lunes, 15 de abril de 2013

Justin Bieber




Aullidos desgarradores, gritos lastimeros, desesperación… ¿Una catástrofe nuclear? ¿El caos? ¿Un cólico nefrítico? ¡No! ¡El último concierto de Justin Bieber! Oigo por la radio a un padre que estuvo 7 horas chupando cola para comprar una entrada a su hija mientras ella estaba en el colegio, que eso es amor paterno y lo demás es bobería; oigo a quien se ha pasado una semana, día y noche, esperando a ver al ídolo; hay un chico que, entre jipidos, clama: “¡Lo amo, lo amo, lo amo!”; unas chicas hablan ufanas de que han conseguido arrancarle (no sé si con las uñas o con los dientes) un trozo de camisa que tratan como si fuera el Santo Grial; hay quienes se han tatuado el sagrado nombre en las manos y chicas que, llorando a lágrima viva, gritan: “¡Es lo más grande! ¡Buaaaa! ¡Es la leche! ¡Me enamora! ¡Buaaaa!...”, todo sobre un telón de fondo dantesco en el que se alternan berridos, desmayos y crujir de dientes.


¿Fuimos así nosotros? ¿Fuimos alguna vez en nuestra adolescencia esas ménades aullantes, esas gárgolas de garras afiladas aptas para desgarrar chaquetas de cantantes jovencitos? ¿Tuvimos ese momento de pasión desesperada como para llorar, gritar y tirarnos de los pelos ante un actor o un cantante?

Bueno, yo confieso que, a los 14 años, en mi libro de Latín de 4º puse el nombre de Ricky Nelson al lado del ablativo absoluto y del verbo amo, amas, amare, amavi, amatum, pero no tapicé la pared de mi habitación con sus fotos (como hace Susan en “Tú a Boston y yo a California”). Y también que fui a esa edad con mi amiga Cae, las dos muy emocionadas, al Teatro Guimerá a ver y a pedirle un autógrafo al Dúo Dinámico que, con “Quince años tiene mi amor”, parecía que cantaban especialmente para nosotras. Pero me acuerdo de que, cuando decían eso de “¡Reciban con un fuerte aplauso al Dúo Dinámico!”, yo dije que no podía porque en ese momento me estaba comiendo una chocolatina y no era cuestión de tirarla y ponerme a aplaudir frenéticamente. Lo primero es lo primero. Desde luego, no se nos pasó por la cabeza arrancarles el chaleco rojo que siempre llevaban. A estas alturas en que el objeto de nuestra pasión tiene unos años más que nosotras (lo cual significa más canas, arrugas y descolgamientos varios), haría ya mucho tiempo en  que el chaleco, de talismán de culto habría pasado a trapo de fregar, un destino nada honroso para una reliquia.

Les pregunté a mis nietos si a ellos les gustaba Justin Bieber. Contestación de ella (9 años): “No me gusta nada”. El Terro (7 años) dice: “Pues bien que te gustaba que te quisiste comprar un cojín con su cara”. “Eso era antes-contesta ella-, ahora las que me gustan son las Monster High”. Mi nieto, displicente, sentencia: “Justin Bieber es un pringao”.

Y ese es el futuro. Los ídolos tienen los pies de barro, en menos de nada están fondones y con papada, y son sustituibles ¡Tiembla, Justin Bieber!




24 comentarios:

  1. Sobre el momento "pasión":

    Ni chica ni grande me gustaron los aspavientos...ni las multitudes.

    Genial tu nieto!

    Abrazos

    ResponderEliminar
  2. Coincidimos, Nati. El fenómeno "fan" como que no cuajó con nosotras. El delirio por los Beatles, por ejemplo, llegó cuando yo ya estaba en la Universidad y recuerdo haber tenido una conversación con mi amiga María, la dominicana. Yo defendía la película "Submarino amarillo" porque me encantaba la estética y ella, que como todos en aquella época estaba muy politizada, decía que no le gustaba porque no había mensaje político ni revolucionario. Me acuerdo que fueron horas alegando de la belleza, del medio es el mensaje, de lo geniales que eran los Beatles, pero todo muy civilizado, tal cual un debate filosófico, sin aspavientos ni tirarnos de los pelos ni nada de eso. Y nos gustaban un montón los Beatles, eh. Pero nos gustaban con otro estilo.

    ResponderEliminar
  3. Recuerdo la actuación del dúo Dinámico en el teatro Guimerá. Yo estaba allí, y no recuerdo ningún desmayo. Hubieramos reaccionado igual, de haber estados hacinados en algún local y con alcohol?. Los Beatles arrasaban en aquellos años, ¿Recuerdas las reacciones de sus fans?. Me encanta lo de "pringao".

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. Esperanza, la verdad es que lo que oí el otro día en el reportaje de la radio no era hacinados en un local y con alcohol, sino los gritos de una multitud de fans a la entrada y a la salida del concierto. Había una chica a la que el programa le regaló una entrada, a la que no le faltó sino besar los pies de la periodista, diciéndole que eso era lo más grande que había hecho alguien por ella. Nada de darle la vida, ni educarla o alimentarla ni nimiedades por el estilo sino ¡regalarle una entrada para el concierto de Justin Bieber! Da la impresión que se pierde de vista la realidad de las cosas.
    Y sí, mi nieto es muy contundente en sus juicios.
    un beso.

    ResponderEliminar
  6. En aquellos quince añitos, nos limitábamos a bailar todas las músicas que nos ponían, nadie se desmayaba, a nadie le daba un yeyo por oír a artistillas que el año que viene no son nadie. Los nuestros si eran y siguen siendo obreros de la música, grandes artistas, Bravos, Brincos, Beatles, Rolling... y un largo etc. Pero el domingo por la noche nos íbamos tranquilos a la cama, que mañana había que ir a clase de nuevo. ¿El lunes?, el lunes sólo se habla de si había ganado nuestro equipo favorito y del partido a la hora del recreo... ¡Uf, cuántos recuerdos!, Estoy totalmente de acuerdo con tu nieto, menudo genio.

    ResponderEliminar
  7. Sí, José Gerardo, y Los Pekeniques, Los Mustang, Los Ángeles, Los Platters, Los Tres Sudamericanos, Los 5 Latinos, Los Pop Tops, Los Gritos, Los Diablos, Los Surf... Y los solistas: Adamo, Rita Pavone, Gilbert Becaud, Johnny Halliday, Françoise Hardy, Gigliola Cinquetti (y su "No tengo edad"), Nicola Di Bari, Petula Clark, Adriano Cellentano, Tom Jones, Enrique Guzmán (uno de mis preferidos) y tantos y tantos que llenaron nuestra adolescencia de música. Y muchos de estos es verdad que no se han jubilado todavía porque conservan su prodigiosa voz o su encanto. O porque nos tienen a nosotros, sus fans.

    ResponderEliminar
  8. Yo tuve, Jane, una curiosa asistencia a las actuaciones de algunos de los ídolos musicales de nuestros tiempos juveniles. Como tú y Cae, también vi actuar al Dúo Dinámico, pero no desde el patio de butacas, anfiteatro o gallinero del Guimerá. Los vi y los oí desde un lateral del escenario, porque mi padre había quedado allí con ellos, para entrevistarlos, y me llevó a mí para que los conociera. Me firmaron un autógrafo, que aún conservo, y recuerdo que el público asistente les aplaudía con fruición, pero con civismo y sin griteríos histéricos.
    Pocos años después sería un Víctor Manuel, flaco, soso, inexpresivo y tan tímido que apenas hablaba, el que conocí en el I Festival del Atlántico que se celebró en el Puerto de la Cruz. Se dio a conocer aquí y cantaba tal cual era: soso e inexpresivo (no ha cambiado mucho). Con ese perfil, pocas pasiones levantó.
    En resumen: casi nada que ver las manifestaciones de amor y admiración hacia los Justin Bieber de entonces, con las que hoy muestran los adoradores del susodicho y de los demás especímenes musicales. Como se puede ver, también en esto de los fans, los tiempos han cambiado...

    ResponderEliminar
  9. Yo al único que vi así de cerca fue a Enrique Guzmán cuando rodó en la Universidad la película "Acompáñame". Fue lo más cerca que he estado de un famoso. No ejercía de divo, era un chico de lo más normal que, con su acento mejicano, nos preguntaba qué estudiábamos y cosas así.
    Ahora las palabras de un cantante como Justin Bieber pueden hasta desatar una tormenta mediática, como ha pasado con la visita que hizo a la casa de Ana Frank en Amsterdam en cuyo libro de firmas escribió: "Verdaderamente inspirador poder venir aquí. Ana fue una gran chica. Ojalá hubiera sido creyente". Miles de mensajes le han respondido de todo el mundo pidiéndole más respeto a una figura histórica entre otras cosas.
    También en esto los tiempos han cambiado.

    ResponderEliminar
  10. Que recuerdos Jane, con 15 años fuimos a pedirle un autógrafo al Dúo Dinámico y Ramón me lo escribió en el libro de Mates. Estaban en una gran plaza y las "locas" no seríamos más de 10. Sin apreturas ni chillidos. Eran otros tiempos.luego fui a varios conciertos de cantautores de aquel tiempo, pero todo muy serio.Incluso Bruno Lomas que estaba un poco loco. Pero creo que ya había terminado la carrera y ya no era quinceañera. Teníamos otra pasta... Nuestros padres exigían buenas notas y buen comportamiento y nosotras obedecíamos. Algún día te mandare un escrito de una amiga mía mejicana, sólo 10-15 años más joven que nosotras, contándome su asistencia hace pocos años a una actuación de Paul Macarney, y lo que sintió. Gracias, Jane, por este blog....

    ResponderEliminar
  11. ¡Tiembla Justin Bieber, que ya te temblará la carnecilla esta de debajo de los brazos!

    Yo, en mi loca juventud hice cola tres horas para un concierto del que se acabaron las entradas, y otro día otra cola de una tarde, y un paseo hasta el quinto pimiento, para otro que si quedaban (por lo menos me sentí menos tonta)

    Y por supuesto tenía mis libros de texto plagaditos de los nombres de mis grandes amores que no repetiré aquí por discrección (y porque me da vergüenza, a qué negarlo)

    Pero he tenido la suerte de que no pasara una cámara de televisión por ahí, que vale que yo no lloraba, ni decía "Le amooo", pero cuánta más tierra se eche sobre el asunto, mejor.

    Yo lo que me pregunto es, estos chicos, al cabo de unos años cuando ven estas imágenes ¿qué piensan?
    - Anda que no nos lo pasábamos bien
    - Dios, qué vergüenza, menudos pelos
    - Soy una piltrafa humana
    - Te amooooo, todavía te amoooooooooo

    ResponderEliminar
  12. Tengo que hacer una acotación a mi respuesta a Cehachebé. Lo que puso Justin Bieber en el Museo de Ana Frank fue que ésta "ojalá hubiera sido una belieber". Como una no sabe inglés pensé que se refería a "believer", creyente, y así lo traduje. Me sorprendió la repercusión mediática de semejante declaración, pero hoy me entero de que con el término "belieber" se autodenominan los fans de Bieber. O sea que el muchachito dice que ¡ojalá Ana Frank hubiera sido fan suya! Cielos, es peor de lo que me imaginaba.

    ResponderEliminar
  13. Consu, me imagino que el libro de Mates pasaría a ser una de tus reliquias. Yo también tenía un librito de autógrafos que guardaba como oro en paño con los del Dúo Dinámico, Pepe Isbert (lo vi una vez en el Teatro Guimerá y me hizo un montón de gracia) y algún famoso más que recalaba por aquí. Pero vete tú a saber dónde paró eso, nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar y allá van los señoríos y todo eso.
    Mándame lo de tu amiga mejicana. A mí el fenómeno Beatles, como dije, me pilló en la universidad. Habían venido a Tenerife en el 63 de vacaciones y nadie se enteró. En el 65 (año en que yo empecé la carrera)actuaron por 1ª vez en Madrid y Barcelona (en sitios no abarrotados) y fue después de eso cuando la mayoría los empezamos a conocer. Antes casi no se podían comprar sus discos pero,cuando pudimos oírlos, fue un amor incondicional que hoy dura todavía.

    ResponderEliminar
  14. Qué razón tienes, Loque, todos hemos hecho el pato alguna vez en nuestra vida y, sobre todo, en nuestra loca juventud. Y tenemos bastante suerte en eso de que entonces no existieran cámaras ocultas, móviles sacafotos ni teles por todos lados. Así podemos presumir de lo serias, estudiosas y poco frívolas que éramos, cosa que los de ahora no podrán hacer ¡Ah, se siente, no haber nacido en un siglo tan moderno!
    De todas esas opciones que pones, me pido las dos primeras. Nos lo pasábamos pipa y a veces los cardados eran un poco exagerados, la verdad.

    ResponderEliminar
  15. Recuerdo aquel concierto, seguro que no tanto cómo tú y ¿no fue que al final no pudimos o no nos atrevimos a pedirles el autógrafo al DD? Tan monos, con sus jerseys de pico rojo, los mocasines y en otro single( ¿cómo los llamábamos entonces?) con azul pálido y pantalones blancos, pero de chillar nada. Siempre he sido iconoclasta y no me gustan los ídolos, ni perseguir a la gente. Recuerdo en los primeros ochenta que un amigo y compañero o, a pesar de, me dijo que conocía a Jorge Guillén, un poeta que admiraba y que siempre estará presente en mi vida, y que me podía llevar a su casa (vivía en el Paseo Marítimo, que lleva su nombre) para conocerlo y yo pensé ¿qué hago yo molestando a un anciano y a su mujer, sólo por verlo y porque es un hombre amable? tengo sus poemas y eso es lo que importa. Enrique Guzmán creo que nos gustaba más, casi, que el DD, estos parecía que escribían las canciones para nosotras porque luego fue "Ya tienes diecisiete años".
    ¿Te acuerdas que años después fuimos a oír a Raphael? No me gustó entonces y ahora ni te digo, como decía Chumi Chúmez: "Antes no creía en nada y ahora todavía menos."
    Un beso.

    ResponderEliminar
  16. Cae, no creas que recuerdo tanto, estoy como el viejito de Quino que le dice a la viejita: "No te enfades, Elcira, pero ¿nosotros éramos hermanos, pareja, primos o qué?" (es algo parecido) No me acuerdo de ir a ver a Raphael, debe ser que el inconsciente sepultó ese evento en lo más profundo. Y juraría que sí teníamos los autógrafos del Dúo Dinámico, pero igual nos dio vergüenza y no se los pedimos. Nos gustaba mucho más Enrique Guzmán, eso es verdad, y sus "agujetas de color de rosa y un sombrero grande y feo...".
    Tampoco entiendo mucho el culto al famoso, de hecho, hasta me dan pena. Debe ser de los más desagradable verte fiscalizado a todas horas y tener a un montón de locas y locos chillando al verte (de ser famosa, yo chillaría también al verlos a ellos) Un día por la Gran Vía de Madrid vi a Jack Palance, ¿te acuerdas?, aquel que hacía de malo en películas del oeste. Llevaba tras de él a un montón de gente pidiéndole autógrafos, fotos o un hijo de él, no sé, y llevaba una cara de cabreo monumental. Pensé que iba a sacar las pistolas y a emprenderla a tiros. Me dio vergüenza ajena y desaparecí lo más pronto que pude. Como dices, ¿a santo de qué molestar a un señor que está dando un paseo tranquilo? El precio de la fama, que le dicen...
    Pd: A mí también me encanta Jorge Guillén. Pero eso ya lo sabes ¿verdad?

    ResponderEliminar
  17. Hey. ¡Un momento!. Hubo griterío, empujones, desmayos, en resumen histerismo generalizado en nuestra época de los sesenta, concretamente cuando The Beatles actuaban o simplemente se bajaban de un avión. Las hoy abuelas e incluso alguna bisabuela, y también algún abuelo, se tiraron de los pelos, saltaron vallas, lloraron, gimieron, se desnudaron y vete tu a saber que más... Lo que pasa que el dictador no permitió aquí, en nuestro país, ninguna manifestación multitudinaria y cuando nos visitaron el recibimiento fue descafeinado.
    Hasta ahí, nuestra juventud y la actual, iguales. La diferencia está en los personajes de admiración. ¿Justin Bieber? ¡Que horror! Flor de un día. Música que será olvidada mañana. ¿The Beatles? Han pasado alrededor de cincuenta años y muchos de nosotros nos acordamos de casi todas o todas las canciones que crearon. Esta pasada Semana Santa fui a visitar a mi hijo que trabaja en Manchester y aprovechando que está al lado de Liverpool, nos acercamos al santuario, es decir, The Cavern Club, el lugar desde donde empezaron y siguieron tocando The Beatles (casi trescientas actuaciones). Con una "pinta" en la mano, vimos como un señor de mi edad, con una guitarra eléctrica, se subió sobre el mismísimo escenario y se puso a cantar música de ellos. Era bueno realmente. Todos los puretas que allí estábamos y los no tanto seguían las letras de las canciones. Yo las tarareaba, puesto que nunca las supe. Pero la emoción ¿o pasión? que sentí en aquellos momentos fue enorme. Regresé a los sesenta durante una hora. Cuando ya nos íbamos, volví la cabeza al escenario y como despedida grité: ¡Yuhuuuu!. No pude evitarlo. Mi hijo me preguntó ya en la calle ¿Volverías? Y le contesté rápidamente: Siiiii, claro, aún sabiendo que es muy difícil repetir el sentimiento que tuve unos minutos antes.

    ResponderEliminar
  18. Enrique, cuando fueron a Madrid los Beatles creo que las calles estaban tomadas por los grises ¡Qué peligro! Hicieron una rueda de prensa en la que una de las preguntas fue si se habían asegurado el pelo (¿¿¿???)
    Tienes razón, su música sigue viva. De hecho, pertenecen ya a la música clásica. Y con ellos muchos autores de nuestra época cuyas canciones seguimos cantando nosotros y, ante mi asombro, también los jóvenes. Y qué experiencia más bonita tuvieron tu hijo y tú: un sitio mítico, la música mil veces tarareada, un sentir compartido por la gente alrededor y unas pintas de cerveza ¿Qué más se puede pedir?

    ResponderEliminar
  19. Hola Isa,lo de los idolos no es mi fuerte, cuando en el trabajo me preguntan "quien me gusta de actores o cantantes" me cuesta, no soy de tener idolos pasionales, siempre me llama la atención esos amores tan fuertes. Yo me emociono con alguna música con la que sincronizo concordando con mi estado de animo en ese momento y flipo. Pero lo mismo la oigo en otro momento y ya no es lo mismo. Con las peliculas me pasa otro tanto. Por ejemplo con "La violetera" el otro día Pedro y yo lloramos como dos tontos.
    Besitos.

    ResponderEliminar
  20. Araceli, yo de chica me acuerdo de hincharme a llorar con una canción que empezaba: "La casa está triste, murió la vecina...". Claro, mis tías, las muy frescas, me la cantaban a cada rato para verme llorar y partirse de la risa. Pero tienes razón, hay canciones que te llegan al alma, sobre todo en determinados momentos. Y películas, no te cuento, yo me uniría a Pedro y a ti en el coro de plañideras.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  21. Carmen Paz Gutiérrez Arienza21 de abril de 2017, 17:02

    Yo también fuí al Guimerá a ver al Dúo Dinámico, también recuerdo ver a Serrat en el Teatro Baudet, (que en ocasiones se utilizaba para conciertos), lo que no recuerdo es los chillidos, aspavientos y desmayos, nos emocionabamos, suspirabamos y todo lo más intentamos ir al camerino a que nos firmaran un autógrafo, cosa que evidentemente no nos dejaba el portero de turno.
    Desde luego el concierto de Serrat se me quedó en la mente durante mucho tiempo.
    Eran otros tiempos y otras modas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Allí estábamos todos, Carmen Paz, sintiéndonos privilegiados por estar ante los cantantes que tanto habíamos oído. Me acuerdo de tener casi todos sus discos en pequeño ¿Dónde andarán? Pero, como dices, eso era todo. El fenómeno de los alborotos e histerismos, que empezó poco después, a nosotros nos hubiera sorprendido.
      Yo me perdí el de Serrat. Busqué ahora en Google a ver cuándo vino pero sólo encontré una referencia de Salvador García Llanos en Diario de Avisos.com en la que pone: "Hemos visto más de 10 recitales suyos, en diferentes escenarios. Aún recordamos el primero, en plena adolescencia, aquí, en el desaparecido teatro-cine Baudet, tan mágico todo aquella noche junto a los amigos que coleccionábamos posters y vinilos y estábamos tan atentos a las novedades de su obra. Serrat era el cantor, el rebelde, quien plasmaría años después un Mediterráneo memorable e inigualable".
      Como ves, no pone fecha. Seguramente yo ya me habría ido a estudiar fuera (del 67 al 71). De haber estado aquí estoy segura que también hubiera estado emocionada aplaudiendo en el Teatro Baudet.

      Eliminar
    2. Carmen Paz Gutiérrez Arienza21 de abril de 2017, 17:58

      No puedo recordar la fecha, pero creo que debió ser sobre el 67-68, más o menos, mis discos de vinilo en una de las muchas mudanzas se perdieron...

      Eliminar
    3. Sí, probablemente fue por esos años. Y me da una pena los discos de vinilo perdidos... En los 4 años de Madrid mi madre me da que aprovechó para hacer machuca y limpia.

      Eliminar

google-site-verification: google27490d9e5d7a33cd.html