martes, 27 de diciembre de 2011

Inocentadas




Siempre me pregunto por qué y para qué, en este país de mentirosos, hay un día, el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes (aquellos niños mandados a asesinar por Herodes), dedicado oficialmente a engañar a los demás. Ya sé que no somos los únicos, no. En Inglaterra, el 1 de abril es el Fool’s Day, que se podría traducir como “el día loco”; y, el mismo día, en Francia e Italia es “Le poisson d’avril” y “Il pesce d’aprile”, el Pescado de abril, porque te ponen en la espalda un pez en lugar de nuestro clásico monigote, ja, ja, ja. Pero, al menos, ellos no se ríen de los pobres inocentes…

Sí, sí, yo también he gastado inocentadas. Pero una sola vez y estando en el colegio. A mi amiga Cae y a mí se nos ocurrió escribir a las otras 10 compañeras de curso en 5º de bachillerato una carta presuntamente de la Madre Mª del Valle. Tengo que reconocer que fue una carta magistral, imitando perfectamente la letra de la monja, en la que “ella” les decía a todas que se iba a la Península, que quería despedirse de “sus niñas” y que la fueran a ver el 28 de diciembre a las 5 de la tarde. Lo curioso es que sólo Dulce cayó en el día y sospechó enseguida que Cae y yo éramos las responsables (¡qué fama tendríamos!). Pero las demás se presentaron en un colegio vacío en plenas vacaciones. Incluso Esperanza, que era sevillana, le llevaba un paquete a la monja para que se lo diera a unos parientes.

Pero, aparte de ese desliz juvenil (por el que pedimos perdón, perdón, pero por el que también nos reímos todas un rato), no me gustan las inocentadas y me parece muy bien que algunos periódicos, como El País, hayan decidido no poner (adrede) noticias falsas ese día. Engaños, los justos.

Sobre todo porque somos muy crédulos. Me acuerdo de una noticia de un periódico de aquí en la que, ante una foto del Teide, decían que los geólogos habían llegado a la conclusión de que el Teide era, en realidad, ¡una lapa gigante! En cuanto se rascara un poco en la tierra, ¡hala!, ahí debajo aparecía el caparazón de la lapa. Y oí a gente después en la carnicería diciendo que “¡hay que ver, nunca me lo hubiera imaginado! Pero, si lo dicen los científicos…”

Y es que nos creemos cualquier cosa en cuanto a) aparezca en los medios de comunicación, b) lo diga un científico o, en su defecto, un señor con bata blanca, c) lo digan seriamente sin que se les escape la risa.

Por eso, no está mal que tengamos presentes las grandes pifias de la ciencia y que recordemos que los científicos han dicho que la Tierra no se movía, que en Marte había canales de agua, que el cine no tenía futuro, que los rayos X eran absurdos, que nunca se podría hacer una bomba, que había que sangrar a las personas para curar la pulmonía o que existe la materia oscura en el universo. Ah, ¿que esto último es verdad? No seamos inocentes, ni que esto fuera la guerra de las galaxias… Y, si no, al tiempo. 

12 comentarios:

  1. Cuando era pequeño había dos inocentadas en las que caímos todos: Los mayores te mandaban a una casa a recoger la llave de la cueva, y te tenían de casa en casa recorriendo todo el pueblo. Y otra mas cansada era que te enviaban a una carpintería a buscar la tabla de gimnasia, y el carpintero, harto de la broma, te ponía, en la espalda un tablón de madera que pesaba un "quintal".
    Aunque vistos los tiempos que corren, algunas decisiones parecen inocentadas pero no lo son: Nombrar ministro a una persona implicada en el desastre financiero que nos ha llevado a "la crisis", parece una broma, pero como tu dices "somos un país de mentirosos", y cuánto más grande, mejor.
    Me acuerdo que una vez, el las noticias de Canarias, dijeron que estaban quitando todos los barcos del Puerto de S/C porque estaba desapareciendo el agua, y la Avenida de Anaga se colapsó de la gente que se creyó la noticia. Somos así. Un abrazo.

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    1. Mi madre también tenía esa vena palmera y, tal día como hoy, nos mandaba a hacer cosas absurdas. Recuerdo una vez que nos dijo que nos pusiéramos en la puerta de la calle a ver cuándo llegaba el taxi que vendría a buscarnos. ¡Un taxi! ¡En los años 50! Pero, claro, éramos pequeños y, aunque un taxi fuera tan irreal como la carroza de la Cenicienta, estábamos en la época en que creíamos en todo. Mi madre se mondaría pero los niños luego nos sentíamos estafados.

      Ahora pienso, acordándome de ella y de los de tu pueblo, que igual ahí está el para qué del día de los Inocentes: querían prepararnos para la vida, para que, cuando, por ejemplo, como dices, nos pusieran un ministro, implicado en el origen de la crisis, para resolver esa misma crisis, ya estuviéramos curados de espanto y hechos a todo. Por lo menos, yo no he visto grandes aspavientos ni he oído mucho el qué disparate ¿Somos también así?

      Un abrazo, Juan.

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  2. A mí tampoco me gustan las inocentadas, entre otras razones, porque nunca me ha gustado reírme de aquellos a los que se les ridiculiza de algún modo, ya sea en el día de los Inocentes, ya en cualquier otro día del año.
    Sin embargo, el tema de titulares periodísticos que no son ciertos, pero podrían ser posibles, no me desagrada. Si esos titulares son ingeniosos y con visos de verdad, más me parecen un juego de adivinar si será cierto o no lo que se cuenta que una inocentada.
    Cuando se publican absurdos como el que cuentas tú y el primer comentarista, lo que me producen es risa y si la gente pica, será porque les falla el sentido común o el sentido lógico, como suele decir un buen amigo. Jamás se me ocurriría acercarme al muelle a ver si el mar se achica. Lo que hago siempre, es esperar al día siguiente para comprobar, en los mismos periódicos, la veracidad o no de los titulares del 28 de Diciembre.
    En cuanto a la trastada que organizasteis tu amiga y tú, mira que fuisteis ruinitas...

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    1. Estoy de acuerdo en que, cuando los engaños de la prensa son bromas absurdas y se nota que lo son, todos nos pasamos un buen rato con el ingenio de los periodistas. Lo de la lapa y el que la bahía se estaba vaciando como por un sumidero son un buen ejemplo de ello, tan disparatados que los que se lo creen es que no rigen bien.

      Pero he repasado hoy los periódicos locales y no sé dónde está la inocentada. Hay noticias creíbles o no, pero no locas, divertidas o ingeniosas ¿Será tal vez lo que dice "La Opinión" de que en 2012 se derribará el mamotreto de Las Teresitas y que el concejal espera conseguir el dinero, aunque no está presupuestado, ja, ja? ¿O la inocentada es la noticia de "El Día" de que se pide un "pipí can "para la Plaza del Adelantado o que a Ana Oramas le ha dado ahora por pedir la independencia? ¿O será que, en la Sección de Contactos una tal Gabriela anuncia que es la "Última Semana", como si fueran rebajas? Ninguna tiene gracia y podrán ser verdad o no. Pero, para eso, mejor no inducir a engaño.

      Y sí, un poco ruinitas fuimos, lo reconozco...

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  3. Realmente "celebrar" el asesinato de unos niños, es la juerga padre, no me extraña que sea para reírse, vamos, para troncharse ¿?

    Además yo, la verdad, no entiendo las bromas, me falta el gen, como un compañero que después de mucho tiempo de comer juntos, se atrevió a salir del armario y decir:

    - A mí no me gusta viajar y no entiendo que le ve la gente

    Y yo dije

    - Y a mí no me gustan las bromas, y no entiendo por qué se hacen.

    Si llegamos a seguir, vete tú a saber, de que perversiones inconfesables nos hubiéramos enterado.

    Como a alguno que no le gustara el jamón ibérico (hay gente para todo), alguien que se leyera el BOE por afición, o a otro que le cayera bien su suegra.

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    1. Me recordaste aquella película de Kevin Kline, "In&Out", en la que, tras salir el protagonista del armario, se reúnen unas cuantas damas provectas a consolar a la madre (Debbie Reynolds) y cada una empieza a decir secretos inconfesables, como que la receta del bizcocho era copiada o que su marido tiene 3 tetillas.

      A mí sí me gustan las bromas si son compartidas por todos. Mi sobrina me trajo hoy la inocentada de "El Diario de Avisos" (el único periódico de aquí que no miré ayer) y está graciosa. Dice que el buzo libio Salah Jamariji, conocido por Bartolo, cuando estaba trasplantando sebadales en el fondo del mar (y , para que no haya dudas , sale en la foto sonriendo y con la azada al hombro), se encontró de repente con el brazo del Almirante Nelson, que, como sabemos todos los tinerfeños, fue derrotado aquí y aquí perdió el brazo (no haberlo sabido los de tu Navidad calamar y haberlo presentado como "Brazo inglés", en vez de "Brazo gitano"). Yo creo que todos los que lo leyeron ayer se rieron ante la ocurrencia. Y eso, en estos tiempos en que no ves sino noticias truculentas, tiene su valor.

      Un abrazo y feliz nochevieja (que no sea "calamar" esta vez)

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  4. Comme toujours!!! Magistral!

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  5. Reflexiones virtuales (twitter)26 de diciembre de 2015, 15:42

    Sabemos decir mentiras con apariencia de verdad; y sabemos, cuando queremos, proclamar la verdad (Parménides).

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    1. Lo malo es cuando nos dicen mentiras con apariencia de mentiras ¡y nos las creemos!

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  6. Por favor, Jane, no me quites la ilusión de creer en la materia oscura, jo..., para algo cierto que hay en este mundo... ;-)

    Besotes :-)

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    1. La verdad es que no dan ganas de creer en algo. Fíjate la casualidad: en "El País" del domingo Javier Sampedro empieza su artículo diciendo esto: "Cuando la NASA despertó, el dragón todavía estaba allí, en el espacio exterior tras el rastro de los misterios más profundos del cosmos, la materia oscura, los agujeros negros, la teleportación cuántica, el contenido de la nada...". O sea, que no es solo la materia oscura ¡Hay más misterios! Le pregunté a mi marido (que no sé si te he dicho que es licenciado en Físicas): "¿Qué es la materia oscura?" y me contestó: "Ufff, ni siquiera se sabe qué es la gravedad...".
      Y en esas estamos, Ana.
      Un besote.

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