lunes, 23 de julio de 2012

Un templo de sabiduría



Yo tenía un amigo que, sobre todo después de tres copas, miraba a la lejanía melancólicamente, mientras fumaba una pipa tipo Sartre, y decía: “Hay cosas que no te enseñan en las universidades…”. Y se quedaba después un rato, asintiendo con la cabeza, como quien ha dicho una verdad deslumbrante e incuestionable. Por supuesto, yo le daba y le doy la razón. Aviados estaríamos si sólo hubiéramos vivido de lo que nos enseña la universidad.
Porque en el mundo hay otros templos del saber. Y uno de ellos –lo digo con reverencia- es La Peluquería, La Pelu para todas las que asistimos a tan sagrado recinto. Sí, muchos intelectuales la menosprecian y ningunean, pero eso es porque no saben todo lo que se aprende en ella de la vida y sus misterios.

No crean que en la peluquería se abordan sólo temas tan apasionantes como los pelos, aunque es verdad que todas podríamos hacer una tesis doctoral con lo que sabemos de depilación, permanentes, baños de color o cardados. Pero también allí se relatan eventos familiares contados con pelos (claro) y señales, y se analiza la actualidad política nacional e internacional de un modo que ya quisiera la ONU. De hecho, he oído unas cuantas soluciones a la crisis que no están nada mal. Y, sobre todo, allí se aprende con la lectura del libro de texto por excelencia de las peluquerías: el “Hola”.

En el “Hola” aprendemos que existe la eterna juventud en algunos seres privilegiados: personas que una ha visto crecer, como Isabel Preysler, que se casó más o menos cuando yo (ella con su primer marido y su primera nariz, y yo, con el marido y la nariz de siempre) y que ahora parece más joven que mi hija (y que las suyas); o Paloma San Basilio, que vino, con abrigo de pieles, a mi clase de 3º de Filosofía (con lo cual es de mi quinta, aunque confiesa un par de años menos) y que ahora la vemos como si fuera una my fair lady de 20 años, trinando por los escenarios.

En el “Hola” aprendemos idiomas, queramos o no, por lo menos para entender que una top model lleva unos petshop amarillos, un clutch naranja y unos leggins morados ¡Totalmente fashion!

Gracias al “Hola”, se nos sube la autoestima y nos vemos divinas de la muerte. Cuando voy a por el pan y me pongo lo primero que encuentro, no voy de trapejo, sino de “casual look”. Si llevo collares y una flor en el pelo, no es que sea una hippie trasnochada sino que sigo la moda hippy chic. Y no te digo nada si visto una camiseta que todavía tengo de cuando el hombre llegó a la Luna ¿Anticuada yo? ¡Voy vintage!

Algunos piensan que es una revista elitista y superficial pero ¡qué equivocados están! Si hay una publicación que enseña, igual que “El Capital” de Marx, que todavía hay clases y que la brecha entre ellas es enorme, es el “Hola”. Basta ver que en el baño de servicio de las mansiones que fotografían –llenas de brocados y oropeles- cabe una casa de cualquiera de nosotros. Por menos de eso se han encendido mechas revolucionarias, aviso.

Decididamente, como decía mi amigo, en este mundo hay muchas, muchas cosas que no te enseñan en las universidades.

(La imagen del principio, que titulé "Doña en la pelu", la dibujó mi hermana Chari, con la que he compartido ratos de peluquería y lectura del "Hola")


16 comentarios:

  1. Yo recuerdo a una amiga, doctora en Hª del Arte (su tesis fue preciosa, sobre el pintor gomero Aguiar), que, una vez que alguien, con ínfulas de intelectual, le recriminó cómo es que leía el Hola, ella, segurísima de sí misma, le respondíó que la historia de la realeza actual se encuentra en esta revista. Una verdad como un templo. Y, agarrándome ahí, ya me importó un pito decir que yo también me emperejilaba el Hola, unas veces en la pelu y otras en mi casa.
    Pero es que con esta revista no sólo se está al tanto de las dinastías europeas, asiáticas o de cualquier parte del mundo mundial, sino que también aprendes una receta de cocina sencilla y rica (no doscientas), que a lo mejor pones en práctica al día siguiente, o te informan de lo último en deportes o lo que les ha ocurrido, casi siempre bodas o bautizos, a nuestras celebritis...ah, y me olvidaba, nos muestran unas casas maravillosas que sirven para coger detallitos para la nuestra. Y,para muestra un botón: el fondo de pantalla de nuestra bloguera. ¿Te crees que no me iba a dar cuenta de que te inspiró la de Gunilla Von Bismark? Pillinaaaaa!!!!

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  2. Ya quisiera la Gunilla tener una casa tan chula como esta mía. Y por cierto, otra que sigue saliendo en el "Hola" por los siglos de los siglos.
    Cuando vine de Madrid (trabajé un año allí en un colegio privado) de vez en cuando salían algunas de mis alumnas en el "Hola". Ahora, en cambio, me pasa (será porque voy menos a la peluquería o porque veo poca tele) es que muchos de los que salen son perfectos desconocidos para mí. Aunque claro, están los fijos: Letizia, Carolina, Gunilla... Las vemos como familia.
    Y tu amiga tiene razón. Se aprende biología (esos genes tan jóvenes...), psicología, sociología, historia, idiomas... Nunca una revista se aprovechó tanto.

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  3. Ja, ja, ja, ja, bien me he reído con la sesuda defensa que nuestra ilustre filósofa bloguera hace de los contenidos y la sabiduría (y yo sin enterarme) que nos aporta la lectura del Hola (Hello! en la publicación para los hijos de la Gran Bretaña).
    Sintiendo disentir, querida Jane, aunque reconozca que hojear esas revistas, de vez en cuando, te pone al día en los asuntos dinásticos, del corazón, la restauración (no la de cuadros), el interiorismo más chic y demás zarandajas del famoseo, a mí, más que enseñarme, llegan a aburrirme. Siempre los mismos pijos y pijas, siempre los mismos chanchullos familiares, siempre los mismos herederos y herederas que llegan a cansarme.
    ¿Sabes lo que te digo? Qué vivan los libros de bolsillo, tan cómodos de llevar en el bolso, y qué viva la buena lectura, que de ella también se aprende mucho.

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  4. Hooola Jane!!
    Pues yo lo siento, pero soy también de los que disienten. No comparto ni el amor a la peluquería ni a las revistas del corazón. Reconozco que soy media extraterrestre y me declaro analfabeta en el mundillo de esas vidas que giran alrededor de la "corona", o de las que lo hacen entorno a la "social-pijería".
    Y eso que voy a la pelu cada dos o tres meses a que me lo corten, pero ni siquiera me lo seco y salgo rápidamente, porque no puedo evitar sentirme como pez fuera del agua.
    Yo soy más bien de las del librito de bolsillo o de las de dibujar en cualquier trozo de papel para pasar el rato.
    Besossssss

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  5. amadísima ex-
    hoy he disfrutado mucho de tu comentario; por más de una razón: una, que mi madre y sus amigas eran adictas a ambas, revista y laca. y la otra es el paralelismo que, sin querer he hecho con los progres ecologistas a los que en los últimos tiempos he intentado subvertir a una participación ciudadana pragmática,coherente y un poquito útil. seguimos enarbolando el integral, vistiendo cosas flojas (qué bueno pal michelín) y creyendo que el mundo no cambió porque no nos dejaron cambiarlo...
    asi que ya ves, ni por un lado ni por otro tienen los males remedio.
    siempre gracias por tu agraciada lucidez, abrazos, nati

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  6. ¡Qué gran verdad! Efectivamente, el Hola nos enseña muchas cosas, como que a todos los ricos les gusta tener una piel de bicho muerto en el salón de su casa.

    O que los pobres nos casamos, y los ricos, se enlazan.

    O que por muy duro que trabajes en este mundo, siempre hay un tío que le echa más horas: El que curra en photoshop del Hola.

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  7. He estado una semanita desconectada en La Graciosa (después les cuento) y me he retrasado en las respuestas.

    Nadaglamurosa: El Hola está bien para leer cada mes y medio que es lo que tardo yo en ir a la pelu. Pero no es lectura para todos los días, no. Como dices, bastante previsible. Pero, si te fijas bien, nos dice mucho de la naturaleza humana, curiosa y chismosa, y por lo tanto nos hace filosofar. En un "Hola" de hace unos meses vimos un grupo de señoras ricas de una misma familia en la terraza de una gran mansión en Colombia y, al fondo, dos criadas negras, tipo "señorita Escarlata", mirándose frente a frente como dos estatuas, cada una con una bandeja de plata y todo el servicio en las manos. No veas la tertulia filosófica que se montó en casa a partir de dicha imagen...
    Y, por supuesto, que viva la buena lectura. A La Graciosa me llevé, no un "Hola", sino "La conjura de Cortés" de Matilde Asensi, un libro que cierra una trilogía sobre el Siglo de Oro español y que estaba muy, muy interesante (y que, como el "Hola", habla de ricos y pobres, de amores y desamores...)

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  8. Ay, Flor, yo tampoco comparto el amor a la pelu, pero no es cuestión de dejar que las nieves del tiempo plateen mi sien ni de parecer el tío Cosas. Y si te digo la verdad, no me suenan los nombres de la mitad de las personas que salen en las revistas ni sé qué han hecho para ser famosos. Pero lo que más me llama la atención es que hasta "El País" tiene una sección chismosa en la que, por ejemplo, este sábado cuentan que Kristen Stewart le puso los cuernos (una vez, dice) a su novio Robert Pattinson, y ella lo reconoce ¡en una revista! ¿Son eso cosas que se cuentan? ¿Le interesa eso a alguien? Pues, según se ve, sí porque en Twitter y otras redes el tema se ha convertido en materia de conversación y hasta Lady Gaga (que ni le va ni le viene) ha publicado su opinión. Me parece, Flor, que entre los genes humanos debe estar la afición al culebrón, porque, si no, no se explica.

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  9. Nati, yo también tuve una madre que no se perdía ningún viernes la cita en la peluquería y que estaba estupenda toda la semana. No como yo, que voy arrastrada por las circunstancias y que al día siguiente ya tengo el pelo natural, tipo "casual look".
    Y, como bien sabes, de todo se aprende. También Sócrates, en el ágora ateniense, chismorreó, contó y oyó. Por ejemplo, si eran buenas o no las clases particulares, tema de conversación que de hecho he oído también en una peluquería.
    Un abrazo y a seguir subvirtiendo.
    Ah, y yo ¡no sin mis batilongas flojas (que una buena capa todo lo tapa)!

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  10. Loque, eres una sabia.
    O que en Navidad, los ricos cambian de árbol todos los años aunque siempre son bolas o velas iguales y del mismo color. No como nosotros, que hacemos siempre el mismo, con los restos de otros años.
    O que una casa de 1000 metros cuadrados la llamen "la cabaña del lago" ¿Sabrán lo que es una cabaña?
    O que en las fotos de bautizos y bodas principescas todos tienen la misma sonrisa de panoli que en las nuestras. No, si en el fondo somos iguales...

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  11. Comparto totalmente tu opinión sobre la "Pelu". Aparte del relax y de olvidarte de las obligaciones durante dos horas y de todo lo que se aprende en el HOLA, a mí también me levanta el ánimo, cuando salgo me encuentro guapísima, lo que pasa que cuando , luego, en mi casa intento hacer lo mismo...... Nada de nada, cualquier parecido es pura coincidencia.

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  12. Tienes razón. No hay nada más relajante que un buen masaje en la cabeza. A veces casi me duermo. Y eso de verte bien peinada, con las uñas estupendas es una subida de autoestima de las de decir "¡mecachis, qué guapa estoy!".
    A mi marido, sin embargo, no le gusta mucho verme peinada de peluquería. "Pareces una señora", me dice, y yo le contesto: "¡Es que soy una señora!" (todavía no se ha dado cuenta). Así que también está bien cuando al día siguiente me quito el "señorío" y voy con el despeluje de siempre.

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  13. yo tambien soy de las casual look asi que voy poco a la pelu pero cuando lo hago me empapo de historia contemporanea (hola, semana, y lo que se tercie). Un fuerte abrazo y dile a tu hermana que el dibujito esta guapísimo

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  14. Es que mi hermana es una artista con el pincel en la mano. Las narices las logra. Y decididamente lo del casual look es un hallazgo.

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  15. Y lo que aprendimos de historia con todas las dinastías europeas!

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    1. Acabo de llegar de la pelu (¡4 horas con estos calores!) y me empapé 2 holas enteros. Salió la dinastía española con una salida al cine de los reyes y sus hijas, la de Inglaterra con la fiesta de Porcelanosa, la de Luxemburgo no me acuerdo con qué, la de Mónaco con otro evento lleno de hijos y nietos de Carolina, la de Suecia con más nietos... ¿Queda alguna otra? La verdad es que historia, lo que se dice historia, no aprendí nada, pero sí de sombreros y modelitos. Algo es algo.

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