lunes, 14 de abril de 2014

Historias de Los Sauces: la historia de Víctor




Víctor y los demás niños de Los Sauces estaban pasando por un lamentable estado de falta de liquidez. No es que se necesitara mucho dinero para pasarlo bien en el pueblo. Tenían los boliches, el fútbol, los baños en el Charco y todos los juegos que huertas y calles podían brindar. Pero, ah, estaba también el cine y eso era algo que no podían dejar de lado. Más cuando, para colmo, Juan Pulga a cada rato tronaba por el altavoz del cine anunciando las películas:
- ¡¡¡"Ahí viene Martín Corona"!!! El sábado en el cine Sauces gran estreno de la película "Ahí viene Martín Corona". Con Pedro Infante y Sarita Montiel. ¡¡¡"Ahí viene Martín Corona"!!!
¿Quién puede resistirse a tal llamado? Ellos, desde luego, no.


Bien es verdad que, en anteriores ocasiones, Víctor y sus amigos se habían colado audazmente, subiendo por el tejado de al lado, saltando al techo del water del cine y de allí al suelo. La maniobra les había salido bien una vez pero no contaron con lo endeble del techo del water y la siguiente vez que lo intentaron, cuando estaba pasando Adalberto, el techo del water se vino abajo y él cayó sobre el mismísimo Julián Marante, el dueño, que estaba en ese momento ocupándolo. El susto de ambos fue mayúsculo y ni qué decir tiene que Don Julián habló con cada uno de los padres y, aparte de que no pudieron sentarse en una temporada, las asignaciones se recortaron todavía más.

Fue entonces cuando, movidos por la urgencia de la situación, decidieron dedicarse a los negocios.

Empezaron vendiendo estampitas de santos, que recolectaban en sus casas o en la iglesia y enmarcaban "artísticamente" (Mariano era el que tenía mejor mano para ello), y que por una perra gorda ofrecían en las casas de Las Cabezadas, allá por Barlovento, lejos de los oídos paternos.

Pero pronto comprendieron que no era por la vía piadosa como se iban a hacer pudientes, no. Igual que Al Capone hizo con el alcohol, Víctor y sus amigos cayeron en que lo único que les iba a dar dinero era el vicio y pusieron sus miras comerciales concretamente en los cigarrillos Kruger.

Trabajosamente diseñaron la estrategia: invertir el escaso capital que entre todos reunieron en comprar los cigarrillos y luego vendérselos por media peseta más a Maruca la Recovera, que tenía una ventita al lado de las de Gregorio el Trajinero y de Eusebio el de La Jara (era algo así como el Centro Comercial de entonces), cerca de la Alameda. Pero su gozo en un pozo cuando Rafael, el marido de Maruca, les dijo que allí no vendían esos cigarrillos.

Más pobres que antes y con todo el capital invertido en una mercancía sin salida, los niños estaban desesperados ¿Qué hacer? Y debe ser que la necesidad aguza el ingenio porque entonces se les ocurrió una campaña de marketing impecable. Convencieron a amigos y hermanos mayores de que pasaran por la venta de Maruca como quien no quiere la cosa y preguntaran al marido: "Oye, Rafael ¿tú tendrás cigarrillos Kruger?".

Después de un par de días en los que le pidieron una docena de veces lo mismo, Rafael, en cuanto vio pasar a uno de los compinches (que se dejaban caer de tanto en tanto frente a la tienda), lo llamó y le dijo: "Mira, véndeme esos dichosos cigarrillos del otro día, que me los están pidiendo a cada rato".

Y así fue como aquellos niños -que el sábado siguiente contemplaban felices, desde su butaca pagada en el cine Sauces, a Martín Corona en su caballo- aprendieron, sin que nadie se lo hubiera enseñado nunca, la ley de la oferta y la demanda.



(En las fotos, el lugar en donde estuvieron las ventitas. En la foto inferior, se ven al fondo desde la Plaza. Eran los años 50-60, más o menos cuando Víctor y sus amigos se hicieron negociantes)

38 comentarios:

  1. Marketing de guerrilla.
    Conocer el mercado > Canal de distribución > promoción indirecta > crear necesidad > ventas.
    Sencillo y efectivo.

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  2. Estrellas de Lana:
    Si ya de tan chicos apuntaban maneras de economista, igual habría que llamarlos ahora a ver si resolvían esta crisis que nos azota. Me encanta el término "marketing de guerrilla".
    Un beso.

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  3. Madre del monillo:
    Gracias. Un pueblo -y Los Sauces en especial- se presta a muchas historias de este tipo. A mí me recordaron estos niños de otros tiempos a Guillermo Brown y a sus Proscritos, Pelirrojo, Enrique y Douglas, que también tenían el eterno problema de buscar fondos para resolver sus múltiples problemas financieros.

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  4. Una bella lección de economía

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  5. Y que lo digas, Cristino, ya quisiera yo resolver tan bien los problemas monetarios que tenemos...

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  6. Historia muy simpática Isabel. Un abrazo

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  7. La verdad, Patrice, es que me divertí oyéndola, y tú, que sabes de economía, me imagino que también. Me acordé de aquel cómic de "Obélix y Compañía" donde, a pesar de pensar que un menhir no sirve para nada, se crea la necesidad de tener un menhir para que haya demanda de menhires. Ese Goscinny era genial.
    Un abrazo.

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  8. Una historia que nos cuenta como unos jóvenes anticipan cómo ganarse unas perras con métodos que más tarde descubrirán en los libros.
    Me ha gustado y mientras la leía los veía en mis recuerdos.

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  9. La vida, Mari Carmen, es la gran maestra. Hay personas muy sabias que no han aprendido lo que transmiten en los libros.
    A mí me ha gustado darles vida a aquellos chicos, aunque sólo sea en un post.

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  10. Eficaz historia de cómo poder ver una película en el cine. Mis amigos y yo, que no estábamos muy lejos del pueblo de Los Sauces y que éramos quizá de la misma o de una posterior generación que Víctor y sus colegas, también empleábamos argucias para colarnos en el cine, o en los festivales de la Plaza de Santo Domingo. Lo que se dice pagar, no recuerdo haber pagado una entrada sino cuando era jovenzuelo e interesaba "echártela" delante de una chica. El único capital -no oficial- que yo llegué a tener, fue unas cuantas perras chicas alquilando los chistes del Capitán Trueno y del Jabato, que exponía en el zaguán de mi casa, como si fuera cual librería-papelería. Eso si, del zaguán no salían, porque corrías el riesgo de que se "extraviasen".
    Si yo te contara los riesgos a los que nos exponíamos colándonos, se te pondría los vellos de punta. Pero eso es otra historia...

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  11. Enrique, y yo que no tuve nunca espíritu empresarial... Es verdad que a veces nos hacíamos amigas del que estaba en la entrada del cine y nos dejaba pasar gratis, pero eso no era lo habitual. Sin embargo, mi nieto se dedica a hacer pulseritas de esas de gomas de colores y las vende en el colegio por medio euro ¡No veas el éxito que tiene! Se ve que las nuevas generaciones vienen espabiladas. A mí nunca se me hubiera ocurrido lo de alquilar las historietas del Capitán Trueno, y mira que las tenía todas.
    Ya me contarás las argucias para colarte y los riesgos que corrías...

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  12. Siempre, cuando ha habido crisis, ha habido emprendedores. No es nada nuevo.

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  13. Sí, Juan Antonio, gente emprendedora, creativa y también tenaz, que no se rinde a la primera negativa. Leí hace poco que al Coronel Sanders, el fundador del imperio del "pollo frito", le rechazaron su receta ¡1009 veces!, pero él siguió dale que te pego. Hoy Kentucky Fried Chicken es la segunda cadena de comida más grande del mundo.
    Tal vez lo que las crisis necesitan es gente así, como este señor y como mis pequeños sauceros, que no admitan un "no" por respuesta y que imaginen alternativas para conseguir sus propósitos.

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  14. Está claro, Jane, que la necesidad agudiza el ingenio. La necesidad y el amor por algo. En este caso, por el cine.
    El mismo ingenio que mostramos nosotras, cuando teníamos 15 añitos, y nos ponían una película, en el Colegio, cada tarde de los jueves, creo recordar.
    En uno de esos días, no todas las del curso contábamos con las pesetas qie las monjas nos cobraban por la entrada y, ni cortas ni perezosas, nos pusimos en la fila de entrada al salón donde las proyectaban y, con una frescura y desparpajo inigualables, le fuimos diciéndole, a la monja que nos cobraba en la puerta de acceso, que "¡La de atrás paga, madre...!".
    Y, así, una a una, la volvimos tan loca que, al final, pasamos todas y vimos gratis la peli.
    Lo que no recuerdo es si fue "Heidi" o "Molokai", la que nos repitieron entonces...
    Como siempre, querida amiga, deliciosa historia la tuya que, en esta ocasión, ha evocado otra que también compartimos.

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  15. Cuanto ingenio para entrar al cine. Lo que no se hiciera a esas edades!. Un beso.

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  16. Cehachebé:
    ¡Es verdad! No me acordaba de como nos colábamos en el cine del colegio ¿Otra vez no llevamos una galleta a modo de insignia y decíamos algo de que éramos del comité de algo? Me suena, me suena... Recuerdo "Heidi" y "Molokai", pero también "Nobleza baturra", "Balarrasa" (genial Fernando Fernán Gómez), "Marcelino pan y vino" y "Morena clara". Nos lo pasábamos pipa en el cine, qué buen invento. ¿Cuánto nos cobrarían?

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  17. Esperanza:
    Cuando miro hacia atrás nos veo un poco paradas en el asunto crematístico. Ya dije a Enrique más arriba que yo no tenía espíritu empresarial. Pero tampoco me acuerdo de que ninguna de ustedes me vendiera nunca nada, la verdad. Sin embargo, mi marido, por ejemplo, dice que él a los 13 o 14 años cogía con falsete en El Tanque, su pueblo, canarios y milleros y luego los vendía por 2 pesetas a amigos y vecinos. Con eso se sufragaba sus gastos. Y nosotras esperando la asignación semanal...

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  18. Entrañable historia que me recuerda a otras similares de mi hermano y primos para aumentar en unas pesetas la asignación semanal. El ingenio y la perseverancia, base para grandes negocios, como el que ya citaste en una de tus contestaciones, Onassis, Paul Getty...y muchos más, son un ejemplo de ello.

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  19. Pienso que la economía (etimológicamente es "leyes del hogar", la manera de organizar la casa) es una de las facetas del ser humano de la que nadie puede prescindir. Veo a mi hijo de pequeñito jugando a "los negocios" y llegando del colegio, a veces con un montón de boliches y otros con ninguno, aprendiendo que en eso de los negocios a veces se pierde y a veces se gana. La escuela, la calle, los amigos... son los grandes maestros de la vida y luego ya está en las manos y en la mente de cada cual saber si ese es tu camino. Y muchos lo han empezado desde cero.

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  20. Como tu relato tiene mucho que ver con mi quehacer diario, me gustó. Es sencillamente, maravilloso. Por estos lados conozco casos similares y en uno de ellos está involucrado un Marante. ¿ Casualidad ?. Tal vez. Te cuento: ocurrió que la persona que cito, un ex-alumno, iba a ser padre. Llevo a su esposa al Centro Médico y después del parto le pidieron la canastilla. No la tenía. Pidió pañales desechables en calidad de préstamo y ahí, se le encendió el bombillo...!. Montó una distribuidora a nivel de Clínicas y tiene presencia en las ciudades más importantes del país. Le va excelente. A cuidarse, pues

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  21. Muchas veces, Agroteide, aparecen necesidades insospechadas. A mí no se me ocurrió, cuando lavaba sin parar los pañales de mis hijos, que algún día los harían desechables, como los que ahora le cambio a mi nieta Julia. A alguien se le ocurrió eso, gente ingeniosa que nos hace la vida más fácil y que está atenta a las necesidades. Otra cosa es lo que hicieron estos muchachos, crear la necesidad para vender, je, je.
    En Los Sauces hay muchos Marante, es un apellido conocido. Uno de mis tíos abuelos, el maestro Cándido, tiene por apellido Marante, y el Instituto de Los Sauces lleva su nombre (merecidamente porque enseñó a todos en Los Sauces). Igual tu ex-alumno procede de aquí.
    A cuidarse, pues, y un abrazo.

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  22. Hola Jane. La verdad es que eran unos "grandes economistas" pero como casi siempre pasa, engañaron a los más débiles. Seguro que ni lo intentaron con las otras tiendas, los habrían "cogido" y se hubiesen quedado a dos velas.
    Me acuerdo los días en que se oía una voz(a través de unos altavoces) en el que avisaban de las películas que iban a dar en el cine.Era D. Juan Pulga. También anunciaba los fallecimientos: "Ha fallecido en esta ciudad a los.... años de edad, D/Dª......". También anunciaban las misa de duelo: "Misa por el alma de D/Dª....". Eran otros tiempos. Todo pasaba más despacio y la gente tenía más tiempo para inventar. Un beso Jane. Juan

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  23. Juan. yo recuerdo la voz de Juan Pulga anunciando películas desde los altavoces del cine Sauces. Se oía por todo Los Sauces, incluso abajo en la Calzada donde yo vivía y, más tarde, en La Verada. Recuerdo haber oído también "¡Que vuelvan las golondrinas!" (debe ser que entonces lo que privaba eran las mejicanas). Y también las muertes. En mi pueblo (Tegueste) todavía hoy anuncian los fallecimientos, esta vez por altavoces en un coche. Cada vez que pasan por casa (y se oye aunque la carretera está lejos), mi perro se echa a llorar.

    Eran niños, Juan, no seas muy severo con ellos,
    Un beso.

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  24. Marcelo Rodríguez Fuertes19 de abril de 2014, 19:01

    Según Víctor, Adalberto cayó sobre Laureano y el bueno de Julián Marante les dijo que no volvieran a saltar por el techo del cine, que podrían hacerse daño, que los dejaba entrar gratis.

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  25. Ja, ja, ja, gracias, Marcelo, por la aclaración. En las historias, cuando los hechos pasan de boca en boca se producen estos malentendidos. Quedémosnos, pues, con dar al césar lo que es del césar y con la generosidad de Don Julián Marante, que, por lo que yo recuerdo, era todo un caballero.

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  26. Los problemas que tenemos son parte de crédito y mucho de credibilidad o de legitimidad como gusta decir en sociología

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  27. Y muchas veces también, de poca vergüenza de algunos poderes ;-D

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  28. Vaya con los angelitos ¿ahora están hundien... digo dirigiendo bancos?

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  29. Pues la verdad, Loque, que no sé a qué se dedicaron los que en aquel tiempo fueron niños. Pero no creo. Los sauceros suelen ser buena gente. Y a estos no se les puede negar la creatividad y la inventiva.

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  30. Carmen Paz Gutiérrez Arienza20 de abril de 2018, 15:34

    Estupendo relato Isabel.
    La imaginación al poder.

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    1. Pues sí, dinero, no, pero imaginación... Ya dije que me recordaban a Guillermo Brown y sus proscritos que, con tal de conseguir dinero, montaban exposiciones de bichos, se disfrazaban de adivinas y hacían mil planes, todos los cuales acababan fatal. Este de los niños sauceros por lo menos terminó bien.

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    2. Carmen Paz Gutiérrez Arienza20 de abril de 2018, 15:52

      Me has dado en mi punto flaco, era una gran admiradora de Guillermo Brown y me leí todas sus novelas y de mayor retomé alguna y me seguía riendo con "Los Proscritos" como de pequeña...
      Me encantaban Isabel.

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    3. Una vez que me preguntaron por mis libros preferidos puse a Guillermo Brown de Richmal Crompton entre ellos. Los tengo todos y, de vez en cuando, releo algunos y me siguen haciendo tanta gracia como antes. Es un chorro de aire fresco, humor, ironía y ternura que recomiendo a todo el mundo. Pensaba que Guillermo no tenía tantos admiradores pero cada vez conozco a más gente como tú a la que le encanta también. Hasta al filósofo Fernando Savater se lo oí decir. Somos muchos "proscritos".

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  31. Podría estar un rato,oyendo historias de nuestros pueblos.Gracias por compartir!

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    1. No sé, Monaco, si ahora las historias son así ni si los niños de los pueblos viven esta realidad de pandilla que se vivía antes. Pero es verdad que había un aire de inocencia y libertad que tal vez nuestra infancia actual, tan superprotegida, no conoce. Espero que por lo menos conserven la imaginación para proyectar planes y juegos.
      Un beso.

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  32. Antonia Real Rodríguez20 de abril de 2018, 15:42

    Mi duquesa, vaya gracia tienes para contar historias!! Los nombres de los personajes no tienen desperdicio y la estrategia de negocio parece aprendida en un "Master" de los de verdad.

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    1. Antoñita, los sobrenombres (mejor, nombretes) de Los Sauces merecen capítulo aparte. De hecho, tengo un post dedicado solo a ellos. Y a esos chicos no les hacía falta inventarse un máster para afirmar lo que valían.
      Un abrazo, mi realeza.

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