Hace
poco, la noche del 30 al 31 de marzo, la noche del cambio de hora, de madrugada
mientras dormía, alguien me cambió la hora de mi móvil. Sí, es verdad que, al
día siguiente, yo tuve que cambiar la de mi reloj de pulsera y la del reloj de
la cocina, pero en la de mi móvil ya habían intervenido ¡los invisibles!
Los invisibles son "ellos".
Son esos que saben, cada vez que llego a un país extranjero, el
momento en que cruzo la frontera, una línea que en teoría no existe en Europa
pero que ellos conocen, y me mandan entonces, tan atentos y cariñosos, un
mensaje de “Bienvenido a Luxemburgo”, por ejemplo.
Son los
que conocen mi sueldo y en un cajero, sólo con teclear mi número, hasta me dan
dinero.
Son
seres que no conozco pero que me felicitan por mi cumpleaños, como los de “El
Corte Inglés”, o incluso, como los de “Ikea”, que me invitan a un pincho en la
cafetería, tal cual un amigo del alma.
Los
invisibles en el Hospital saben, sin que tú se lo hayas contado, todas las
miserias y vicisitudes que has pasado, el número de hijos o de abortos, cuando
te vino la menopausia, la operación de vesícula del 95 o el susto del 92, Y, si
eres hombre y vas a consultar tu Expediente Militar, te encuentras, asombrado
como mi marido una vez, que allí figura hasta la fecha en que aprobaste la
oposición y los sucesivos destinos que tuviste.
¿Hemos
llegado a la época del Gran Hermano (el de “1984” de Orwell, no el de
Mercedes Milá), ese ser invisible y despótico que se apodera de la vida y la
conciencia de todos sus súbditos? “Despiertos
o dormidos, trabajando o comiendo, en casa o en la calle, en el baño o en la
cama, no había escape. Nada era del individuo a no ser unos cuantos centímetros
cúbicos dentro de su cráneo”.
Una de
mis amigas, por ayudar a una señora (lo típico en estos días, marido en paro y
ella con una paga de 300 euros al mes por una cierta minusvalía), le daba 100
euros al mes por echar un ojo y limpiar de vez en cuando una casa que tenía en
el campo. Pues bien, los invisibles se los quitaron porque no debía tener otro
ingreso. Los invisibles rastrean tu vida, siguen tu historial desde que
naciste, te tienen fichado con lo que ganas o dejas de ganar. Si se ponen, se
enteran hasta de las veces que vas a la peluquería al año y pueden, como en
ciertas épocas oscuras, intervenir los teléfonos por los que hablas o leer tus
cartas… ¡Están en todas partes!
Por eso
es por lo que resulta tan chocante que lo sepan todo de mí que, después de
todo, tengo un sueldito de jubilada y para de contar y, sin embargo, que de
Bárcenas pasen los meses y no se aclaren.
¿O será
que cuando uno tiene mucho, mucho, mucho dinero, ganado no se sabe cómo, puede
también comprar la fórmula de la invisibilidad?
¡Qué razón tienes y qué miedo que da!
ResponderEliminarwww.sobrevolandoloscuarenta.blogspot.com
Un poquito sí, Lola, porque, además, están ahí desde siempre. Me acuerdo de oír a mi abuela y a mi madre hablar de "ellos". Ese plural ("van a hacer...", "hablan de...") sobrecoge.
ResponderEliminarLos buenos invisibles eran los "amigos invisibles" que tú organizabas. ¡Cómo los echo de menos! Juancho.
ResponderEliminarEsos son los invisibles buenos, Juancho. Porque también los hay: los Reyes Magos, a quien nunca veías y que te dejaban el zapato con golosinas y juguetes; el ratoncito Pérez, con la moneda debajo de la almohada (y menos mal que era invisible, porque imaginarme un ratón hurgando en mi almohada...). Y en nuestros tiempos el tío Pepote, que te mandaba golosinas por los aires...
ResponderEliminarY qué bien nos lo pasábamos con los Amigos Invisibles tan visibles ellos y con los estupendos regalos y poemas que tú hacías, como mis latas Isabel y el huevo de Colón de Lolina... Nada, nada, cuando quieras organizamos un festejo con amigos invisibles y todo. No nos vamos a quedar con la nostalgia ni con las maguas.
Hay una fórmula que a mi me sirve. Me siento en el retrete y me acuerdo de esos invisibles malos que se nos aparecen un día si y otro también. Resumiendo, me cago en ellos y encima me quedo aliviado. ¿Que te parece?
ResponderEliminarDrástico, escatológico y, realmente, a ellos no les haces nada. Pero si a ti te alivia...
ResponderEliminarHola Jane. Lo malo es que los invisibles ahora salen en tv y dicen que lo que hacen es por tu bien: Pagas en la farnacia, pagas en el médico, pagas por tener una casa, en fin por todo lo que ellos no pagan. Como decía un periodista es que los pobres piden mucho.Creo que hoy un antiguo político decía en referencia a los escraches que a los que les están quitando todo, incluida su dignidad, y "los tratan como animales, han comenzado a ladrar, lo extraño es que todavía no han comenzado a morder". Lo peligroso es que van a morder, pero nos va a salir un salvapatrias como Maduro que ve pajaritos que le hablan, ¡eso si es realismo mágico!.Un bso jane.
ResponderEliminarSí, invadidos del todo, muchos invisibles en nuestras vidas, demasiados, pero..., de alguna manera también nos hemos dejado invadir por ellos, nos dan comodidad, ya no hacemos colas en el banco para sacar dinero, apretando un botoncito se nos abre la puerta del garaje, se cambia la tele de canal, subimos, bajamos el volumen, podemos hacernos con viajes, ropas e incluso comida, usándolos.
ResponderEliminarAccedemos a información que antes a base de un correo, incierto muchas veces, teníamos que esperar cinco o seis días. Podemos comunicarnos y vernos en tiempo real, en definitiva, hacen nuestras vidas un poco más fácil.
En este trabajo nos facilita la comunicación con la empresa, podemos mandar cosas al momento y también recibirlas, nos ahorra tiempo y también dinero...
La queja, estamos demasiadamente infoidiotizados, pero hemos sido nosotros, sólo nosotros, los que hemos accedido a tales formas, los que nos hemos dejado influir por ellos, a pesar de su utilidad en muchos momentos.
A mí hace muchos años, un chico que trabajaba en Hacienda me dijo que a la gente como yo, que tenemos un sueldito y para de contar, nos pillaban con dos de uvas, si hacíamos trampas.
ResponderEliminarQue a los que tienen chanchullos a todo trapo, sociedades interpuestas y no sé qué, pues que no es fácil. Eso sí, que como te hagan una inspección, te sacan hasta los empastes que te hiciste en el 94.
Y eso, mucho antes de que todo se informatizara y no hubiera tanto invisible. Así que Bárcenas que puede temblar (o eso espero)
Juan, qué perra han cogido los políticos con los pajaritos. Hasta Paulino habló de ellos... Con decirte que estoy por preguntarle a alguno de los de mi huerta por la solución a la crisis ¡Ponga un pajarito en su vida!
ResponderEliminarA mí también me extraña lo modositos que estamos. Me gustó lo que dijo Manuel Vicent en El País del domingo: "¿A qué se espera? Este país necesita urgentemente una pala que se lleve al infierno de una vez a toda esta reata de imputados y se limpie el aire para que el panadero, el carnicero, el frutero, el estudiante, el médico, el profesor, el científico, el artista, el empresario vuelvan a la diaria rutina sin que el cabreo o el desánimo envenene, contamine y corrompa su propia vida".
Pues eso.
José Gerardo, hay también más inconvenientes: el que haya datos que nunca podamos conocer y nos tengamos que conformar como niños buenos con que "es lo mejor para nosotros"; el que se hurgue en nuestra vida y no haya transparencia para todos; el que ni siquiera se nos permita preguntar nada porque "ellos" hablan a través de pantallas (otra vez como el Gran Hermano)...
ResponderEliminarPero tienes razón, de lo que se trata es de priorizar valores ¿Deseamos tener menos intimidad, justicia o libertad y más control, seguridad y comodidad? Entonces, este que vivimos es el mundo ideal y somos todos los que lo hemos hecho y lo hemos aceptado. Y lo que me preocupa es que es también el mundo que vamos a dejarle a nuestros nietos.
Loque, ¿cuál es la universidad donde se aprende a montar chanchullos? Es que a mí me deja sorprendidísima que haya tanta gente por ahí puestísima en el tema y a la que no cogen nunca ¿Cómo lo hacen? Se supone que los Inspectores de Hacienda para lo que están es para descubrir esos pufos enormes, no el que yo me despiste en 10 euros en mi declaración o los 100 euros de la señora de la limpieza.
ResponderEliminar¿Y cómo duermen? ¿Cómo arriesgan hasta una monarquía? El 18 tenemos una tradicional comida de mujeres republicanas (la hacemos desde hace más de 15 años) y estamos pensando si invitar este año a Urdangarín antes de que se vaya a Catar...
Querida Jane, la verdad es que tienes una capacidad inigualable...cómo se te ocurren tantas ideas? Hasta serías capaz de hablar de los "ricos rosquetitos" que perseguías...jajajj
ResponderEliminarMe ha encantado tu exposición acerca de esos "entes" invisibles..., que no son más que el resultado de los avances de las nuevas tecnologías en este mundo globalizado...; así que mis aplausos por tanta inventiva!
Besotes, Mayuye
Gracias, Mayuye, eso mismo digo yo, ¿cómo tengo tanto rollo? 4 años y pico escribiendo cada semana parece mucho ¿no?
ResponderEliminarLos entes invisibles son variados: los que ordenan nuestra vida desde el punto de vista tecnológico, o profesional, o ciudadano, o incluso, moral y religioso. Los que nos dicen cómo tenemos que actuar, qué decir, qué vestir, qué votar... En fin, son "ellos", ese pronombre que ponemos delante de muchas de nuestras frases y que se corresponde a una realidad que está detrás de nuestras vidas.
Y a lo mejor un día de estos hablo de los rosquetitos. Cosa buena, oye, con esas ralladuras de limón encima, mmmmmmmm...
¡La leche! A mi también me cambian la hora del teléfono, me dan dinero del cajero... y todas esas cosas que cuentas. Pero lo peor es que cuando mi mujer me pide que busque algo en el armario, o en la despensa,o en la nevera, los tíos van y me lo esconden, ¡son la pera! Cuándo va mi mujer ¡toma! Por arte de magia allí está lo que andaba buscando. Es que son una pasada.
ResponderEliminar¡Claro, Guille! Ya decía yo que "ellos" son los que tienen la culpa de que no encuentre las gafas ni las tijeras... De hecho, en casa, cuando algo está fuera de su sitio (o sea, lo normal), todos decimos :"Han dejado este cacharro en el comedor en vez de en la cocina", "han metido un calcetín rojo en la lavadora de la ropa blanca", "han averiado el horno"... Es que así no se puede, no hay derecho, oye.
ResponderEliminarHola Isa: en muchas ocasiones me he preguntado lo mismo,lo rapidos que son para algunas cosa y lo torpe para lo que les interesa.Lo que mas me gusta es comprobar que personas como tú sean capaces de expresar ese sentir con humor y elegancia.
ResponderEliminarBesitos de Ara
Gracias, Araceli. El mundo es así, una doble velocidad para todo. Causas judiciales que se eternizan, pacientes que esperan años para una operación, papeleos intrincados para algunos... mientras que hay otros que lo tienen mucho más fácil y todo les viene rodado. Si no fuera porque eso va contra mi natural optimismo y mi confianza en los ideales, diría que la justicia no existe.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Jane, al leer esto me hiciste recordar el ultimo cambio de hora que me toco pasar sin haberme dado cuenta, en ese caso si hubiese querido que un invisible bueno haya hecho el cambio en mi movil. Me encanta tu blog, te comento que soy administradora de un directorio web y me encantaría contar con tu sitio web en mi directorio, consiguiendo que mis visitantes ingresen a tu web también.
ResponderEliminarSi estás de acuerdo con la idea, házmelo saber.
Éxitos con tu web!
Sonia :)
Sonia, a mí también me pasó que no me enteré del cambio de hora una vez y tenía invitados a comer y me llegaron una hora antes. Y yo con estos pelos...
ResponderEliminarLo de la página web prefiero no compartirla. Estuve en un periódico digital 4 años y me apetece ahora estar sola con mi blog. Además, soy una analfabeta digital y no me aclararía. De todas formas, gracias por decírmelo y por seguir el blog.
Un abrazo.
Sí, sí, invitadle, que se lo ha ganado a pulso!!
ResponderEliminarOye ¿por Catar todavía cortan la mano a los ladrones? no, por saberlo, por hablar de algo
Lo hemos invitado, Loque, pero sigue muy atareado preparando el equipaje.
ResponderEliminarJa, ja, ja, no sabe lo que le espera jugando a balonmano con una sola mano.
A la comida por ahora vamos 28 ¡un éxito!
Y cuando en Google Map,buscas tu casa y allí aparece ella,y tu perrito en el porche y hasta la imagen de tu hijo tras los cristales de su habitación.Me quede muerta!!!.Una sensación muy desagradable. Miedito me dan!!
ResponderEliminar¡Me había olvidado de Google Map, una infiltración de los invisibles donde las haya! Sí que dan miedo, aunque la mía está tan perdida que sólo la captaron de lejos. No sé si de todas formas grabaron demasiado a los poderosos porque creo que les han puesto cortapisas ¿no?
ResponderEliminarIsa, ¿eres republicana?. Algún pariente mío de Alajar dice que me sale la vena izquierdosa de mis abuelos que eran republicanos...
ResponderEliminarRespecto a la tecnología, Mane prepara los papeles de la declaración, para el asesor fiscal, y tiene información de un ingreso de mis castaños, de hacienda, que yo no recuerdo. Éstos no se equivocan me ha dicho, y no se han equivocado. ¿Cómo es posible que se les escape tanto corrupto como tenemos en España?. Bárcenas, Lanza (un sindicalista andaluz que tenía miles de euros bajo el colchón y un zulo en una finca con dinero). Sí, la tecnología falla a esos niveles.
Esperanza, soy de izquierdas porque prefiero que el dinero que todos pagamos con nuestros impuestos redunde en todos; porque prefiero beneficiar a la sanidad y a la educación pública antes que a la privada y porque pienso que la religión pertenece al ámbito privado y no al público, por lo que prefiero un estado laico y aconfesional. Soy demócrata, lo que significa que acepto lo que las urnas dictan aunque no me guste, como ahora. Por eso tampoco soy monárquica, porque un rey nunca es elegido por el pueblo, sino que lo es por su nacimiento y nada más.
ResponderEliminarYo tampoco entiendo cómo estamos todos tan fiscalizados (te embargan si no pagas la hipoteca en dos meses) y pasan años sin que todos esos sinvergüenzas vayan a la cárcel, mientras se pasean por esas calles con un morro que se lo pisan. Ojalá la decencia sea un día un valor en alza.