lunes, 1 de mayo de 2023

El cine de las 4




Uno de los momentos gloriosos de las semanas de mi infancia era el cine a las 4 cada domingo. En él para nosotros, niños sin televisión, todo era trigo para nuestro molino: las películas de vaqueros, las de Marisol, las clásicas de romanos y, sobre todo, los dibujos animados. Allí lloramos a mares con la madre de Bambi, reímos a carcajadas con las escaramuzas de Tom y Jerry y, en general, nos congratulábamos del triunfo del bien sobre el mal. Todo estaba bien en el mundo.

Este domingo regresé al cine de las 4. Una cosa buena de ser abuela es que se puede ir a ver dibujos animados con los nietos así, sin sonrojos ni remordimientos, tal como si fuese a una conferencia sobre el estoicismo, poniendo cara de intelectual, en plan "aquí, analizando el cine infantil desde la perspectiva fenomenológica, oye". Pero la pura realidad es que entro en el cine con las mismas expectativas y la misma curiosidad por sumergirme en una historia que en aquellos tiempos remotos. 

Esta vez invité a 3 de mis nietos (la mayor de 19 años y los dos pequeños, de 9 y de 8) a ver "Mavka, guardiana del bosque". Un poco distinto a lo de antes, sobre todo en el precio, que fue 55 euros por 5 entradas, 3 vasos de cotufas y 2 botellitas de agua, mientras que antes con 5 pesetas compraba la entrada y me sobraban 2 pesetas para chucherías en el Carrito del Abuelo del Parque. Pero también yo tengo 70 años más, así que no va una a reparar en minucias. La película nos espera.

La de este domingo es una historia basada en una leyenda ucraniana en la que hay un bosque oscuro al que no pueden entrar los humanos y que está habitado por ondinas, espíritus ancestrales de los cuatro elementos, personajes arbóreos llenos de excrecencias varias, animales de todo pelaje... y Mavka, que es una especie de hada del bosque, una Perséfone menudita ucraniana que, cuando despierta al principio de la película, hace despertar del invierno también a la naturaleza y empieza la primavera: flores, cascadas y animalillos trotando por doquier, a la espera de que la cosa se trunque con los humanos, como suele pasar.

Cuando salimos, mi nieta mayor le hizo una crítica feroz a la película. Que si la protagonista era la clásica Mary Sue, la clásica buenita, la única guapa entre tantos espíritus feos, qué injusto, puaj; que si el cuento rompe las reglas de la magia porque, cuando se pide algo, se paga un precio y aquí se van de rositas, puaj; que si la mala que busca la fuente de la eterna juventud, los dos matones gemelos y el truco de la lagrimita mágica están copiados de Rapunzel, puaj; que la chica conoce al chico y a los 3 segundos es el amor de su vida, puaj; que hasta el título es un spoiler porque con él ya se sabe que la van a nombrar guardiana del bosque, puaj: que, para colmo, la frase final del chico es "la única magia que tenemos los humanos es el amor", puaj, puaj, puaj.

Mi nieta de 9 que, asombrada, oía despotricar a su prima, dijo tímidamente que, aunque el chico parecía un poco empanado, a ella le gustó la magia que hacía ella y el perrito del chico que se parecía a Gofio, el suyo. Ah, y las cotufas. A mi nieto de 8, tal como hubiéramos dicho nosotros en el cine de las 4, le gustó todo, menos las ninfas horrorosas, todo dientes y uñas, y la mala de la película.

¿Y a mí? Yo tuve en cuenta que Animagrad, su promotora, tuvo que parar el montaje por la guerra de Ucrania y terminar el proyecto en casas particulares, así que salió muy bien para todos los problemas que tuvieron. Aunque mi nieta mayor diseccionó la película como un verdadero crítico, a mí me gustó la música, el dibujo que es precioso y el cuento, que tiene los ingredientes de todos los cuentos: el triunfo de los buenos, la magia, la defensa del amor (sí, es improbable, pero ¡es un cuento!) y del medio ambiente, y la música reparadora. Pero, sobre todo, me gustó volver por un par de horas al cine de las 4. Tanto que ya les dije a mis nietos que la próxima vez volveré a hacer el sacrificio y los llevo a ver "Super Mario Bros"

10 comentarios:

  1. Charo Borges Velázquez1 de mayo de 2023, 23:06

    Yo no tengo nietos, pero sí muchos sobrinos y ahijados y siendo muy niños, todos, los llevé al cine muchas veces. Cómo me gustaba hacerlo, Jane, y qué bien me lo pasaba con ellos.
    Hoy me has desconsolado y creo que voy a retomar la costumbre, pero ahora con los cuatro sobrinos nietos. Seguro que me volverá a encantar, a pesar de los años que ya han pasado y de cómo han cambiado los tiempos y los gustos.

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    1. Sí, es una gozada entrar al cine acompañada, no solo con tus niños, sino también con los de los demás, todos ilusionados y expectantes. Ver una película en el cine con toda esa información sensorial no tiene nada que ver con verla en la tele. La salida es siempre como despertar de un sueño particularmente bonito.
      Anímate a seguir con ello.

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  2. A mí no me gustaron todos esos aspectos (una tiene derecho al pataleo), pero sí la música y el hecho de ser una leyenda ucraniana. También tuve en cuenta que fue hecha en plena guerra y eso es un mérito.
    También me gustó ir al cine.

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    1. Ya lo sé, Evita, y por eso repetiremos. Aunque a mí sí me gustó la peli en general, reconozco tus aciertos en las críticas y me gusta que seas objetiva. A mí me resulta más difícil, me dejó arrastrar por las historias, y los cuentos y leyendas me pueden.

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  3. Ay, Jane, yo creo que me fío de la opinión de tu nieta mayor. Pero aun si no te ha gustado, el momento es lo que cuenta en esta ocasión. A ver si tenéis más suerte la próxima vez. Después de aquella versión horrible de los noventa no pongo la mano en el fuego por este Super Mario, pero es completamente diferente, igual tenéis suerte. :)
    Un abrazo enorme.

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    1. Yo también me fío, Dorotea. Tiene espíritu crítico y es verdad todo lo que dice. Pero a veces una va al cine como cuando pequeña iba al cine de las 4: a lo que te echen. Nos dejamos arrastrar por la música, los preciosos dibujos, el mensaje ecológico, el espíritu de los niños de alrededor que miran embobados la película... y a la porra el espíritu crítico.
      Me da que el Mario ese me va a gustar menos. :-D
      Un abrazo.

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    2. Y es saludable hacerlo! No se puede ver en serio todo. :D
      Ojalá la otra también te guste y si sacas de la experiencia una entrada, mejor para nosotras. :)
      Un abrazo.

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    3. Eso mismo digo yo, que ya bastante tiene uno con las disquisiciones de los que se toman en serio a sí mismos.
      Ya te contaré si voy a ver a Mario.

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  4. Candelaria Rojas5 de mayo de 2023, 12:28

    El cine a las cuatro que recuerdo tan bonito y tan apresurado. Íbamos haciendo la digestión y nos salían los sudores si añadíamos manises a la película. Después, salías con toda la tarde por delante y una rebequita en la mano, sin olvidar humedecer los labios al salir de ese lugar tan grande pero igualmente caluroso y repleto de olores.
    Si la historia tenía horario especial y la sesión se alargaba, entonces ya te podías levantar con ayuda del acomodador, sin ver cómo terminaba o el auténtico final podía ser un buen castigo si no llegabas puntual a casa

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    1. Cuando le cuento a mis nietos lo de los horarios que teníamos no se lo creen. Es que hasta los 23, año en que me casé, el horario fijado era a las 9,30 y el de mi futuro marido a las 9, imagínate. Menos mal que estudiábamos fuera y teníamos un poco más de libertad. Lo que sí es verdad es que era la época dorada del cine. Había un montón en Santa Cruz y siempre estaban llenos. Lo que es no tener televisión.

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