En mis tiempos mozos los chicos nos decían muchos piropos por la calle. Parecía
haber en la educación masculina una asignatura especial dedicada exclusivamente
a este menester. Sacaban sobresaliente en ella los obreros de la construcción, a
los que seguro que les decían cuando empezaban a trabajar: “Tenga usted el
casco, las herramientas y el manual de los piropos, dividido por capítulos:
finos, bastos y burros”.
Pero también los demás tenían la actitud que captó tan bien Xavier Miserachs
en su foto de 1962, “El piropo”. Ahí la tienen: un chico, con su americana y
todo, tan fino él, tal como entonces salían los domingos, que casi se te echaba
encima diciéndote a veces un halago y otras, una burrada; los amigotes, riendo
detrás por “la proeza” (era raro el que te decía algo yendo solo); y una chica,
enfadada y agredida, que se tiene hasta que bajar de la acera, lejos del
energúmeno.
Nuestro talante feminista se rebelaba, claro, contra algo que nos hacía
aparecer como destinatarias mudas y pasivas, que aguantaban toda la rociada sin
chistar. Aunque algunas sí que respondían, como una amiga mía que, ante la
pregunta de un chico por la calle: “¿Todo eso es tuyo?”, se enfrentó a él y le
dijo:”¡Sí! ¿Y todo lo que tú tienes es tuyo?”. El chico, que no se lo esperaba,
le contestó un tímido “sí”, a lo que ella remachó: “¡Pues cada uno con lo
suyo!”. Y en otra ocasión, ante una burrada que le dijo un soldado, se volvió y
le propinó tal bofetada que lo dejó trasteando.
Pero ahora, visto desde la distancia, hay que reconocer que, aunque muchos
eran sosos (“Tienes los ojos más grandes que los pies”) o groseros (“Tienes los
ojos más negros que los calzoncillos de mi abuelo”) y casi todos sexistas, otros
tenían su gracia. Después de todo, muchas canciones son piropos con música, como
“Guapa, guapa y guapa”. O siguiendo con los ojos, no me digan que no es bello
este piropo llevado a una folía: “Yo diría que tus ojos / llevan la brisa del
mar. / Ellos apenas me miran / y yo me pongo a temblar”.
Y después llegaba el momento en que las mujeres nos hacíamos invisibles.
Cuando íbamos arrastrando a dos niños y el carrito de la compra, despelujadas y
cumpliendo nuestro papel de mujeres trabajadoras-amas de casa-madres, ya podías
pasar por delante de un batallón de hombres, que ni guayabito, ni bomboncito, ni
otras lindezas por el estilo. La escritora Elizabeth Gilbert, en su libro “Come,
reza, ama”, se queja de que cuando, después de un tiempo, vuelve a Italia (otro
país especialista en piropos), con 30 y pico años, ya no le dicen nada por la
calle y casi ni la miran. Dice que se agradece “pero una tiene su orgullo
femenino y no queda más remedio que preguntarse: “¿Qué ha cambiado aquí? ¿Soy
yo? ¿O son ellos?”.
Y es que, gracias al cielo, lo que ha cambiado, de unos años acá, es la
cultura y la educación. Han cambiado ellos, que asumen, cada vez más, valores
como el respeto y la igualdad y no se les ocurre, tanto como a sus antecesores,
largarle una grosería a una desconocida. ¿Hemos cambiado también nosotras, las
mujeres? Desde luego, pero no se puede negar, en honor a la verdad, que, aunque
siempre se ha repudiado el ataque verbal, a todas nos sigue gustando la lisonja
y el halago. El piropo fino, vaya.
Yo, por lo menos, ya estoy servida. No hay nada que guste más a una abuela
jubilada que el que tu nieto de 6 años te abrace fuerte y te diga: “Mmmm… Aba,
hueles a vainilla”. ¿Qué mejor piropo puede una esperar a estas edades?
A mí todavía casi todas las mañanas me cae un piropo al despertarme o me encuentro una cara embelesada mirándome esperando a que yo abra los ojos. Suerte que tiene una.
ResponderEliminarCuando le dije a mi marido: "Mira, mira. A Sagitta, nada más abrir el ojo, ya le están echando piropos", él me contestó: "Yo no puedo porque estoy ocupado haciéndote el desayuno". Y como es verdad (me lo ha hecho siempre, incluso cuando él ya estaba jubilado y podía levantarse más tarde, y yo no), tengo que reconocer que yo también tengo suerte. Un abrazo, guapa moza.
EliminarNo me extraña nada, nadita. Al verles caminar por la calle, juntos y como en una nube, disfrutando de un bien ganado " retiro a mejor vida" y alegres cual tortolitos, pienso : ¿ Qué mejor piropo que éste y además gratis y continuo?
EliminarPues, hija, Sagitta, yo abro los ojos y encuentro una cara embelesada mirándome y del susto que me pego puede que me dé un infarto. No sé si es suerte eso, no.
EliminarPues qué suerte. A mí tan sólo alguna que otra alumna, con el descaro de hoy, me suelta por esos patios un : Guapo!. Y es que la cosa está mu malita en ésto de las lisonjas...Dichosas las dos.
ResponderEliminarPues tú también tienes bastante suerte, la verdad. No creas que son muchos los profes a los que se les puede llamar "guapo". También es verdad que a mí se me hubiera caído la cara de vergüenza antes que decírselo a un profesor mío, pero, cuando pienso en el "agraciado" plantel que me dio clase en el colegio, en el instituto o en la universidad, es que tampoco daban muchas ganas. Vamos, que no nos salían del alma los piropos.
EliminarY es verdad que ahora las chicas son más despachadas. A mi marido le decían: "¡Ay, profe, qué ojos más bonitos tiene!" (las muy frescas)
Los piropos no son mi especialidad.
ResponderEliminarSiempre me parecieron una falta de respeto, y a veces una agresión verbal. Pero siempre me acuerdo de uno que oí,hace muchos años, a un viejo republicano-agnóstico, al ver pasar a una hermosa mujer:
"Por primera vez le tengo envidia a Dios por haber hecho algo tan bello".
En fín, para todos los gustos. Un abrazo.
La palabra "piropo" tiene una raíz muy bonita. Viene de pyros, fuego, probablemente porque su significado primitivo fuera ser una frase brillante y cálida, como una especie de pequeño fuego de artificio en honor a una mujer. Algo así como esa hermosa frase que escuchaste una vez. No tendría que ser nunca una agresión verbal, o por lo menos, eso no debería llamarse "piropo". Tal vez burrada, exabrupto, disparate, estupidez, majadería... Hasta la definición de "piropo" excluye la falta de respeto. Según María Moliner, "piropo" es "alabanza dirigida a una persona, halago, lisonja. En particular, cumplido o requiebro, especialmente el dirigido a una mujer."
EliminarHablando de la raíz de "piropo", una de mis amigas me cuenta que su profesor de griego, Don José Doreste, les decía que viene de pyr, pyros, fuego y ops, palabra, con lo que tendría el significado de "palabra ardiente" que, como el fuego, añadía él, encendía la cara de las muchachas a las que iba dirigida. Concuerda con la explicación que vi en Joan Corominas, como palabra brillante o cálida (otras cualidades del fuego), tal como digo más arriba. Pero lo dicho por el profesor Doreste completa mucho más la etimología de "piropo" y lo dejo aquí para aquellos que, como a mí, les guste saber de dónde vienen las palabras que usamos y cómo han llegado hasta nosotros.
EliminarQué bonito origen. Lástima que la mayoría sean, sino ofensivos, incómodos. En los más inocentes puede que el piropeador no se dé cuenta de que unas simples palabras a una desconocida no producen el mismo efecto que a una conocida. Hace un par de meses en las escaleras de la estación un chico me dijo: "hola, guapa". El tono era suave, amable, pero venían de un desconocido en una gran ciudad. Me produjeron incomodidad y desconfianza. Los piropos de desconocidos en la calle me producen mucho rechazo.
EliminarEl otro día, una amiga decía que lo mejor, para ella, de haber llegado a nuestras edades, era la invisibilidad. El poder salir a la calle en chándall o muy bien trajeada, con vaqueros o con falda, y que pasara desapercibida para la mirada de cualquier hombre. Que eso la desinhibía mucho y le daba un aire de máxima libertad.
ResponderEliminarSu reflexión me llevó a pensar que de adolescentes y de más jóvenes, estábamos más expuestas a tener que aguantar alguna salida de tono, aunque alguna vez se oyera algo más agradable.
No estoy muy lejos de estar de acuerdo con ella, pero también lo estoy contigo, Jane, ya que un piropo fino o una mirada de aprobación respetuosa, siempre resultarán agradables, vengan de quien vengan.
El problema es que vivimos con los demás y no podremos nunca sustraernos a su mirada. Creo que no podremos desinhibirnos tanto, incluso pensando que somos invisibles. Porque, si no son los hombres, son las mujeres, que te echan lo que Sophie Kinsella, una escritora que escribe novelitas muy divertidas, llama "la mirada manhatanita" (de las mujeres de Manhatan, pero que pueden ser también de La Palma, o de Toledo, o de Berlín, o de aquí mismo). Es esa mirada que te recorre desde los zapatos que llevas a como te peinaste ese día. Incluso a Manolo Vieira lo vi escenificar una de esas miradas y la clavaba.
EliminarAsí que es inútil. Viviendo en una cultura, y no solos en medio de la selva, nos arreglamos o nos ponemos determinadas cosas, no sólo por nosotras, sino, sobre todo, por los demás.
Que gracia eso de los piropos Jane, en mi caso mi dichoso lunar ha sido siempre "carne de piropo obrero", pero la que más piropos se llevaba era mi hermana Cristina que siempre fué muy atractiva y resultona, una vez íbamos con mi madre las dos por la Milagrosa y un chico que venía de frente le dijo "Sra., se la cambio por una lavadora", la verdad que no estuvo muy fino, pero nos reímos...En otra ocasión a mi abuela que cuando yo tendría 13 años ella tendría unos 55 un chico le espetó "vaya vieja buena para comérsela con papas arrugadas". Vamos que esto de los piropos se deja para el recuerdo, porque hoy los chicos o son más finos o son menos ocurrentes.
ResponderEliminar¡Qué buenos! El de la vieja me encantó, por la parte que me toca. Sabrás que hace poco un taxista (ciego) se paró y me dijo algo por el estilo en el parking del aeropuerto.
EliminarLeí en el periódico una vez un artículo sobre por qué los países mediterráneos son tan aficionados a piropear a toda mujer y decía una experta en el tema (hay expertos para todo) que se debía a 3 factores. Uno es que somos extrovertidos y expansivos, que nos encantan las exclamaciones y todo eso. Otro, que también somos exagerados. Y otro es que nos gustan los juegos de palabras (como hizo el de tu abuela) y las metáforas. Un ejemplo que ponían era: "Nena, con esas pestañas no vayas al Retiro, que están de poda".
Y ante todo eso, la mejor actitud por nuestra parte es reírnos.
Hay piropos que dejan a algunos con un humor de mil pares de narices.un día iba por la calle con mi hermana y una señora le espeta:¿Esta es tu hija?yo me quede muy contenta de que me viese tan joven pero mi hermana aun no se ha recuperado del susto.besos
ResponderEliminarUna amiga de mi madre, mayor, también me dijo una vez, tan fina y delicada ella: "Pues la verdad es que yo estoy mucho mejor que tú" (me llevaba cerca de 40 años). Desde ese momento, pasó a engrosar mi lista negra de arpías (a las que realmente les doy otro nombre que, por decoro, no pongo aquí). Son esas que también te dicen si eres la madre de una hermana 4 años más joven que tú o de una amiga 6 años más joven. Como si no supieran la verdad... Pero eso no son piropos, sino puñaladas traperas. Y no las dan los hombres sino las mujeres, esas víboras.
EliminarDesde luego que nuestras hijas se han perdido este gracioso gesto de los chicos, porque, si bien algunos eran muy cuitres y desagradables, la mayoría eran graciosos, sobre todo si tenías un día de bajón y falta de autoestima. El más divertido para mí fue el que me echó un chico por una calle en obras. Iba yo pisando fuerte con el que hoy es mi marido cuando de un coche salió una cabeza gritando: "¡Estás estupenda!". Mi novio venía detrás y observaba la situación, cuando de pronto se oye un estruendo y veo el coche empotrado en una zanja. El enfado de mi novio fue mayúsculo pues tuvo que ayudarlo a sacar el coche y luego llamar a una grúa ya que el coche había quedado bastante afectado. Cuando lo recordamos, se nos saltan las lágrimas de la risa.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte
No había yo caído en la cuenta de los efectos colaterales del piropo. Tienes toda la razón del mundo en señalar la subida de autoestima como uno de ellos. Yo tuve un compañero de instituto que, por las mañanas, cuando una aparecía ojerosa, pálida y maldiciendo en arameo por levantarte tan pronto, te decía un "¡Qué guapa vienes!" o "¡Qué bien huelen las mujeres!" y ya te ibas a clase con otra cara. Y otro efecto es el accidente, el caerse en una zanja (¡qué bueno lo que les pasó!) o, como he visto yo alguno, darse un mamporrazo contra un poste por ir mirando hacia atrás, diciéndole cosas a una chica. Incluso hay un tercer efecto, que es la huida hacia adelante de la piropeada. Una vez otro compañero (que no era un adonis, precisamente) me dijo algo así como que si alguna vez mi marido no me quería, allí estaba él. Y otra compañera presente, ante mi cara de horror, me dijo bajito: "Antes, clarisa".
EliminarUn abrazo.
Hola Jane, mi aprecio y respeto para tí, extensivo hasta quienes te siguen semana tras semana. Pues sí, apreciada amiga lejana, (porque estás lejos, se entiende) eso de los piropos se las trae. Por aquí los hay de todos los colores, para todos los gustos pues. He sabido de muchos y confieso que yo mismo los he dicho en más de una oportunidad. ¿Pero, que sería de la vida sin un piropo?. Aún hoy, pronto a cumplír 40 años de sometimiento, digo, de casado, sigo piropeando a mi mujer. En la cocina de casa cuelga un cartelito que dice: "Aquí cantará el gallo, pero siempre manda la gallina", si eso no es un piropo, es al menos una frase encantadora. Recuerdo una oportunidad en la cual le dije a una compañera de clases (que estaba más buena que comer con las manos), niña estás como te dá la gana, me gustaría ser receptor de tu sangre. Mejor no digo cuál fue su respuesta. Está reñida con la decencia y las buenas costumbres. Pero recuerdo uno que le dije a la dueña de mi quincena cuando andaba en las preliminares: ¡ Diablos !. ¿ Usted con tantas curvas no tiene miedo de infringir la ley de tránsito terrestre ?. Y ella respondió: No, no tengo vehículo, pero sé manejar muy bién. A cuidarse pues, a disfrutar de todo lo bebestible y comestible durante estas fiestas. Enero es a fín de cuentas, un buen mes para comenzar con las dietas.
ResponderEliminarQue nunca las mañas pierdas, mi apreciado Agroteide. Que sigas siendo un piropeador fino, que son muy necesarios en este mundo. Que no pierdas el humor, pese a situaciones adversas. Que seas siempre en tu casa el gallo que canta (aunque sea la gallina la que mande), porque, como dice la canción, "si se calla el cantor, calla la vida". Que goces estas navidades de lo comestible y lo bebestible. Eso sí, dentro de un orden, que no tenemos edades para muchos excesos. Y que nosotros sigamos disfrutando de tus historias.
EliminarUn abrazo desde el otro lado del mar.
Yo creo que pueden ser infinitos, de todo tipo y compararte con las cosas mas insospechadas. Te voy a escribir algunas
ResponderEliminarque nos han dicho a mí o a mis hijas
A mí hija cuando iba al instituto " Quien fuera libro para apoyarse en ese pecho"
Un obrero de la construcción que le decía ¡todos los días!
Suusii; pero que se lo decia a ella y a todo "chocho" que pasaba por delante.
Paseando por el parque con mí niño en la sillita, dos chicos detrás de mí les oía "que buena está" pero cuando me adelantaron se miran y dicen ¡ si es una pureta! Tendria yo treinta años.
Besos.
El "quién fuera..." es de los piropos clásicos: "quién fuera viento para besarte la cara", "quién fuera cinto para ceñirme a tu cintura"... Lo que demuestra lo dicho, que somos un país de metáforas y que dentro de cada piropeador hay escondido un poeta. Aunque, pensándolo bien, no de todos, porque los "qué buena está" o ese "¡Suusii!" estrafalario, la verdad es que a Bécquer no se parecen, no.
EliminarCerca de casa, en la placita de la iglesia, un señor de buen porte, con ropa ligeramente desgastada pero siempre limpia, gracias probablemente a su deseo de mantener un aspecto aseado y a la caridad de los hermanos de S. Juan de Dios. Ya en esos días en que se cruzaron sutilmente nuestras vidas, era vagabundo, a saber que determinó que abandonase su oficio de cocinero en un excelente restaurante y optará por esa existencia. Pues bien, cada mañana en mi camino al trabajo, allí estaba, dándome el “buenos días” y yo respondía “buenos días”. Entonces, cuando me alejaba me obsequiaba con un piropo a cuál más galante, bonito o gallardo, diría que hasta algunos de ellos entrañables. Me hacían sentirme bien y sonreír. Era final de otoño, cuando la placita a esas tempranas horas, la ocupó el vacío, él había fallecido. Descanse en paz.
ResponderEliminarUna bonita historia. Quién le iba a decir a él que tiempo después tú recordarías sus piropos. Hay personas que iluminan nuestras vidas.
EliminarBonito estudio sobre el "piropo" hoy en desuso. Enhorabuena de un jubilado
ResponderEliminarGracias, Alfio. Lo del desuso, vistos los comentarios, parece que no tanto. Un saludo.
EliminarMuy bueno.......por fin puedo acceder a tu blog.......no sé que pasaba que lo tenía bloqueado........
ResponderEliminarGracias, Luis. Sí, ya te echaba yo de menos. Cosas de las redes, de las nubes o de vete a saber qué.
EliminarUn abrazo.
Muy acertado Isa. Mi padre cuando veía a una chica guapa decía "esa chica es un guayabo" y mi madre se cabreaba. Hoy miran el móvil
ResponderEliminarEs un piropo muy de aquí, Carmen. A mí me lo decía, de pequeña, Matías, el de la venta de enfrente de mi casa en la calle del Pilar. Cuando iba a comprar (7, 8 o 9 años tendría yo), siempre me decía: "¿Qué se te ofrece, guayabito?". Ya su casa, una casa terrera, no existe pero el piropo ha perdurado en la memoria igual que el olor de la fruta.
EliminarIsa, me gusta el tema del piropo, era agradable escuchar de los chicos frases bonitas, algunas tenían mucha gracia, a mi me gustaba la palabra "bombón" tal vez porque me encantaba el chocolate, yo creo que los niños de ahora han perdido la gracia o son más tímidos que las niñas. Un abrazo.
ResponderEliminarLos piropos dentro de la gama de los dulces, Margarita, están más reservados a las relaciones amorosas. "Rosquetito" llama mi consuegra a nuestro nieto, "honey" (miel) también es corriente entre parejas en USA, y lo de "bombón", ya sabes que hay una canción de las de ahora que dice (varias veces, por si no quedara claro) lo de "tú eres mi bombón". Desde luego, variedad hay para ponerse uno meloso. A ver si aprenden.
EliminarUn abrazo.
Y el bonito " tu eres mi jigopico flaguar"...(pronunciacion figurada,que le dicen)
EliminarJajajaja, Ignacio, luego me di cuenta de que el "tú eres mi bombón" pertenece a la del "higo pico flower"... Que también es un buen piropo, porque bien bonita es la flor del higo pico, la verdad (aunque te pinches al cogerla)
Eliminar¡Depende de la gracia del piropo! ¡Puede resultar hasta ofensivo y agresivo!
ResponderEliminarPara el piropo Cádiz...
Como explico en la respuesta a otro comentario, Elvira, según María Moliner, "piropo" es "alabanza dirigida a una persona, halago, lisonja. En particular, cumplido o requiebro, especialmente el dirigido a una mujer." Su raíz es también muy bonita. Viene de pyr, pyros, fuego y ops, palabra, con lo que tendría el significado de "palabra ardiente" que, como el fuego, encendía la cara de las muchachas a las que iba dirigida. Concuerda con la explicación que vi en Joan Corominas, como palabra brillante o cálida (otras cualidades del fuego).
EliminarPor eso pienso que lo otro no se debería llamar "piropo" sino burrada, exabrupto, majadería...
Y sí tienes razón, los andaluces tienen gracia "pa tó" ¿Y sabes quienes me gustan a mí también hablando? Los canariones.
Un abrazo, Elvira.
A costa de que a uno le acusen de machista me sigue gustando ceder el paso, ayudar a una sra cargada, dejarle el asiento en la Guagua y piropear a hermanas, amigas o conocidas de forma elegante, cuando las veo (es muy a menudo) guapas a rabiar. Intento educar a mi niño de la misma forma.
ResponderEliminarPues no creas, yo también lo hago. Si veo a alguien más perjudicado que yo, le cedo el asiento. Y si veo que alguien está (o es) guapo, sea hombre o mujer, no me corto un pelo en decirle lo bien que le sienta algo, lo bien que huele o qué guapo está. Yo creo que ni es machismo ni feminismo, sino empatía con los demás.
EliminarGracias por compartirlo. Un saludo.
El año pasado me dejaron de vuelta de la playa en la esquina de mi calle en la que había una obra... Iba yo con un minitraje playero, pedazo gafas de sol, bolso y cholas... paso por debajo de un andamio y oigo desde arriba... esas piernazas que las del andamio fallannnnnnnn... Me giro... (Se ve que me vieron los años) sigo caminando y oigo... Coño! está buena la pureta! Pa qué te miento... se me puso una sonrisita en la cara... JEJEJE
ResponderEliminar¡Y luego dicen que los obreros de la construcción (esos poetas del andamio) han perdido el arte de echar piropos! Un piropo bien hilvanado no deja nunca de poner una sonrisita en la cara y de alegrar el día :-D
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