lunes, 2 de septiembre de 2019

En defensa de las brujas




No hay historias que se transmitan mejor de boca a boca que las de las brujas y brujerías. Siguiendo esa sana costumbre hoy les cuento una historia que me contaron, la de Don Antonio, un señor que ya no está entre nosotros pero que estuvo mucho tiempo, aunque algo tocado por culpa de una brujería. Don Antonio, en sus años juveniles, era un real mozo, alto, guapo, de ojos oscuros y rientes, sonrisa ancha... Vamos, que estaba como un tren. Además, tenía su buen empleo y sus buenos dineros, lo que lo hacía más apetecible si cabe. Una vez tuvo que ir a Las Palmas por cuestiones de trabajo y se quedó en una pensión cuya dueña tenía tres hijas. Pronto notó que la madre siempre mandaba a la más pequeña a servirle, como queriendo metérsela por los ojos, y que a él le iba gustando la cosa, para qué nos vamos a engañar. Pero de repente empezó a sentirse mal: náuseas, hinchazón, acidez y un dolor en la boca del estómago que no le dejaba pegar ojo. No pudo más y se volvió para Tenerife, medio averiado y dejando tras de sí lo que pudo ser un gran amor que se quedó en nada.

Aquí visitó médico tras médico sin que dieran con la causa, hasta que, desesperado, se le ocurrió ir a un curandero de La Guancha que le dijo muy cariacontecido: "A usted le han hecho daño con menstruación, uno de los peores, y esto no se le va a quitar en la vida". Y efectivamente nunca se le quitó y vivió toda su vida delicadito del estómago y con un régimen estricto de una dieta sin picantes, sin vino, sin frutas, sin café, sin chocolate... o sea, privándose de todas las cosas ricas y pecaminosas que hay en esta vida y echándole la culpa a aquella bruja que le echó ese brebaje infernal en el café.

Cuando le conté la historia a mi hija, que, como saben, es médico, se rio y me dijo: "¿Sabes cómo se llama ese "daño" tan asqueroso? Helicobacter pylori, una bacteria que infecta el estómago y de la que antes no se sabía nada pero que ahora se sabe que puede estar presente en la mitad de la población mundial y que se puede combatir con antibióticos".

Sirva este relato para romper una lanza a favor de tantas mujeres a las que personas con prejuicios, confundiendo como en este caso las causas con los efectos, tildaban de brujas sin serlo. A las brujas de Salem, a las que vivían solitarias, a las feas, miopes o bizcas que solo por serlo ya se suponía que echaban mal de ojo, a las que tenían la nariz ganchuda (a una de mis amigas, maestra de infantil, que tiene una nariz con personalidad, uno de sus alumnos pequeñitos le preguntó: "Seño ¿usted es bruja?"), a aquellas de las que se desconfiaba por lo que fuera, a las que se les tenía manía... Pero sobre todo a las que conocían el uso de las hierbas y preparaban ungüentos y bebedizos y a las que la farmacopea les debe tanto.

Hay canciones, como la "Habanera embrujada" del grupo Mestisay, en la que la protagonista vendió su alma "por la receta que usan las brujas pa la ocasión" y que permitía un vuelo mágico de Canarias a Cuba: Jugo de tuno, ojos de baifo, / cola lagarto y poquito e ron, / tres oraciones a Santa Marta / pa que nos firme la absolución" . Pero la brujita que aparece hoy en mi imagen de introducción yo diría que define mejor lo que las brujas usaban. Me la mandó mi amiga Lali, que es bióloga, con la siguiente explicación: 
"Los zapatos son escamas de una piña de un pino; la escoba, infrutescencia de Umbelífera; el cuerpo, el fruto de un melocotón; la cara, el hueso de una aceituna; la nariz, una espina de rosal; los cabellos y manos, restos de vegetales; el gorro es una flor de las Tubifloras...".

Eso eran realmente las brujas, mujeres que vivían en contacto con semillas, flores, hierbas y frutos y que con ellos componían remedios, pócimas, ungüentos y filtros de todo tipo. He conocido brujas buenas que calmaban el dolor hasta con el contacto de la mano. Y he conocido brujas malas que no son como las de los cuentos pero que sí embrujan y hacen verdadero daño. Esas son a las que hay que temer y de las que hay que huir.

16 comentarios:

  1. JeJeJe. Muy bien..
    Buen día
    Abrazos y besos

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    1. Gracias, Lali, por tu brujita encantadora y por las explicaciones que solo una experta en botánica puede dar. Que ella te proteja del mal de ojo y de otras majaderías con las que uno se encuentra en la vida.
      Besos y abrazos.

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  2. Marilu Díaz Estrada2 de septiembre de 2019, 15:18

    Genial lo de hoy. Tengo una amiga que cree en ellas, cuando me hace un comentario de ese tipo, pienso Cómo una persona inteligente puede creer en los hechizos. Soy el lado opuesto, creo mas en la medicina. La peor brujería que le pueden hacer a una persona es la infamia y hablar mal de otras personas, la envidia, esta es la verdadera brujería. Cuando te leía recordaba los cuentos de mi abuela palmera. Muy bueno Isa.

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    1. Me contaban hace poco de una embarazada, una mujer inteligente y con su carrera terminada y una buena profesión, que apareció con trapos rojos en las muñecas porque una "bruja" le dijo que era lo mejor como protección contra el mal de ojo a su bebé.
      Y la entiendo, no creas. Los humanos estamos tan indefensos ante el caos y las circunstancias que nos agarramos a lo que sea con tal de que no se nos haga daño a nosotros y a los nuestros.
      Pero es verdad que, cuanto más leemos y conocemos, más alejamos de nuestras vidas la superstición y las falsas creencias.
      ¡Y cuánta razón tienes con tu apreciación de la infamia y de la envidia, que han movido siempre acusaciones y prejuicios!
      Un beso y gracias, Marilu.

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    2. Francisco Javier González6 de septiembre de 2019, 15:39

      Querida amiga. Lo tuyo es fé en una entelequia. ¿Tú crees que la "humanidad" aleja de sus vidas la superstición y las falsas "creencias"? ¿Hay acaso "creencias verdaderas"'. Las creencias, todas incluso las religiosas, son eso, creencias. No creo que nuestro género homo abandone nunca el pensamiento mágico-religioso, per he de decirte que me ha encantado tu relato, como siempre. Un abrazo.

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    3. Muy buena tu precisión, Javier. Y con bastante razón como siempre: no se puede hablar de falsas creencias porque eso implicaría que las hay verdaderas. Lo que pasa es que el vivir en este mundo nos lleva a eso, a creer en cosas más ciertas que otras. La creencia en brujas, espíritus y leyendas no tiene base científica. La creencia en que mañana saldrá el sol, sí. Hay creencias y creencias.
      Y no, no abandonaremos (eso creo) el pensamiento mágico-religioso, por más que ahora es menos corriente. Como decía Ortega, en las creencias se vive. Y eso nos da, tal vez, seguridad y confianza.
      Muchas gracias por tus palabras. Es un lujo que te pases por aquí. Un abrazo.

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  3. Nuestra historia está llena de leyendas de brujas. Y los remedios que heredamos no se dejan de usar en pleno siglo XXI. Forman parte de nuestra cultura y no desmerecen protagonismo. Curanderos, pitonisas y rezadoras, siempre guardan los canarios con su saber atesorado.
    La Palma es uno de esos lugares donde casi todo el mundo,cree en el mal de ojo. Ancianas y jóvenes con formación superior, han acudido alguna vez en busca de soluciones.
    Y qué me dices del Precioso Llano de las Brujas, donde cuentan danzaban para pedir a la naturaleza, alrededor de las hogueras. La verdad que el sitio tiene algo de mágico.
    Brujas buenas sí, ésas como las buenas amigas, que siempre que se necesitan aparecen, las malas sólo saben de envidia y no les hace falta nariz larga, ja ja ja.

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    1. Los Bailaderos están asociados también a citas de brujas, a lugares mágicos donde se reunían, siempre sitios altos y abiertos. Aquí, el Bailadero de Anaga, pero también los hay en La Palma, en Garafía; en la Gomera, en medio del Parque de Garajonay y en Gran Canaria (Telde y San Bartolomé de Tirajana). Se suelen vincular a los antiguos habitantes de las islas.
      No sé si serán verdad ni lo del "haberlas haylas", pero lo que es indudable es que a todos nos encanta oír leyendas, historias y sucedidos en que el mundo mágico interviene en el mundo real. De ahí el éxito de las historias de Harry Potter. Antes de eso ya mis tías de La Palma me habían surtido de material :-D

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  4. Quizá, Jane, el haber sido una niña urbanita ha hecho que lo de las brujas, que parece más propio de pueblos, por aquello de ubicarlas en sitios abiertos y altos, como bien dices tú, me haya quedado muy lejos y, la verdad, me cuesta mucho creer en ellas, a pesar de todo lo que se cuenta y escribe, sobre su existencia y andanzas. Sólo recuerdo oír hablar de curanderas y curanderos y, a lo mejor, ellos eran los verdaderos brujos. Yo creo que mis mayores no hablaban de esos seres, delante de nosotros, para evitar que nos asustáramos o porque, en realidad, tampoco creían en ellos.
    Lo de que un niño se puede asustar con estos personajes tuve la ocasión de comprobarlo, hace unos 5 o 6 años, con la mayor de mis sobrinos nietos que descubrí que cuando venía a mi casa, se negaba a entrar en mi habitación hasta que le pregunté por qué no quería hacerlo. Me cogió de la mano, me llevó al cuarto y, desde la puerta, me señaló para un gran títere, en forma de siniestra bruja que decora un rincón de la estancia. Por lo visto, una de sus abuelas le había contado algo sobre ellas y debió impresionarse con sus historias. Hoy ya tiene 10 años, no he vuelto a tocar el tema con ella y no sé si seguirá teniéndole miedo a las brujas.
    Creo que tu post me va a servir de pretexto, para preguntarle en cuanto la vea. Ya te contaré lo que piensa ahora...

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    1. Mis nietos chicos, a pesar de que todos los cuentos de brujas que les narro hablan de la Bruja Piruja, la llaman siempre la Bruja Malvada. Eso sí, se pirran, igual que yo de pequeña, por todas las historias de brujas, brujos, ogros y demás personajes siniestros. Mis hermanos y yo, niños de ciudad como tú, estábamos deseando que a mi casa viniera una pariente palmera que nos reunía en torno suyo, apagaba las luces y dejaba solo un par de velas y ¡uuuuuhhhh! nos contaba cuentos tremebundos que nos ponían los pelos de punta. A los niñoa siempre les han atraído las narraciones del Otro Lado de la realidad.

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  5. Muy buena tu historia.

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    1. Gracias, Pilar. Como se dice por ahí, como me lo contaron te lo cuento. Es lo bueno de las historias orales, compartirlas e irlas adornando de paso. Vete a saber cómo empezó siendo "Caperucita" o la historia de los Reyes Magos.
      Un beso.

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  6. Curioso relato, hace un tiempo, no muy atrás, mi médico después de hacerme unas pruebas me diagnosticó el Helicobacter pylori, a pesar de haberme tomado antibiótico apenas noté mejoría, de hecho creo que sigo con el problema, es cierto que llevo muchos años con molestias estomacales y más que una enfermedad parece una maldición porque ni la medicina te cura, aunque yo a veces creo que son los médicos que no saben dar con la cura y yo de hecho hace poco he pensado seriamente en la brujería o más quizás en la santería porque la única persona que me quitó el problema durante un tiempo, siendo yo joven, fue una sanadora en el pueblo de Garachico, la Sra. Gloria, que por su edad imagino que ya habrá muerto, unos masajes en el estómago, luego media papa, un fósforo y un vaso para hacer de ventosa y unos rezados con pasada de manos, así durante tres días y al tercer día me sentía feliz y con ganas de comerme el mundo, hasta el humor me cambió y podía comer cualquier cosa y de hecho al tercer día me lancé 2 grandes platos de ranchos y como si nada.
    Un saludo.

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    1. ¡Qué casualidad, J.J.! Esos manejos de masajes en la barriga, el cabo de una vela encendido y el vaso haciendo de ventosa era lo que me hacía mi abuela Lola de pequeña para estimularme el apetito. Yo a veces he pensado que el que me cueste bajar de peso viene de esos masajes tempranos que tanto estimularon el apetito que 60 y pico años después todavía me dura.
      Hay mucha gente que sabe de masajes, de hierbas, de remedios antiguos que funcionan. Y claro que la medicina no es una ciencia exacta. Pero siempre es bueno no darle la espalda (como hace ahora mucha gente ignorante con el caso de las vacunas) porque también mucho se ha avanzado. Médico que te cure la pulmonía y también agüitas de salvia y tomillo con miel y limón que te empelechen bien.
      Un saludo.

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  7. Como en casa, el tema de la brujería, se respetó, pero nunca se utilizó, recuerdo que me decían (con relación al mal de ojo), si no crees, creas a tu alrededor un halo, que no deja que te haga efecto... (??). La verdad, que cuando me ponía mala/nos poníamos malos, íbamos a D. Elirerto Galván, nuestro médico, que siempre nos curó ☺☺☺.

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    1. Sabia medida la que usaban en tu casa.
      Yo tenía un amigo que me decía que él levitaba. Como yo le decía: "¡Pues anda, levita, para que yo te vea!", me contestaba que no, porque yo era una incrédula y así no se podía uno ponerse a levitar. Curiosa la refutación porque yo lo veo separado del suelo un metro y me convierto de sopetón en una defensora de la levitación. Así funcionan muchas de estas teorías...

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