla el sentido de la posesión, ahí es nada ¿A que va a ser por eso por lo que el marxismo no ha triunfado?
Maravillosa reflexión Isabel, y qué gran respuesta la del Jefe Seattle. Sabias y maravillosas palabras que parecen un poema.
ResponderEliminarLa carta es preciosa y pienso que sí es un poema. Mira este párrafo:
Eliminar"No lo comprendo. Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja. Pero quizá sea así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el orzar de las alas de un insecto. Pero quizá sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar los oídos. ¿Y qué clase de vida es cuando el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo."
Muchas gracias, Elvira. A ver si aprendemos algo de él. Un beso.
Y pensar que los dueños de todo ese maravillosos espacio fueron "confinados" y condenados a desaparecer. Qué triste , qué triste.
EliminarMuy triste, sí. Como tantos otros pueblos (el guanche entre estos) que han ido desapareciendo por la ambición de otros hombres.
EliminarGracias!! A mí lo que me descoloca es cuando me quieren quitar lo que “es mío”...��
ResponderEliminarY a mí, y a todos... Por eso me da que la cosa es genética, que nuestra generosidad y desprendimiento no llega a tanto. Humanos, que somos unos humanos...
Eliminar-Esta es la "Plaza de mi padre"-.Le contestó mi hija Elena a don Miguel, el viejo conserje del Instituto de Canarias, cuando éste le preguntó que qué hacía en el jardín del centro. En el verano de 1978 llevé a mis hijos al Instituto para que conocieran el lugar donde había obtenido mi "plaza" de catedrático. No paramos de reirnos.
ResponderEliminar¡Qué buen golpe el de Elena!
Eliminar¿Y te acuerdas cuando bromeábamos con que deberían ponerle nuestros nombres a "mi" biblioteca y a "tu" garaje? Mucha gente va por la vida adueñándose de cosas que nos sobrevivirán y a las que les importamos nada.
Un beso, Juancho.
Y así somos...
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