En los libros de Guillermo Brown, de Richmal Crompton, aprendí lo que en Inglaterra se llama "limpieza de primavera", cosa que en nuestras latitudes no se conoce: antes de que empiece la naturaleza a despertarse con la llegada de la nueva estación, se desmantela la casa, se descuelgan y lavan cortinas, se sacude el polvo que el invierno y las ventanas cerradas han depositado sobre las cosas y se abre la casa a la brisa, al sol y a una limpieza total.
Tal vez sean los ecos de esta guerra absurda que ahora estamos viviendo en Europa y que nos enseña que las cosas materiales que guardamos no son lo verdaderamente importante, o tal vez es este aire primaveral que, pese al frío de las noches, ya se anuncia para la semana que viene y que nos recuerda esas limpiezas en los hogares ingleses de los tiempos de Guillermo, pero el caso es que se me han despertado unas ganas locas de despejar, limpiar y renunciar a todo aquello que no se ha usado en tiempos.
Porque la verdad es que somos acaparadoras "urracas caprichosas", como nos llamó una vez Rosa Montero. Tenemos grabado en las entrañas, como si fuera una ley de la naturaleza, el mandato de que "todo hueco encontrado vacío en una casa experimenta un deseo incontrolable de ser llenado de materiales que podrían ser perfectamente desechables". Y es la pura verdad, mi casa se ha ido llenando con el tiempo de cosas, y los armarios, que un día fueron de mis hijos, están llenos de ropas nuestras, y los libros ya han colonizado todas las habitaciones (excepto el WC).
Pero ¿qué hacer con todo lo acumulado a lo largo de los años? Lo primero que se piensa es en reciclar, tampoco hay que tirar por tirar. Leí hace poco en un artículo ("Preposeer, posposeer" de Anabel Vázquez) una propuesta para que existiera el oficio de "gestor de la segunda vida de las cosas". Nos ayudaría, primero, a despegarnos de ellas (¿Cómo voy a tirar una rebeca que tengo de mi madre, aunque sea de hace 26 años, con lo calentita que es? Con llamarla "vintage" tengo...); y, segundo, nos organizaría el reciclaje. Por ejemplo, vender lo que esté nuevo o donarlo para una tómbola benéfica, sentir que las cosas pueden tener una segunda vida: en otra casa, en otra ciudad, en otro país.
Otra opción es hacer una subasta con todas las posesiones que no queremos. Michael Caine ha subastado la semana pasada, a sus 88 años (tal vez le esté viendo las orejas al lobo y se dé cuenta de que de aquí no se va a llevar nada) cuadros (uno de Chagall que, si tuviera 60000 euros, me lo compraba... ¡Ay, no, que lo que yo quería era despejar la casa!), sus gafas, su rolex, su colección de autógrafos... Claro que para hacer eso hay que ser Michael Caine. Yo una vez tuve una colección de autógrafos y, entre ellos, el del Dúo Dinámico, pero, aparte de vete tú a saber en dónde está, me da que no me darían mucho por ello.
Y la tercera opción es tirarlo directamente a la basura, que es lo que mi hija (que tiene la casa perfectamente ordenada) me ha dicho que hará con todas mis cosas (152 álbumes de fotos, por ejemplo) el día en que yo falte.
Mira por dónde todos estos impulsos limpiadores y ordenadores de la primavera me están llevando a un dilema shakesperiano: Tirar o no tirar, esa es la cuestión.
Buenos días Isabel: Estoy pensando, ¿será acaso un nuevo virus el afán que nos ha entrado a mucha gente,en la que me incluyo, por deshacernos de objetos que llevamos años sin utilizar?. No se,no se. ¿Efectos secundarios de las vacunas?. Un abrazo.
ResponderEliminarPues mira que no había yo pensado en esa posibilidad. Tanto hablar de las vacunas y no se había estudiado ese efecto colateral. Si dices que ya somos muchos, venga a ordenar y venga a tirar, la cosa es preocupante.
EliminarUn abrazo.
Jajajjaja, no tiraré todo, pero sí, tienes un Diógenes (colecciones de marcadores, de búhos, de colonias, de cajitas, de palomas, de...) que hay que hacértelo mirar...
ResponderEliminar¡Las fotos no,Ana!je,je.Para mi son el mayor tesoro,las mías propias y las familiares.De ropa,joyas,incluso libros ,me libré.Pero de las fotos,nunca.Bs
EliminarNo seas "sagerá", Ana, que, excepto los marcadores que no abultan tanto, las demás colecciones son pequeñitas. Además, ya me deshice de las botellitas de perfumes, aunque eran tan monas ellas. De síndrome de Diógenes,nada de nada (y todavía tengo que averiguar porque le pusieron a ese síndrome el nombre del más parco y austero de los filósofos).
EliminarY Unknown tiene razón ¡No sin mis fotos! Son parte de la historia y de la familia. Y 152 álbumes caben en cualquier sitio.
EliminarJane, estoy absolutamente de acuerdo con la persona del comentario anterior. Podría desprenderme de todo, pero, jamás,de mis álbumes de fotos.
ResponderEliminarSiempre he dicho que si tuviera que salir corriendo de mi casa, lo único que salvaría serían las fotos y, si me da tiempo, la documentación importante. Lo demás, no me preocupa, porque creo que es reemplazable, pero las fotos sí que no lo son. En ellas está mi vida y la de mi familia y amigos y eso quiero conservarlo hasta mi último día de vida. Después, los que vengan detrás, que hagan lo que quieran, pero cuando yo ya no esté en este mundo.
Ánimo, amiga, y a hacer sitio... para seguir llenándolo con lo nuevo..
Ya lo dije antes también, Cehachebé. Me parecen importantes las fotos que guardan tantos eventos y momentos. Cada vez que me pongo a mirar uno (hace poco vi los álbumes del 78) recuerdo cosas que tenía olvidadas y revivo ratos pasados con los que ya no están. Lo paso muy bien.
EliminarY eso que dices es lo malo de ordenar. Te queda tanto sitio, está todo tan ordenadito, que no se puede una aguantar las ganas de llenarlo de nuevo con más cosas. En fin...
Tirar o no tirar... he ahí, la cuestión. Complicada decisión, Jane. Se le va cogiendo cariño a lo que se tiene y cuesta desprenderse de casi todo. Pero hay que hacerlo y también yo estoy en esa saludable tarea... aunque sólo sea para hacer sitio a lo nuevo, que va llegando.
ResponderEliminarÁnimo, amiga, y a cerrar los ojos, y el corazón, de vez en cuando.
Por eso dije que sería estupendo que alguien nos enseñara a despegarnos de las cosas. Cuando digo que tengo chaquetas y vestidos de mi madre es que es la pura verdad. Una vez quise tirar las cartas, pero ¿cómo tirar las de amigas que ya no están si es lo único tangible que me queda de ellas? Difícil coyuntura, la verdad.
EliminarReciclar. Mi nieta encontró para sus atuendos más abundancia en los arcones de la abuela que en las tiendas del lugar.
ResponderEliminarAy, sí, qué gusto da rebuscar en baúles de otros tiempos y encontrar pequeños tesoros. Mi madre, que como buena palmera era muy ajeitadita, se hacía hasta trajes de fiesta con telas encontradas en arcones de esos.
EliminarDilema total!.-��
ResponderEliminarMás difícil que el de ser o no ser, Marilí.
EliminarMuchísimas gracias, mi niña querida, salud y besitos para todos
ResponderEliminarY para ti también todo lo bueno, Carmelita. Un abrazo.
EliminarYo ya lo leí y me gusta .Es muy difícil desprenderse de las cosas.Elegir entre todo, ¿con qué nos quedamos.,?? .
ResponderEliminarTodo nos dice algo,es nuestra vida pero guardarlo en nuestra memoria también es posible.
Ya eso se lo planteó la gente de La Palma cuando solo les daban 15 minutos porque la lava ya estaba llegando. Rosa Montero lo pensó también y en un artículo decía: "mi perra, su arnés, su correa, su cartilla; el móvil, la tableta, el portátil y los cables, los cuadernos y las notas de mi libro actual (...) Las pocas joyas de oro que tengo; Un par de mudas, de jerséis, de pantalones y ropa de abrigo, por si acaso. Cepillo de dientes, algunas medicinas. Ya han pasado los quince minutos". ¿Y lo que deja atrás, incluso los documentos que dan fe de quién es? "Adiós a todo esto, adiós a mi vida que será sepultada bajo abrasadoras toneladas de roca líquida".
EliminarMejor, como dices, guardarlo en la memoria.
¡Ay qué apego a cosas que no usas en 7 años...jajajaja! Creo que noos pasa a todas...¡Ay es que me gustaba tanto( aunque ya no te entre)...
ResponderEliminarYo tengo guardado el traje con que fui a la boda de mi hermano (hace 44 años). Yo creo que lo hago porque cada vez que lo veo me pregunto: ¿Pero cómo es posible que yo hubiera cabido en este traje con esa cinturita?" Y lo guardo como un misterio más de la naturaleza.
EliminarUna vez más, Jane, has dado en el clavo.
ResponderEliminarCon decirte que va a hacer 16 años que me jubilé, todavía no he tirado los papeles del instituto. Es más, tampoco los de la carrera, más de 50, años y así todo.
En cuanto a la ropa, bueno... Tenía pensado que a los 75, que, como sabes, cumplí en mayo, haría una limpia casi total, como la había hecho a los 50, pero, claro, ahora tengo armarios de mis cuatro hijos, y me cabe todo, pues no he tirado NADA :(
El otro día que estuvo Carlota aquí, le dije: "llévate lo que quieras", y conseguí que se llevara dos jerseys y un plumas, poca cosa. También, como tú, tengo mucha ropa de mi madre, y aunque estuve un año entero (de marzo del 20 a marzo del 21) sin comprarme nada, ni unos calcetines, apenas se nota. En fin... También es verdad que hace 45 años que no me mudo de casa, que ahí sí, no queda más remedio que liquidar pertenencias. Como dice una amiga: "tres mudanzas equivalen a un incendio".
Como no tengo pensado mudarme, y espero que no haya incendios, a ver si me armo de valor y sigo el ejemplo de tu hija.
Te llamaré el sábado ;))
Besos
Yo el otro día tiré los de la carrera (excepto un examen de Fichte con Rábade, en el que saqué muy buena nota y que lo guardé porque no me creía que yo sabía todo eso. Ahora, ni idea, claro). Y del Instituto, aunque tiré mucho, todavía guardo. Me estoy planteando lo de los libros. (¡Me da una pena...!). Y es verdad que una mudanza es regeneradora, pero ya pasó el tiempo de las mudanzas (creo).
EliminarNo nos va a quedar más remedio, Arista, que hacer de tripas corazón y empezar a tirar.
Besos.
A casi todas nos ocurre lo mismo.Esto no lo quito porque puede que se vuelva a usar.Pasan dos años ,revisas lo que tienes en los armarios para ordenar y airear la ropa.Ay, pero si no me he puesto este vestido que guardé hace dos años!!...Que sorpresa!!.
ResponderEliminarNo te cuento nada, de la ropa que guardas como fondo de armario:El vestido de la boda de mis hijas ,fin de año,bodas de amigos y familiares,el vestido del crucero.etc...etc.
Que penita quitarlo!!.Al final,tienes los armarios llenos de penitas.
Hay que quitar esa pena y despejar nuestros espacios. Empezando por el mío.
Besos.
EliminarVoy a ver si interiorizo tus buenos consejos. Hay mucha penita de esa en mis armarios. ¡Si hasta tengo un par de baúles con ropa del año de la pera por si se vuelve a usar, como dices...! Y el caso es que cuando ordenas y tiras te queda todo tan despejado y agradable... Hasta que volvemos a las andadas, claro.
EliminarMe pongo a hacer propósitos de enmienda.
Besos.
Estoy de acuerdo con tu hija, repartir, regalar y tirar...siempre tirar...Cuando nos vayamos lo que dejemos va a ser un engorro para los nuestros. Evitemos que ellos se encarguen de tirar, puede ser doloroso. Por eso procuro no guardar nada. A propósito, tengo pendiente tirar fotos....
ResponderEliminarPara mí fue doloroso tirar todo lo de mi madre. Un año entero pasamos mi hermana y yo entre trajes, libros, recuerdos y cosas de ella ¿Qué tirar y qué no? Entonces me prometí no hacerles lo mismo a mis hijos. Pero me falta tiempo. Vamos a ver si me pongo.
EliminarHe ahí el dilema...�� Muchos saludos!
ResponderEliminarShakespeare sabía bien de qué hablaba :-D
EliminarDe la ropa no me cuesta tanto, del resto..me entra ansiedad al pensarlo y acabo discutiendo con mi costillo como saque el tema.��
ResponderEliminarA mí me da ansiedad todo, pero sobre todo por el trabajazo que me cuesta entre elegir lo que se va a tirar o lo que no, el limpiar, el ordenar después... Tengo un montón de cajas en el garaje para poner libros y donarlos, y mi costillo también me echa el responso porque casi no puede meter el coche. Qué se le va a hacer.
EliminarQue te ayude, tú seleccionas y él mete en cajas y se las lleva, por lo menos los libros tendrán buen fin, se aprovecharán y serán disfrutados por otras personas.
EliminarEso es lo que yo pienso también. Pero a ver si encuentro tiempo para seleccionar los libros (sin pararme a cada rato a leer y pensar que qué interesante está). 😜
EliminarEl otro día leí una respuesta de Pérez Reverte a una seguidora en twitter que le comentaba: ¿Que hago con tanto libro?. Respuesta, monta un mercadillo en la calle y los vas regalando. Podríamos ponernos de acuerdo y hacerlo. Sería divertido.
Eliminar¡Qué buena idea, Mandi! Cuenta conmigo cuando te decidas.
EliminarYo soy de las de la frase "el que guarda siempre tiene"y entonces guardo un bote de cristal y otro de diferente tamaño y otro también transparente, pero esta vez plástico, y así entro en una espiral sin salida. Con las bolsas me ocurre igual, que si éstas de cartón para una ropita, y ésta plástica para un tupper. Las grandes que puede caber una almohada, y estos sobres de regalo, se pueden reutilizar...Y luego resulta nunca tengo que transportar una almohada, el regalo me lo envuelven donde lo compro y así se van llenando de polvo, mis colecciones. Soy lenta para todo, pero muy rápida para guardar. Éso sí, siempre me dicen, seguro que tú tienes tal y tal que necesito para ésto o lo otro y así es...
ResponderEliminarReconozco que éso me hace ser de utilidad y poder servir de ayuda, siempre es reconfortante.
De eso (papeles, bolsitas, frascos...) también tengo yo y me pasa lo mismo que a ti. Tengo en la cocina un armario de frascos de todos tamaños y otro de tapers. Un horror. Pero por lo menos para mermelada y para salsas para congelar me sirven. Y así me consuelo :-D
EliminarYo no puedo... No soy de tirar. Conservo las enciclopedias de los años 50, antes del ingreso en bachillerato, tengo todos los libros de matemáticas, lengua y literatura, física, química, filosofía, latín, dibujo, geografía e historia, etc, menos los de religión y política (aquellos libros fascistas del niño Luiso que fueron directamente a la basura), además de libretas con apuntes hechos con bolígrafos de colores o creyones (no habían rotuladores), desde primero a preuniversitario. También tengo los libros y apuntes tanto de la Carrera de Arquitectura Técnica como la de Arquitecto. Tiré las chuletas que preparé para algún que otro examen (cosa que me arrepiento porque algunas eran de enmarcar). Tengo las cartillas escolares desde los cinco años y papeletas de casi todas las asignaturas que estudié hasta acabar (tarde, eso si). Y por último, para no cansarte, conservo a medias la colección del Capitán Trueno y del Jabato porque las trazas entraron en la caja de cartón donde estaban guardadas y se hincharon.
ResponderEliminarY no te digo más de lo que tengo guardado, porque me da hasta vergüenza y no hay espacio para tanta descripción. Por supuesto, las fotos todas...
Entiendo que es una putada para mis hijos, pero es la única forma de que se tomen unas vacaciones después de irme y sepan algo más de mis andanzas de niño y joven, además de las de su madre...
En casa de los abuelos de Toni encontré libros antiguos de filosofía y de ciencias ¿Tú los hubieras tirado? Pues yo tampoco, a pesar de que no los leeré en la vida y no me sirven para nada. Pero son de 1800 y pico ¿cómo los voy a tirar? ¿Tú crees que esta compulsión es cosa de los genes familiares? Me está preocupando...
EliminarEn ese plan también me he metido yo. De momento ha tocado limpiar, pero temo cuando me toque ordenar. ¿Tiraré o no tiraré? Soy muy de guardar, pero me están entrando un gusanillo de tirar que no veas.
ResponderEliminarUn abrazo.