lunes, 10 de noviembre de 2014

Buzón de sugerencias




Una de las ventajas de vivir en Tenerife es que hoy lunes, 10 de noviembre, puedes estar bañándote en el mar. Una de las ventajas de ser jubilada es que hoy lunes, 10 de noviembre, puedes estar bañándote en el mar.


Mi playa es la Playa de la Arena, al oeste de la isla y a hora y media de mi casa. Yo no la conocí hasta los 18 años porque, para mi padre, que era el único que tenía coche de la familia, todo lo que estaba más allá de Los Cristianos era entonces Terra Incognita y él no tenía espíritu de aventura. Yo fui con mis compañeras de la Universidad, cuando hacíamos el Albergue del Servicio Social en el verano del 66.

En aquel entonces se iba por caminos de tierra todavía y había muy pocas casas (entre ellas, el Bar Pancho, no ascendido todavía a "restaurante", pero que ya servía pescadito fresco al lado del mar). Pero eso sí, la playa, las calitas, el olor a mar del norte, perfumado y bravo, eran ya los de hoy. Me quedé maravillada y ni en mis mejores sueños pude imaginar que alguna vez tendría una casa aquí.

Me gusta esta playa pequeña de arena negra, como aquellas en las que aprendí a nadar. Me gusta el agua transparente, las mañanas luminosas y la mole impresionante de La Gomera enfrente, tras la que todos los atardeceres el sol monta un show como para dejar con la boca abierta al personal. Me gusta el ambiente familiar que todavía perdura, a pesar de que algunas mañanas de agosto el aire se carga de voces en cien idiomas distintos.

Sí, ya no es la playa de antes. Ahora tiene bandera azul, lo que significa wifi, servicios, un lugar especial (si quieres y tienes alma de croqueta) para enterrarte en la arena..., y este buzón de sugerencias, al que, muchas veces, cuando camino temprano por allí, veo así, desarbolado y sin bolsa recogedora, con la boca abierta hacia la nada.

Entonces, -si "sugerir" es provocar ideas, inspirar, insinuar, pero también evocar-, imagino que voy rescatando, enredados en las hojas de las palmeras, en las rocas y en los picos de las gaviotas, las ideas y evocaciones que, nacidas en la playa,  vuelan confiadas hasta el buzón y que, luego, libres, el viento marino ha ido desperdigando.

Y así, encuentro amores y promesas de verano, rotos y olvidados; castillos de arena con su foso y su puente, anegados de agua ante la risa alborozada de los niños; conversaciones de las mujeres en la tarde como pedazos perdidos de agosto; el desfile aquella vez de los calderones, en perfecta formación hacia las calitas de Alcalá, cual comitiva fantasmal; banderitas de las verbenas de San Juan, arrugadas y descoloridas; música de parranda que se va perdiendo y escuchando cada vez más lejana...

Las estaciones -todos lo hemos notado- van desplazándose, empezando cada vez más tarde y alargándose en meses imposibles. 
Y hoy "hay un aire de adiós en cada cosa:
en el mes avanzado, en los bañistas,
en el estío lento, en aquellas muchachas
que desconozco hoy, y en la luz de la playa."
(Vicente Gallego)
Este buzón de sugerencias, mirando abierto y ciego hacia el mar, tiene para mí, hoy lunes, 10 de noviembre, un sabor de final de verano.

34 comentarios:

  1. Preciosa entrada, amiga Jane. Sobre todo, porque a pesar de esos ramalazos de humor que se te cuelan, de vez en cuando, está cargada de poesía, evocaciones y nostalgias.
    También yo me declaro una enamorada de esa playa. La descubrí muy joven y gracias a los largos paseos que nos daba, en su coche, uno de mis tíos. Siempre me impresionó por las sorprendentes formas que tienen las rocas que, alineadas, la limitan a uno y otro lado y que, para mí, se asemejan a pequeños monstruos, informes y oscuros, que, siempre alertas, velan por mantener la playa libre de toda intromisión que la altere y la dañe.
    Después, cuando pude conducir y tener mi propio vehículo, la visité en varias ocasiones, para disfrutar del baño, en su agua fría y limpia. Tan solo tiene un defecto, desde mi punto de vista: que está muy lejos de mi casa y, a veces, esa hora y media que se duplica, cuando has de ir y volver en el mismo día, te disuade de emprender la aventura más allá de los Cristianos, como decía D. Atilio, y a pesar de que los viejos caminos de tierra, ahora son anchas, modernas y curvilíneas autopistas.
    En cualquier caso, entiendo y comparto tu entusiasmo por ese pequeño y, aún, familiar rincón costero del Oeste de esta isla, llena de privilegios naturales como la Playa de la Arena. A seguir disfrutándola, como tú sabes hacerlo.

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    1. Gracias por tu también poético comentario, mi amiga Cehachebé. Debe ser que ese lugar nos inspira y nos despierta la vena lírica. Y eso que no he hablado de esas comidas en la terraza de casa mirando el mar, o de los atardeceres de ensueño, o de las noches estrelladas que allí son más estrelladas que nunca.
      Para nosotros, mi marido y yo, ir al sur es un desconecte total de los avatares, diligencias, rutinas y mandados que tiene la vida. No importa la distancia. No tienes que hacer nada, sino comulgar con la naturaleza y dar gracias a la vida porque a pesar de las casas, las carreteras o los disparates que los hombres hacen, todavía hay rincones de Tenerife en los que se puede apreciar la belleza. La Playa de la Arena y sus rocas de lava negra es uno de ellos.
      Un abrazo.

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  2. Qué poético tu buzón de sugerencias :D

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    1. Sí, Ana, ya sabes que noviembre se presta a ello.
      "Como la tarde pasan
      las aves y el verano. Es ya noviembre,
      aunque septiembre sea:
      la luna se estremece sobre el agua"
      (Antonio Manilla)
      ¿Ves? Sale la poesía por cualquier rincón.

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  3. Hola Jane. Sí, parece que por fin legó el otoño. Se ha batido en retirada ese tiempo bochornoso que está bien en Julio y Agosto pero que se hace insoportable en Noviembre. Ya huele al humo de las castañas asadas y dan ganas de comer ese puchero o esa papas con costillas (en verano no están mal, pero con frío saben mejor). Me gusta, por las tardes cuando la neblina y el frío aparecen, pasear un poco abrigado y escuchar el silencio de las calles.Nuevo tiempo, nuevas intenciones y promesas. Un beso Jane. Juan

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    1. Es curioso, Juan, lo de los microclimas en Canarias. Esta mañana me he despertado en la casa de la playa, con un sol radiante, la mar invitando al baño, y ratos con pareos y los pies al aire.
      Esta tarde, a sólo hora y media, la tarde invita a infusiones y bizcochos caseros, y el atuendo de la mañana ha cambiado totalmente: sueter de cuello alto, pantalones largos, tenis y calcetines. Qué bueno poder disfrutar en un solo día de los dos mundos y de las dos estaciones.

      Y como estamos en vena lírica te pongo otro poema que va con tu intención última:
      "Vives ya en la estación del tiempo rezagado:
      lo has llamado el otoño de las rosas.
      Aspíralas y enciéndete. Y escucha,
      cuando el cielo se apague, el silencio del mundo".
      (Francisco Brines)
      Un beso, Juan.

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  4. Ay, esa playa que me está llamando con su boquita.... y esa forma de vida, de bañarse un martes en noviembre, por favor, qué maravilla.

    Con lo del atarceder me has recordado que en mi breve semana playera anual, vi varias tardes a una pareja que se bajaba las sillas a la playa al atardecer solo para contemplar esas puestas de sol, y un día, cuando terminó de ocultarse el sol, aplaudieron.

    Me encantó!

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    1. Es que los atardeceres son impresionantes. Ríete tú del technicolor, eastmancolor y supermegacolor. Como la naturaleza, nada. En Bajamar, por el norte, también hay en verano unos atardeceres increíbles. Siempre se pone todo el mundo a verlos, sobre todo a ver si pescan el famoso ·rayo verde". Yo lo he visto 2 veces, un destello verde en el mismo instante de irse el sol. Y la gente también aplaudió.

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  5. Buenas tardes Jane: ¡Felicidades por vuestro largo verano!. Nosotros este año casi no lo hemos tenido ni corto. ¡Ya me gustaría darme un baño en el mar!, pero me conformo con la piscina climatizada. He estado sólo en dos ocasiones en Tenerife y aunque siempre que voy a una comunidad o ciudad que no conozco paso primero por la Oficina de Turismo y luego por la estación de autobuses, porque creo que de no tener allí amigos que te hagan conocer el alma de esa ciudad o pueblo, es la mejor manera de conocer un pueblo, no he tenido la suerte de ver esa playa.. Mi difunto marido se reía con todo su cariño de mi, cuando yo le decía que "para conocer un pueblo hay que hablar con sus habitantes, comer su comida y beber de sus fuentes" y sigo pensando lo mismo. Oye Jane, y como sugerencia, ¿No podrías dejar tu artículo en el buzón del Ayuntamiento?, ... igual se dan por enterados y ponen una bolsa para recoger las sugerencias. Un saludo con añoranzas de baño en mar fresquito.

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    1. La playa está lejos y es menos conocida que Las Américas o Los Cristianos. Está bastante cuidada y la verdad es que suelen poner la bolsa pero mucho más tarde. Como muchas veces paso temprano, siempre la veo así, y eso me dio pie para escribir este post.
      Yo también pienso como tú. El reciente viajito a Viena fue algo distinto porque nos quedábamos con amigos de allí, que nos enseñaban sus restaurantes preferidos y sus costumbres. Pero también en cualquier otro viaje intentamos conocer a la gente y pararnos a hablar con ella. En otro viaje a Francia alquilamos una granja y nos hicimos amigos hasta del panadero del pueblito cercano. Es, como dices, la mejor manera (después de vivir unos meses allí).
      Un abrazo.

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  6. Precioso tu poético relato. Estoy de acuerdo contigo, la Playa de la Arena es un paraíso; los amaneceres, las puestas de sol, el baño en esas aguas tan limpias. Es un lugar idílico en cualquier momento de la vida. Disfruta cada minuto!!!!

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    1. A veces, Margarita, se comporta un poco díscola, esa es la verdad. Las olas baten fuerte, hay un poco de arrastre y los vigilantes no te dejan entrar tanto como quisiéramos. Pero generalmente, es una maravilla para disfrutar. Intentaremos hacerlo.
      Un beso.

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  7. Isa, que bien escribes. Me parece entrañable tu primer encuentro con esa playa que te conquistó hace algunos años, y la nostálgica despedida del verano.
    Vives en una tierra mágica. Tuve mucha suerte de vivir en ella, y feliz de haberte recuperado, de haberos recuperado a todas mis niñas del colegio.

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    1. Todas las tierras tienen algo de mágicas siempre que una sepa mirarlas con el corazón. Andalucía, la tuya, también me conquistó a mí cada una de las veces en que la he visitado.
      Y nosotras tuvimos la suerte de tenerte con nosotras en unos años cruciales, los de la adolescencia, cuando se anudan lazos que luego son difíciles de romper ¿Si no, por qué crees que ha sido tan fácil el reencuentro?
      Te queremos, Esperanza.

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  8. Menos mal que aún tenemos esos rincones maravillosos. que te inspiran escritos como éste y que nos traen a la memoria muchos recuerdos de juventud y niñez

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    1. Siempre me acuerdo, Úrsula, cuando éramos pequeñas y me hablabas de tu Adeje y de playas y calitas que había más allá de Los Cristianos. Para mí era como si hablaras de la América remota ¡Qué bueno que la isla se haya hecho más pequeña, al alcance de un par de horas! Cuando íbamos con mis tíos a Granadilla en guagua, yo con 5 o 6 años, nos levantábamos de madrugada, veíamos amanecer desde la guagua y llegábamos allí empezando la tarde. Ahora en 3/4 de hora estás en El Médano. Algo bueno tiene la civilización.
      Un abrazo.

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  9. Néstor Castro Henríquez11 de noviembre de 2014, 18:59

    Tierna y nostálgica, aún en las referencias al presente. Muy bien. Pero lo que más me asombra es tu capacidad para recordar fechas. Cómo te puedes acordar que fue en 1966? Sucedió algo especial para que recordaras fecha, vías y compañía? Un beso

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    1. Se puede una acordar bien de las fechas si tienes un referente. En este caso, el verano que pasamos en la Playa de San Marcos en el Albergue del Servicio Social. Algún día hablaré de ese verano tan memorable. Nos llevaron a la Playa de la Arena y al Pico Teide, quedándonos en el Refugio de Altavista por la noche. Fue estupendo.
      Y recuerdo que fue en el 66 porque fue el verano en que acabé 1º de Filosofía y Letras, que teníamos que hacer el Servicio Social ese verano sí o sí, y no se nos ocurrió a mis amigas y a mí una manera más divertida de hacerlo.

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  10. Qué envidia sana me produces siempre desde mis madriles :)

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    1. Ay, Lola, también a mí me encantan los madriles: esa vida, esos teatros, esos museos, esos bocatas de calamares... Todos los sitios tienen su encanto y son envidiables. Date un paseíto por aquí de vez en cuando.
      Un abrazo.

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  11. Q suerte Tenerife, yo también me muero de envidia!!!! Muy buen blog.
    Saludos.

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    1. Que no, que no, Álvaro, nada de morirse de envidia, sino venir alguna vez a empaparse de isla.
      Muchas gracias por tus palabras (eso anima mucho) y un abrazo.

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  12. Nuestra gran suerte es que ya sea día 12 o 22 de vaya usted a saber, siempre tendremos ese climilla cuasi veraniego, no habrá mucho calor, más bien fresquete, pero... ¿quién sabe? igual hasta un remojón se puede escapar. Y lo que sí, siempre, a no faltar nunca, todos tendremos nuestra playa, con sus recuerdos, con o sin buzones, en donde pasamos y pasaremos, si tiempo nos deja, gran parte de la que vivimos y de la que nos quede.
    Muy bello relato, me has llevado a mis tiempos de crío, en los que, por aquellos entonces y llegado el verano, abríamos nuestra "playa" a las nueve de la mañana y la cerrábamos con el último rayito de luz.

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    1. He estado muchas veces bañándome todo el año en la playa. No todos los días, eso no, pero sí todos los meses. Este años ha sido menos pero todo se andará.
      Tienes razón, todos tenemos una playa en nuestra infancia (o varias). En mi caso, Las Teresitas, con su arena negra y sus piedras pulidas; Martíanez y el Charco de la Coronela; Bajamar; El Médano; El Charco Azul en La Palma... Esta de ahora tiene un poco de todas ellas, sobre todo el ambiente familiar. Aquí, ves a muchas familias del norte o de Guía, que vienen a veranear y se pasan las horas en la playa: los mayores, alegando; los jóvenes, jugando a las cartas en corro; los niños; correteando por la arena y haciendo cabriolas... Todo eso me lleva también a mí a aquellos tiempos de sol y salitre, en los que los veranos eran interminables.
      Muchas gracias por tu comentario.

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  13. Yo empecé a ir a la Playa de La Arena después de casarme. Y recuerdo que, aparte de la belleza de la entrada y el mar tranquilo en la costa rocosa, hoy desaparecida en parte, los atardeceres impresionaban. Los recuerdos están unidos a lo bien que lo pasábamos en un grupo de amigos donde la música y la buena comida era el ingrediente que faltaba en tan lindo lugar.

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    1. No creas, todavía queda algo de la costa rocosa. Donde yo vivo se llama "Punta negra" precisamente por eso, por estar al lado de las rocas de lava (supongo vestigios del Chinyero).
      Y ya recordaremos alguna de esas ocasiones de buena comida y buena música para que no sólo se quede en el recuerdo.
      Un beso.

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  14. Quiero decir una vez más que tu escrito vuelve a ser lindo, lindo. Me ha encantado todo lo que comunicas de esa zona de la playa que desde hace mucho tiempo conoces... y ahora tienes la oportunidad de disfrutar con los tuyos, cada vez que deseen... Yo también estuve yendo varios años el mes de vacaciones a los apartamentos "Europa" ya viejitos... Lo recuerdo con mucho cariño pues como tú dices es un lugar donde te sientes muy requetebién.

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    1. Sí, conozco los apartamentos porque unos de mis primos tienen allí uno (de hecho, con ellos y otros primos que también tienen casa por allá hemos organizado en los agostos una "primada", una cenita de primos a la luz de la luna).
      Qué bueno que haya lugares que nos despierten buenos recuerdos ¿verdad?
      Gracias y un beso, Candelaria.

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  15. No he estado nunca en Tenerife (en Canarias, en realidad) pero, ¿sabes?, leerte me traslada. Me encantan tus entradas :-))
    Besucos.

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    1. Zazou, ¿y a qué estás esperando? Promete recibirte con timbales y cornetas. :-))
      Un besote.

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  16. ¿Que me vas a decir a mi de Playa de La Arena? Desde el 73 sin dejar de ir, unas veces un mes, otras los fines, otras una semanita, en verano, en semana santa, algunas veces en navidad... Mi mujer y los chicos todo el verano, es decir, julio y agosto. Allí aprendieron a nadar. Mis hijos cuando vienen de vacaciones ¿donde crees que van?. Desesperados a tomar un rayito de sol, así esté el tiempo infernal. ¿Donde es seguro tomarlo? ¡En Playa de La Arena!
    Si que ha cambiado el lugar. Al principio de los setenta sólo estaban los apartamentos Proico, los que llaman El Cementerio y los Europa. Dos viviendas unifamiliares (hoy propiedad de los rusos) y el bar Pancho en la misma playa, al que se accedía a través de una pista de tierra. Muchos potajes riquísimos comieron mis hijos en Pancho para seguir después botados en la arena, negros del sol. Muchas tertulias bajo los parasoles multicolores que hoy son azules, acompañados en hamacas también azules. En fin... Cuarenta y un años yendo a mismo sitio y no me canso, bien lo sabes. Ahora, igual que tu, vamos cuando nos parece o cuando nos dejan los menesteres. Puede ser cualquier día de la semana. Nos lo permite el estar jubilados.
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    1. Por ese Bar Pancho que tú recuerdas a la orilla del mar se compró mi suegro la casa que hemos heredado ahora. Mi suegro era de Chío, de donde mismo Pancho, y le encantaba ir a comer un pescado fresco a la orilla del mar y, después, pegarse una partida de dominó con todos los amigos ¿Qué mejor sitio para tener una casa que cerca de todo lo que le gustaba?

      Que sigamos yendo cuando nos lo permite esta jubilación (con nietos a los que cuidar), que sigamos encontrándonos para alegar un rato y que sigamos compartiendo de vez en cuando un atardecer rojo detrás de La Gomera mientras nos tomamos un gintonic.

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  17. Me ha encantando tu entrada. Disfruta de la playa, y de lo que te evoca ese buzón.
    Un beso.

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    1. Gracias, Teresa. Estos días de repente se nos ha metido el invierno con sus borrascas, sus fríos y sus ganas de acurrucarte al lado de una chimenea. Pero no es el primer diciembre en el que el tiempo se aligera y nos vemos un buen día yendo al sur y dándonos un bañito. Ventajas de vivir en una isla con microclimas.
      Un beso.

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