lunes, 13 de abril de 2015

Horizontes lejanos




Hay personas, nómadas y aventureras, viajeros intrépidos (Herodoto, Livingstone...), que viajan por viajar, hablan un montón de idiomas para comunicarse con el otro y se meten en lugares recónditos y desconocidos, donde el diablo perdió los calzones, para, al cabo del tiempo, volver y contárnoslo.


Hay otros, nómadas inmóviles ("Solo las imaginaciones limitadas necesitan los viajes al extranjero", nos dice Vila-Matas), que no precisan salir de su casa para volar mentalmente a países lejanos. Como Kant, por ejemplo, que nunca salió de Koenigsberg, pero al que le encantaban los libros de viajes y estudiaba las peculiaridades de cada país con tal minuciosidad que más de un inglés, al oírle hablar del puente de Westminster, pensó que había vivido mucho tiempo en Inglaterra. O como Emily Dickinson, más encerrada todavía en su casa de Massachusetts, pero que escribió sobre sitios ignotos, Tenerife y el Teide, sin ir más lejos ("¡Ah, Tenerife! Monte apartado, honor de Edades para tu altitud, el sol revive sus puestas zafiro..."). Ella fue quien dijo que no hay mejor nave que un libro para viajar lejos.

Y, en medio, estamos los demás: los que viajamos -nunca muy lejos- y disfrutamos del camino, pero también nos apetece, al poco tiempo, volver a nuestra casa y a nuestra cama; los que también pensamos que un libro nos puede llevar hasta los confines del universo; los que, a cambio de no hacer trayectos largos, oímos ávidamente las vivencias de los audaces que se han aventurado por tierras exóticas...

Como Leo, que me cuenta haber visto en un mercado de Hanoi a una chica dormida entre telas multicolores. O Gelos, a quien le chocó ver, en una plaza de Anchorage (Alaska), el letrero "Cuidado con los osos". O Ana, que viajó hasta la China profunda y se encontró con hombres y mujeres, tan herméticos y extraños que parecían venidos de otra galaxia.

A Chari le sorprendió la vida en el agua de los habitantes del Lago Inle en Birmania; a Patri, el desprecio hacia la mujer que observó en la India; a Dani, en Kenia, comprobar que el ecuador existe realmente y que en el norte el agua gira en el sentido de las agujas del reloj, y en el sur, a unos metros, al contrario; a Bea, en Addis Abeba, el hecho de que esparcieran agua bendita con una manguera; a Nicolás, en Java, la venta de dentaduras postizas por las calles, como quien vende zanahorias; a Mita, la amabilidad de los tailandeses; a Pedro, los tepuy de Venezuela, lo más parecido al paraíso...

Mis amigos viajeros han tenido experiencias curiosas y, a veces, estremecedoras o fascinantes: ir, como Marian, por debajo de una catarata en Canaima agarrada a una soga; las excursiones nocturnas de Álvaro, con luna llena y la pesca de pirañas en el Río Negro; los funerales que vio Carmen en Bali, más parecidos a un carnaval que a una ceremonia luctuosa; la vez que Leslie fue a las Ozarks Mountains, donde viven gentes con su propio código de honor, y fue recibido (y despedido al instante) a balazos; cuando Cris pidió en Bangladesh, en un bar en medio de la nada, ir al servicio y le señalaron el ancho campo, pero, eso sí, le dieron una lata de agua para que se lavara después; bañarse, como Mingo, en el Parque Nacional de Morrocoy en una piscina natural acotada por una barrera de coral, en plena naturaleza, y ver aparecer a un heladero caminando por el agua con helados y langostas; quitarse, como Lety, sanguijuelas de las piernas durante una caminata por la selva de Taman Negara en Malasia...

¡Ancho, espléndido, insólito, maravilloso mundo! Un mundo para disfrutar y mirar -en persona, en libros o en relatos de viajeros- con los ojos abiertos, sin barreras ni prejuicios. Porque al final, cualquier horizonte cercano o lejano forma parte del mismo exótico viaje. El de la vida.




(En la imagen inicial, el lago Inle en Birmania. En la final, timket en Addis Abeba con mangueras de agua bendita, foto de Beatriz González)

23 comentarios:

  1. O como Emily Dickinson, más encerrada todavía en su casa de Massachusetts, pero que escribió sobre sitios ignotos, Tenerife y el Teide, sin ir más lejos ("¡Ah, Tenerife! Monte apartado, honor de Edades para tu altitud, el sol revive sus puestas zafiro..."). Ella fue quien dijo que no hay mejor nave que un libro para viajar lejos.
    CUÁNTOS MÁS AÑOS TENGO MÁS SEGURO ESTOY DEQUE LAS MUJERES SON EL FARO DE NUESTRAS VIDAS.

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    1. Emily Dickinson, entre ellas, una mujer extraordinaria. Vivió en una época estrecha de miras en la que casi lo único permitido era la música de iglesias. Nada de novelas, nada de otra clase de música, nada de bailar, nada de teatro. Y, sin embargo, encerrada voluntariamente en su casa, vestida de blanco siempre, brilló con luz propia y, cuando se conocieron sus poemas, se le consideró enseguida una de las grandes. Me encanta.

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  2. O como yo, que por tercera vez voy a ir a Iquitos, para procurarles su alimento a los mosquitos... (El pareado forma parte del texto) Espero que no sean malvados y no me transmitan ni dengue ni malaria!

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  3. Conclusión: hay demasiadas cosas que hacer y demasiados libros que leer. ¡Qué agobio!
    Y yo aquí sentada...

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    1. También es bueno, sentarte al atardecer en el patio, viendo la tarde caer y sin pensar ni hacer nada. Cada cosa tiene su momento. Lo bueno es tomártelo con calma :-D

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  4. TONA: Lo más exótico que yo he visto fue la visita a un poblado indígena en australia. Los guerreros feroces nos deleitaron con danzas de guerra ataviados con sus taparrabos más impactantes, y despues posaron con nosotros con sus caras pintadas y actitud amenazante, como si fuesen a entrar en la más cruel de las batallas. Cuando todo acabó nos subimos en los autobuses pero le pedí al guia que esperase un momento para recoger de la tienda de souvenirs un regalo . Cual fué mi sorpresa al ver salir del recinto a los "guerreros" con sus camisetas Nike, sus bermudas surferas, su tabla de coger olas bajo el brazo y todos hablando por su móvil ultima generación.

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    1. ¡Buenísimo, Tona! Nos demuestra que este mundo tan ancho cada vez se está haciendo más estrecho ¿Dónde estarán los feroces y antropófagos guerreros de esas tierras de los que hablaba Verne en "Los hijos del capitán Grant"? Me recuerda un chiste que vi una vez en el que se veía a los "guerreros" viendo por la ventana llegar a los occidentales y diciendo, mientras echaban mano a máscaras y taparrabos: "¡Rápido! ¡Que vienen los antropólogos!".

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  5. Es frecuente que muchos autores realicen viajes sin salir de sus casas y desde el confort del sillón de sus escritorios. Uno de los más conocidos, como todos saben es Julio Verne, que dio la vuelta al mundo, fue a la luna, realizó viaje submarino, llegó hasta el mismo centro de la tierra y visitó exóticas islas como cuenta en su novela " Agencia Thompson y Cia. ", y estas no eran otras que las Canarias. Es un relato de aventuras, donde habla del Teide como el pico más alto del globo, de la Laguna como una ciudad decadente con una alfombra verde en el suelo de sus calles y raras plantas en los tejados, que me imagino se referirá a los verodes . De las palmas dice que se encuentra con un poblado troglodita, creo recordar que en Artenara, y con una población negra...Habla hasta del pleito insular.
    Les recomiendo la lean a aquellos que aún no lo han hecho, les resultará bastante curiosa.
    Isa, como siempre, me encantó tu post.

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    1. A Julio Verne se le atribuye la anécdota de que a los 11 años quiso embarcarse de grumete en un barco, el Coralie, rumbo a la India. Quería ir a buscar un collar de perlas para su prima Caroline de quien estaba enamorado. Su padre lo interceptó a tiempo, se lo llevó a su casa (no sé si de la oreja o no) y le hizo prometer que solo viajaría en sueños. No cumplió al pie de la letra la promesa hecha al padre porque algo viajó por Europa y por América, pero desde luego con la imaginación llegó a donde quiso. Leyendo sus libros, asombra lo minuciosas y fieles (con muchos toques fantásticos, eso sí) que son las descripciones de tierras que nunca visitó, Canarias sin ir más lejos. En "Agencia de viajes Thompson y Cia." habla hasta del gofio...
      Parece que usó como base para escribirla "Cinco años de estancia en las Islas Canarias" del médico y antropólogo René Verneau, que él sí estuvo en Canarias en 6 ocasiones y las conocía bien (y también habló del pleito insular).
      De vez en cuando releo a Verne cuando quiero leer una novela de aventuras "de las de antes". Es una buenísima recomendación la que haces: interesante, entretenida y curiosa por lo que cuenta de las islas en el siglo XIX.
      Muchas gracias, Pili.

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  6. Timkat o timket es la fiesta más grande de Etiopía. Es una fiesta de la religión ortodoxa pero al estar allí es como la misma Etiopía, un collage de cánticos y danzas tribales, cruces, cañas de azúcar y paraguas de colores... Debido a la cantidad de gente que acude a Addis la manera de bautizarlos a todos con agua bendita es por medio de mangueras.

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    1. Gracias por la explicación, Bea. Recuerdo que, cuando me hablabas de tus recuerdos de ese tiempo que estuviste en Etiopía, me dijiste que lo primero que te impactó fue el contacto visual, la manera de mirarte, franca y directa, que tenían, sobre todo los niños. Me dijiste también lo de las mangueras de agua bendita, pero me quedé con la curiosidad de cuando las usarían. Una manera muy directa y divertida de ahorrar tiempo, la verdad.

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  7. Buenas noches, Isa.
    De nuevo impresionante tu lectura.
    Mi aportación es muy humilde porque del extranjero solo conozco un poquito de Europa.
    La primera vez que viajamos a Alemania los alemanes le decían a mi marido que yo no podía ser española por ser tan rubia y tan blanca jajaja...
    En Bélgica fue dónde primero pude ver las escaleras mecánicas y en Dinamarca el tráfico comercial en sus embarcaciones particulares que venían para ahorrarse un dinerito en alcohol y tabaco... igual que Elda en la frontera con Portugal... Portugal también la disfrutamos sin prisas en plan aventura...
    Tienes razón los viajes son parte de la vida, nos abren la mente y el corazón y nos recuerdan cuál inmenso es nuestro planeta.

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    1. Yo creo que en cualquier sitio puedes encontrar algo que te llame la atención, que sea distinto a lo que sueles ver, que tenga ese toque "exótico" que te haga exclamar: "¡Qué raros somos los humanos!". Imagina a los turistas extranjeros de otras religiones ¿No quedarán estupefactos al ver las procesiones de Semana Santa o al oír una saeta desde un balcón? ¡Hay tanta diversidad...!
      Me hiciste recordar al periodista de viajes Paco Nadal, cuando arremetió contra el ministro Soria que recomendaba no viajar al extranjero sino siempre a España. Le decía: "No, señor Soria. Viajar es cultura. Viajar enriquece. Viajar te abre horizontes, te enseña que hay otras muchas oportunidades, otras formas de vida. Viajar a "lugares recónditos" muestra a quien lo quiera ver que existen muchos mundos y que cada uno, con sus particularidades, sus costumbres, sus lenguas o religiones son tan dignos de respeto como el nuestro.".
      Así que aprovechemos, Cande. Cerca o lejos los disfrutaremos, seguro.
      Un abrazo grande.

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    2. Yo iba desgranando tu propio escrito... A medida que iba leyendo, imaginaba que estaba en esos lugares insólitos.

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    3. Eso me pasa a mí un montón de veces con los libros de viajes. Por eso los disfruto tanto. Libros como los de Javier Reverte (la trilogía de África o "Las historias de viajes extraordinarios") o como los de Corfú de Durrell,o Javier Sierra y "La pirámide inmortal" sobre Egipto... son libros que te hacen vivir y soñar en lugares lejanos.

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  8. Hola Jane.Viajar, uno de los placeres que toda persona debería hacer.Ver otra forma de pensar, actuar, en fin, vivir.Lo más lejos que he llegado es a Venezuela. Un país para querer. Todavía recuerdo que subiendo al pico Bolívar en Mérida, hay un momento en que estás a unos 1000m de caída libre, colgado en un vagón del teleférico. Si lo llego a pensar, hubiese gritado, pero lo que hice fué mirar el paisaje. Tengo un amigo que se perdió con su jeep en el Amazonas, tuvo que subirse en una "plancha de metal" arrastrada por un barco, durante una semana, y al 2º día se dieron cuenta que no habían subido comida, total que al 5º día,comieron lo que pudieron (mejor no repetirlo aquí). Otro de paseo por los Andes, bebía a cada momento la chicha, sabrosa y fresquita.Hasta que vió como la fermentaban (con saliva de las mujeres que la hacían). Total que tuvo que pasarse al agua embotellada. Pero esos son los gajes de viajar. Un beso Jane. Juan

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    1. En el artículo de Paco Nadal que le nombré más arriba a Candelaria, dice que viajar al extranjero, a lugares cuanto más raros y diferentes de España, mejor, debería de ser una asignatura obligatoria desde Secundaria. Las experiencias distintas nos abren la mente y nos hacen tolerantes. No hay nada mejor que "descubrir", ya sea un paisaje desde 1000 m. de altura o una comida que de otra manera nunca hubieras probado.
      Me recordaste a Carmen, una amiga que, en China, tomó una sopa "con pelos negros". Aunque le dijeron que eran algas, no pudo reprimir las arcadas. Y una vez conté aquí ("Las papas escarrapuchadas", 9-9-2013) una experiencia de mi padre y mi abuelo en un caserío de Garafía donde los invitaron a "papas escarrapuchadas", que no era otra cosa que papas guisadas sobre las que una viejuca echaba el mojo que revolvía en la boca.
      Como puedes ver, cualquier lugar puede convertirse en "exótico", a poco que los dejes.
      Un beso, Juan.

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  9. Como no soy muy "viajada" para mi, desde luego, un libro es la mejor nave para viajar lejos. Me ha gustado mucho este post Isa,
    un abrazo

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    1. ¿Y te parece poco viaje haber cruzado dos veces el Atlántico? Yo no lo he hecho.
      Recuerdo cosas curiosas que me contabas en tus cartas cuando te fuiste, pero sobre todo, que lo que más te asombró, en un momento en que aquí no la teníamos ni en blanco y negro, fue la televisión en color.
      También estoy de acuerdo contigo. Nadie nos podrá quitar esos viajes mentales en los que te descubren mundos nuevos. Ahora mismo estoy con la Trilogía de "El Ciclo de la Luna Roja" de José Antonio Cotrina, una novela fantástica, que me tiene asombrada con el universo imaginado de Rocavarancolia. Un disfrute.
      Gracias y un abrazo, Úrsula.

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  10. Isa, ¿y que me dices de viajar por necesidad?
    Mi padre, que nació en 1900, me contaba sus viajes:
    Cuando era joven, desde Arriate (Málaga), montado en un mulo, con dos amigos más, se fue a ver la Exposición Universal en Barcelona, fue toda una aventura que siempre recordaba y refería muy divertido.
    En su juventud recorría pueblos en fiesta para buscar novia.
    Durante la guerra civil iba de un sitio a otro andando, cansado....y huyendo.
    Con mi madre y mis hermanos pequeños buscando un jornal y vivienda viajaron de un lugar a otro para sacar la familia adelante.
    Siendo yo pequeña tomó la determinación de viajar a Canarias, Tenerife, y aquí encontró bienestar, amigos, trabajo y salió la familia adelante.
    Viajó entre las islas disfrutando con amigos, y fue testigo del Teneguía.
    "Su último viaje" lo hizo con casi 99 años.
    Quien le iba a decir a el, que la ciudad de Los Adelantados, honraría a su hijo poniendo a una de sus calles el nombre de : "Fotógrafo Antonio García Rueda ".

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    1. ¡Qué vida tan curiosa e interesante debió llevar, Luisa! Me gusta esa gente que tiene la mente abierta y busca horizontes desde los que encontrar nuevas perspectivas. Mi enhorabuena por disfrutar de un padre así. Se merece, desde luego, no sólo el nombre de una calle, sino un lugar en el recuerdo de cuantos lo conocieron.
      Un beso.

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  11. Conchi Fiestas Caro12 de abril de 2019, 16:02

    Si. Da gusto ver lo diferentes que somos, aunque el exceso de turismo pueda hacer perder algo estas diferencias o hacerlas menos espontaneas.

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    1. Eso es verdad, Conchi, no hay más que ver la uniformidad de los aeropuertos, que parece que no has salido de tu sitio. Y siempre se ve que, a pesar de educación y costumbres diferentes, el ser humano es el mismo en todos sitios, con sus alegrías, penas, humores y majaderías.
      Aunque siempre se encuentra uno con alguna sorpresa. Y buscándolas seguimos viajando.

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