lunes, 24 de junio de 2019

¡Qué gusto hablar con humanos!




Allá por los años 70 durante una temporada me dio por leer ciencia-ficción y empecé por las obras de Asimov y por "2001: una odisea del espacio" de Arthur C. Clarke. Descubrí entonces, años antes de Luke Skywalker y de Han Solo, mundos imaginarios y galaxias muy, muy lejanas, a las que se podía viajar en un pispás y donde los robots convivían con los humanos y se permitían incluso en algunos casos pensar por su cuenta, como HAL 9000, la computadora del viaje espacial de "2001: una odisea del espacio", que, si la dejaran, se cargaba a todo dios.

Leía yo esas novelas, sin embargo, con el firme convencimiento de que nos hablaban de mundos imposibles que nunca se harían realidad ¿Hablar nosotros con las máquinas de tú a tú, vernos sustituidos por ellas, tratar de explicarles algo como amigos del alma? Ni de coña. El ser humano es, a pesar de su fragilidad, una caña pensante (que diría Pascal) y donde esté un buen cerebro que se quiten de delante todos los circuitos del mundo (me decía yo).

¡Qué ilusa! Hete aquí que, 40 años después, hemos llegado a ese mundo. En los últimos tiempos en los que he tenido que hacer bastantes diligencias por teléfono, he hablado casi más con las máquinas que con las personas. Y mira que a mi no me importaría pegarme una buena parrafiada con ellas, buena soy yo alegando y explicando. Pero son ellas las que no me dejan. Si les digo la verdad, nuestras conversaciones adolecen de camaradería y espontaneidad. Vean si no unos cuantos botones de muestra:

1) Ella: Diga brevemente el motivo de su llamada.
Yo: Pues verá, resulta que no me funciona el identificador de llamadas...
Ella (seca y antipática): Perdón, no la he entendido.
Yo (paciente y conciliadora): Es que, mire, antes tenía identificador de llamadas pero desde que me pusieron la fibra...
Ella (más antipática, si cabe): Perdón, esa opción no existe.
Yo: ¿Cómo no va a existir? Si es que...
PLOM (me cuelgan)

2) Ella: En unos instantes atenderemos su llamada.
Titirititití (musiquita)...
Ella: En unos instantes atenderemos su llamada.
Titirititití (musiquita)...
Ella: En unos instantes atenderemos su llamada.
Titirititití (musiquita)...
Y así hasta 300 veces. Me da tiempo hasta de pintarme las uñas. Al final, PLOM, cuelgo yo de pura desesperación.

3) Ella: Por favor, teclee el código asignado para esta operación.
Yo busco las gafas, busco el código asignado, que no estaba en la gaveta que pensaba, busco el teclado, voy poniendo los números despacio para no equivocarme y...
PLOM, se pasó el tiempo y me cuelgan.

4) Ella: Teclee del 1 al 10 su valoración del servicio prestado.
Yo (empática total): Mire, es que no me han prestado ningún servicio porque la cosa no está arreglada, pero tampoco quiero perjudicar a nadie...
Ella (impertérrita): Teclee del 1 al 10 su valoración del servicio prestado.
Yo: A la porra, un 5 y va que chuta.
En cuanto lo pongo, PLOM.

He llegado a la conclusión de que con ellas, nada de explicaciones ni conversaciones íntimas. Nuestro amor es imposible, a pesar de "Blade runner". A veces, hasta me da por pensar que detrás hay alguien volviéndonos locos y partiéndose de risa con nuestros improperios y maldiciones. Por eso, me encantó cuando hace poco , casi como un milagro, me salió ¡un humano! Era un chico sevillano al que le conté mis desgracias y, superamable, se puso a buscar mi expediente y le oigo decir: "No, aquí no es, a ver si por aquí...". Enseguida me dice: "Perdone, pero es que alguna vez hablo solo". "Huy -le contesto-, yo me paso el día hablando sola". Y él: "Pues entonces, como decía Antonio Machado, hablará con Dios". "Sí -digo yo- Machado dijo: Quien habla solo espera /hablar con Dios un día". Él: "¡Sí, eso mismo!"...

Ustedes no me digan que no hay diferencia ¡Qué gusto, pero qué gusto hablar con humanos!

30 comentarios:

  1. Súperdivertido! Gracias por compartir! Saludos��

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    1. Gracias a ti por leerlo. Seguro que más de una vez te has encontrado hablando con máquinas. ¡Quién nos lo iba a decir!

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  2. Una realidad de nuestro tiempo muy bien contada como siempre.

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    1. Gracias, Mariam. Tan de nuestro tiempo que hoy mismo he hablado con las máquinas dos veces. Una fue con la musiquita esa de las narices y otra, con la que te dice eso de "si quieres hablar con recepción, pulsa 1; si quieres hablar con secretaría, pulsa 2..." etc, etc. Te digo yo que, al final, no vamos a saber interactuar con las personas.

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  3. Como siempre Isabel lo has calcado. A mi marido seguro que le encanta tu texto. Se pasó todo el viaje buscando una mano en una ventanilla en las autopistas de viaje y alguien en lad gasolineras. Ahora en Francia te retienen 100 euros de tu tarjeta de crédito durante 24 horas antes de cobrarte la gasolina que pusiste. Si no los tienes pues te quedas sin ella. ¡Uff!

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    1. Con el rollo de ahorrar costes, ya en las gasolineras no hay quien te ponga la gasolina y hasta oyes una voz como de ultratumba que te desea buen viaje; en los aeropuertos tienes muchas veces que facturar tú mismo el equipaje en máquinas que te van indicando lo que hacer; hay sitios de comidas (un MacDonald encima de mi casa, por ejemplo) en que pides tu pedido a la máquina desde el coche y luego pasas a la ventanilla siguiente donde te lo sirven... Dentro de poco todas las peroratas que nos echábamos con camareros, azafatas, empleados, tenderos... se olvidarán y perderán como lágrimas en la lluvia. Me pongo melancólica cuando lo pienso. Como dices, ¡uff!

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  4. No sé ni cómo le diste un cinco. Si se convierten en Hal, da igual lo que les hayas dado en evaluación y al menos te habrías quedado a gusto. :D
    Un abrazo enorme, Jane.

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    1. Es que tampoco quería perjudicar a los que me atienden, que son unos mandados. En esa conversación (si es que se puede llamar así) yo quería decirles que una cosa es el servicio y otra la atención con la que los muchachos me trataron, que fue muy correcta. Pero nada, realmente no saben lo que es una evaluación. Tendrían que haber sido profes como yo...
      Otro abrazo para ti, Dorotea.

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  5. Qué bueno y cuanta verdad.

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    1. La verdad de la vida, Iris. Entre los rogativas que uno hace, tendría que estar la de ser atendidos por seres humanos en todas las diligencias que una tenga que hacer en la vida ¡Qué menos! Hay que recuperar el diálogo, el alegato, el comentario aunque sea sobre el tiempo que hace, la ocurrencia...

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    2. Nada...solo quieren ahorrarse un puesto y un sueldo,a mi me desespera también tener que hablar con una máquina.

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    3. Creo que esa es fundamentalmente la causa de que cada vez más nos sustituyan a las personas por voces mecánicas en las que no late ni una pizca de emoción. Tal vez si todos a una (como Fuenteovejuna) nos negáramos a ese diálogo, a veces absurdo, consiguiéramos algo.

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  6. Ignacio Luján García San25 de junio de 2019, 21:58

    Me pone de los pelos (se dice asi?)
    Oñoooo !!! Que quiero hablar con una personaaaaaa!!!
    PLOM

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    1. La opción estaría entre "Me pone de los nervios" y (si quieres introducir el tema "pelos") "Me pone los pelos de punta". Pero creo que de todas formas se te entiende bien :-D
      Más de una vez he tenido esa reacción, Ignacio. Y más de una vez le he dicho eso mismo a la máquina y he esperado hasta que me atendiera una persona. Y también más de una vez, PLOM.

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  7. Charo Borges Velázquez25 de junio de 2019, 22:00

    Mejor hablar con humanos que con máquinas. Aunque, digo yo, que también dependerá de qué humano.
    Alguno hay que yo cambiaría, encantada, por un artilugio parlante..

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    1. Pues tienes toda la razón porque también tengo que hablar con los de Orange y Jazztel que me llaman cuando estoy comiendo, cuando estoy tumbada tan ricamente leyendo, cuando no tengo ganas de estar explicando por qué no me paso a sus compañías (fundamentalmente por pesados), y no puedo colgarles (soy educada), cosa que con las máquinas sí puedo hacer. Alguna ventaja tiene tenerlas de interlocutoras.

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  8. Ana Nelly González25 de junio de 2019, 22:02

    Ay Isabel, querida Isabel.
    Te aseguro que contestar a tu escrito de los lunes era lo último que pensaba hacer hoy y a esta hora. Pero me he sentido tan identificada leyéndolo (tú, lo salpicas con tu acostumbrada gracia) que no puedo quedarme calladita. Te diré que cada vez que tengo que hablar con la compañía telefónica y me salen esas voces metálicas ordenándome que marque numeritos o que resuma el motivo de mi llamada, vuelvo a llamar e insisto hasta que me sale un "humano" para soltarle mi perorata de que quiero hablar con personas. "Yo sé que usted no tiene la culpa, pero, por favor, dígale a su jefe que no me gusta ni quiero hablar con maquinitas... Además daría trabajo a muchas personas que lo pueden hacer muy bien y que no nos ponen de los nervios", les digo. Luego, la mayoría de las veces me arrepiento al pensar que mi alegato es inútil y me acuerdo de lo que me decía mi madre muchas veces: "¡Muchacha, tú te piensas que vas a arreglar el mundo. Si no lo pudo arreglar ni Juan XXIII, con lo bueno que era!"
    Acerca de las máquinas y la docencia, gracias a la cual nos conocimos, tengo una anécdota que me apetece contarte. Allá va. Antes de sacar las oposiciones, trabajé unos cuantos años en la privada en un colegio situado en La Rambla de Santa Cruz muy cerquita del Parque García Sanabria. Un día a un compañero se le ocurrió la feliz idea de llevar al parque toda la mañana a un grupo de octavo de EGB que, después de almorzar en sus casas, debían volver al colegio sobre las 15:30 horas para recibir mi clase de mates. No resulta difícil imaginar las ganas que tenían los chicos de ponerse a enredar con números... Profe, que estamos muy cansados y hace mucho calor; que no pasa nada si un día nos ponemos a jugar; que nos podemos poner a hacer las tareas de mañana tranquilitos y callados y no te vamos a molestar... Con mucha razón se negaban en rotundo a poner el cuaderno sobre el pupitre.
    La verdad es que no recuerdo como los convencí de que mi obligación era darles la correspondiente clase. El caso es que se las di y ellos se comportaron estupendamente, me escucharon y participaron. Al final, al salir del aula se me acercó un alumno. Recuerdo su cara perfectamente, pecoso y casi pelirrojo; también recuerdo su talante, calladito y tímido, de los que quieren pasar desapercibidos; en este caso también recuerdo su nombre, todos lo llamábamos por su apellido, Darmanin, que es poco frecuente. Pues con Darmanin mantuve el siguiente diálogo que no he olvidado nunca.
    - ¿Sabe una cosa, profesora?
    - Pues, no sé a qué cosa te referirás.
    - ¿Sabe cuál es la única profesión que nunca podrá hacer un robot?
    Me dejó bastante desconcertada y después de pensar un poco, respondí
    - La verdad, no se me ocurre.
    - Pue, la única profesión que jamás podrá hacer un robot es la de profesor. Para dar clase a un grupo como nosotros hoy, hace falta mucha inteligencia y mucha autoridad, y eso nunca lo va a tener un robot.
    Me dejó "patatusada"... Jamás se me hubiera ocurrido que un niño como él pudiera hacer esa reflexión.
    No me gustaría, Isabel, que pensaras que me estoy echando flores. Se las echo a él, del que nunca más he sabido nada. ¡Cómo me gustaría encontrármelo para decirle cuánto me hicieron pensar sus palabras!
    Todo esto ha salido hoy sin pensarlo cuando leí tu ¡Qué gusto hablar con humanos!... Como me decía una amiga de ese colegio, que ya no está, cuando le parecía que hablaba mucho:"Peddón por el dollo, domana".

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    1. ¡Qué buena tu anécdota, Ana Nelly, y qué alegría me ha dado tu comentario, que me recuerda a muchos de los alegatos que hemos tenido a lo largo de los años en nuestro querido Instituto! El tal Darmanin tenía más razón que un santo. Para ser profesor se necesitan esas cualidades y también creatividad para poder hacer bella una clase de matemáticas a las 3,30 de la tarde en un día caluroso a niños de 14 años. Me consta que tú las tienes. Y que jamás un robot las podrá tener.
      Hace poco leí en un texto de Julio Llamazares ("Solsticio" se llama) una frase que conecta con todo esto: "Enganchados a móviles y a ordenadores necesitamos a la vez sentir que estos no lo solucionan todo y que hay algo que se les escapa, algo que nos pertenece y que ya estaba dentro de nuestros espíritus antes de que aparecieran ellos". Me consuela pensar, Ana Nelly, que el ser humano siempre será irreductible a la máquina y conservará su chispa vital.
      Muchísimas gracias por todo y ya sabes que me encantan tus "dollos". Un beso grande.

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  9. Isa, me encantó el post, a mi me pasó lo mismo .Cuando llegaba mi hijo de trabajar le decia que llamara él, que yo no entendía esa máquina.

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    1. Ay, Luchi, ¿qué sería de nosotros sin los hijos, esos sabios que, desde que tenían 10 años ya entendían de ordenadores, de claves, de enlaces y qué sé yo qué más? Pendiente estoy ahora de que me expliquen qué hago para pedir recetarios a mi compañía médica, que antes era muy fácil y ahora han decidido complicarlo, no nos fuéramos a acostumbrar a lo bueno. Les encanta llamarnos analfabetos digitales :-D

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  10. Me encanta y suscribo hasta la última coma.

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    1. Gracias, Sara. Estoy pensando formar la Liga Humana Antirobots (LHA). :-D Y es que me da que somos muchos los que pensamos igual ¡Por una conversación entre iguales, coherente, inteligente y creativa!

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    2. Isabel, pues si creas esa liga cuenta conmigo desde ya!! Por una conversación a la antigua usanza, cara a cara, viendo gestos y oyendo voces...

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    3. Ay, sí, Sara, aquellas parrafadas de mis veranos juveniles cuando la gente sacaba las sillas a la puerta y pegaba a hablar a la luz de las estrellas, las reuniones de amigos en los que no paramos, una buena conversación con tu pareja o tus hijos... No hay nada como eso.
      Haremos la Liga tarde o temprano :-D

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    4. pues ya te digo, cuenta con la menda, porque como bien dices no hay nada como eso... hoy he publicado una foto que dice: “no hay nada más erótico que una buena conversación” y lo creo a pies juntillas.

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    5. Podría ser perfectamente el lema que elijamos.
      Yo también lo creo.

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  11. Clara Delgado Martín27 de junio de 2019, 20:13

    Si, realmente deprimente, una vez llame a telefónica y tuve que repetir mi problema un montón de veces, me tenían desquiciada y al final les solicite un servicio de atención psicológica porque volvían loco a cualquiera, increíble, tienes toda la razón y como siempre un placer leerte, amiga

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    1. ¿Y cuándo te hacen repetir el nº del DNI tropecientas veces? Eso me pasó ahora en mis conversaciones con Endesa para que me pusieran la luz en la casa de los abuelos que estamos arreglando. En una de las veces fueron ¡5 veces! las que dije el DNI. No sabía si reírme o llorar.
      No está mal tu idea de poner un servicio de atención psicológica.
      Gracias y un besote, Clari.

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  12. Pues,todo eso de las maquinistas en algunos momentos como el que acabo de vivir
    Donde la señorita de información te trata fatal echo de menos una maquinista.

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    1. Esa es otra, Esther, lo preparados que tienen que estar todos los que atienden al público para saber lo que son buenos modales, paciencia y educación. Mucho hay que aprender todavía.

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