La novia del viento. Así llamaba Max Ernst a Leonora Carrington, pintora y escritora inglesa, un espíritu libre que no aceptaba moldes y que "nunca guardó la fachada", como dice Elena Poniatowska en su biografía sobre ella.
También todos conocemos a gente así, que sabe lo que quiere y lo que no quiere, que supera prejuicios, o que, por ejemplo, se pone el mundo por montera y vende su casa de toda la vida, diciendo adiós a seguridades y rutinas, y se pone a construir otra en medio del campo (ya saben, permisos, proyectos, contratistas y toda la pesca), en busca de un viejo sueño. Gente que dice "no".
Que renunciar no es fácil, eh. Nos pasamos la vida acumulando obligaciones y compromisos hasta que llega ese momento supremo en que te planteas: "Pero ¿qué demonios estoy haciendo yo aquí?". Y ese es el momento de los noes.
No a los cuellos duros almidonados del uniforme de nuestra infancia; no a los cancanes; no a las fajas de nuestra juventud.
No a aquellas interminables clases de solfeo y piano, cuando es más que evidente que nunca serás Mozart.
No a los tacones de aguja ni a los zapatos en pico que nos comprimen los pies y no nos dejan saltar y brincar.
No a tener cargos o a hacer trabajos que no te aporten nada y en los que sólo consumes tiempo y energía.
No a leer libros por obligación (te lo digo yo que me vi leyendo "La fenomenología del espíritu" de Hegel)
No a ver, oír, gustar, sentir, vestir, lo que está de moda aunque no vaya contigo.
No a hacerte "selfies", léase autorretratos. Siempre hay alguien que te puede sacar una foto en la que milagrosamente salgas bien.
No a aceptar a tu lado a alguien que no te acepte como eres, que te exija y no te dé..
No a las majaderías (las justas, como dice un amigo mío)
No a...
Porque estamos en tiempos en los que hay que tragar mucho y en los que las circunstancias te meten en carriles ineludibles, hay que reivindicar los noes y emular a las novias del viento.
Como a Tracy, por ejemplo.
Tracy fue la madre de una amiga mía americana, una persona encantadora de ojos azules y sonrisa de esas que iluminan días. A ella fue a la primera a quien oí decir eso de que a los hijos -tuvo cinco- hay que darles raíces y alas. Y ella también las tuvo. Cuando su marido se jubiló, vendieron todo, se compraron un barco y se dedicaron a navegar por esos mares, visitando a hijos y nietos , desparramados por el mundo. Siguió sus propias reglas y supo ver lo realmente importante de la vida, sin hacer caso de lo que llamaba "pequeñeces".
Tracy murió hace poco, a los 80 y largos años, aquí en Tenerife, lejos de su tierra natal, cuando pasaba un tiempo, ya viuda, con su hija. Salió con una amiga a una de esas comidas agradables en las que hablas de todo mientras saboreas un buen plato. En una pausa de la conversación, acercó una copa de vino a los labios, la saboreó, cerró los ojos y murió. Vivió como quiso y murió como quiso, como querríamos todos morir: celebrando la vida.
Eso es ser, por encima de todo, una novia del viento.
(La imagen es un detalle de "Los novios" de Marc Chagall)
(La imagen es un detalle de "Los novios" de Marc Chagall)
Opción tentadora pero a mi me parece difícil ese noviazgo. Demasiadas ataduras: marido, hijos nietos y ¿por qué no? también el peso de los años sobre las espaldas... El otro día, comentando con una sobrina de mi marido que me hubiera gustado hacer el Camino de Santiago me dijo: ¡Hazlo! Ahora es el momento. Aún estás viva. Pero no. No es tan fácil. Al menos no para mi...
ResponderEliminarMe ha encantado. Pero mucho.
ResponderEliminarNi para mí, Alejandrina. Los límites están ahí (desastres de la naturaleza, edad, problemas de salud -¡ay, mi hernia discal!-, incluso la propia pereza...) Pero también es verdad que, aunque no podemos controlar lo que nos pasa, sí podemos hacerlo con nuestra reacción a lo que nos pasa. Y hay cosas que no tenemos por qué hacer. Y otras que podemos adaptar a nuestras circunstancias.
ResponderEliminarJuan José Millás en su último libro, "La mujer loca", dice que hay gente "Porquesí" y gente "Porqueno". Tengo un amigo que ha hecho el camino de Santiago con 70 y pico años ¿Por qué no? Sólo lo adaptó a sus circunstancias y evidentemente no caminó desde Roncesvalles pero sí desde el Bierzo. Si verdaderamente tienes ganas, plantéatelo.
David, muchas gracias por tu opinión. Estas cosas animan mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre he envidiado a las Novias del Viento. Brindo por ellas. Gracias por tus muy acertados comentarios.
ResponderEliminarY yo también, Carmen. Pero cuanto más vieja me hago, más aprendo a decir que no. Y ahora que podemos, no a horarios impuestos desde fuera. No me he apuntado a un solo curso desde la jubilación, por no perder esa libertad recién ganada.
ResponderEliminarYo también brindo por todas esas personas que se saltan los carriles.
Un abrazo.
Ya se que quiero ser de mayor, que digo...ya!
ResponderEliminarTú ya estás en camino de ser una novia del viento, Beatriz. Hay mucho en ti de espíritu libre.
ResponderEliminarUn beso.
De acuerdo contigo, hay que saber decir no y sobre todo hay que decirlo en el momento justo. Me siento afortunada porque no he tenido que decir muchas veces que no a lo que la vida me ha ofrecido, cási todo me ha encantado , me ha servido o me ha ilusionado. Hasta mis cancanes me gustaban , y aunque sabía que no iba a emular a ningún gran músico, el solfeo de mi niñez me entusiasmaba. Creo que he ido sorteando bien todo aquello a lo que hubiera tenido que decir no. A estas alturas de mi vida no sé si he tenido un gran poder de adaptación , o si realmente he tenido muy pocas cosas a las que decir NO.
ResponderEliminarJane, tus textos son tan serenos y limpios…
ResponderEliminarMe dejaste sin palabras, con el regusto de la copa de vino y la añoranza de estar libre de ataduras.
Dicen, Pili, que todos nacemos con una cierta predisposición a ser felices.Pero que desgraciadamente la vida está llena de desastres y penas que nos impiden esa felicidad utópica.
ResponderEliminarPero si desde pequeños aprendemos a adaptarnos, a aceptar la vida tal cual es, con su belleza y su tragedia, su dulzura y su veneno, una puede, como tú, considerarse afortunada. Y sortear es otra manera de decir no.
Lo que pasa es que también a veces pecamos de adaptables y llega un momento en que te das cuenta de que lo que haces no te gusta (yo y el solfeo, por ejemplo, que aguanté 4 años y un día se me hizo la luz). Ese es el momento del no.
Un abrazo.
Estrellas de Lana:
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
La muerte de Tracy me dejó la misma sensación. Me recordó a Machado y lo que está escrito en su tumba: "Y cuando llegue el día del último viaje, y esté a partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar".
Como siempre dulce relato que da qué pensar. Es una maravilla disponer de la vida y del tiempo, al menos de una parte, porque siempre tenemos compromisos e historias que atender. Me agrada el no parar y hacer mil cosas, siempre que las decida yo, claro, y quisiera "no morir" como Tracy, que permanece en el recuerdo de quienes la conocían y hasta en el mío ahora después de saborear tu relato.
ResponderEliminarGracias, Flor. Creo que has dicho lo fundamental: ser tú quien decida la vida que has de llevar, que nadie te la imponga, que incluso ser flexible sea una opción elegida por ti.
ResponderEliminarY ya que la muerte generalmente no es esa opción, que sea tan dulce y tan vital como el de Tracy.
Un abrazo grande.
yo tambien milito en la Cofradia del No Tardio
ResponderEliminarPues si, Jane. Estoy en ese punto de hacer las cosas que me placen. No pretendo ser una carga para nadie. Leo, canto cuando quiero, pero lo hago terriblemente mal. Por alejarme del tercio aquel que nombran Alzheimer, mantengo unas horas de Clases en un Instituto Universitario. Lo malo de todo esto es que a la dueña de la quincena le dió por jubilarse tambien y me ha nombrado "Amo de Casa" con todas las atribuciones que el caso implica. Lo digo muy en serio. No me impongo nada. No soy dueño de nada ni de nadie: Voy siempre de cara al viento, sin amarguras. Tengo un buen amigo de origen chino que me dice: Si las cosas son posibles, no te preocupes, sigue adelante. Si no son posibles, para que diablos te mortificas, avanza. Un abrazo y a cuidarse, pues.
ResponderEliminarMe parece que se ha perdido mi comentario, o ahora no lo veo. Te decía que bravo por Tracy, y que me ha gustado mucho-mucho lo de "dar raíces, pero también alas" a los hijos.
ResponderEliminarTan bonita y sugerente la idea, tan difícil de seguir...
ResponderEliminarNo es sencillo salirse de un camino estructurado y marcado desde la educación recibida en la infancia.
Y que a veces vivimos de una forma ambivalente sin estar segura si te gusta o no muchas de las cosas que haces. Estás tan metida en la dinámica que nos han programado y en las responsabilidades adquiridas!!! ¿Y si rompes las ataduras y luego las extrañas?.
Hace falta una gran dosis de valentía para ponerse al mundo por montera y empezar otra vez.
Pueden tacharte desde rebelde a loca en sentido ascendente...
Quizás la jubilación sea un buen momento, creo que es un punto de inflexión importante.
Por lo pronto yo, con 63 añitos, sí que me voy al Camino de Santiago en Junio. He declarado al 2014 mi año de asignaturas pendientes, jajaja
Sigo siendo amiga del primo de Tona, aunque ya no lo diga para no repetirme...
Anónimo:
ResponderEliminarEs un privilegio de los mayores el darnos cuenta de los errores cometidos. Yo me vi una vez formando parte de tribunales, coordinaciones, asesorías y demás majaderías sólo por no saber decir que no. Es algo que se tiene que ir aprendiendo; y a cada no se conquista un poco más de libertad y de alivio. Todo parte de la pregunta de ¿Qué demonios hace una chica (o un chico) como tú en un sitio como éste?. Me alegro de que estés en esta Cofradía.
Agroteide:
ResponderEliminarQué sabio tu amigo, tendré en cuenta su consejo.
Mi enhorabuena por ese título nuevo de "amo de casa" (tu mujer, también muy sabia) Aquí, como los dos estamos jubilados nos ha tocado el trabajo a la par. Y si un día no se puede hacer, como no hay que fichar, pues no pasa nada. Y, sobre todo, que nadie sea tampoco tu dueño. Y que nunca se pierda el sentido del humor.
A cuidarse, pues, y otro abrazo.
Loque:
ResponderEliminarQué rabia me da cuando se pierden comentarios por esos limbos. El otro día mi hija, a cuenta de una limpieza que me hizo al móvil (en el que me desaparecieron fotos de unos 200 post), me dijo que debían estar en la "nube". Ni idea de lo de la nube, oye. Estar en las nubes, sí, pero una nube etérea donde vaya a parar todo...
Esa frase de Tracy luego la he oído más veces pero me encantó al oírsela a ella la primera vez, cuando mis hijos eran pequeños. Es la misma idea de Khalil Gibram cuando decía que los hijos " vienen a través vuestro, pero no son vuestros. Y aunque vivan con vosotros, no os pertenecen". Comparaba a los padres con "los arcos con los que vuestros niños, cual flechas vivas, son lanzados". Esa frase habla del pasado y del futuro. Me gusta mucho.
Merche:
ResponderEliminar¡Bien por ti! Ese año de asignaturas pendientes está muy bien. Yo he cumplido algunas desde que me jubilé también. No sé si leíste un libro de David Lodge que se llama "Terapia". En él el protagonista hace el camino de Santiago precisamente como terapia o asignatura pendiente. Al final se le quitan todos los males (aunque me pega que a mí, si lo hiciera, igual me aparecerían algunos que tengo latentes) Espero que a ti te sobrevengan bienes, ya me contarás.
Yo tampoco pienso que hay que salirse del camino que la vida te ha asignado si el precio a pagar es muy alto. Sólo cuando ese camino se te hace insoportable y te haces la pregunta de la que ya he hablado: ¿qué estoy haciendo aquí?.Y pienso también que el camino tenemos que elegirlo nosotros, aunque nos equivoquemos.
Un beso.
PD: yo también sigo siendo amiga del primo de Tona. Últimamente nos hablamos en latín, eso sí.
Isa, me gustó mucho esa Novia del Viento. Me faltan 9 meses para jubilarme y me estoy entrenando para decir NO. Un beso.
ResponderEliminarJuany, mi enhorabuena. Hace poco vi que la época más feliz de las personas es la primera juventud y después de los 60. Así que ya sabes, a cambio de que hay que teñirse y esas cosas, tienes todo el tiempo que quieras para hacer planes. Que sean venturosos.
ResponderEliminarUn beso.
Justo en este momento de mi vida es cuando menos novia del viento me siento. No a nivel personal, pero sí a nivel profesional. Por desgracia no puedo dejar de trabajar, y el trabajo me exige hacer tareas sin sentido, defender lo insostenible que me dictan y escuchar sin que me venga nada bien contestar. Es una sensación tan incómoda y agobiante que me reta a cambiarla sin abandonar el barco. No sé si me explico. Creo mi deber encontrar una solución, una forma de poder comunicar y exponer mi parecer y mi opinión, en lugar de salir corriendo. Ahí estoy. Ya os contaré si acabo en la siguiente lista del Inem.
ResponderEliminarSin embargo, a nivel personal sí soy novia del viento, un viento que me da vida, con una velocidad de muchas nudos y se llama Pablo.
¡Qué historia tan bonita, Jane!
ResponderEliminarBien por Tracy, por su manera de elegir cómo vivir y por su forma de despedirse, ¿dónde hay que firmar? y, sobre todo, bien por ti, por tu forma relajada y serena de hacernos reflexionar.
Un brindis por todas las "Novias del viento":
¡¡¡ Que todas aprendamos a serlo, a decir NO y a disfrutar de la vida !!! ¡¡¡ Chin-chin !!!
El primo de Tona dijo al efecto:
ResponderEliminarGaudeamus igitur iuvenes dum sumus
Novia:
ResponderEliminarVivimos en una sociedad en que muchos trabajos son así: agobiantes, ilógicos, frustrantes, cuando tendrían que ser lo contrario: aquello en lo que nos realizamos como personas, que saca lo mejor de nosotros mismos. Cuando les explicaba a mis alumnos el concepto marxista de "alienación" (que viene de "alienus", ajeno y que hace alusión a no ser tú mismo), les decía: "Para que lo entiendan: estar alienado en tu trabajo es cuando no ves la hora de que llegue el fin de semana ¿Quién está aquí alienado?". ¡Y todos levantaban la mano! Incluida yo, a pesar de que hacía un trabajo que me gustaba. ¿A que va a ser verdad que lo de trabajar fue un castigo divino por lo de la manzana? Pues anda que si hubiera sido un melón...
Espero que no pierdas el trabajo, de todas maneras, sino que encuentres esa manera para cambiarlo y adaptarlo a unas buenas condiciones.
Y enhorabuena por Pablo. Encontrar un viento así en la vida es todo un hallazgo. Cuídalo.
Un beso.
Utopía:
ResponderEliminarSí, brindemos por todas esas mujeres y hombres que eligen, acertando o equivocándose, pero por ellas mismas; por las Tracy que dejan un recuerdo dorado en nuestras vidas; por los que son dueños de su destino, no admitiendo imposiciones de ningún tipo; por los que dicen no a las mil y una majaderías con que el mundo nos quiere embaucar...
Chinchín, Utopía.
Primo de Tona:
ResponderEliminarLo malo, primo de Tona, es que post iucundam iuventutem, viene la molestam senectutem con todo lo que conlleva.
La letra del himno es, por cierto, larguísima y al lado de los ¡vivas! (a la civitas, a la res publica, a los professores, a las virgenes (¿?), a las mulieres...), hay unos cuantos ¡muera!: "Pereat tristitia, pereant osores, pereat diabolus..." (muera la tristeza, mueran los que odian, muera el diablo... cosa harto difícil esto último).
Menos mal que termina con "Alma Mater floreat quae nos educavit...": "florezca la Universidad que nos ha educado..." (que me recuerda el final del himno de mi colegio: "¡Que vivan las dominicas que nos dan la educación, pon, pon".
¡Ay, Jane, qué difícil me lo has puesto! Profundo tema, este de la negación a lo que nos lastra o nos bloquea.
ResponderEliminarSiempre he creído tener un sentido algo fatalista, o determinista, (no sé dónde estará la frontera entre ambos) de la vida, por lo que pienso que cuando uno no se opone, en determinados momentos de la vida, a situaciones que van surgiendo o, mejor dicho, no toma decisiones que pueden cambiar el rumbo de esa vida, es por alguna razón que nos trasciende, aunque, en el fondo, es el eterno dilema de la incertidumbre, la inseguridad, el miedo a lo desconocido, lo que considero que prevalece y es inherente al ser humano.
Esos casos que conoces de personas que se lanzaron a una nueva vida, quizá fue más el sí a una vida diferente, el sí a aceptar lo que surja, el sí a correr con las consecuencias de esos cambios radicales, lo que les movió y arrastró a hacerlo. Y puede que haya sido un sí, a todo eso, porque así estaba escrito en algún lugar de su interior más recóndito y, por fuerza, iba a aflorar en cualquier momento.
Por eso, más que un no a la vida que se lleva, un no a lo que no agrada, un no a lo que nos imponen, pienso que es un sí a la posibilidad de cambios, aún siendo conscientes de los riesgos que ellos puedan encerrar.
Es la compleja consecuencia de eso que algunos solemos simplificar con la frase de "Lo que ha de ser, será". Para lo mejor y para lo peor.
Interesante reflexión, Cehachebé. Estar abierto a cambios y saber reconocer una situación de dominio sobre ti mismo es el primer paso para salir de ella. Otra cosa es que decidas no cambiar de situación por motivos más altos. amor, lástima, responsabilidad... Y aunque no estoy muy de acuerdo con lo de "lo que ha de ser, será", que te inmoviliza (como pasa en esa forma de ser de muchos árabes de dejarlo todo en manos de Alá), sí que pienso que el ser humano es extremadamente complejo e indagar en los motivos de su conducta nos puede llevar a disquisiciones de todo tipo. Y entre esos motivos están, claro, los genéticos que unidos al ambiente social, expliquen que haya personas más osadas que otras y más proclives al cambio.
ResponderEliminarEs una cuestión para estar hablando horas.
Un beso.
Isa, muchas gracias!! Hace un par de días que no entro por "estos lares" y no había visto tu comentario. Aparte de pintarme el pelo y toda esa parafernalia, me estoy entrenando como ya te dije, por lo pronto tengo planificado para julio, cinco días a Viena. Ya es hora de que vaya pensando un poquito en mí. Un beso.
ResponderEliminar¡Qué bien, Juany! Si no has ido nunca, ve a comerte un escalope vienés (wienerschnitzel) al mercado, aspira las rosas de la rosaleda donde está el monumento a Sissi en el Volksgarten, si puedes oye un concierto en el Hogburn y tómate unas salchichas en la calle frente a la catedral de San Esteban. Viena es un sitio precioso para callejear y perderse. Disfrútalo.
ResponderEliminarGran acierto en la elección del tema. Enhorabuena. Todo ser humano que se precie tiene la obligación moral de ser feliz, por eso me parece muy bien tu " No" rotundo a cosas que condicionan la vida; va en la buena dirección, pero no hay que olvidar que también es necesario decir " Sí " ante situaciones comprometidas. Un colega tuyo lo dejó claro hace mucho tiempo.: " La fórmula de mi felicidad: un sí, un no, una línea recta, una meta". Es una tarea difícil pero quizá se pueda conseguir si logramos entrar en el círculo mágico de la " Novia del Viento".
ResponderEliminarGracias, Fernando, por tu comentario, tan sabio. Y gracias por subirme a la altura de "colega de Nietzsche", qué más quisiera yo. Fórmulas de la felicidad hay tantas como personas: la serenidad de los estoicos, la racionalidad aristotélica, el placer por el esfuerzo de Gide, el arte de ser prudentes de Gracián, la dieta regular de placeres simples que recomienda el psiquiatra Rojas Marcos... y también, claro, la idea de Marx (Karl no sino Groucho): "La felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...".
ResponderEliminarNo sé realmente si las novias del viento han sido todas felices. Supongo que ir contra lo establecido y lo correcto políticamente les tiene que haber dado más de un dolor de cabeza. Pero sí sé que ese primer paso de decir no a todo lo que nos condiciona y no nos deja avanzar es acertado. Y también creo que lo es el comprometerte con tu tiempo y con los demás. Tarea difícil, tienes razón.
Un abrazo.
Magnífico Isabel, me ha encantado.
ResponderEliminarVivió como quiso y murió como quiso, como querríamos todos morir: celebrando la vida.
Y, además, dejó vivir como quiso a los que dependían de ella, les dio alas. Algo que me encantaba era su serenidad, que no armara ningún alboroto por lo que consideraba pequeñeces, ahora que estamos acostumbrados a que cualquier incidente se magnifique y aparezca en todas las redes. Me hubiera gustado oírla. Una mujer admirable.
EliminarInteresante texto para reflexionar y como siempre escrito de forma exquisita. Además la historia me resulta familiar.
ResponderEliminarSí, Mónica, me imagino que también la conociste. Una mujer que siempre me gustó.
EliminarMuchas gracias por tus palabras.
Maravillosa biografía de esta alma libre. La recomiendo!!! Tu post, encantador y certero. Bs!!!
ResponderEliminarMil gracias, Milo. Ojalá todos tuviéramos esa vida (y esa muerte).
EliminarBesos.