lunes, 29 de marzo de 2021

¿Tú eres más de playa o más de charcos?



Eso es lo que le pregunté a mi amiga María Victoria, cuando íbamos haciendo la caminata de una hora a la orilla del mar de Bajamar.Y no se crean que es una pregunta rara porque aquí, en la isla, hay de todo.

Bueno, miento. Aquí no hay playas doradas con cocoteros, como las que salen en los anuncios de viajes. En una novela de Mary Stewart, "No toquen el gato", las menciona en un sueño: Había una playa, una larga, larguísima extensión de arena dorada que se perdía en la distancia, más allá de donde alcanzaba la vista. Ciento cincuenta kilómetros... En los médanos de clara arena unos altísimos juncos se mecían debido al viento. El mar bañaba incesantemente la orilla desde el oeste. Un cielo amplio y límpido, la arena caliente y la brisa saturada con la sal del mar. Solitaria, preciosa, tranquila, segura.".

No, nuestras playas -menos las artificiales- suelen ser de arena negra. Pero no son feas como las describe David Lodge en "Terapia":  Por más playa que se llame, allí no hay ninguna, o por lo menos no lo que yo considero una playa. Solo hay una estrecha franja de barro negro. Todas las playas de Tenerife son negras, parecen negativos fotográficos. La isla, esencialmente, es un enorme montón de carbón, y las playas son de carbón en polvo. Porque es volcánica. Y sí, es verdad que es volcánica y que la arena negra es el fruto del sedimento de la lava triturado por el vaivén del mar. Pero, contra Lodge, a mí me gustan, mucho más que las de arena rubia, estas playas nuestras de arena negra, limpia y fina. 

De todas formas, yo, igual que María Victoria, somos más de charcos, la verdad. ¿Por qué? Porque es un agua limpia sin rastros de arena, charcos transparentes en los que las algas purifican el agua que sabe a mar. En ellos, a pesar de su nombre, el mar no está "encharcado" sino que entra y sale en las bravas pleamares renovando continuamente el agua. Donde esté este masaje natural, que se quiten todos los jacuzzis del mundo.

Así que sí, somos más de charcos. Y con charcos nos referimos a todos los innumerables que pueblan nuestro litoral: a los charcos propiamente dichos, a las piscinas naturales con el fondo marino donde hay hasta peces, a las calas, caletas y caletones, a cualquier rincón de la costa en el que el mar se amansa y permite darse uno de los baños más placenteros del mundo. Y de eso, en mi tierra hay muchos.

Sin ir más lejos, en la caminata casi diaria nos vamos encontrando con algunos. Antes del Club Náutico, el Charco La Laja, lugar de excursiones en mis tiempos mozos y que también es llamado Charco de los pobres, comparándolo con la piscina natural del Club, que es el "de los ricos"; el Charco de Mariane, llamado así por una extranjera que solía bañarse allí; el Charco de los perros (donde se bañaban estos); el Charco la Médica (deformado a veces como Las Américas), seguramente también por Mariane que tenía esa profesión; el Charco La Ola; el Charco las Monjas y el Charco Redondo, al lado de las piscinas naturales, donde más de una vez en mi infancia me llené la planta del pie de púas de erizo.

Las caminatas dan para hablar de charcos y recuerdos. Y también para ir encontrando hallazgos: un aloe vera florecido en la orilla, los surfistas a lo lejos en El Arenal, troncos-bancos con la inscripción: "El paraíso empieza aquí", El Chupadero con su chorro de agua hacia lo alto... Y el último descubrimiento de todos: ese bañista al lado de la piscina natural, que les pongo en la imagen inicial. ¿Se acuerdan de aquella canción que decía: Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas buenas que tiene la vida...? No se me ocurre mejor forma de disfrute que la de este señor, escarranchado con los ojos cerrados un martes de marzo, tumbado como un lagarto jareándose al sol, junto al agua azul del charco-piscina de Bajamar, en el que seguramente acaba de bañarse. Temperatura del agua: 18º. Lo que les digo: donde esté un buen charco...


El charco Mariane y El Chupadero


25 comentarios:

  1. Para saber más de los charcos y la costa de Bajamar hay un libro excelente de mi amiga Lali Gil: GIL RODRÍGUEZ, M. C. y MORO ABAD, L. "Toponimia popular costera desde Bajamar hasta Punta del Hidalgo", editado por el Ayuntamiento de La Laguna.
    También consulté el libro de Carlos García, Carmen González y Carmen Toral, "Bajamar. Un pueblecito norteño", editado por el Centro de la Cultura Popular Canaria.

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  2. Lali Gil Rodríguez29 de marzo de 2021, 12:41

    Buenos días, magnifico relato y excelente toponímia de charcos. Yo, al igual que ustedes, soy mas de un buen baño en caletón, charcos o cualquier zona de mar abierto, aunque, con los años, ya no brinco tanto entre rocas, je je je. Ahora, a nadar en piscinas naturales donde el agua se renueva con frecuencia, las playas con cocoteros, de arenas doradas y temperaturas del agua que superan los 30ºC no son mis aliadas. A ver si ésta semana el tiempo nos deja y compartimos unas brazadas en aguas de la costa norte, por ahora, fresquitas (19ºC) pero gratificantes. Un abrazo y hasta pronto.

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    1. Es verdad, ya no me acordaba de la temperatura del agua. Como bañarse en caldo, qué horror. Aquí, agua limpia y fresquita del norte. María Victoria y yo nos hemos propuesto que, después de Semana Santa, como premio tras la caminata nos vamos a animar a bañarnos en Bajamar. Ya te diré si me quedo congelada o hablo de bañito vigorizante. Tu ejemplo nos alienta.
      Otro abrazo grande para ti y mil gracias.

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  3. La familia de mi compañera.., lagunera de siempre, tenían "bautizados" todos los charcos, "prises", y bañaderos de la Punta Hidalgo...

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    1. Es que hay historias muy curiosas, Tito, sabiendo los nombres de algunos charcos, puntas y bajíos. En el libro de Lali Gil, por ejemplo, de sitios en La Punta hablan del Charco de las Señoritas, porque allí en el siglo XIX se bañaban las mujeres (casi de madrugada, eso sí) al amparo de miradas lascivas. O el Charco de los Dimbres o de los Chochos, en el que remojaban en agua salada los chochos en "jases de mimbre". O el Charco de los Patos, porque la gente de las montañas bajaban a la costa por lo menos una vez al año con sus aves de cría enjauladas a bañarlas ahí porque creían que el agua salada les alargaba la vida.

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    2. Parece que también existía un "Charco de los curas"... Saludos Isabel... P.D. Mi "esposa" es nieta de Don Cirilo Hernández, de San Benito, el de las guaguas cirilas...

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    3. En el libro de topónimos de Lali Gil no está. Sí hay un Charco El Obispo pero de curas, nada. El Charco Las Monjas de Bajamar se llamó así porque lo disfrutaban los niños de la Casa Cuna que iban a bañarse allí llevados por las monjas.
      Y de guaguas hablaremos otro día. Recuerdo perfectamente las cirilas...

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  4. De lo que cuadre! ��

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    1. Tú sí que sabes. Adaptarse y disfrutar de cualquier sitio es buena filosofía de vida. A seguir gozando.

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    2. Muchos saludos y gracias por compartir historias entrañables.

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    3. Muchas gracias a ti por estar ahí y hablar juntas de ellas, la vida misma. Un beso.

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  5. Charo Borges Velázquez29 de marzo de 2021, 16:27

    Buen dilema, este de los charcos y las playas... difícil me lo pone Jane, esta semana.
    En mis años mozos, las piscinas naturales y el Charco Redondo eran mis preferidos. Pero, con el paso de los años, la playa me ofrece más seguridad, sobre todo, para entrar y salir de ellas, cosa que en un charco sin escaleras seguras y barandillas ídem, ya me es imposible.
    Conclusión: a cada edad, lo que le corresponde. Por lo menos, en mi caso...

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    1. Tienes razón. Ya Lali, más arriba, dice que con la edad ya no está para brincar entre rocas. Yo tampoco. Así que elijo siempre charcos o piscinas naturales en los que pueda entrar cómodamente. Por ejemplo, en Playa de la Arena me gusta mojarme más en el mar, en un recodo debajo de casa que nosotros llamamos "el charquito" y que es una gozada, tiene escalones naturales y una barra para agarrarte al entrar y al salir. Lo mismo con los charquitos que han arreglado en Alcalá, por debajo del Princesa Isora. Y están las piscinas naturales, claro.
      Y no te fies mucho de las playas. En Playa la Arena también a una de mis amigas le cayó en los pies, cuando ella iba a entrar, un ruso arrastrado por las olas que casi la tumba :-D

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  6. mi amigo y arquitecto Beto luengo Barreto acaba de publicar un libro, de casi mil páginas, donde están recogidos, descritos y fotografiados todos los charcos de Canarias
    Si alguien tiene interés en leer el libro ,que se publicitará en breve, le puedo decir donde lo pueden adquirir

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    1. Pues sería interesante, Alfa, que ya que hablamos de los charcos, también pusieras aquí el título de ese nuevo libro y dónde se puede adquirir, para los interesados.
      Gracias.

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  7. Soy de todo si hay sitio para nadar . En las playas se puede nadar sin tener que dar la vuelta cada cierto tiempo .Y me encantan los charcos porque se puede nadar y bucear.Los del norte tienen una riqueza espectacular en algas ,peces...

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    1. A mí sobre todo me gustan porque puedo nadar sin tener que estar pendiente de las olas, que me imponen respeto. Y sobre todo, por eso que dices, me encantan los del norte.

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  8. Buenas noches. Que bueno es tener playas y charcos para elegir, tu escrito me llevó a la infancia, yo iba al Balneario en Santa Cruz, que buenos recuerdos me traen tus magníficos relatos. Besos

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    1. Yo también fui al Balneario y me gustaba la playa de callaos pequeños que tenía. También íbamos muchas veces nadando de allí a la playita de al lado que tenía un muellito para tirarse. Yo siempre buscando bañarme en el mar sin arena... Y tienes razón, lo bueno es poder elegir.
      Un beso, Milagros, y gracias.

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  9. Mientras se camina da tiempo de hablar de charcos, mareas, anécdotas, etc.
    Nos hemos comprometido a llevar la ropa de baño un día de estos. A ver si cumplimos!

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    1. Ay, sí, María Victoria, alegando hacemos la tarea en un pispás. Y nos da tiempo de hasta arreglar el mundo. :-D
      Vamos a ver si el tiempo continúa bueno y me animo a dar el gran paso. Por lo pronto llevo el bañador. Si lo uso o no es otro tema.

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  10. Claudio del Pino Torres30 de marzo de 2021, 22:11

    En mis años mozos, el charco redondo, en las bajadas de mareas en Bajamar, preferible que la piscina natural, en esos momentos.

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    1. Sí, era una delicia (aparte de los erizos). El agua limpia, la marea entrando y haciéndola todavía más limpia, las piedras transparentándose en el fondo y ese olor a algas de Bajamar... Me encantaba y me di allí muchos baños placenteros.

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