Cada vez que recojo a mis nietos mayores en el colegio les pregunto: "¿Qué han aprendido hoy de nuevo?". Y, por más que yo les digo que todos los días se aprende algo y que esta pregunta realmente sería más bien el efecto Bugs Bunny (¿recuerdan? Siempre saluda con su "¿Qué hay de nuevo, viejo?"), ellos lo llaman el efecto "abuela plasta". Siempre me contestan que no han aprendido nada, que están estudiando el mismo rollo de los planetas del año pasado (están en la adolescencia, no hay que olvidarlo). Por eso, me sorprendió cuando fui a cenar el lunes pasado a su casa y mi nieto me preguntó: "¿Y qué has aprendido hoy de nuevo, Aba?".
Y sí que le contesté. Ese día había aprendido, vía artículo periodístico de Jacinto Antón, que los héroes griegos murieron por lo general de mala manera. Como Jasón que, después de haber lidiado con una serpiente monstruosa y con los guerreros spartoi, nacidos de los dientes del dragón de Ares, murió cuando descansaba a la sombra de su barco varado y le cayó en la cabeza el mástil, que ya es muerte tonta.
El martes aprendí, vía mi amiga Conchi, que es una enciclopedia ambulante, que los franchipanes sembrados en la calle Viera y Clavijo de Santa Cruz (y que en mi familia llamábamos "flores de pan", quizás por analogía), se llaman así por Cesare Franchipani, un perfumista que creó para Luis XIII un perfume para sus guantes a base de almendras amargas, y por el pastel creado después en su honor. Si huelen las flores, percibirán un ligero olor a vainilla y almendras.
El miércoles aprendí, vía radio anticipándose a la decepción del día siguiente, que la probabilidad de me tocara el gordo en la lotería es de uno entre 100.000, que al 86% no le tocaría nada, el 9% recuperaría algo de los gastado (para perderlo en la lotería del Niño) y que sólo el 5% podía salir en la tele con el champán y lo de "tapar agujeros".
El jueves, que salí a cenar con los amigos, me nutrí de historias graciosas de gaditanos. Y también me enteré de que Rita Barberá no tenía 68 años como dicen los periódicos sino 3 años más, porque fue compañera de colegio de una de mis amigas y eso sienta cátedra. ¿Por qué lo habrá hecho? Es una verdad universalmente conocida que nadie puede disimular su edad ante una compañera de colegio.
El viernes aprendí, vía mi amigo Melchor, que de arte sabe mucho, que hay una estatua muy bonita, una alegoría de la Caridad con su corazón en la mano y todo, en la que nunca me había fijado, instalada desde 1897 en el frontón del antiguo Hospital Civil de Santa Cruz..
El sábado supe, vía mi nieto, cómo funciona los drones con cámara ¡Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad!
Y ayer domingo, día de navidad, mi consuegra, que es la reina de los fogones, nos instruyó, después de habernos deleitado, con la receta de un maravilloso caldillo de bogavante.
Así que, queridos nietos, sepan que es privilegio de los seres humanos el poder absorber continuamente información de lo que nos rodea, y más en estos tiempos en los que todo colabora para ello.
A ellos y a ustedes, mis queridos amigos, les deseo, este año que va a empezar el domingo próximo, que cada día atesoren lo aprendido porque el "no te acostarás sin saber una cosa más" es la verdad de la vida y no inventos de una abuela plasta. Feliz y productivo año.
Por mi parte llevo el chip aprendizaje conectado en onn siempre. Felices Fiestas.
ResponderEliminarYo de ti también he aprendido, Luisa. Ese chip es de doble circulación. Un abrazo y feliz año.
EliminarExcelente y verdadero lo de que nunca te acostarás sin saber algo nuevo; bueno, si pones empeño en ello, añado.
ResponderEliminarAprovechando tu entrada te dejo un artículo que creo te gustará, aunque me temo que lo conocerás, porque eres ávida en conocimientos.
GALEÓN
Manuel Vicent (España, 1936)
En la terraza de un bar de la playa están sentados un viejo y un niño. El mar acaba de purgarse con un temporal y ha dejado la arena cubierta de algas rojas muy amargas, pero las aguas ya se han calmado y el viejo le señala al niño un buque explorador fondeado en un punto del horizonte que está sacando del abismo un galeón de bucaneros que se hundió en tiempos muy remotos. Mira, le dice el viejo, aquel buque tiene un brazo articulado que ha bajado a mil metros de profundidad y ha introducido una cámara entre las cuadernas de la nave donde se ven cofres, vajillas, arcabuces y una sirena color de rosa esculpida en el bauprés. En un camarote aparece todavía la calavera del capitán coronada de lapas. El niño comienza a soñar con los ojos muy abiertos.
Todos nuestros juguetes se han roto, excepto los cuentos que nos contaron en la niñez y que de una forma u otra nos llevan siempre a la isla del tesoro. Gracias al sistema de detección por satélite existen no menos de 4000 barcos localizados en el fondo del mar -trirremes, carabelas, goletas, galeones- que naufragaron a lo largo de la historia. Lo que en el Mediterráneo eran dioses, en el Caribe y en los mares el Sur fueron piratas. Cada abismo contiene sus propios héroes sumergidos, como nuestra imaginación alberga los deseos más remotos. Existen empresas especializadas en sacar a la superficie estos barcos cargados de oro o de esculturas de mármol, lo mismo que la razón extrae las imágenes simbólicas que elabora el cerebro en la oscuridad de los sueños y las convierte en sensaciones a pleno sol.
El viejo le cuenta al niño un cuento de corsarios y en la imaginación del niño se sumerge la figura soñada de un barco fantasma gobernado por unos piratas berberiscos que llegaron a esta playa para raptar a cuantas mujeres hermosas encontraban. El viejo va aflorando desde el fondo de su memoria la historia de Simbad el Marino, la del Capitán Nemo, la de Lord Jim y otros cuentos, juguetes que le habían regalado en la infancia y nunca se le rompieron. Ahora los saca a la superficie, los deposita en la imaginación del niño y estos relatos se hunden en su cerebro hasta alcanzar el fondo de los sueños. Cuando el viejo muera y su cuerpo descienda al abismo como una nave derrotada, un día, al recordar los cuentos que le había contado, el niño lo salvará de las aguas como ese buque explorador está rescatando ahora un galeón de bucaneros que lleva en su vientre cofres repletos de monedas de oro, una sirena labrada en el bauprés y otros tesoros.
Pues eso, los abuelos y sus historias son la memoria que no cesa. Feliz año.
En eso está el quid de la cuestión, en el empeño, en ser conscientes de lo que tenemos ante los ojos y no dejar nunca de tenerlos abiertos.
EliminarNo conocía el texto de Manuel Vicent o por lo menos no lo recordaba. Vi que se publicó en El País en 2006 y probablemente lo leí en su momento. Es un autor que me gusta mucho. Me parece un texto bellísimo, con ese paralelismo entre el buque explorador y los recuerdos sumergidos y guardados hasta que venga alguien a rescatarlos. Tengo un consuegro que a cada rato baja al fondo del mar a encontrarse con esos galeones hundidos y a soñar historias. Sobre ellas y los cuentos leídos construimos nuestro yo.
Gracias por traerlo aquí. Acertaste en lo de que me gustaría. Y mucho.
Feliz año.
Feliz Navidad amiga Isa. Eso de la Navidad y su mensaje si que es super nuevo cada vez que uno lo acoge.
ResponderEliminarUn abrazo a toda la familia incluidos, clarísimo, los nietos que aprenden.
Tienes razón, Hermógenes, incluso en lo más trillado es posible encontrar la chispa de una novedad.
EliminarLo de los nietos que aprenden me tiene asombrada, sobre todo en los más pequeños. Dejo de verlos una semana y me encuentro con juegos, canciones y palabras nuevas ¡Qué sabia es la naturaleza!
Que tengas un feliz año, querido amigo, y que aprendas de las gentes y de las experiencias. Un abrazo grande.
¡Qué bueno, Isa, me encanta el tema! ¡Siempre hay que tener curiosidad para aprender cosas nuevas! De todo lo que nos rodea y de cualquier persona,siempre nos enseñan algo que no sabíamos! Un abrazo!
ResponderEliminarA veces, cuando nos reunimos con guitarras los amigos, surge la canción "Contigo aprendí" de Los Panchos ¿La recuerdas?:
EliminarContigo aprendí
que existen nuevas y mejores emociones.
Contigo aprendí
a conocer un mundo lleno de ilusiones.
Aprendí
que la semana tiene más de siete días,
a hacer mayores mis contadas alegrías
y a ser dichoso yo contigo lo aprendí.
Contigo aprendí
a ver la luz del otro lado de la luna .
Contigo aprendí
que tu presencia no la cambio por ninguna.
Descubrí
que puede un beso ser más dulce
y más profundo ,
que puedo irme mañana mismo de este mundo,
las cosas bellas ya contigo las viví.
Y contigo aprendí
que yo nací el día en que te conocí.
Siempre pienso con ella que nuestro entorno nos enseña mucho más que cómo funciona el mundo. También el lenguaje del amor o cómo somos nosotros o algo inusitado y distinto (que la semana tiene más de siete días o a ver la luz del otro lado de la luna...). Sólo hay que estar atentos.
Un besote.
Acabo de leer este último post del año y me gustó un rato. Cuánta verdad encierra. Malo para aquel que, cada día, no aprenda algo nuevo, por muy insignificante que sea...
ResponderEliminarAy, y de abuela plasta, nada. Ya se darán cuenta, cuando hayan superado el sarampión de la adolescencia.
Muchas veces lo que nos pasa es que no nos damos cuenta de lo que aprendemos. O que nos olvidamos si no prestamos la suficiente atención. Y me pega que en esa época en la que todos los mayores somos unos plastas, la atención está dispersa en miles de eventos más emocionantes que el colegio.
EliminarDe todas formas, no me quejo de mis nietos. Son niños curiosos, que es lo importante. Ayer mismo, la de 13 años le pidió al abuelo que le enseñara a tocar la guitarra y ya aprendió unos cuantos acordes. Se fue privada para su casa.
Isabel, yo he aprendido hoy de ti lo de toda una semana .
ResponderEliminar¡Exagerada! :-D Realmente todos aprendemos de todos porque lo que cuento me ha sido transmitido por periódicos, amigos, radio, artículos leídos, familia... Y, si siguiera enumerando, por personas con las que te vas tropezando en el camino, por carteles que ves y te informan, por las redes sociales (qué buena fuente de información son), por la experiencia personal... Todo colabora para que conozcamos el mundo y nos habituemos a él.
EliminarUn abrazo, Loly, y un feliz año pletórico de buenas noticias.
Cuánto aprendo yo contigo cada lunes, Isa.
ResponderEliminarYo estos días he aprendido que son mejores los pasteles de Navidad de Los Realejos que los de Soto, aunque éstos estén más a mano. He aprendido que los canes no huyen de la pirotecnia porque les asuste, sino porque les daña su sensible acústica. También he aprendido a hacer rápidamente un centro navideño, con luz de led para que nadie se queme cuando pase la salsera. Y, por último, he aprendido el truco de hacer a los aguacates rellenos una base para que no se muevan en la fuente, como barcas a la deriva.
Cada uno adquiere conocimientos a su nivel y el mío es mucho más simple que tu envidiable saber. Tú sigue haciendo con tu pluma que yo me nutra de tu extensa sabiduría y cada lunes tendré algo nuevo que archivar en mi memoria.
No hay saberes simples, Cande. Para los filósofos primeros, la mente y la mano servían para lo mismo, para conocer y dominar el mundo. Y es tan válido para ello el saber que ahora se está debatiendo si existe o no la materia oscura en el universo como la receta del caldillo de mi consuegra o tu truco para que los aguacates permanezcan firmes en su plato.
EliminarLo de mi extensa sabiduría vamos a dejarlo entre paréntesis ¡Pues anda que no me falta a mí saber cosas que me encantaría saber! Hasta Newton (que ese si era un sabio de tomo y lomo) dijo aquello de "No sé cómo me verá el mundo algún día, pero yo sólo me siento como un niño que juega en la playa del mar y que jugando, encuentra de vez en cuando un guijarro más liso o una concha más bonita de lo normal, mientras que el océano de la verdad yace desconocido ante mis ojos".
Un abrazo, Cande, y gracias por tu compañía todo este tiempo.
Qué importante es que tengamos los ojos y los oídos bien abiertos a lo que nos llega para aprender de todo y de todos. Gracias, enhorabuena y un abrazo.
ResponderEliminarEse es el espíritu, Úrsula, ser esponjas con piernas :-D Tú siempre lo has sido.
EliminarUn abrazo muy grande y toda mi gratitud por estar ahí. Feliz año.
Hola Jane. En mi caso, como me gusta oir-escuchar la radio, casi todos los días aprendo algo, a veces poco prosáico y otras veces interesante. Menos mal que todavía están los niños que son esponjas y aunque no lo reconozcan, todos los días aprenden. Te deseo que 2017 y los Reyes Magoe vengan cargados de Paz, Salud y Trabajo(hay tanta gente a la que le sería un regalo ideal). Un beso Jane. Juan.
ResponderEliminarHay qué ver, cuando se instaló la tele todo el mundo auguró la muerte de la radio ¡y lo que sigue acompañando! Yo oigo menos radio de lo que me apetecería pero, cuando lo hago, muchas veces estoy con la libretita en ristre apuntando ideas o cosas curiosas. Que siga siendo bienvenida.
EliminarFeliz año para ti también, Juan. Que venga lleno de cambios a mejor.
Un beso.
Como siempre enganchada a tus artículos.Feliz Navidad un abrazo
ResponderEliminarComo siempre también, feliz y agradecida por ese enganche.
EliminarFeliz Navidad, Mary.
Mira Isa, como siempre me ha encantado el artículo.
ResponderEliminarComo siempre me parece divertido, ingenioso y culto. Como la autora.
Ahora bien, que respondas a tu pobre nieto con esos aprendidos ... no es tolerable. Qué le podrá interesar al pobre la mayoría de esos elegantísimos aprendizajes tuyos. Bueno, vale lo del dron. Lo demás para mi estupendísimos aprendizajes pero para un nieto??, tu estás totalmente en otra galaxia.
Jajajaja, realmente lo único que le dije aquella noche en que me lo preguntó fue lo de la muerte de los héroes clásicos. Y eso sí le interesó. Sabrás que ellos tienen vídeos juegos de esos héroes y los libros de Percy Jackson, que también leen, incorporan toda esa mitología de Zeus, Hércules, Atenea y, por supuesto, Jasón y los Argonautas. Cuando tus nietitos crezcan un poco más, tú eres la que serás bienvenida a esta galaxia :-D
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