lunes, 20 de junio de 2022

Quiero un pinche



Bueno, o una pinche, que a mí en eso de igualitaria no me gana ni Irene Montero. Y, como yo, lo quieren todos los cocineros que en el mundo han sido, por muy estrella Michelín que tengan. Que mucho decir que ellos pelan, cortan, rallan y preparan pero, a la hora de la verdad, si encuentran a algún incauto por allí y lo convencen de pelar, cortar, rallar y preparar, a buenas horas se ponen a ello. Si ustedes ven a un cocinero trabajar, se darán cuenta de que su labor principal es poner unas hierbitas por aquí, echar un vinito por allá, remover la cazuela, aspirar los olores y poco más. Quien diga que no necesita un pinche, miente como un bellaco.

Pon, por ejemplo, que vas a hacer un puchero. Si tienes un pinche (o dos), te encuentras nada más ponerte el delantal que ya tienes frente a ti un montón de fuentes ordenaditas. En una están las carnes en trozos y las piñas de millo (del país, por supuesto), ya desfajinadas y cortadas; en otra, los garbanzos ya remojados desde la noche anterior, las zanahorias peladas y las habichuelas sin hebra; en una tercera, bubango, calabaza y papas, todo pelado y cortado. Aparte ya te han puesto al fuego una fritura haciéndose chuf chuf en una sartén. Con todo esto tú (el cocinero) solo tiene que ir echando de rato en rato el contenido de cada fuente en el agua hirviendo, desde los alimentos más duros a las verduras más blandas, e irlos aromatizando con su pimentón y su azafrán. Al final te queda recibir, ruborizado, los parabienes y sentirte el rey del fogón.

Así que yo también quiero un pinche y sentirme la reina del fogón.

Un pinche que me pique menudita la cebolla y llore por mí. Que me ralle el limón para el bizcocho, que me pele las papas y las chayotas para que no se me queden las manos pegajosas, que me deje un frasquito con ajos pelados en la nevera, que me limpie y escame el pescado, que me recoja y friegue los platos según los voy usando, y hasta que me diga, como en las películas, "Sí, chef" mientras me tiene las salsas preparadas.

A mi hija y mi hijo los conseguía pescar de vez en cuando, sobre todo el día antes de Navidad, en que los ponía a pelar y despepitar uvas para el relleno del pavo. Mi hija dice que aprendió a cocinar para no tener que hacerme de pinche nunca más.

A mis nietos los enseñé a hacer la masa de la pizza con la esperanza de captarlos para la causa pero lo que más les gusta (aparte de comérsela) es amasarla con los puños cerrados. Y de ahí no pasan.

No pierdo la esperanza. Por aquello de que a lo mejor la literatura va más allá de los lavados de coco y los convence, les compro cuentos en que hay pequeños pinches hacendosos y entresaco también textos de libros en los que la cocina tiene un papel importante. Como el que leí esta semana, "Pan de limón con semillas de amapola" de Cristina Campos: Las dos hermanas se durmieron casi al mismo tiempo; sin embargo, antes de eso y como si por algún misterioso motivo sus pensamientos pudieran entrelazarse, pensaron la una en la otra y las dos recordaron las tardes de su niñez en la cocina de la abuela Nerea, rallando limones, sacando las semillas de las amapolas y con las palmas de la mano cubiertas, siempre, de harina.

Si con todo esto no abrazan el noble (y no pagado) oficio de pinche, es que me falta poder de convicción.


12 comentarios:

  1. Charo Borges Velázquez20 de junio de 2022, 17:53

    Pues, sí, Jane. Ser pinche es un noble arte y, además, se aprende mucho de cocina, ejerciéndolo. Muchos años lo fui de mi madre, en mis períodos vacacionales, y hoy le agradezco que me permitiera hacerlo, porque me encanta y disfruto cocinando, aunque yo no cuente con ninguno...

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    1. El problema de ser pinche es que lo que haces es lo peor de cocinar. Lo mejor se queda para los que realmente cocinan, mezclando sabores, inventando platos nuevos, experimentando... Y los pobres pinches ahí, entre peladuras de papas y verduras.

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    2. Charo Borges Velázquez21 de junio de 2022, 20:47

      Yo nunca me sentí mal por ser la pinche, Isa. Bien al contrario, me gustó serlo, porque aprendí mucho y de muy cerca. Y, encima, después disfrutaba de lo cocinado por mi madre, que, por cierto, fue una gran cocinera, de la que aprendí lo que hoy me sirve para cocinar y disfrutar yo...

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    3. Supongo que todos los buenos cocineros empezaron siendo pinches. Y es verdad que es un buen aprendizaje. Me alegro por ti.
      Pero a mí me hubiera gustado aprender a cocinar teniendo un/a pinche... :-D

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  2. Esther Casañas Morales20 de junio de 2022, 17:54

    Yo también quiero uno ,es más, yo quiero un cocinero/ a. No me gusta la cocina. Envidio ( sana),a una amiga que tiene un verdadero chef en su casa. Tú sabes a quién me refiero.

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    1. Jaja, tú sí que sabes, Esther, ya de pedir, mejor un chef que un pinche.
      Y es verdad, nuestra amiga común tiene mucha suerte porque su cocinero particular es un excelente cocinero, de esos que a los que no importa servir de pinche, si después uno prueba esos manjares exquisitos.

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  3. Fíjate, es algo que no echo en absoluto de menos, eso de ser pinche tuyo

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    1. Pues yo sí te echo de menos, la verdad. Ayer, que iba a hacer huevos rellenos para una fiesta,, le dije a tu padre que él me fuera pelando los huevos duros (que eran 16). Yo no sé si lo hizo adrede, pero el primero le salió fatal con lo cual le dije que mejor me fuera abriendo las latas. Y es que para ser pinche también hay que hacerlo bien, como tú lo hacías pelando uvas para el relleno del pavo o nísperos para la mermelada. Una pinche fantástica :-D

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  4. Me ofrezco cuando quieras. ¡A mí también me enseñaste a hacer la masa de pizza, hace casi treinta y cinco años! 🤭
    Me encanta cocinar en equipo. Creo que es estupendo turnarse y ser pinche unos días y chef otros.

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    1. Ah, qué buena idea esa de turnarse. Si lo pensamos, la mayoría de las familias funcionan así cuando descubren lo estupendo que es cocinar en compañía. Unos cortan y pelan, otros fríen, otro remata el plato, y mientras, todos nos tomamos un aperitivo con un queso de los buenos y un vino blanco maravilloso.
      Y me encanta que recuerdes la receta de la masa de la pizza. Esas cosas perduran más que el imperativo categórico de Kant. :-D.

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  5. Yo suelo hacer de pinche y de chef. Lo segundo me gusta más que lo de pinche, aunque lo hago con música y tampoco me estresa.
    Cómo chef me defiendo ,pero no me he ganado ninguna estrella.
    Seguiremos intentando mejorar las cualidades culinarias, sin grandes pretenciones.
    Besos

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    1. Sí, Yoli, creo que por lo menos yo, mientras no consiga una esclava, digo, una pinche, seguiré con los dos papeles haciéndolo lo mejor posible. Lo que sí es verdad es que con la edad ya no se me ocurre hacer platos muy elaborados ni complicados: la sencillez al poder.
      Un beso.

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