lunes, 1 de octubre de 2012

Sostiene Gomeira II: el caso de la dueña del guachinche





Mi amiga Gomeira me sigue llamando a veces desde Valle Gran Rey, cuando tiene cobertura, que esa es otra historia. Sostiene Gomeira que lo que pasa allí no lo ha visto ella en ningún otro sitio del mundo. Que sí, que ahora que se han apagado los ecos del incendio (aunque no el susto ni el olor a lo inesperado, a que la vida puede dar un vuelco en cualquier momento), el pueblo amanece relajado, el agua de La Puntilla tiene una temperatura inusualmente templada y, desde la playa, todos saben que, cuando Yaya saca un cartel a la puerta de su bar, es que hay camarones,  que, sostiene, están riquísimos con una cervecita allí al lado del mar.

Pero también sostiene que, al lado de esto, se dan casos raros entre el personal dedicado a la hostelería y a atender al mogollón de turismo que viene a solazarse a esta isla que le dicen colombina por aquello de que sus aguas fueron las últimas que Colón bebió antes de embarcarse a otros mundos. Sostiene Gomeira que hay dos clases de guachincheros: los amables, que te sonríen y te ofrecen con lujo de detalles el menú del día, dándote hasta la receta del potaje de berros, la carne de cabra o la leche asada; y los que miran a los que se acercan a comer como si fueran unos muertos de hambre, que a lo único que van es a hacerles trabajar.

Cuenta Gomeira que suelen ir a tomarse unos vinos a un guachinche cerca de Chipude y que la dueña, una mujer estirada y más seca que un esparto, es de los segundos. Y  con la particularidad de que sólo les da vino. Así, a palo seco “Pero –le digo- ¿no tiene nada, ni un trozo de queso, ni unos manisitos…?” “Bueno, sí, nos pone una cabrilla, que es una taza con gofio y azúcar, que al final nos sabe a polvorón desgorrifiado. Y con una sola cuchara para todos, que no veas los trabajos para no lamerla…””¿Y por qué sigues yendo” “Porque el vino está de muerte”, sostiene.   

Como quiera que cada vez que iban, de tanto vino y poco gofio con azúcar, salían bastante ajumados y casi a cuatro patas, sostiene Gomeira que determinó llevarse ella el piscolabis la próxima vez. Y, en efecto, cuando volvió, llevaba en un cesto, a lo Caperucita, un buen plato de jamón ibérico que sacó en cuanto la dueña les sirvió el vino. Pero hete aquí, me cuenta, que ante la visión del jamón, le cambió el talante a la dueña y acercándose a ellos, terminó comiéndose ella más de la mitad del plato.

Sostiene Gomeira que ella no conoce otro sitio  donde sean los clientes quienes ofrezcan las viandas al hospedero. Y que ya está pensando en llevar unas buenas garbanzas, de esas que a ella le salen tan bien, no sea que encima la vayan a criticar en todo el pueblo por agarrada.

Que todo puede suceder, según sostiene Gomeira

14 comentarios:

  1. Al camarero reseco que odia claramente a todos sus clientes por hacerle trabajar (o porque sí, no sé), y que les hace recoger la mesa, le conozco de sobra, pero lo del gorrón, francamente es lo último.

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  2. Lo he dicho siempre, estimada Jane. ¡Al cliente, que lo parta un rayo!. Aquí hay material pa´rato. Es frecuente por estos lados hacerle a la persona que te atiende algún reclamo y la respuesta que obtienes es invariable: yo no soy el dueño. A ellos les respondo: ya lo sé, pedazo de alcornoque...!, sólo quiero que se lo trasmitas al Gerente para que las cosas mejoren. Y, no hablemos de la costumbre del bendito bote o cochinito que aparece por estos días previos a la Navidad. Uno como cliente, cuando mucho recibe un almanaque, que tal?. ¿Hablamos de las experiencias con los chicos embaladores del Supermercado?. Te ponen las cosas de tal manera que cuando llegas a tu casa, al menos te ahorraron el trabajo de licuar los tomate para al salsa. Siempre les advierto que doy buenas propinas si me atienden como yo quiero. ¿Seguimos?. Bueno, está el restaurant de nombre rimbombante, porciones pequeñas y altos precios, donde lo peor está en el servicio. Escoges el menú y entre la entrada y el plato principal, tienes oportunidad de leer las Noticias Económicas, un poema de Lorca o realizar un sesudo análisis sobre las Elecciones del próximo domingo y concluír que de verdad, hay un camino. Ojalá y así sea. a cuidarse, pues.

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  3. Loque, de todo hay en la viña del Señor. Yo me acuerdo de Pepita, la dueña de una tasca que ya no existe, que se sentaba con nosotros, picoteaba de lo que teníamos y, de paso, nos contaba su vida y costumbres. Y otra (esa todavía está) se destapaba los esparadrapos para enseñarnos en carne viva la cortada que se había hecho por la mañana. En fin...

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  4. Agroteide, roguemos para que ahora con esto de que hay pocos puestos de trabajo, los que lo tienen ejerzan de buenos profesionales, sean dueños o no del negocio. Para ellos hacen. Una vez en un guachinche le echaron a una amiga por encima medio plato de conejo con salsa. La dueña vino corriendo con un paño a limpiar... la mesa (que, además, no era precisamente de caoba sino de una formica plasticosa). Lo que tú dices, en algunos sitios el cliente es lo último, hasta por detrás del mobiliario.
    Y suerte el domingo. Que vengan tiempos mejores.

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  5. Ellos son así. Hace unos años , muy temprano, después de un largo paseo por la playa fuimos a tomarnos un café a un bar que abría sus puertas .Sin embargo el dueño al vernos entrar nos increpó de malos modos diciéndonos que era muy temprano y que allí no se servía nada. Decidimos sentarnos en un escalón al lado de la carretera para tomar aliento y seguir nuestro paseo cuando.... cuál sería nuestra sorpresa que a los pocos minutos , sale el propietario con una bandeja y un café recién hecho, ofreciéndolo con una sonrisa que por un momento nos hizo dudar de sus intenciones . Pero lo mas extraño fue que al momento de pagar nos dijo que estábamos invitados y que nos deseaba un buen día. Nos fuimos comentando la curiosa situación y pensamos que estas cosas no pasan sino aquí (La Gomera).
    Un abrazo, Jane

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  6. Cristina, probablemente pensó que qué burro era, que esta gente ya no va a venir por aquí en lo que queda del siglo y que para qué había puesto él un negocio. Se arrepintió a tiempo para tener un detalle. Y me hizo gracia lo de dudar de sus intenciones, tú pensando si estaría envenenado o no.
    Pero es verdad que hay muchas personas, que trabajan cara al público y que son malencaradas y antipáticas. Más les valdría dedicarse a pegar sellos, por poner un trabajo donde no tienen que sonreír.
    Un abrazo.

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  7. Le oí comentar una vez a un camarero de por aquí, que en su gremio había mucho advenedizo que dejaba fatal a los demás. Todos tenemos alguna historia que contar, al respecto.
    La que sí que tiene muchas para hacerlo, es tu amiga, Jane. Como me he reído con ésta y, en especial, con el pasaje de la cabrilla y la cara dura de la dueña que se les comió el jamón.
    Ya quisieran muchos blogueros contar con cronistas, en las islas, de la talla de Gomeira. Sostengo que Gomeira es una corresponsal de "primeira". Enhorabuena para ti y para ella.

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  8. Estoy de acuerdo contigo, Fieladicta. Mi amiga Gomeira me cuenta y no acaba, y es una cronista de "primeira" (cuando se lo diga, se va a reír). Es lo que tiene conocer un sitio bien, que sabes de dónde cojea cada uno.
    Y es verdad que hay muy buenos profesionales dentro del ramo de la hostelería, como ella también señala. Pero que hay otros que hay que darles de comer aparte, nunca mejor dicho. Y sería bueno que la cosa cambiara y fuera como en muchos sitios (Estambul, por ejemplo) en los que el trato es exquisito.
    Un abrazo.

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  9. A cambio de un buen vaso de vino, si hay que llevar el caldero de las garbanzas se lleva, no faltaría más. ¡¡¡¿pá cuando ese tenderete?!!! mira que tengo más de cuarenta ladrones dispuestos a comer y...

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  10. Di que sí,Guillermo. Algo tiene que tener ese vinito para no hacer caso a caras agrias, a taberneras con morro, a cucharas lambusiadas o al gofio con azúcar (comida que, por cierto, era lo que me daba mi madre de chica para que jugáramos a las casitas o a la ventita).
    Y lo malo fue, me cuenta Gomeira, que con el incendio se le quemaron a la guachinchera las barricas de vino que le quedaban. Más se perdió en Cuba, pero qué pena...

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  11. Hay de todo. Hace unos cuantos años, a un guachinche de Tegueste, o más bien a un restaurante de Tegueste (por lo que cobraba), fuimos un amigo y yo a largarnos medio litro de vino y algo más. Pedimos media ración de conejo troceado frito y nos lo sirvieron crudo. Llamé al hombre que lo puso sobre la mesa y le dije que lo pasara de nuevo por el sartén. Me contestó que aquello estaba en su punto. Me levanté para indicarle al dueño que viniera a la mesa, se acercó y le enseñé el conejo sangrante, contestando que el conejo estaba bueno. Apuramos el medio litro, el conejo se quedó en la bandeja, pagamos y nos fuimos. Consecuencia: En ese restaurante no he puesto el pie nunca más, y eso que ha cambiado de dueño dos o tres veces. Qué culpa tendrán. El caso que por allí no aparezco ni amarrado.
    Lo contrario. En Bajamar, en un restaurante "de toda la vida", fuimos unos cuantos a comer sus célebres anchoas con una rodaja de pan y después una cazuela de pescado. Era una comida de trabajo. El dueño (que ya está jubilado y ahora lo trabaja un hijo) nos conocía, por lo que, abusando de su confianza, se sentó en los postres con nosotros sin quitarse el delantal sucio. Depositó su trasero en una esquina sobre la mesa, cruzó los brazos y se puso a charlar y a contar anécdotas, que como buen andaluz, la mitad eran faroles. Nos no dejaba hablar, por lo que tuvimos que pagar la cuenta e ir a los bancos que están en las piscinas públicas para cerrar lo que estábamos tratando en la mesa. Pepe nunca supo porqué no nos quedamos a tomar los chupitos y nos fuimos tan pronto. Algunos seguimos yendo de vez en cuando.
    Nojuegueschico.com

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  12. Enrique, sigues yendo al de Bajamar (igual que Gomeira va al del gofio con azúcar por el vino) porque en ese restaurante se come muy bien: que si los montaditos de anchoa, que si los fritos, que si el pulpito... Cuando se cuida la cocina (o el vino) se les perdonan otras majaderías. Aunque lo ideal sería buena cocina, buen vino, buenos precios y buen trato, con cordialidad empresarial, que decía Manolito, el de Mafalda.

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  13. La señora del guachinche que no pone nada para comer con el vino, me recuerda a una tía que siempre llegaba a la hora de almorzar, y claro, mi madre por vergüenza la invitaba.
    También me recuerda a nuestros políticos( a casi todos) que los invitamos y se quedaron para siempre. Ahora están enfadados con el Juez Pedraz porque los ha llamado clase decadente, como si no fuera lo que pensamos la inmensa mayoría de los españoles. A lo mejor, lo echan de la carrera judicial como hicieron con Garzón porque era molesto a los de siempre.
    Chapeau por el Juez Pedraz. Soy uno de los españoles que no fuí a manifestarme a Madrid, pero no acepto las felicitaciones de nuestro ínclito señor presidente D. Mariano. Un beso Jane. Juan.

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  14. Sí, Juan, todos hemos conocido a gente con un morro que se lo pisa. El presidente del gobierno no aprendió mucha lógica en el Bachillerato. Si no, hubiera sabido que estaba haciendo una falacia, un argumento falso. No por faltar a la manifestación, se está de acuerdo con el gobierno, igual que no todos los que no van a misa, son ateos. O igual sí lo sabía, pero lo dijo a ver si colaba.
    Un beso.

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