martes, 2 de agosto de 2011

El aljibe es mío




En los tiempos de la revista “Triunfo”, allá por los años 70, el periodista Luis Carandell tenía en ella una sección, llamada “Celtiberia Show”, en la que hablaba de “las hazañas, andanzas, milagros, ejemplos, decires, gracias, desgracias, ocios y negocios” de los celtíberos. Una vez la protagonista del Celtiberia fue una casa, muy cerca de la mía, que, en su tiempo, fue eso, una casa pero que con las herencias se convirtió en dos, probablemente con trifulca en medio porque cada heredero quiso dejar bien claro cuál era su propiedad. Hoy sigue tal cual, con esa diferencia total (color, tejados, tamaño de puertas y ventanas, incluso una partida por la mitad…) que muestra que los herederos no se pusieron de acuerdo en nada de nada.

Aunque pienso que las herencias hay que dejarlas claras para que hijos y descendientes no se peleen por ellas, también es verdad que algunos (como Franco, ese hombre) dejan todo “atado y bien atado” y, después de eso, todo se desata con naturalidad. Pero sí creo que, por lo menos, hay que hacer testamento y decir que el broche de azabache es para Piluca y el sombrero de plumas para Ricardito que siempre fue muy festolero.

Hay en mi familia una historia, también celtibérica, a cuenta de las herencias y las propiedades que, cuando menos, es curiosa, y cuando más, nos dice también algo de la naturaleza humana y sus miserias.

Mi marido heredó de sus abuelos la casa familiar, una casa de campo, abandonada desde hace tiempo, con un aljibe cercano. Un vecino quiso comprar este aljibe pero mi marido no quiso separarlo de la casa, aunque le permitió usarlo mientras no se vendiera. Años después, el vecino decidió mudarse y puso en venta su casa y, ante la sorpresa de mi marido, puso un cartel que decía: “Se vende casa con aljibe”. “Pero si te presté generosamente el aljibe, si hablamos… ¿Cómo te atreves a vender algo que no es tuyo?”, le espetaba, indignado, mi marido. “¿Tú tienes papeles?”, decía él. “Las palabras se las lleva el viento”. Por supuesto, mi marido tuvo que ir a un abogado y a un notario que mandó un requerimiento al vecino, y éste dijo que había habido un malentendido y que parece mentira que entre buenos vecinos le hubiera mandado un guardia con papeles.

Rousseau decía que el estado, la sociedad, la violencia y las guerras empezaron cuando a alguien se le ocurrió decir: “Esto es mío”. Pero en mi familia, que todo esto se toma a cachondeo (realmente un aljibe no vale el trabajo, tiempo y dinero de estar con abogados), en el Amigo Invisible de Navidad de ese año, aprovecharon la coyuntura y le regalaron a mi marido casco, escudo, pistolas, alfanjes, puñales, hondas, arco y flechas… y una pancarta que decía: “El aljibe es mío, so mamón”.


Rousseau y Luis Carandell, en donde quiera que estén, seguro que se mirarían, poniendo ojos en blanco y meneando la cabeza, y sentenciarían: “¡No dirán que no les avisamos!”. 

20 comentarios:

  1. Juan Pérez Pérez8 de agosto de 2015, 11:10

    En todas las familias ocurren cosas así.
    En la mía ocurrió que se trajo al "hombre bueno" que hizo particiones "iguales". Todo el mundo estaba de acuerdo en hacer un sorteo. Se hizo el sorteo y se armó la marimorena. Algunos no estaban de acuerdo con lo que les tocó en suerte, y a pesar de que hubo quien ofreció hacer un cambio con lo que le había tocado, ni por esas.
    Los seres humanos somos así de egoistas. Feliz verano.

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    1. Cuando hice la foto a la casa celtibérica la vi como un símbolo de lo que hacen las herencias a veces. Rousseau tenía razón: la propiedad privada es el origen de las trifulcas. Pueblos, países, pero también parejas, padres con hijos, hermanos entre sí,,, todos peleados de por vida por el vil metal. Así somos, en efecto, los humanos.

      Y no me acordaba de la figura del "hombre bueno", que había en muchos pueblos. Tenía que ser alguien imparcial, ajeno a la familia, respetado y cabal, y con una condición indispensable que antes no abundaba: saber leer, escribir y las cuatro reglas.

      Un abrazo, Juan, y feliz verano por tu tierra.

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  2. ¿Se me ha borrado el comentario?

    Bueno, que he vuelto de vacaciones, que odio de nuevo a la humanidad y aún más a los notarios, los tasadores de la propiedad y que no sea obligatorio hacer testamento a los 4 años de edad.

    La foto, buenísima, pero ¿no les fastidiará encontrarse ahí? Si se oirá todo.

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    1. Ya he vuelto yo también y ya. el próximo martes, hablaré algo de mis andanzas por tierras inglesas (me acordé de ti mientras hacía una bajada majestuosa por las escaleras de una mansión en la que estuve).

      Espero que tu odio a la humanidad sea más bien una mirada enfurruñada por tener que trabajar. Pero agosto, después de todo, es un mes light y también se agradece volver a las rutinas, la gimnasia, el blog...

      Y, si quieres, ese odio a los notarios y tasadores podemos ampliarlo a los registradores, a los pasantes (¡qué palabra!) y a todos los que viven de lo que hemos comprado con el sudor de nuestras frentes.

      Y sí, me imagino que será una incomodidad tropezarte a cada paso con el pariente al que odias a muerte, pero supongo que, en este caso, antes muerto que mudarte.

      Un beso y otra vez, bienvenida.

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  3. Ya se nota tu educación en colegio de monjas. " Poner la otra mejilla". Menos mal que tu marido pelea por lo que es suyo. Yo también soy de las: que importa... total no vale nada.... que más da, pero también tengo un marido guerrero, porque me quedaría en pelotas. Besos. Espero nos cuentes algo de esa boda inglesa como hiciste con la boda alemana.

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    1. Bueno, tanto como "poner la otra mejilla", no. Ni tanto ni tan poco. Pero sí es verdad que, cuando, por ejemplo, algo se rompe en casa todos saben que yo voy a decir: "No tiene importancia, es sólo material". Claro que también pienso que depende del "algo": no es lo mismo una casa que un jarrón.

      Y sí, mañana hablaré de la boda y las andanzas inglesas. A este paso, voy a parecer de la jet, como Carolina: de boda en boda.

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  4. En Icod hay enfrentamientos a cuenta de "ese mojón alguien lo movió" aún hoy... pero sé de historias de venganzas en los primeros tiempos del levantamiento a cuenta de delaciones por quedarse un cacho más de tierras... y no sólo en Icod... supongo que pasase! Antes ni siquiera hacían testamento... sino que tenías que sacarlo todo por hijuelas... Pedazo follón desentrañar aquel galimatías! Enfin... Siempre hay algún "listo"...

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    1. Dímelo a mí, Gladys, lo de las hijuelas. La del abuelo de mi marido te habla de un trozo de tierra limitado al norte por un mojón o un árbol (que hoy ya no existe) y al sur por un camino (que tampoco). De todas formas, gracias a la hijuela y al contrato de compraventa el vecino no se quedó con el aljibe, así que algo de valor tiene. Pero registrar legalmente una casa heredada mediante hijuela y no consignada en un testamento es un trabajo ímprobo que te lleva por todos los laberintos y entresijos de las administraciones. Los 12 trabajos de Hércules no fueron trece porque nadie le dejó nada en una hijuela.
      Y lo de los enfrentamientos por un trozo de tierra (yo he visto pelear hasta por la línea que separa dos tierras ¡La línea es mía!) nos lleva a lo más miserable de la especie humana.

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  5. Hasta en las tejas hicieron "partición" .Penoso ! Un saludo Isabel .

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    1. Sí, Claudia, es increíble y penoso. Para llamarle la atención a Carandell que hablaba allí sobre todo de la España profunda... La ves y te hace pensar en ¿se hablarán entre sí los habitantes de cada casa o sus diferencias serán tan profundas como la estética de sus viviendas?
      Un abrazo, Claudia.

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  6. Soledad Villalobos8 de agosto de 2015, 17:11

    Buena reflexión!!!

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  7. Es que, a veces, muchas veces ,las lindes cobran vida propia ... y el morro de mucha gente es alucinante. Enhorabuena por "recuperar" lo que era TUYO.
    ES INCREIBLE.

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    1. Yo creo, Laly, que nos metimos con notarios y rollos de esos, no por lo que valía el aljibe, que ya dije que no valía la pena, sino porque te da rabia que haya gente tan carota ¿Dormirán bien, con la conciencia tranquila?

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    2. Jajaja. ¡Que bueno Jane!. Me he reído de buena gana...Lo tendré en cuenta para dejar claro en mi testamento que mi libro de recetas es para mi hijo Roberto que fue el primero que me lo pidió. Es de agradecer que en vez de pedirte un anillo, unos pendientes o un collar de perlas muestren preferencia por una libreta manuscrita,de tapas duras y con alguna que otra vergonzosa mancha de grasa...

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    3. Sí, Alejandrina, a mí me quedaron ganas cuando hicimos el testamento de decir más cositas de ese estilo ¡Fue tan frío! Dejar lo que tengamos repartidos entre los dos hijos y ya está. Era mucho mejor decir eso de "el costurerito de madera para mi nieta mayor, la colección de marcadores para mi amiga Rita que los colecciona como yo, los libros de filosofía para los alumnos que siguieron mi mismo camino..." y cosas así.

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  8. Elena Pérez Méndez8 de agosto de 2015, 23:50

    Muy bueno tu comentario. La casa la veo cada vez que bajo a ver a mis suegros ��

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    1. Gracias, Elena. A mí siempre me ha llamado la atención (y me ha hecho sonreír, de paso, imaginando las trifulcas anteriores).

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  9. Marilu Díaz Estrada10 de agosto de 2015, 17:10

    Tanto allá como aquí sucede lo mismo...es muy triste que a un solo hijo se le dé el sudor del trabajo de toda la vida, para que a la hora de la verdad se lo lleven unos extraños. Muy bien lo hizo esta señora ya que en vida se lo vendió a uno de ellos. Ni abogados ni la justicia pudo resolver el problema. Solo miro al cielo y le digo al padre de familia "en la vida se trabaja y no sabes para quién....."

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    1. Desconozco, Marilu, cómo se hizo el reparto de esa casa pero es verdad que cada caso es distinto y nos enseña un poco más cómo somos. De todo se aprende...

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