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Una cámara Kodak 2A de 1911 |
A mi amigo Juan Antonio le gustan las cámaras de fotos desde que le regalaron la primera con 9 años, pero muchos años después le llegó el flechazo definitivo. Alguien le ofreció una Kodak de 1916 por 5000 pesetas y él consiguió rebajar el precio a 1000. La arregló, la pulió, la puso bonita... y se enamoró de ella. Después hizo lo mismo con otra que encontró en un mercadillo, y con otra, y con otra... hasta llegar a las 260 cámaras que tiene en este momento repartidas por todas las estanterías de su casa.
Cuando le pregunto qué hace cuando encuentra una cámara nueva (además de emocionarse), me dice que la desarma, la arregla si está rota, la conoce bien por dentro y por fuera, la pone brillante. Y luego hace un verdadero trabajo de investigación averiguando quién la diseñó, qué características tiene, qué historia hay detrás de ella. A veces incluso encuentra alguna sin marca ni nada y no descansa hasta que, por comparación con otras, las localiza y las descubre. Así nacen las pasiones.
Conozco, y ustedes también conocerán, a mucha gente así, que suscribirían la frase de Van Gogh "Prefiero morir de pasión que de aburrimiento". Algunos se apasionan con la música y tienen y tocan instrumentos preciosos que miman con esmero. Otros sienten un amor apasionado por los coches, como un amigo que tiene 17 y los pasea los fines de semana. Su mujer dice: "Hay quien pasea perros; nosotros, coches". Otros, por la pintura y no pasa un solo día en que no cojan los pinceles e intenten plasmar todo el mundo de su subconsciente. Hasta tengo un amigo al que le apasionan y reúne tapones de corcho de botellas, anotando en cada uno cuándo, dónde y con quién bebió la botella que tapaba. Los hay (como mi marido, sin ir más lejos) que cuidan con pasión palomas mensajeras, alimentándolas, entrenándolas, viéndolas volar cada día y sabiendo cuál es cuál, incluso de lejos. Y la moda también desata pasiones y no es raro oír decir, por ejemplo, a Thomas Meyer, el fundador de Desigual con 64 años, "Me apasiona lo que hago. Retirarme no me cabe en la cabeza".
Juan Antonio, mi amigo, va a hablar de su pasión el próximo miércoles, 26 de junio, a las 19,30, en el Casino de Santa Cruz. Su conferencia lleva por título "Historia de la cámara fotográfica: de la cámara oscura a la fotografía digital". Si alguna vez tuvieron curiosidad por saber cómo a alguien se le ocurrió inventar algo para inmovilizar los momentos en el fluir del tiempo, seguro que él se lo aclara todo. Creo que hay poca gente que, como él, sepa tanto de cámaras de fotos y las ame así.
En "El secreto de tus ojos" se dice: "Se puede cambiar de físico, de amores, de lugar, pero no de pasiones". A las pasiones somos fieles, en ellas nos reconocemos, por ellas nos llaman locos a veces. Pero no cabe duda de que una vida sin pasión es una vida menguada. Esta semana pasada murió a los 88 años y todavía activo, Donald Sutherland, un actor que me encantó desde que lo vi en MASH y en Klute, y su hijo publicó en las redes: "Amaba lo que hacía y hacía lo que amaba, y uno no puede pedir más". No se me ocurre mejor definición de lo que es una pasión, ni mejor receta para una vida bien vivida.