Ahora a los que no nos da tiempo de nada nos llaman procrastinadores, un derivado del verbo procrastinar, que en mis tiempos no existía y que significa "posponer deliberadamente tareas importantes pendientes a pesar de tener la oportunidad de llevarlas a cabo porque se tiene el tiempo y la ocasión". Es decir, somos los que dejamos para mañana lo que podíamos haber hecho hoy.
Enfrente están los que ejercen el time blocking (otra cosa que tampoco existía en mi juventud) y que básicamente es el ¡organícense! del título. Por ejemplo, mi hija, Ana González Duque, que es la persona más organizada que conozco, es escritora, editora, lectora editorial y tiene una empresa de Marketing online para escritores (MOLPE) ¿Cómo puede con todo? Pues tiene una plantilla (por colores) en la que cada semana apunta hora por hora lo que va a hacer cada día y lo cumple a rajatabla. Le pedí que me mandara, por ejemplo, lo que hizo un día concreto, el martes 9 de julio, y la cosa fue tal que así:
A las 7, levantarse y desayuno. De 7,30 a 8,30, caminar (mientras oye un audiolibro). De 8,30 a 9, ducha. De 9 a 9,30, corrección de textos (manuscritos, editoriales...). De 9,30 a 10,45, grabación del episodio del podcast (entrevista a un escritor). De 10,45 a 13, escribir. De 13 a 15, limpieza de la casa y comida. De 15 a 17, trabajo de edición de libros médicos con Anestesiar (una Fundación de formación para anestesistas). De 17 a 19, 2 horas de sesiones de estrategia de marketing para escritores. De 19 a 20, 1 hora de su programa de formación para escritores profesionales. A partir de las 20 horas, tiempo libre para estar con la familia, leer, cenar... Cada día es distinto y solo es igual el tramo de 2 horas de escritura, que los viernes son 3. Ha escrito un libro, "Productividad para escritores", sobre métodos para organizarse y la clave es priorizar las cosas que son importantes y dejar hueco para los imprevistos.
Comparemos ese mismo martes en mi caso. De 8 a 9,30, levantarme y desayunar despacio, mirando la niebla que baja desde las montañas de Guamasa. De 10 a 11, pilates, único momento del día con horario (porque no hay más remedio). Después de las 11, ir a La Laguna, aparcar, caminar un rato y coger el tranvía a Santa Cruz. A la 1, tomar el aperitivo en la Plaza del Príncipe. A las 2, comida en un argentino con mis amigas del colegio. Sobre las 7, volver. Cenar, ver algo de tele, ducharme, leer en la cama... Los buenos propósitos de ordenar el garaje, los libros, los armarios... se posponen. Y a procrastinar como una loca.
Y eso no puede ser. Porque otros días hago siesta posdesayuno y posalmuerzo y, además, sin remordimientos, que es peor. Así que me he propuesto pedirle prestada la plantilla a mi hija, hacer yo también eso del time blocking y tener todo al día. Por lo pronto, lo que he hecho es desempolvar un machanguito que tenía en otros tiempos en mi librería (imagen inicial) y volver a ponerlo a ver si me motivo. Como ven, en el cartelito dice: "Voy a organizarme. Un día de estos empiezo".