Sí, sí,
ya sé que las bicicletas son ya la imagen del siglo XXI, que nos sumergen en
los territorios inexplorados de las ciudades que no recorreríamos con los
pestilentes coches. Ya sé que desde hace 150 años (Ernest y Pierre Michaux
hicieron las primeras en 1860) es el medio de transporte más ecológico, sano y
sostenible.
Ya sé,
no hace falta que me lo repitan, que hay ciudades, como Amberes, Copenhague o Ámsterdam,
en las que una se maravilla de ver tanta bici aparcada y pululando, o en las
que te encuentras hasta con ganas de ser aquel ciclista que, con ritmo
pausado, cruza la ciudad llevando detrás un ramo de tulipanes.
Ya sé
también que hasta los escritores festejan y colman de poesía a la bicicleta a
la que definen como “un vehículo movido por el deseo cuyo motor son los sueños”
(Eloy Tizón). En la “Misericordia” de Galdós uno de sus personajes alquila una
bicicleta –un sobresalto ágil de vida moderna en medio del atraso y la pobretería,
dice Muñoz Molina- para ir de Madrid a El Pardo. Proust habla de “las muchachas
en flor” montadas, gráciles y sin perifollos, en bicicletas. Fernando Fernán Gómez
le hace decir a un padre, en medio de la guerra, que “las bicicletas son para
el verano”. Y nuestro Nijota la muestra en su “Amor en bicicleta” como símbolo
de estatus social.
Pero yo,
qué quieren que les diga, soy un desastre en bicicleta. Me siento más bien, ya
que hablamos de autores, como Henry James que intentó aprender a montarla y
perdió el control atropellando a una niña que, casualidades de la vida, de
mayor sería Agatha Christie. O como Luis Mateo Díez que a su ineptitud añadía
el miedo y la osadía del descontrolado y que se llevó por delante, cuando cogió
por primera vez la bici, al abuelo Perto, a su hija Pura, a un caldero de
puchero y al perro de Tomás, antes de acabar estrellado contra un chopo. Casi,
casi como yo.
Y mira
que me gustaba, de chica, mi triciclo rojo… Pero estaría feo ahora ver a una
señora de 65 años en triciclo, por más que yo hablara de las delicias de sentir
el pelo y la tela del vestido agitados por la brisa de la velocidad. Y no crean
que no lo he intentado. En Preu algunas veces nos subíamos toda la pandilla a La Laguna , alquilábamos
bicicletas en Morales, nos íbamos al Camino Largo y allí uno de mis amigos, que
sentía debilidad por mí (si no, no me explico su paciencia) intentaba enseñarme
mientras yo oía “¡¡¡No!!! ¡¡¡Noooo!!! ¡¡¡Así no!!! ¡¡¡Frena!!!
¡¡¡Endereza!!!... ¡¡¡Plooofff!!!”.
Tengo
amigos que suben, aguerridos, a Las Cañadas un domingo sí y otro también ¡Hasta
hablan y cantan cuando van en bici! Vi el otro día una foto de Humphrey Bogart
pedaleando con la mano en el bolsillo y mirando al tendido como pensando en sus
cosas ¿Cómo puede parecer tan sencillo y relajado? Yo me aferro con las dos
manos al manillar, se me trabucan los pies en los pedales y, aunque mire al
frente, la bicicleta va por otro lado. Ni siquiera pienso en eso que dicen de
que la vertical favorece el perfil ¿Vertical? ¡Yo tiendo más a la horizontal!
Por eso
me dio pena y ternura a la vez cuando este verano le regalaron a mi nieta por
su 10º cumpleaños una bicicleta ya de niña mayor, sin las rueditas de detrás.
En su mirada de aprensión, en su gesto de temor, en lo patoso de su primer
recorrido, me vi a mí misma y pensé: “¡Vaya por Dios! ¡Mira lo que iba a
heredar de mí!”.
¡Ya podía
haber heredado una finca, la verdad!
Uy uy uy lo que leo, tu no has visto los triciclos para adultos tan maravillosos que hay. Mi padre, es de un pueblo muy chiquitín de la mancha y allí todo el mundo va en bici hasta las señoras de 85 años. Y precisamente allí es dónde he visto "el triciclo" a una amiga de mi madre que es bastante mayor ya y dice que le viene muy bien para hacer la compra y que está encantada. Y sabes, yo me quedé prendada. Espero que te guste y que no renuncies a montar en bici y tener nuevas experiencias.
ResponderEliminarhttps://www.google.es/search?q=triciclo+adulto&es_sm=122&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ei=S3lJUvf5FbKR7AaR04D4BQ&ved=0CFEQsAQ&biw=1360&bih=643&dpr=1#es_sm=122&q=bici+triciclo+adulto&tbm=isch&imgdii=_
¡Ay, Martuka, qué alegrón me acabas de dar! Tú no me digas que se ha inaugurado una nueva etapa en mi vida, en la que, cual Bahamontes, voy a ser la reina de la carretera. Lo malo es que mi pueblo y alrededores son cuestas van, cuestas vienen, encaramados en montes y colinas. Pero ¿qué es eso para una experta triciclista? ¡Tiemblen, corredores del Tour!
ResponderEliminarAy,Isa,cómo te entiendo.Mis hijos fueron mucho al Camino Largo en bici y yo los acompañaba y me sentaba en un banco con el corazón a cien por hora.Encima les decía: "tengan cuidado;no se vayan lejos" Y ellos: PERO MAMÁ SI TU NO TIENES NI IDEA.
ResponderEliminarEran otros tiempos
Esa es otra, María Luisa, el quedarte atrás viéndolos volar ¿Ves? Si tú y yo hubiéramos estado en el pelotón de ciclistas ni siquiera nos hubiéramos preocupado por ellos.
ResponderEliminar¿Es un transporte seguro? Aunque es verdad que ahora hay muchos más carriles-bici, estamos lejos, de todas formas, de que la bici sea un transporte urbano masivo y seguro, como se ve en otros sitios. Leí un artículo de Muñoz Molina, al que le encanta salir por las mañanas en bici, en el que decía que "las bicicletas son para el verano, para el ejercicio saludable y la movilidad sin emisiones tóxicas, pero no tienen defensa contra la barbarie". Cada vez hay más facilidades para moverse con seguridad y ya muchos ciclistas se ponen cascos y van siempre alerta, pero de todas maneras, las madres de todas las edades nos seguiremos preocupando por los hijos, hagan lo que hagan. Es nuestro sino.
Un abrazo.
Nada de 65 años, ha llegado el momento de comprarse una Harley. Arriba dellos, Tenerife
ResponderEliminar¿Tú crees, Ernesto? Mira que a mí no hace falta que me animen mucho... Siempre me acuerdo de una madre que, cuando llevó al dentista a su niño, que tenía unas paletas casi llegándole a la barbilla, el dentista le dijo: "Mire, señora, gástese el dinero del arreglo dental en una moto y el chiquillo irá por esa autopista, privado y con las paletas fuera, broummmmmm...".
ResponderEliminarTal vez tengas razón y ha llegado la hora de comprarme una chaqueta de cuero.
Jane pide un triciclo de esos y si puede ser que tenga bateria para funcionar con electricidad.Es una comodidad poder subir las cuestas sin mucho esfuerzo por tener acelerador y disfrutar del paseo cuando podamos pedaleando.¡Vivan las bicicletas eléctricas!.
ResponderEliminarMe están abriendo un mundo nuevo ¡Triciclos eléctricos para una jubilada marchosa! Y yo aquí en la inopia teniendo envidia de mis amigos ciclistas. Bueno, envidia y admiración. Hay un señor mayor que yo (parece extranjero) que, sin una pierna, sube de vez en cuando en bici toda la cuesta del Portezuelo. Cada vez que lo veo me congratulo de lo que es capaz de hacer el esfuerzo humano.
ResponderEliminarPues eso, que vivan. Gracias, Esther.
Yo patosa también. Quise aprender cuando mis hijos tenían como 8 o 10 años. Yo cogía la bici de ellos con las dos rueditas pequeñas y me iba por la carretera de TenBel como si fuera con la gran bici. Hoy lo pienso y digo. "Por Dios, qué ridículo" Pero en aquel momento estaba privada!!!! Era capaz de ir en una bici!!!! (con 4 ruedas, claro)
ResponderEliminarCuanto más vieja me hago, Dulce, menos miedo tengo al ridículo. Mi problema era que, además, me pegaba unos talegazos de padre y muy señor mío y eso me dolía más. A lo mejor, lo que nos pasaba es que nuestra generación no disfrutó de estas bicicletas con marchas, ruedas especiales y demás pijerías que tuvieron nuestros hijos y así salimos. Pero seguro que al brilé somos mejores que ellos.
ResponderEliminarJane, creo no tener nada más que una frustración de mis tiempos de niña: que los Reyes o quien fuera, me hubieran regalado/comprado una bicicleta. Nunca pudo ser, para la mayor de siete hermanos. Con el tiempo, la mayor se las regaló a los dos más pequeños.
ResponderEliminarVine a subirme a una, por primera y única vez, cuando tenía 27 o 28 años. Fue en TenBel, como nuestra común amiga Dulce Mª, y para acompañar a mis hermanos más jóvenes, entonces niños.
Lo hice en una zona en la que no circulaban coches, llena de emoción y miedo a caerme. Pero, con gran sorpresa por mi parte e incredulidad por la de Cristina y Víctor, me impulsé hacia arriba para sentarme en el sillín y, al mismo tiempo, hacia adelante para arrancar. Fue como si toda la vida hubiera estado sobre dos ruedas. Fue una sensación indescriptible de libertad, ilusión cumplida y desconsuelo por el tiempo desperdiciado hasta entonces.
Recuerdo que lo único que me impuso y no me gustó fue la proximidad de los coches, cuando salí a las vías de circulación compartida.
Nunca más he vuelto a subirme a una bici, pero tuve la oportunidad de descubrir que tenía cualidades para hacerlo y eso me ha bastado para matar el gusanillo de montar en una y saber qué se siente cuando se hace.
Lo más parecido es hacerlo en una estática, pero poco que ver la una con la otra...
¡Ah! y te diré que pienso que mis hermanos nunca se creyeron que yo no había subido a una bicicleta jamás...
Tú llevas, Cehachebé, la agilidad y el equilibrio necesario inscrito en tus genes. Y, además, según dicen, es una cosa que no se olvida jamás. En los míos está el tuntunear, por lo que se ve.
ResponderEliminarSí que es una pena que no hayas disfrutado de un deporte para el que estás dotada, igual que lo estabas en baloncesto, tenis o natación. Pero en este en especial hay verdadera pasión por él, como corresponde a un objeto que es al mismo tiempo hobby, deporte y medio de transporte, y no me hubiera extrañado que, igual que alcanzaste premios en otros, también en éste -en otra vida, en otros mundos- te hubiera visto cruzando líneas de meta y con el maillot rosa o amarillo.
Hola Jane. Hoy no me había llegado tu correo con tus pensamientos, así que entré en tu blog, y allí estabas tú.
ResponderEliminarOh las bicicletas, ese raro artilugio que cuando logras dominar es para siempre. Ya lo dice el refranero canario: "Es como montar en bici, si sabes, es para siempre".
A mi me costó aprender. Eran otros tiempos y solamente unos pocos tenían bici. Creo que de mis amigos de la infancia nadie tenía, así que tuve que esperar un poco.
Cuando te subías al principio, mirabas para la rueda delantera y claro, te la pegabas. Cuando por fín mirabas hacia delante y controlabas, era una sensación magnífica. Hasta te sentías mas libre, y sobre todo se te subía la autoestima.
Un beso Jane.
Mira, mamá, teniendo en cuenta cómo conduces, lo de la bicicleta es lo normal...
ResponderEliminarYo también tengo bici. Estática, pa no caerme, y de decoración, pa no caerme y porque pega con el color de la pared del cuarto del ordenador.
ResponderEliminarJuan, te lo mandé puntualmente al mediodía antes de comer. Tú sabes que yo cumplo fielmente con los amigos. Dime si no lo recibiste después (el correo a veces se pone pesado)
ResponderEliminarEsa misma sensación la tuve yo cuando en el agua me quité los corchos y descubrí que ¡flotaba! Pero en la bici, mire para donde mire, acabo en el suelo. Debo tener un tornillo flojo en el sentido del equilibrio.
Tampoco ninguno de mis amigos de la infancia tenía bicicleta de 2 ruedas. Yo siempre recordaré los reyes en que me dejaron el triciclo rojo (y nada más). Me parecía un sueño cumplido. Esto puede parecer raro a los chicos de hoy pero a lo mejor por eso lo valorábamos tanto.
Un abrazo, Juan.
Dra. Jomeini, lo malo de los hijos es que te sacan los colores (o lo intentan), olvidando que aprobé a la primera el carnet de conducir o que nunca me han puesto una multa. No creas que son muchos los que lo pueden decir :-D
ResponderEliminarGuille, yo también sucumbí a la tentación de comprarme una bicicleta estática. La puse frente a la tele, la usé dos o tres veces, me aburrí un montón pedaleando (nada de viento en la cara y de otros placeres de los que hablan los ciclistas) y la deseché. Ahora está en el garaje, mohosa y cariacontecida, durmiendo el sueño de los justos.
ResponderEliminarEn Laredo (Cantabria) he visto bastantes triciclos para adulto.Son blancos, bastante recogidos y llevan un cesto que la gente aprovecha para llevar las compras, el perrito, etc.
ResponderEliminarClaro que Laredo es llano y es muy cómodo circular allí.
¡Vaya carga de profundidad la de la doctora!
La entrada un placer, como siempre. Me encantan tus citas. Bss.
Yo hoy no soy la persona adecuada para hablar de bicicletas, tengo en casa un monillo que sin cumplir los 4 ya van sin ruidines y más rápido que Induraín pero claro ya hemos sufrido la primera consecuencia.
ResponderEliminarYo no soy muy habilidosa pero he de decir que tampoco s me da tan mal, eso de habese criado en un pueblo da un poco de ventaja .
Utopía, me están animando entre todos a comprarme el triciclo. Lo malo es que vivo en una isla montañosa y que casi todos los pueblos son en cuesta. Siempre nos quedará La Laguna (o Laredo) Lo de los cestos también me encanta, eso de llenarlos con el pan, el periódico y unas flores ¿Te acuerdas de ET en el cesto de la bicicleta del niño subiendo a las estrellas con la luna de fondo?
ResponderEliminarMadre del monillo:
ResponderEliminar¡Cielos, como viene de preparada esta nueva generación! Ya traen incorporado en sus genes el manejo de cualquier aparato de nueva tecnología (mi nieto es el que me pone las películas en el DVD, el que me ha explicado que para acentuar las palabras en el móvil debo apretar la vocal, etc, etc), y ahora también el manejo de los medios de locomoción más modernos a tempranísimas edades... Tengo un sobrino nieto de 2 años que hablar no sabe (lo llamamos el checheno porque no lo entiende nadie) pero sabe encender la tablet en donde tiene la película "Cars" que ha visto tropecientas veces.
¡Qué complejo, por Dios!
Querida Jane: lo tuyo nunca han sido las ruedas con motor o sin él.
ResponderEliminarNo te veo en un triciclo motorizado "galopa y corta el viento" ...
¿no te acuerdas de tu experiencia con el "Escarabajo Azul"? ¡Y sabes que no me refiero a ningún amuleto egipcio!
Mi querida Cándidaeréndira, mi escarabajito y yo (es naranja, no azul) hemos formado una piña durante unos 20 años. Ahora ya lo jubilé (a todos nos toca) pero durante nuestra unión ni yo le fallé a él ni él me falló a mí. Hace unos días pasó la revisión de la ITV como un señor.
ResponderEliminarPero en algo tienes razón, yo soy más del coche de San Fernando, ratitos a pie y ratitos andando...
Yo también soy un matado con la bici. Cuando estudiaba en La Laguna fui a Morales y alquilé una bicicleta que tenía los frenos algo desgastadillos, tanto que bajando la hoy denominada calle Astrofísico Francisco Sánchez donde está la facultad de Físicas, calle con una fuerte pendiente en dirección a la rotonda del Padre Ancheta, entré a una velocidad tan grande que me pegué a la defensa trasera de un todoterreno que pasaba por allí. De repente me vi botado en el asfalto, entre coches y la bici enganchada y arrastrada por el jeep. Aquello era entonces la autopista, no había rotonda ni paso subterráneo. Imagínate. Conclusión: ¡Más nunca!.
ResponderEliminarPor cierto, te faltó decir que la bici también se usa y mucho como herramienta de trabajo. Me vino a la memoria la tan triste película del neorrealismo italiano dirigida por Vittorio de Sica: Ladrón de bicicletas.
Sí, Enrique esa es la otra cara de la bici, que por muy Indurain que seas, estás en la carretera mucho más desprotegido que en un coche y más si, como dices, es tu medio de locomoción, no tu hobby.
ResponderEliminarLas bicicletas han salido muchísimo en el cine (acuérdate también de "Muerte de un ciclista" de Bardem) pero hace poco vi un libro muy curioso sobre actores y bicicletas ("Hollywood monta en bici" de Steven Rea) que básicamente es un libro de fotografías sobre eso mismo. Hasta se ve a Hitchcock sobre una bicicleta y con una mano suelta. "¡Hasta él! ", me dije. Pero luego me fijé que hacía trampa: tenía un pie en el suelo.
A mí tampoco se me da el tema de la bicicleta y además, desde hace algún tiempo, le estoy cogiendo manía a los que montan en bici porque se está extendiendo en Madrid una bonita costumbre, y es ir en bici saltándose todas las normas habidas y por haber: semáforos en rojo, sentido de la circulación... y por supuesto yendo por la acera, oye y si hay que atropellar a un peatón, pues se le atropella.
ResponderEliminarPor supuesto que también hay gente que monta en bici por la ciudad y no atropella a nadie, pero tristemente he de decir que empiezan a ser minoría.
Sí, hace poco leí un artículo de Javier Marías que se quejaba de eso mismo. Inmediatamente salió una carta diciendo que se subían a la acera porque por las calles no se podía ir por el tráfico bestial y todo eso. Habrá que preparar las ciudades para bicis, pero también y sobre todo para peatones.
ResponderEliminarAyer descubrí por qué a mí no se me da la bici. Me encontré en una revista con una frase de Einstein que decía "Andar en bici es como la vida: para mantener el equilibrio necesitas estar en marcha". ¡Anda! Igual es por eso por lo que me caía. Yo ni siquiera me ponía en marcha ¿Y tú? :-D
¡¡Jajajaja!! ¡¡Qué bueno!!
ResponderEliminarLo que son las cosas. En mi casa y en mi barrio era todo lo contrario. Éramos como centauros con las bicis. Aprendíamos a montar, no voy a decir al mismo tiempo que a andar, pero casi. Los mayores enseñaban a los más pequeños de manera rutinaria:"no mires al suelo, mira al frente, que te estoy agarrando" (mentiras). Algún que otro rasponazo en las rodillas. Eso era todo. Bajábamos la cuesta con las manos sueltas cuando no nos veía mi padre, hacíamos carreras, etc. etc. Cuando teníamos 8 ó 9 años y después de heredar las viejas de los hermanos mayores, ya los Reyes consideraban que nos podían dejar una, enorme, eso sí, para que durara toda la vida. Apenas llegábamos a sillín.Un verano sin bici era como un jardín sin flores.
Ya de mayor, en Inglaterra, hace la friolera de 48 años, me compré una de segunda mano y me recorrí medio país en ella, como es tan llano....
Mis hermanos, tú lo sabes Jane, son de esos que suben al Bailadero y a Las Cañadas como si tal cosa, y uno de ellos va todos los años en el mes de junio con un grupo organizado a hacerse etapas de montaña de la vuelta ciclista a España, y hasta del tour de Francia ¡Casi nada!.
Como te puedes imaginar, con estos antecedentes, mis nietos, desde los 4 años, montan sin "ruedinesss" (son muy peninsulares). En la variedad está el gusto
¡Qué envidia! La Laguna siempre ha sido un sitio de bicis. Cuando yo era pequeña, en la calle del Pilar, en Santa Cruz, casi no se veían, sólo los triciclos de los pequeños pero nada más.
ResponderEliminarEn tu hermano pensaba cuando hablé del amigo que sube a Las Cañadas como si tal cosa. A mí me parece una proeza increíble. Y lo de pasearse Inglaterra en bici, qué gozada. Mi hijo, cuando estuvo haciendo el Erasmus en Amberes, él y los compañeros encontraron una bici abandonada a la puerta de su casa y estuvieron con ella todo el curso. Al final, la dejaron donde mismo por si a otro estudiante le hiciera falta. Allí es un elemento más del paisaje, sin el que la ciudad no sería la misma.
Durante unas vacaciones nos quedamos en un pazo en Galicia y nos dejaban bicis para recorrer los alrededores. Yo, claro, decliné la invitación, pero mi marido y los amigos que venían con nosotros se lo pasaron estupendo con ellas ¿Ves lo que me pierdo por patosa?
Mi querida Isa, montar en bici no es difícil, es cuestión de práctica, y de elegir la bicicleta adecuada para apoyarnos sin peligro a caernos.
ResponderEliminarAprendí a montar en Sevilla, antes de irnos a vivir a S/Cruz, y a escondidas de mis padres. Mi amiga Mary Carmen tenía dos hermanos con dos preciosas y envidiadas posesiones, bicicletas. Cuando nos las prestaban, como con la más chica yo no podía girar las piernas, me dejaban la más grande, y nos paseábamos felices dando vueltas a los pabellones militares e incluso más allá.
Muchos años después, alquilamos en El Lido, en un pequeño hotel donde parábamos, unas bicicletas unos cuantos amigos, y dimos una vuelta por la isla. Fue divertido, pero no me pareció cómodo.
Tengo una Orbea en los bajos de mi casa, y mi marido quiere la lleve a la playa. He montado mucho en ella, pero reconozco que con mis vertebras mal y la cantidad de tráfico, dónde se ponga un buen coche, que se quite lo demás.
Ay, Esperanza, es que yo creo que hay gente que nace para ir tan campante sobre una bici y hay otra que por más que se ponga va a acabar en el duro suelo, con la bici encima y maldiciendo en arameo. Así que, como dices tú, con lo cómodo que es un coche (y, en mi caso, más si lo conduce otro) ¿para qué va una a complicarse la vida? De pequeña podría parecer una aventura, pero ahora hay otras aventuras más apetecibles, y todas sobre dos piernas.
ResponderEliminarYo soy de bici pero el tráfico y el poco espacio adecuado que dejan para pasear, es un gran problema.Con las nuevas bicis electricas será un lujo recorrer la isla.
ResponderEliminarY si encima dejaran carriles-bici, como se ve por esos mundos llanos, más lujo todavía. Hasta yo me atrevería (con bicis de 4 ruedas, eso sí).
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