jueves, 22 de octubre de 2009

Trenes que se pierden




A estas alturas de la vida una ha perdido varios trenes.

Como ya dije, he perdido el tren de los idiomas. Estoy como el portugués, del que habló Moratín, que estaba admirado de ver que “en su tierna infancia, todos los niños de Francia, supiesen hablar francés”; y que concluía que “para hablar en gabacho un hidalgo en Portugal llega a viejo y lo habla mal y aquí lo parla un muchacho”. Ahora con la globalización, la tele, las clases y el turismo mi hija, ceceando, me dijo a los 2 años en Las Caletillas que si íbamos a la “zuiminpul” y mi nieto con 4 me dice que le alcance el creyón amarillo “yelou”. Nosotros, no. A nosotros nos enseñaban el francés ya talluditos, cuando la cabeza no procesaba ya lo que tenía que procesar. Así que, como el portugués, llegamos a viejos y lo hablamos más mal que bien.

En un viaje a Francia en el que pregunté a una taquillera del Metro por una conexión, la francesita, al verme el chapurreo, me contestó amablemente en español (los franceses, contra lo que se dice, son tan amables, o tan antipáticos, como los españoles) Mi marido (él también es de francés), que ya estaba loco con tanta conversación de alrededor y tanto anuncio de la megafonía, va y dice todo convencido, ya sentados en el Metro: “Pero mira, la verdad es que por lo menos a la taquillera del Metro le entendí todo”.

Otro tren perdido es el del topless. Como dice una amiga de mis tías: "Ay, si esa moda, gozosa y liberadora, hubiera existido cuando una estaba viento en popa a toda vela…" Muchas de mis amigas que lo practican dicen que nunca las han mirado tanto a los ojos como cuando se encuentran, por ejemplo, con un compañero de trabajo en Las Gaviotas. Pero, qué quieren que les diga, una ya no está para esos trotes. Y, después de todo, podemos consolarnos con que no tenemos necesidad -como en esa canción tan divertida de Javier Krahe- de rogarle a San Cucufato que nos devuelva el pudor o de preguntarle que “dónde está mi recato”.

Y el tercer tren perdido es el de la informática. Escribir un blog ha sido un primer paso pero confieso, ruborizada, que alguna vez he llamado a mi hijo para preguntarle cómo se ponía la arroba. Los términos banner, input, software o intranets me suenan a chino mandarín y hasta me da miedo tocar un botón por si se borra todo. Tengo una exalumna que me dijo el otro día que está haciendo una tesina sobre nosotros. Le dije: “¿Los jubilados?” y me contestó:”No, los analfabetos digitales del siglo XXI”.

Algunos amigos (casi) coetáneos míos son unos virgueros con el ordenador pero, cuando se ven apurados, no es como en los viejos tiempos en los que la sabiduría estaba depositada en los ancianos, cuanto más viejo, más sabio. No, ahora todos llaman a sus hijos para que les saquen las castañas del fuego. Y en esas estoy ahora, estudiando opciones y anotando cuidadosamente las instrucciones que mis amigos e hijos, los sabios, me dan. A ver si alguna vez les puedo poner más que sea una foto, un dibujo o una machangadita. Que ustedes lo vean.

(La foto la tomé en la estación de Bunyola en Mallorca, esperando al tren de madera que va hacia Sóller. Ese tren, por lo menos, no lo perdí)

26 comentarios:

  1. Aunque soy muchisimo más joven que tu, tambien he perdido algunos trenes, como el de los bailes modernos, que da gusto como se mueven los más jovencitos mientras nosotros parecemos robocop. Besitos

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  2. Ah, pues ya tú ves, "joven" Tona, yo ese sí que no lo he perdido. Lo único es que no tengo muchas ocasiones de practicarlo. Ah, aquellos bailes de nuestra juventud...

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  3. Tenemos un tren perdido coincidente: el de los idiomas. Al del topless, subí en mis años mozos y fue una gozada mientras duró. Hoy no me veo subiendo de nuevo.
    Al informático lo abordé por necesidad profesional, nunca vocacional o por curiosidad. Alguien me dijo que, en mi profesión, los que no lo hiciéramos, nos quedábamos descolgados y sin avanzar. Aprendí lo justo y necesario y con ello, voy tirando.
    En mi caso, el tren perdido que más siento es el viajero. Sólo lo utilicé para un par de viajes hace muchos años y, hoy, por razones físicas, no puedo volver a subirlo, pero la tele y la imaginación lo suplen bastante bien... ¡Ah!, y por lo que cuentas, creo que no soy muchísimo más joven que tú...

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  4. Si volviera a nacer, intentaría subirme al tren de los idiomas y al de viajar más. Las circunstancias de nuestra niñez y juventud lo impidieron. Por eso he firmado hace poco por la continuación de los Erasmus, un invento que ya hubiera querido yo para mí. Mi hijo fue a Amberes, mis sobrinos a Alemania, mi sobrina a Polonia... y para todos fue una experiencia enriquecedora que no olvidarán. Que vivan por mucho tiempo y que ningún gobierno de cortas miras les corten las alas como nos pasó a nosotros.

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  5. (Hace 4 años)
    Tiene ud. la facultad Doña Jane de despertar en uno preguntas que nunca se ha hecho. En este caso, claro, la cuestión es: ¿cuáles son mis trenes perdidos?
    Antes que nada tengo que descartar los que uno ha ido supliendo con sucedáneos más o menos aceptables como, por ejemplo, tener un restaurante que lo he resuelto cocinando de forma más que aceptable o dedicarme a la música de forma profesional que he cambiado por las disciplinadas reuniones de los miércoles con los amigos a tocar la guitarra y alguna parranda de vez en cuando.
    Mi tren perdido es no haberme convertido en mi juventud en mochilero y haber recorrido todo el mundo de esa manera, conociendo sitios, culturas y gentes, trabajando en lo que fuera y libre como el viento y como dice Simón Díaz "sin horarios ni fecha en el calendario"
    Pero, en fin, tendré que esperar a una próxima reencarnación porque uno ya no está para trotes ni trotamundos.

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  6. Sí, Melchor, yo lo más que llegué fue a irme de camping. Y fue muy gratificante y divertido eso de ir de un sitio a otro y pararte donde pudieras a montar tu tienda y, al anochecer, ponerte a alegar con otros locos como tú... Pero, a estas alturas donde esté una buena cama de hotel y una buena ducha...
    Te deseo muchas reencarnaciones en las que vayas montando a trenes perdidos.

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  7. En esta vida no hay que pensar en los trenes que se han perdido, sino en los que nos quedan por coger. Nos vemos en la estación.

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  8. ¡Esa es mi niña! Así se habla, todavía queda camino que recorrer. Aunque a veces no está de mal echar la vista atrás. Se hace camino al andar...

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  9. Hola Jane!
    Quería comentarte que yo no creo que hayas (hayamos) perdido el tren de la informática. Más bien creo que hemos cogido uno digamos de no muy larga distancia y no tan rápido como el Ave. Pero en él estamos ¿O no?
    En cuanto a los otros que mencionas, uno no lo perdí, y el otro nunca deseé cogerlo.
    Pero sí que he perdido algunos, y en esos no quiero ni pensar. Prefiero, como bien dice dra. Jomeini ir a la estación para que no se me escapen los que me esperan.
    Un beso

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  10. Tienes razón. A veces cuando mis hijos (los sabios) me dicen: "¡Pero mamá! ¡Esto es así y asá...!", yo siempre les digo que bastante he aprendido. Desde que escribí esto (hace 4 años), por lo menos, ya sé poner fotos y hago alguna virguería más. Todo se aprende.

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  11. (Hace 4 años)
    Ánimo! Que nadie nace sabiendo, jeje. Para poner una nota de humor os voy a mostrar lo que puede hacer alguien muy a pesar de estar "entrado en años". Las personas mayores, con su música, pueden adaptarse a los tiempos que corren. Es una locura pensar que alguien podría fusionar la zarzuela con el punk! Jeje, el Zeta este me resulta muy simpático y gracioso, creó que le votaré y todo porque es una buena muestra de que el espíritu joven se lleva dentro. Echadle un vistazo, ya veréis:

    http://www.youtube.com/watch?v=mWNukcSK060 (para contextualizar)

    http://www.youtube.com/watch?v=Tpk7BUqas-k (este último es el más desternillante de la "saga")

    Saludos!

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  12. Una de las cosas que no sé hacer es cómo lograr que se publiquen los enlaces en los comentarios. Estos, por ejemplo, salieron bien (en azul) en el periódico digital en el que escribía el blog hace 4 años. Y al copiarlos aquí se vuelven negros. Ya alguien me lo enseñará, espero.
    Gracias, Pablo, por los ánimos y por los enlaces.

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  13. Alguna vez se puede volver a coger el tren perdido. Yo ahora estoy en el tren de los idiomas y nada menos que dos a la vez (italiano e inglés); seguramente no me servirá para mucho pero me divierto con ello.

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  14. Qué bien, Gema, italiano e inglés. Como para visitar Italia e Inglaterra y que no te pase lo que a mí, que no me enteraba de la misa la mitad ¡Y con lo alegadora que soy! Seguro que te sirve y te divierte, si vieras qué envidia me das. Yo tengo un sobrino que sabe inglés, francés, alemán, algo de italiano y ahora está aprendiendo ¡chino! No me digas que no es una gozada...

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  15. Gracias a ti, este fin de semana intentaré no perder ningún tren, Isabel.

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  16. Haces bien, Violeta. Hay trenes de largo recorrido y hay trenes de fin de semana que no están nada mal. Lo importante es estar en el sitio y el momento oportuno ¡A gozar!

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  17. A los trenes también se puede subir en marcha. Nunca es tarde. Yo me paso el tiempo aprendiendo informática. Cursito por aquí, seminario por allá. Poco a poco me voy enterando. Besoooosssss

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  18. Bueno, sí, siempre es tiempo de aprender. Pero dentro de las capacidades de cada uno. Yo ahora aprendo cocina, teorías, literatura, amistad, lugares nuevos, historias...
    Besos.

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  19. Mi tren que pasó es el inglés. Y mira que lo intentooooo!

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  20. No desesperes. Lo mismo le pasó a Ana Botella y mírala tan pancha hablando en algo parecido al inglés delante del mundo mundial y sin sonrojarse ni nada.

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  21. Estoy muy de acuerdo con tu hija.....no debemos pensar en trenes perdidos.....lo interesante sería no volver a perder ninguno.....pero me temo que seguiremos perdiendo muchos y viviremos con la ilusión de subir a otros tantos.....un abrazo.

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  22. Bueno, hay algunos que perdemos ahora, eso seguro (los ya dichos). Otros que queremos perder (un botellón, por ejemplo). Y otros que cogemos y seguimos disfrutando (un viaje, un buen concierto, un buen libro, una buena reunión...). Seguimos en la estación y eso es lo importante.
    Un abrazo.

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  23. Jane estoy convencida q ahora se trata de no perder más trenes y coger por lo menos los de cercanías. Me uno a los q perdieron el de los idiomas. Con una de mis hijas me empeñé en que ella no lo perdiera y en su juventud lo que conseguí es que no quería saber nada del inglés. Comprendí q no había que traspasar las propias frustraciones a los hijos.

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  24. Sí, yo también lo entendí temprano. Mi madre, que siempre se quedó desconsolada por no saber tocar el piano, me metió a mí en piano ¡A mí, que tengo el oído de un camionero! A los 4 años fui lo bastante sabia con 10 años para decirle que aquello no era lo mío.
    Pero claro, cuando hice con mis hijos lo de no ponerlos en nada, llegó un momento que mi hijo (con un oído fenomenal) me dijo: "¿Y por qué no me pusiste en piano? Me hubiera encantado".
    Ya ves...

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  25. A mí sólo me gusta mirar palante, siempre palante, y vivir....

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  26. Buena filosofía, Margarita. Se evitan los tropiezos.

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