lunes, 1 de julio de 2024

Como el sol cuando amanece

Vista desde la sotea

Tal día como el viernes se acabó el curso escolar y, aunque hace 16 años que me jubilé, todavía puedo sentir la increíble alegría de los primeros días de julio. Ahí es nada, dos meses enteros de libertad, de mañanas de mar y de sol, del vermut al mediodía con sus aceitunitas, de tardes de relax, lectura o el dulce hacer nada de nada. ¡Días sin horarios ni despertador! La vida se presentaba los meses de julio y agosto como un largo río de festejos, regocijos y placeres varios. Y a una le daban ganas de cantar a grito pelado aquello de Nino Bravo: "Libreee, como el sol cuando amanece yo soy libre, como el mar...".

Cuando me jubilé me prometí a mí misma que la cosa seguiría un camino parecido, sin tanto jolgorio, sí, pero respetando el no tener horarios, el no apuntarme sin ton ni son a clases de chino, manualidades o vainica doble, el saber decir no a todo lo que no me apeteciera. Obviamente no lo he podido cumplir porque la vida tiene sus normas que te van llevando por caminos reglados. ¿O le vas a decir que no al médico que, por tus achaques, te manda a pilates y a caminar?

Ordenando papeles el otro día (tarea fascinante donde las haya), me encontré con un papel escrito por mi nieta pequeña  hace tiempo (supongo que con 6 años, cuando tenía faltas y la letra grande). En la parte alta del papel pone NORMAS, así subrayado, y debajo lo siguiente:

. no saltar por las terrasas

. no subir a la sotea

.no sentarse ni acostarse en la yerba

. no entrar en el guerto

Me sorprendió toda esa autoimposición normativa porque, excepto lo de la sotea (tiene el pretil bajo y puede haber peligro para los niños), no recuerdo haberles prohibido nada: han saltado por donde han querido, se han tumbado en el césped a voluntad y han recogido frutos en el huerto. ¿Será que en el fondo nos gusta la vida ordenada y hasta los niños pequeños lo captan y juegan a no ser libres?

En uno de los últimos libros que he leído ("La casa en el mar más azul" de TJ Klune), Linus, un trabajador social que tiene que hacer una inspección en un orfanato de niños mágicos, se pasa la vida aferrado a un librito de Normas y Reglamentos. Las peculiares características de los miembros del orfanato le hacen cambiar, soltar amarras e ir olvidando que alguna vez no pensó por sí mismo. A la porra las Normas y Reglamentos.

Este fin de semana en que he tenido a mis nietos conmigo, comprobé que también ellos habían olvidado aquel manifiesto escrito hace tiempo: corrieron y brincaron por todos lados, jugamos al rummy y al baloncesto, cogieron del árbol los primeros duraznos... Incluso subimos a la azotea (alias para siempre la sotea) para disfrutar de la vista de todo el valle iluminado por el sol. Dentro de un orden, sí, pero como todos los primeros de julio, sigue sonando el eco de la canción de Nino Bravo: "Libreeee, como el sol cuando amanece yo soy libre, como el mar..."

Mi amigo Juancho siempre nos decía estos días (y sigue haciéndolo) que septiembre estaba ahí mismo. Pero nadie nos puede quitar la alegría de una vida y un verano libre.



32 comentarios:

  1. Precioso escrito y bonitos recuerdos, aunque descubrieran que sin querer nuestras normas las transmitimos aún sin querer hacerlo. Lo importante es verles felices y creo que eso está conseguido.

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    1. Sí, estoy segura que sin querer les transmitimos normas y reglas de conducta. "No grites", "no rompas", "no pegues"... Como diría Mafalda a Guille, "¡Dios mío! Qué manera de decir adulteces". Yo he intentado seguir el consejo de la madre de una amiga: solo prohibir aquello que haga daño de alguna manera. No habría vida social sin normas.

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  2. Juancho Aguiar Clavijo1 de julio de 2024, 19:42

    No hay nada como ser niño con una abuela como tú.

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    1. Gracias, Juancho, me encantaría que mis nietos me recordaran como una abuela guay, que les dio ternura, cariño, verano, risas, juegos... Y "sueños cuando aún no soñaban y alas cuando aún no volaban" (Alejandro Roemmers). Ellos me han dado a mí mucho más.

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  3. Juan Antonio Núñez1 de julio de 2024, 19:45

    Como la Vista desde Le Grass

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    1. Para los que no son tan conocedores del tema como tú, copio lo que dice San Google de "La vista desde la ventana en Le Gras":
      «Vista desde la ventana en Le Gras» (en francés, Point de vue du Gras) es la fotografía permanente más antigua que se conserva. Fue tomada por el ingeniero e inventor francés Joseph Nicéphore Niépce en junio de 1824 desde una ventana de su finca, Le Gras, ubicada en Saint-Loup-de-Varennes, Francia.

      Niépce capturó la foto con una cámara oscura enfocada en una placa de peltre de 20 × 25 cm tratada con betún de Judea. Como resultado de las ocho horas de exposición, la luz del sol ilumina los edificios de ambos lados.".

      Es bueno a veces ver las cosas como a través de una ventana, como lo hace la cámara. Nos ayuda a centrar la atención y a valorar lo visto. Gracias por tu comentario tan original.

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  4. Me puedo imaginar la alegría de no tener las obligaciones cotidianas, yo como no fui docente no saboreé esa sensación en el mes de julio y agosto de los que huía para las vacaciones, aunque cuando los niños eran pequeños no quedaba otro remedio, pero para mí la auténtica libertad era en septiembre u octubre, niños al cole y yo haciendo lo que me apetecía. De todas formas, Isa, lo defines muy bien sobre todo el no tener normas… y como siempre, amiga, un placer leerte. Te quiero

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    1. Eso lo he experimentado yo en estos últimos años de jubilada. Es una gozada viajar sin aglomeraciones y ver pueblos como son sin el agobio del turismo. Aunque si te digo la verdad ha habido sitios (Grecia, Venecia...) en donde en meses no veraniegos había tanta gente que nos decíamos: "¿Pero esta gente no trabaja?".
      Gracias, Clari, por tu comentario y tu cariño. Ya sabes que es mutuo. Un beso.

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  5. La felicidad, las vacaciones es buscar cosas que nos agraden y cargar las pilas. Besos, mi niña..

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    1. Has resumido dos de las características más importantes de unas buenas vacaciones (que no tienen por qué convertirse en viajes a Pernambuco): cargar pilas haciendo cosas que nos gusten, como leer un buen libro a la fresca, disfrutar de un baño en un mar limpio, comerse un pescadito fresco mirando al mar... La lista podría hacerse muy larga.
      Un beso, Carmita.

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  6. Muchas gracias , precioso como todo lo que escribes,te admiro muchísimo, gracias otra vez por compartirlo conmigo. 🫂😘😘

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    1. Gracias a ti, Carmen, por estar cerquita. Es bueno compartir un buen alegato.
      Un beso.

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  7. Juancho Aguiar Clavijo1 de julio de 2024, 19:54

    MENSAJE A LOS DOCENTES
    Hoy quisiera yo advertirles,
    en junio, como he hecho siempre,
    y con cariño decirles
    que AHÍ MISMO ESTÁ SEPTIEMBRE.
    Mas no es menester zaherirles
    con pronósticos seniles,
    pero AHÍ MISMO ESTÁ SEPTIEMBRE.
    Espero que no lo olviden.

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    1. No hay un 30 de junio que no te recuerde. Todos en la sala de profesores riendo, deseándonos un buen verano, felices de dejar de corregir exámenes en dos meses... y tú desde el fondo, con tu preciosa voz de buen actor que llegaba a todos los rincones, anunciando que "AHÍ MISMO ESTÁ SEPTIEMBRE". No se nos olvida, mi querido Juancho, ni se nos olvidará.

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    2. Mientras pueda se los recordaré siempre.

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    3. Y mientras podamos, seguiremos siendo fieles a la cita. Es un baño de realidad, similar a los esclavos que iban detrás de los vencedores diciéndoles: "Recuerda que eres mortal".

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  8. Hola, como siempre me encanta todo lo que escribes, espero verte pronto en Bajamar 👍😘

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    1. Gracias, Mingui.
      La verdad es que este año me he dormido en los laureles y no he empezado todavía con los baños. Por lo pronto he puesto en el coche el bolso con bañador y toalla. Algo es algo.
      Un beso.

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  9. Como docente también disfruté de esa libertad que sentía cada primero de julio. A los pocos días me acomodaba a los quehaceres habituales y de repente llegaba el 1 de septiembre. La misma sensación de libertad sentí el día que nos llegó la jubilación. Pero de igual forma nos habituamos a lo cotidiano. Pero, con suerte, tenemos la libertad de dejar a un lado todo, cada vez que nos apetece.

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    1. Es verdad, a todo se acostumbra uno. Ahora no me imagino llevando la vida de un docente, con preparaciones de clase, correcciones, claustros, clases... La libertad de ahora es un regalo de la vida (bien merecido, eso sí).

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  10. Mi duquesa, precioso relato cómo siempre. Las personas q hemos compartido tiempo contigo te identificamos en este escrito, cariñosa, alegre y optimista! Sin duda tienes unos nietos afortunados,❤️❤️

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    1. Gracias, Antoñita. Pero a veces también me enfado ¿eh? (tengo que cultivar mi parte autoritaria, no sea que no me hagan mucho caso, jejeje). Realmente la afortunada soy yo.
      Un beso.

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  11. Rosa M. Afonso Castro5 de julio de 2024, 17:40

    Es verdad …ese sentimiento de mi infancia , persiste. Sobretodo en mi época escolar.

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    1. Sí ¿verdad? Los veranos de nuestra infancia se alargaban y parecían eternos y que teníamos todo el tiempo del mundo a nuestro alcance. No hay mayor libertad que la de un niño en verano.

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  12. ¡Ains me falta eso para tener una vida "bastante" plena. Ser abuela, Me tocaba ya hace tiempo y me temo...bueno, dejemos que corra el agua...

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    1. La vida da muchas vueltas, Elvira. Suerte y que corra el agua...

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  13. Qué maravillosa es esa sensación de los primeros días del verano , sobre todo los de los veranos del bachillerato , un verano por delante sin nada que hacer !!

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    1. Y algunos hasta duraban tres meses (o eso me parecía a mí). Qué suerte haberlo vivido y recordarlo.

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  14. Charo Borges Velázquez5 de julio de 2024, 17:47

    También yo, Jane, hace 16 años que me despedí de las aulas y más que celebrar julio, celebro el 1 de septiembre, porque es el primero en que ya no volví a ellas y no porque no me gustara hacerlo, sino porque me libraba de los madrugones y la burocracia que también nos tocaba, aún sabiendo lo poco que se iba a tener en cuenta, para mejorar nuestra bendita y preciosa profesión.

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    1. Tienes razón, los últimos años empezaron a complicarnos la vida con papeles y más papeles que rellenar. Y mis compañeros que se quedaron cuando nos jubilamos me dijeron que lo nuestro no era nada comparado con lo que les tocó a ellos. Sigo sin entenderlo. Bendita jubilación que nos libró de ella (y de los madrugones).

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