lunes, 8 de marzo de 2021

Nostalgia de viajes


Una de las cosas que nos ha traído la pandemia es la nostalgia de viajar. Mi amiga María me lo decía la otra mañana mientras nos tomábamos el cafecito al lado del mar: lo que más echa de menos es hacer la maleta y tirar para cualquier sitio lejano y tentador. "Es un poco claustrofóbico no poderse mover de la isla", comentaba medio enfurruñada. Y tiene razón, ya llevamos un año sin salir y lo que te rondaré, morena. 

Algunos de mis amigos suplen la nostalgia del viajar con alguna escapada al sur o al Teide. Pero no es lo mismo, porque, como dice Clara Janés en un reportaje que leí hace poco, el viaje que más nos tienta es el que nos lleva a un lugar desconocido. Un lugar en que abrimos los sentidos para absorber en la mente aquel edificio modernista tan precioso, ese rincón tan distinto a otros, el habla de las gentes, los olores de un mercado... Pero ¿por qué no hacer lo mismo con los lugares conocidos? ¿Por qué no mirarlos con ojos nuevos?

Hace un par de semanas di un paseo sobre las 9 de la mañana por la Rambla de Santa Cruz que más conocida, imposible. Estaba preciosa, con los parterres repletos de pensamientos y con las estatuas -"El guerrero de Goslar" de Moore y "Ejecutores y ejecutados" de Corberó- haciendo su guardia permanente y fría y viendo pasar el mundo. Era una mañana clara con algunas nubes dispersas y aire limpio después de las lluvias anteriores. Había personas solas andando deprisa camino del trabajo, parejas en chándal caminando a toda máquina, hombres y mujeres paseando con calma a sus perros, madres con niños pequeños haciendo una parada con otras madres, adolescentes hacia sus clases y muchos jovencitos ya tecleando en sus móviles.

Y yo me vi de repente hilando recuerdos. Aquí estuvieron los Escolapios donde mi hermano y mi primo empezaron el cole; aquí en la Estatua (ya hablé de ella una vez) quedábamos con las pandillas y nos parábamos a hablar después de las clases en el Instituto en los años de la adolescencia; en esa casa vivía María Imelda, mi profesora de piano, que aguantó con paciencia y resignación horas y horas el sí sí sí do re do sí la sol la sol do fa de mis tecleados; enfrente vivía mi profesor de Física y Química, Don Aniceto, que luego fue colega mío; y al lado estaba el King Club en el que íbamos a bailar de novios y que tenía una pista con cambio de luces que no habíamos visto hasta ese momento. En aquella esquina estuvo la Librería Rodin, una de mis preferidas, y en la otra la Churrería la Madrileña ¡Cuántos chocolates con churros tomamos allí en las tardes frías! Durante un tiempo la Rambla fue el "tontódromo" donde paseábamos después del cine y donde veíamos a los chicos que nos gustaban. Y en la Plaza de Toros vi la única corrida de toros a la que he ido en mi vida, oí ni primer mitin (a Felipe González en el 82) y fui, de madre, con los niños disfrazados a un acto de Carnaval.

Cuando vas a un lugar desconocido, conectas con otras formas de vida. Cuando lo haces a un lugar que conoces con lo que conectas es con tu vida: resucitas fantasmas, remueves recuerdos y te encuentras con tu yo de otros tiempos. Desde luego, no es ir al Taj Mahal o a las Pirámides de Egipto, pero no deja de ser otra manera, también grata y nostálgica (y más barata), de hacer un viaje. Esta vez a tu propia historia.




29 comentarios:

  1. Carmen María Duque Hernández8 de marzo de 2021, 12:23

    Muchas gracias, mi niña, salud y besitos para todos.


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    1. También para ti, Carmelita, que sabes disfrutar de lo conocido.
      Besos.

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  2. Charo Borges Velázquez8 de marzo de 2021, 14:39

    Pura nostalgia, pero también un recurso para suplir a los viajes que, de momento, no podremos hacer.
    Buena, la propuesta que hoy nos hace Jane.
    Abran, por favor, y lean...

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    1. Además, quien no se consuela es porque no quiere :-D
      Muchas veces nuestra tierra es la gran desconocida. No nos fijamos en los detalles, no vemos todos los rincones, no apreciamos el valioso patrimonio que tenemos. Nuestro común amigo Melchor dice que no miramos para arriba. A hacerlo.
      Gracias, Chari. un beso.

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  3. Yo salgo todos los días por mi querida rambla.
    Salgo a "rambliar" todas las mañanas y las tardes. Me pongo mi música y a veces creo que hasta levito !!!!
    Bendita Rambla !!!

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    1. Mandi, me encanta el verbo. A juzgar por lo que vi esa mañana hay un montón de gente que ramblea (o "ramblia") y disfruta del paseo por la "avenida más grande de Canarias". Sigue disfrutando y levitando, tú que puedes.
      ¡Bendita Rambla, digo yo también!

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  4. Yo tengo La Rambla al lado de mi casa. Ayer mismo anduve por allí. Me metí por el Parque a caminar con una amiga. Luego estuvimos en el Strasse tomando unas cañas. Disfruté admirando el entorno, las plantas, las flores, y enfrente, el tramo de Las Tinajas. Una gozada. Apreciar y disfrutar de lo que tenemos, nos llena el espíritu de buenas sensaciones y el cuerpo de energía positiva. Gracias, Isa, por rememorar los buenos momentos de nuestra juventud. Bss.

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    1. El Parque (el "proparque" o "prosparque", como lo llamaban) es para hacer otro post. ¡Qué bonito es! Fue mi patio de juegos cuando viví hasta los 12 años en la calle del Pilar y conozco sus caminos desde chica, el viento en las ramas y el sonido del agua. Eres privilegiada por tener un entorno que te hace feliz. Sé que sabes aprovecharlo.
      Un beso, Ani.

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  5. Joaquina González Medina9 de marzo de 2021, 15:29

    Buenos días, Isabel, como siempre muy acertadas tus reflexiones en Nostalgia de viajes, además las comparto. El viaje por lo conocido me ha hecho recordar lo que disfruté cuando recién jubilada decidí dar un paseo, todas las mañanas por el parque García Sanabria. Cómo lo disfruté! sólo de pensar que a partir de ese momento, dejar de tener un horario establecido, iba a tener todo el tiempo para distribuir a mi antojo, me llenó de alegría. Un ligero desayuno en la cafetería del Parque, leer la prensa y respirar el aire mañanero, eran vitaminas para volver a casa contenta y relajada. Comprobé que era, después de muchos años, redescubrir el Parque y su maravilloso entorno, además en un horario que hasta entonces había estado vedado para mí. Así pues voy a seguir tus consejos y continuar en mis paseos descubriendo otros paseos conocidos pero observándolos con otros ojos. Un abrazo.

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    1. Estar jubilada y levantarte cuando quieras es uno de los mayores logros del estado de bienestar. A mí todavía me parece mentira (y ya va para 13 años). Yo, como sabes, vivo en el campo en un sitio por el que solo pasan 5 guaguas al día y me encanta vivir aquí. Pero a veces mi vena chicharrera me hace añorar la ciudad de mi niñez y juventud y echo de menos esos paseos tan gratificantes que tú haces. La otra mañana, cuando caminé por la Rambla, disfruté.
      Un abrazo.

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  6. Eso es verdad. Cuando vas a un lugar conocido, nuestro repertorio de pensamientos lleva implícito el pasado. Hace unos días que mi hija estuvo en el parador de la Gomera y me decía que estaba prácticamente igual. Dice que le venía una nostalgia muy dulce en cada rincón, de cuando íbamos cuando ella era niña. Eso sí, la segunda vez que visitas ese sitio, la lista de recuerdos se modifica, para hacerse mayor. Estamos en el paraíso, cualquiera de nuestras islas, tiene mucho aún por explorar y si nó, viajaremos con tu blog, que también nos hace volar lejos.

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    1. A veces te dicen que no vuelvas al lugar en que fuiste feliz porque te decepcionará. Pero a mí (excepto con Los Realejos, que está cambiado respecto a los veranos de antes) no me ha pasado: La Palma, La Gomera, Bajamar, Madrid... cada vez que vuelvo me pasa como a tu hija, redescubro lo de antes y nuevos detalles que lo hacen mejor.
      A seguir explorando las islas que tanto tienen para descubrir.
      Un beso, Cande.

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  7. Mari Carmen González Zamorano9 de marzo de 2021, 15:31

    Es momento de conocer nuestra isla, yo confieso que hay muchos lugares que no conozco y tengo que aprovechar. Un beso.

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    1. A mí me da vergüenza, Mari Carmen, que mi amigo Walter, que es austriaco, se conozca la isla mejor que yo. Ha caminado por todos los senderos, ha comido en un montón de guachinches, conoce paisajes y rincones que yo no he visto nunca. A veces cogemos una carretera que no sabemos a dónde nos lleva y es un viaje de descubrimiento. La isla tiene mucho que ofrecer.
      Un beso.

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  8. Hola Jane. Tienes razón en que cuando regresas a lugares por los que has paseado miles de veces, hay que mirar "con otros ojos"...y a veces descubres cosas en las que no te habías fijado.
    Yo he paseado por la calle Herradores de La Laguna más de 45 años. Cuando tenía tráfico y aquellas aceras estrechas de las que tenías que bajarte cuando te encontrabas con alguien cargado de bolsas o con un carrito de niño. Después cuando era peatonal, ni te cuento......Y un día levanté la vista y vi que en el muro de la azotea había pequeñas esculturas de águilas y adornos y entonces te das cuenta que muchas veces vamos como los aviones "con el piloto automático" y nos perdemos lo que la vida nos ofrece......pero eso es otra historia. Y no te cuento cuando vuelvo a mi "patria chica" y paseo por sus calles y descubro cosas que llevan allí mucho tiempo y en las que no había caído....será la edad. Un beso Jane. Juan

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    1. Escudos, torretas, miradores, balcones corridos, gárgolas, columnitas, veletas,ventanucos redondos... Hay todo un mundo allá arriba si levantamos la cabeza y lo sabemos apreciar. Mirar con otros ojos, esa es la cuestión.
      Un beso, Juan.

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  9. Riéndome sola,Isabel, fuí una vez a la plaza de toros con mi abuelo. Y después en el 82 a ver a Felipe González. ¿No verías la corrida de los hermanos rejoneadores? Jaaajaja los Peralta
    Vidas paralelas Isabel. Cuántas veces nos habremos cruzado ...

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    1. Era muy pequeña cuando fui a esa corrida de toros. Solo recuerdo que entre toro y toro salió un señor haciendo un número gracioso en el que simulaba entrar al toril y salír con las ropas hechas jirones. También recuerdo que me dieron un cartucho de almendras garrapiñadas. Las florituras taurinas se perdieron para mí.
      Pero es verdad que nos debimos haber cruzado mil veces. Qué bueno compartirlo ahora.
      Un beso, Elvira.

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  10. La pandemia también sirve para hacer viajes al interior de uno mismo. Yo creo que casi todos estamos probando a hacer cosas diferentes, o a hacer las mismas cosas de una manera distinta. ¡Eso es estupendo!

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    1. Hay muchas lecciones que hemos aprendido y muchos viajes, aunque no nos hayamos movido de casa. Mirar con ojos nuevos, como si viéramos las cosas por primera vez, nos enseña otros caminos.

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  11. Isa, el post de esta semana me gustó mucho cómo siempre,me recordó mi juventud, cuando íbamos al cine Víctor y luego el paseo por las Ramblas. Gracias,me alegró el corazón.

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    1. Era la zona de cines -el Víctor, La Paz, el Baudet, el Price...- y la zona ideal para un paseo después. Allí estuvimos, y todavía hoy. cuando me siento en el Kiosco La Paz, rememoro con placer aquellos años que tú y yo compartimos. Lindo haberlo vivdo.

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  12. Yo también tengo nostalgia de ir a algún sitio. Me encanta conocer,ver paisajes, descubrir lo que conocí en los libros, divisar la vida en otros lugares y en fin curiosear. Pero valoro mucho lo que tengo cerca. Un paseo por Santa Cruz por la mañana, lo hago siempre que puedo, me encanta. La Rambla me trae muy buenos recuerdos de juventud y es un placer recorrerla. Un recorrido tranquilo por nuestra isla reconforta.Cuando dejaron salir del confinamiento mi primer paseo fue al Teide. Como disfruté ese paseo!!!

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    1. Yo también lo hice, Carmen. Un paseo al Teide, parándote en el Parador a tomar el aperitivo, y después bajar a la Playa de la Arena a través de los Montes de Chío: me encantó.
      Tú y yo, que hemos compartido viajes, coincidimos en lo maravilloso que son. Pero a falta de pan, bueno es buscar lo mismo más cerca. Incluso a veces nos llevamos una sorpresa.

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  13. Yo fui a ver al Cordobés. Me pasé casi todo el tiempo tapándome la cara de miedo y pena. Nunca más!

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    1. Yo no debo haber mirado mucho tampoco. No me acuerdo de nada. Pero gustarme no me gustó porque nunca repetí.

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  14. Es verdad, es otra forma de viajar, una especie de viaje en el tiempo, a nuestro tiempo. Me gusta mucho ese tipo de viaje en el que miramos las cosas y lugares conocidos bajo la luz cálida y dulce de la nostalgia. En mi caso adquiere un significado especial pues he vivido siempre lejos del lugar en que nací y crecí así que cada regreso a mi pueblo es un redescubrimiento viendo lo que quedó y lo que ya no está. Saludos.

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    1. Sí, es un viaje distinto, en el tiempo aunque no en el espacio. A mí también me gusta. A mi marido le pasa lo mismo que a ti cuando va a su pueblo. No vivió allí más de 10 años y parece que ha sido toda la vida. Los recuerdos abultan mucho.

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