lunes, 1 de junio de 2009

Érase una vez



Nosotros, los niños de mi generación, los que ahora estamos ya jubilados, somos niños del cuento de la una. En aquel tiempo en el que no había televisión, ni móviles, ni mucho menos Internet, la radio suplía con creces nuestro deseo de que nos contaran historias. Cuando salíamos del colegio a las 12 y media, corríamos a casa y escuchábamos el cuento de la 1 mientras nuestra madre nos ponía la comida.
Ahora, cuando los amigos nos reunimos y los recordamos, nos damos cuenta de cómo nos preparaban para los embates de la vida. A los niños, si no había comida, se les abandonaba en medio del bosque, como en Pulgarcito, por lo que había que espabilar y aprender a buscarse la vida no fuera qué. No te podías fiar de las madrastras, que por un quítame allá un look, mandaban matar y arrancar el corazón a Blancanieves. Y ni siquiera te podías fiar de las madres si eran como la de Caperucita, que mandaba a su hija, como si tal cosa, a un bosque infestado de lobos, sola ¡y de rojo para que no pasara desapercibida! Las brujas cebaban a los niños, como en Hansel y Gretel, para comérselos, o sea que mejor estar flaquito, cosa lógica en una posguerra. Eso sí, si le dabas suficiente calor a una planta, podrías tener habichuelas para comer toda tu vida, así que sería mejor que te gustaran. Había princesas encerradas que le decían al príncipe: “Os echaré mis trenzas para que trepéis por ellas”, con lo cual ni hablar de cortarse el pelo, no sea que nos encontráramos en esa tesitura. Y un príncipe le decía a su princesa: “Estáis llorando, luego me amáis”. Esta frase, cuya conexión yo no entendía, podía hacernos relacionar las lágrimas con el amor. El cuento de El gato con botas, bastante edificante, enseñaba que, con mentiras, robos y usurpación de personalidad, un desheredado podía llegar a ser inmensamente rico y casarse con la princesa. Y del respeto a los animales, ni te digo. Me acuerdo de un cuento en el que se cantaba esta canción: “Pajarillos que en el campo / habéis venido de lejos, / mirad que os está mirando / el hijo de Marmolejo. / Tiene un tirador de goma / que maneja con destreza / y (verso que no me acuerdo) / que sus abre la cabeza. / No os comáis, pues, el grano / y marchad para otras tierras / porque en estas en verano / al que se muere lo entierran”. Drástico el cuentito.
Ahora nuestros infantes están protegidos por lo políticamente correcto y en toda Europa hay asignaturas en las que se les educa en el respeto a los demás (nada de dormir a todo un pueblo, ¡y cien años!, si una de sus dirigentes se ha quedado dormida, como la Bella durmiente); y también en el respeto a los animales: no hay que matar al lobo que es una especie protegida. Los dragones ya no existen por eso precisamente.
De todas formas, los abuelos seguimos contándoles a los nietitos los cuentos de la 1. Y ellos, con ojos como platos, nos oyen y nos piden que se los contemos una y otra vez. ¿Los estaremos traumatizando?



25 comentarios:

  1. (Hace 4 años)
    No; les están llenando las mochilas para salir adelante en la vida cotidiana. La imaginación, los sueños, las historias y la formación del espíritu crítico son fundamentales para construirse a sí mismos.Y eso lleva tiempo y dedicación, que es lo que a veces no pueden dar otras personas...¡La imaginación al poder!

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  2. Pienso lo mismo que tú, Sagitta. Hemos dado la espalda a lo maravilloso. Para Chesterton, el que en los cuentos haya manzanas de oro, pájaros que hablan y ríos de miel sólo es expresión del asombro que experimentan los niños al ver el mundo por primera vez. Si le dices a un niño que en un tiempo fuiste un cocodrilo y le cuentas tus aventuras, te dirá con los ojos muy abiertos: "¿De verdad?". Y es el mirar el mundo con ojos nuevos y limpios lo que te hace descubrir en él posibilidades infinitas. Es la mirada de los creadores. Como dices, la imaginación al poder.

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  3. El gato con botas25 de mayo de 2013, 13:04

    No voy a comentar nada porque pronto llegará mi amo el señor marqués de Carabás que hará un comentario más apropiado que el mío.

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  4. ¡Qué raro que te quedes callado ante clases "superiores"! Lo tuyo fue mucho mangoneo, manipulación y dominio sobre un pobre hijo de molinero. Dicho con mucho respeto, eh.

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  5. ¡Qué triste es ser protagonista de un cuento! El sadismo de los escritores nos ha puesto en situaciones horripilantes. Mi amigo Riquete el del Copete, sin ir más lejos, es descrito por su propia madre como tan feo y contrahecho, que ésta dudó largo tiempo sobre si tenía forma humana. Y Garbancito que, tras atravesar todo el tracto digestivo de un buey, es expulsado por el animal en forma de bosta campestre. ¿Y la cerillera, que sufre alucinaciones antes de morir congelada? Pero de todas estas figuras la peor es la mía: toda la vida condenado a ser el segundón de un maldito gato.

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  6. Sí, Carabás. Con esto de darnos lecciones morales, los autores hacen pasar a los protagonistas de los cuentos por situaciones peliagudas ¿Y el pobre soldadito de plomo? ¿Y Almendrita? Pero tienes razón. Tu situación no es de las mejores. Y lo peor es que te dejas convencer por ese maldito gato para vestirte gratis con ropas de lujo (me recuerdas a alguien) y para no ser tú mismo (creo que ni nombre propio tienes, sólo ese título conseguido con malas artes). También es verdad que siéndolo no tenías muchas perspectivas. Lo siento.

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  7. (Hace 4 años)
    ¿Cómo váis a traumatizarlos?. Nada más lejos. Tus nietos te dan la respuesta: os piden que se los repitáis y los reciben "con los ojos como platos". No creo que a un niño al que un cuento le dé miedo o, simplemente, no le guste, pida oírlo muchas veces.
    Yo recuerdo que no sólo oí fervorosamente los cuentos de la 1 sino que también estaba pendiente de los que emitía la Radio Juventud que ya no existe.
    También estoy segura de que ahí nació mi afición a la lectura porque me gustaba tanto oírlos y oírlos que, como no contábamos con las radiocassettes grabadoras y reproductoras que ahora tampoco se ven, conseguí que mis padres me regalaran algunos de ellos.
    Recordarás, querida Jane, que se publicaban con tapas de cartón recortadas y pintadas con la silueta del personaje principal. En su interior, el cuento se acompañaba con magníficas ilustraciones alusivas a la historia narrada y que eran una delicia para mí. Mi memoria conserva las de "El sastrecillo valiente", "Cenicienta, "Blancanieves", "El gato con botas"...
    Hace no mucho, el diario "El País" ofreció, con el periódico de los domingos y a sólo 0'50 €, una colección de CDs que recogía esos cuentos de toda la vida, realizados con dibujos animados muy tiernos e ingenuos. Con mucha ilusión, me hice con ella y se la regalé a los más "peques" de la familia y me consta que les ha encantado.

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  8. También yo compré, Cehachebé, la colección de El País. Cuando mis nietos se quedan a pasar la noche con nosotros, todavía hoy (4 años después) los leen. Creo que ningún cuento pierde su magia y ahí ves el éxito de películas basadas en cuentos clásicos, como "Enredados" sobre el cuento de Rapunzel, y que es una delicia de película, con todos los ingredientes de un buen cuento: magia, personajes malvados, una protagonista desvalida pero valiente, un galán, un lugar donde cualquier cosa puede pasar...

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  9. ¿Y qué me dices de aquel niño que pierde el dinero que le da su madre para comprar hígado para el almuerzo, se va al cementerio y se lo arranca a un muerto y por la noche oye pasos subiendo la escalera hasta su dormitorio y diciendo con una voz profunda: "daame la asadura que me robaaste de la sepulturaa"? A cada escalón repetía lo mismo.
    Muertos de miedo, el corazón latiendo a toda prisa, pero... queríamos más ¡ríete de los vampiros!

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  10. ¿Ves lo que decía, eso de que los cuentos nos preparan para los embates de la vida? No se debe robar el hígado a nadie o, como en el caso de los 7 cabritillos o los 3 cerditos, no se debe abrir la puerta a ningún desconocido, que hay mucho lobo suelto y mucho vendedor de enciclopedias.
    La verdad es que hay mucho cuento terrorífico. No se los cuento a los míos para que no me den la noche, pero siempre recordaré "El monte de las ánimas" de Bécquer y "El corazón delator" de Poe.

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  11. Loquemeahorroenpsicoanálisis25 de mayo de 2013, 13:24

    (Hace 3 años)
    "Los dragones ya no existen por eso precisamente. "

    Joooo, es verdad, yo que me sentía tan original, y esto ya era público y notorio.

    A mí los cuentos clásicos no me gustan nada, lo reconozco, son machistas y bastante sanguinarios, y eso que no conocía el del hígado (por Dios, qué asco)

    Eso sí, Carabás, te quejas de vicio, eh? ;-)
    http://loqueahorroenpsicoanalisis.blogspot.com/2009/06/el-gato-con-botas-i.html

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  12. Este fue el primer comentario de mi querida Loque. Y con el enlace a lo que ella escribió sobre "El gato con botas", que, como todos los enlaces, no me sale en azul en mi blog. Algo habré hecho mal, seguro.
    Loque, nunca se sabe. Igual a la vuelta de cualquier esquina, alguna vez aparecerá un dragón brillante, verde tornasolado y ardiente, que nos cambie la visión que tenemos de la vida y el gusto (a mejor) por los cuentos clásicos.

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  13. Antonio Francisco Cáceres25 de mayo de 2013, 19:57

    Excelente recuerdo. Lástima que mis hijos no hayan decidido, aún, tener descendencia, motivo más que suficiente para retomar aquellos cuentos de niños, leérselos y explicárselos.

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  14. Bueno, Antonio, si les lees el de Pulgarcito o incluso "El flautista de Hamelin", igual no se animan a tener niños. Eso de no tener para darles de comer y tener que abandonarlos en el bosque, o eso de que te los robe un flautista vengativo...
    De todas formas, ya te llegará el momento de los nietos y de que te digan por la noche: "Cuéntame un cuento" y lo hagas, la mayoría de las veces inventándotelo sobre la marcha. Y en ese cuento, todo será posible.

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  15. A mis nietas, les contaba los cuentos de siempre y la mayor tenía unas pesadillas tan horribles que sus padres me los prohibieron. Entonces me los inventaba de risa, de episodios amables, al día siguiente los querían iguales y no me acordaba, me los contaban ellas con sus añadidos. Y ahí si que me reía. Una delicia ellas, para eso son mis nietas y un desastre yo.

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  16. A mis hijos pasé un montón de tiempo contándoles historias de la cabra Margarita que los llevaba en el lomo a la playa, al monte, a los carnavales, a la Luna... Los cuentos inventados les llegan más al alma porque ellos son protagonistas. Los clásicos tienen una deriva siniestra que sí, dan emoción a la cosa, pero a veces dan un miedo...

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  17. Estaba intentando recordar el nombre del programa de cuentos infantiles de la radio y me encontré ésto en un blog dedicado al rescate de recuerdos de tiempos pasados seguro que algo nos suena:

    http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=SLsGRQ__7sQ#!
    Aquellos cuentos de la Radio
    Cuentos de la Radio en los años 50 y 60

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  18. He copiado el enlace, Juan, pero ya sabes que, no sé por qué, no me sale en azul. Sin embargo, voy a acceder a él, a ver si vuelven Riquete el del Copete, Rapunzel, La Cenicienta y otros amigos de la niñez. Gracias.

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  19. Francisco González29 de mayo de 2013, 21:37

    Somos muchos-as los que crecimos con aquellos programas de radio,amiga Isabel.Los medios de comunicación de antaño-antiguo Règimen,o como queramos llamarlo-eran educativos.A diferencias de la Mísera programaciòn de las mùltiples "cadenas de radio y de tv".Rica en radio y tele-basura,programas hechos por descerebrados-as para gentes tontas y carentes de todo raciocinio y cultura.
    Recuerdo los de Radio Madrid y las voces de su bien formado y correctísimo cuadro de actores.Ahora me vienen a la memoria,son tantos,pero por nombrar uno:el del Gallo kiriko.Ya lo dices muy bien en tu bloc,corríamos para llegar a tiempo de oirlos. Aunque creo recordar que por la tarde a eso de las 5 o algo similar,los volvìan a radiar.
    Lo dicho,sòlo unas pocas emisoras de radio,y una sola tv;pero con grandes ,mayormente,contenidos."Igualito,igualito que hoy"tropecientas mil cadenas y emisoras y,algún,de ramos a pascuas,programa medianamente aceptable.Buena tarde y buen dìa de los canarios-as para todos-as.Cs

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  20. Tuvimos una buena radio con grandes locutores, personas a las que se les exigía tener una voz agradable y vocalizar bien. Y había programas estupendos. Hoy también los hay pero somos más críticos. Y tienes razón, para encontrar algo aceptable en tele, cuesta un montón, entre tanto Gran Hermano y Sálvame.
    Me acuerdo del cuento del gallo Kiriko que iba a la boda del tío Perico con Gusanito en la barriga ("Aquí, aquí estoy, en la barriga del gallo Kiriko que me lleva a la boda del tío Perico"). Se lo he contado a mis nietos y les encanta.

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  21. Francisco González3 de junio de 2013, 12:41

    Es una suerte y una esperanza de futuro,lo digo con honestidad y nada de coba,que aùn estos hechos-el transmitir estos viejos cuentos-se sigan llevando a cabo.En un mundo lleno de tecnología y de falta de valores,esto es "moribus praeteritis",batallitas del abuelito.Isabel,¿nos catalogarán como Especies Protegidas?Buena noche y buen fin de semana para todos-as los-as amigos-as del Blog.

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  22. A lo mejor hasta les gustan las batallitas del abuelo. De todas formas, espero no convertirme en la versión femenina del abuelo Cebolleta.

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  23. Verso que no tienes ... Y arroja piedras bien gordas

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    1. Gracias, gracias, gracias... Yo confiaba en que alguna vez apareciera alguien que se acordara del "y arroja piedras bien gordas". Una canción completa por fin.
      ¿No te pasa que cuando todo el mundo canta una canción hay versos de los que nadie se acuerda (decimos "lalalala") y otros de los que se acuerda todo el mundo? Menos mal que existen las redes y personas como tú.
      Otra vez, gracias.

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  24. De nada fue una canción que me enseñaron mis padres , y el otro día recordando me dio por buscarla y salió el verso solo , Gracias a personas que nos hacen recordar esos tiempos

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