lunes, 27 de abril de 2015

¿Qué me pongo mañana?




Me manda mi cuñada una foto de los tiempos del colegio. Ahí entre esa multitud de niñas vestidas con el uniforme de gala en el patio de mi colegio, estoy yo, hormiguita entre las hormiguitas. Ni siquiera ampliando la fotografía puedo reconocerme (y diría que de eso se trata, de perdernos entre la hojarasca).


Lo que a lo mejor sí se ve bien es ese horror que era el uniforme de gala: traje blanco, cinto y lazo negro al cuello, y un velo de tul en la cabeza que una vez, cuando íbamos en fila, con velas encendidas, cantando muy pías el "Cantad a Catalina plegarias fervorooooosas...", se incendió en la cabeza de Fina Santos y chamuscó sus rizos, casi a punto de que sucediera una desgracia mayor.

El uniforme de gala se hacía -nuestro tiempo era el reino del reciclado- con la lana del traje de primera comunión, que en mi colegio también era uniforme: todas de monja con toca y todo. Y los días de trabajo íbamos de negro con cuello blanco almidonado y gorra de plato. No nos privábamos de nada ¡Y, ay, cómo a alguna se la viera a la salida del colegio con un chico a la vera! ¡Estábamos mancillando el uniforme! ¡Mancillándolo! Y era, por supuesto, motivo de expulsión inmediata. Cómo lo odiábamos...

Por eso nos encantaba ir de calle algún día ¡Ah, el placer de distinguirnos unas de otras, de ponernos nuestras faldas y zapatos preferidos, de ir, por ejemplo, con una blusa azul semáforo, lo más alejado de grises y negros...! Es verdad que todas podríamos ir de azul semáforo cuando se puso de moda ese color, pero era "nuestro" azul semáforo y no el de las otras.

Desde que los romanos arramblaron con las sábanas de sus casas para vestirse todos igual, con toga blanca, los humanos estamos empeñados en la manía de la uniformidad. Legionarios, druidas, reyes, guardias, azafatas, soldados, turistas, capitanes generales, curas y obispos, monjas, bomberos... visten clónicos, como si fueran chinos de Mao: uno igual a otro. Y yo creo que, con ello, se ha pretendido ir más allá, a que esa uniformidad se contagie a las actitudes y al pensamiento: un mundo único y gris.

Pero buenos somos. Cuanto más presionan los poderes establecidos en ponernos uniforme, más imaginamos formas de diferenciarnos. Igual que hacíamos en el colegio acortando la falda, alargando los calcetines o llevando unos zarcillos brillantes con piedras rosas (el caso era ser "la de la mochila azul"), también vemos ahora a las cajeras del supermercado con una flor en el pelo o con un broche precioso sobre la blusa común. Incluso las brujas no se ponen ya su uniforme -nariz ganchuda, escoba y sombrero cónico- ni los niños de primera comunión van de marineros sino de niños (Misterio para otra ocasión: averiguar qué relación hay entre la marina y la primera comunión).

De aquellos clones vienen estos individuos y viva la diferencia. Propongo reivindicar la personalidad y desterrar de una vez por todas los uniformes. Eso sí, el único inconveniente (y no es pequeño) es la pregunta obligada de cada noche antes de acostarnos: "¿Y qué me pongo mañana?"

47 comentarios:

  1. Pues fíjate tú que ahora que estos uniformes tipos clones casi han desaparecido de nuestros colegios y resulta que ahora las adolescentes todas se visten igual. Una paradoja, se nota que no han sufrido en sus carnes esta uniformización (que tenía las ventajas, como bien apuntas, de no tener que pensar en qué ponerse al día siguiente). Bss

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    1. Siempre las adolescentes nos vestimos igual. Recuerdo ver una foto mía y de mis amigas todas en el parque con faldas de tablas. Y sin ir más lejos hace poco me tuve que entrar todos los pantalones porque ya no se usan anchos sino estrechos ¿Y te acuerdas de las hombreras con las que parecíamos jugadores de rugby? Las modas nos uniforman pero hasta cierto punto. Siempre está ese toque personal, el "azul semáforo" nuestro del que hablaba antes.
      Besos, Mónica.

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  2. Buenos días Jane: ¡es que vuestro uniforme de gala, se las traía!. El nuestro era más llevadero, pichi de falda tableada azul marino, blusa de biela tono crudo y jersey y abrigo azul marino. De lo más normal. Si que hubo una profesora que quiso introducir el velo blanco, había venido de Madrid, pero al resto de las profesoras, ni a nuestras madres les cayo en gracia semejante idea, y no te cuento a nosotras, así que se desestimó semejante idea. No creas que había tanta diferencia entre el uniforme y la ropa que llevaría a diario. Seguro que era una falda escocesa ó un pichi y el abrigo, por supuesto azul marino.
    Para mi nunca ha sido un problema el uniforme. Tampoco tenía tanta ropa para poder variar, ten en cuenta que te llevo unos años.
    Sigo siendo partidaria del uniforme y hasta mis hijos reconocen que es un ahorro y una comodidad y dicen que ¡ojalá! lo llevasen sus hijos.
    Un saludo cariñoso

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    1. Y eso que no puse fotos, Rosa María, del de diario, del de la primera comunión, del de gimnasia... ¡Qué manía con ir iguales para todo! Con decirte que, cuando terminé la carrera, me quedé trabajando un año en un colegio privado de Madrid mientras hacía la tesina, y ¡también las profesoras teníamos que ir uniformadas con falda gris, blusa blanca y rebeca o chaqueta roja!
      Reconozco de todas formas que es una comodidad tremenda para las madres. Mis hijos lo llevaron hasta que entraron a los 14 años en el Instituto y mis nietos ahora también lo llevan. Eso sí, mucho más funcional y práctico que el que llevábamos nosotros (cada vez que me acuerdo del almidonado de los cuellos, que había que hacerlo en una tiendita en Santa Cruz...)
      Un abrazo, Rosa María.

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  3. Margarita Gallardo27 de abril de 2015, 15:36

    Difícil encontrarnos ahí!

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    1. Sí, Margarita, parece el "¿Dónde esta Wally?". Y seguro que tú también andabas por ahí. Hay una que se me parece con mi hermana. Y mi amiga Esther dice que ella es la primera de la segunda fila. Pero vete tú a saber...

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  4. Amanda de Fuentes Bonafont27 de abril de 2015, 15:37

    Uniforme de gala del Hogar Escuela, no?

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    1. No, Amanda, es el de las Dominicas. Y el patio es el del Colegio de la calle Santa Rosalía, un edificio precioso con un patio con laureles enormes (al fondo puede verse parte de un tronco). Todo esto es ya materia de recuerdo. El solar que ocupaba el colegio y que daba a dos calles fue vendido y hoy son edificios de pisos a cual más anodino. En fin...

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    2. Amanda de Fuentes Bonafont27 de abril de 2015, 22:09

      Yo estuve unos meses en ese colegio cuando llegue de Barcelona.

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    3. Pues entonces te acordarás de lo bonito que era, Amanda con esa galería hacia el patio y todas las clases con cristalera llenas de luz. Pero la especulación es la especulación.

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  5. Jajaja.... Son grandes recuerdos. De Las Dominicas y yo debo estar en esa foto porque la cuñada de Isa y yo somos de la misma edad. Debo de ser de las últimas, porque nos colocaban por cursos y por tamaño.

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    1. Pues sí, Carmen, aunque a veces nos rebujaban. Tengo otra foto cuando estrenamos el uniforme nuevo (otro espanto pero en gris) en el que aparecen de todos los cursos.

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  6. ¡¡Yo tuve también uniforme de gala!! Banda a la cintura rosa y azul,velo y en la mano un ramo de azucenas.

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    1. Esther, el propósito de que, cada vez que te vestías de gala, tuvieses que llevar una ramo de azucenas en la mano se me escapa por completo. Bueno, realmente también se me escapa lo de vestirnos de gala... ¿Y qué hacían en diciembre, que no hay azucenas?

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    2. Isabel Duque, que yo recuerde solo me vestía de gala un dia al año , el 24 de mayo,dia de Mª Auxiliadora. Eran las flores de la virgen y salíamos acompañándola en procesión por las calles del Toscal.

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    3. Isabel Duque, que yo recuerde solo me vestía de gala un dia al año , el 24 de mayo,dia de Mª Auxiliadora. Eran las flores de la virgen y salíamos acompañándola en procesión por las calles del Toscal.

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    4. ¡Tú sí que tenías suerte, Esther! Nosotras teníamos que ir de gala el día de Santa Catalina, el día de Santo Tomás, en procesiones de Semana Santa, en festividades de mayo y navidad, el día del Corpus... y que sé yo más. Claro, así sí tienen sentido las azucenas. Hasta bonito se vería ¿verdad?

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    5. ¡Ay mi cabeza! jaja...Me hubiese dado algo con tanta gala.

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    6. Y no era para menos, Esther. Nosotras estábamos hasta más arriba del velo de tul...

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  7. Pues yo como tú que vestí de uniforme de las Dominicas, anhelaba poder quitármelo y reconozco que no me gustan. Entiendo que es algo cómodo, pero hoy, que te puedes poner un pantalón vaquero con una camiseta cualquiera y un jersey o un anorak, creo que no supone tanto quebradero de cabeza la elección de la ropa, y aunque parezca que los chicos hoy se visten todos iguales, no es así, cada uno elige como bien dices tú su "azul semáforo" por hablar metafóricamente. Mi uniforme empezó siendo una falda de tablas y chaqueta con tela a cuadros en tono gris y camisa blanca y luego vino el vestido pichi con la misma tela a cuadros, la misma camisa y una capa de paño gris que llegaba a la cadera. Recuerdo que pasábamos mucho frío con aquellos calcetines por debajo de la rodilla y aquella capa en la que se colaba el aire por todas partes. Yo como tú reivindico que cada cual se vista como quiera. Las clases sociales existen y existirán con y sin uniforme y el que quiere marcar diferencia, lo hace también aunque se les vistan iguales.

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    1. Ese uniforme de la capa no lo conocí, Flor, ni tampoco el pichi (le tocó a mi hija). Es que tú eres muy jovencita...
      Pienso que el hábito no hace al monje, que en la sociedad cuanto menos "disfraces" mejor, que es una buena manera de empezar a ser uno mismo no verte metida entre la multitud como un bulto blanco más... Las empresas muchas veces imponen la forma de vestir de sus empleados e incluso una empresa alemana impuso que las mujeres tenían que llevar sujetador blanco ¿No es una aberración meterse con algo tan íntimo como la ropa interior? Y, además, se trabaja mejor cuando se está cómodo:
      Un abrazo, Flor.

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  8. A pesar de que en la dictadura llegamos a odiar los uniformes,hay que reconocer que un uniforme en un colegio es lo más democrático que hay. Se elimina los "pases de modelos " y las diferencias económicas para mantener un vestuario con el que competir.

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    1. Es otro argumento, Rafael, y muy bueno, en pro del uniforme, junto con el de la tremenda comodidad que es no hacerte la preguntita de "¿y mañana qué me pongo?".
      Pero también hay argumentos en contra, como los que dice María Floren y los que le pongo en la contestación a su comentario (entra en el post). Y si vieras los "pases de modelo" que se hacían a pesar del uniforme...
      CCOO denunció hace un tiempo que la Aerolínea Air Nostrum prohibía a sus azafatas usar pantalones y las obligaba a usar faldas 5 cm. por encima de la rodilla. Además les exigía llevar las cejas depiladas "hasta la perfecta delineación" y usar siempre rímel. El rollo de uniformar tiene el peligro de intromisión en la vida privada. Como se veía también en el colegio.
      Gracias por pasarte por aquí. Un abrazo.

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  9. Recuerdo toda mi infancia ir con uniforme de Príncipe de Gales y ahora hijo también lo lleva, a lo que digo: Bendito uniforme!!!

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    1. A nosotras a los 14 años nos cambiaron el uniforme negro de diario por una falda tableada Príncipe de Gales que nos hacía gordísimas. El de gala no lo cambiaron, hasta ahí podíamos llegar.
      ¿Y no aprovechaste la tela de tu uniforme para el de tu hijo? Si hubieras vivido en aquella época, así hubiera sido. No se tiraba nada :-D

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  10. Marta González-Sandoval27 de abril de 2015, 21:58

    Yo soy feliz con el uniforme del cole de mis hijos jajajaa, que por cierto van a dominicas también.
    Eso no lo he vivido yo que iba a Mª Inmaculada y llevábamos un uniforme azul marino, pero ni gala ni nada y mis hijos tampoco. Van un poco setenteros y eso que el uniforme tendrá 10 años como mucho, pero a mi me gusta.

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    1. Ahora son estupendos. Mis nietos van con chándal y zapatillas de deporte al colegio, y en verano con pantalón corto. A las monjas les hubiera dado un síncope antes de permitirnos tamaña desvergüenza. El uniforme de gimnasia era muchas veces el baby gris hasta media pierna y debajo unos bombachos dignos de figurar en el Museo de Cosas Estrambóticas.

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  11. Hola Jane. Yo siempre he sido contrario a los uniformes. pero cuando mis hijas comenzaron a crecer y todas las mañanas, había discusión al canto por la ropa que había que ponerse..., más de una vez me acordé de los uniformes. Claro que hay uniformes y uniformes. Cada vez que veo un uniforme gris me acuerdo de tiempos pretéritos que nunca fueron mejores, aunque teníamos más esperanzas en el futuro.
    Tampoco se me olvidan esos mismos grises, vestidos de caqui con un pañuelo rojo al cuello (creo recordar que venían de Córdoba) que dieron leña a diestro y siniestro, sobre todo en la Avenida Trinidad y Hasraclio Sánchez. Pero ya ves tú, nunca me gustaron los uniformes de las chicas, parecían todas iguales... En fin, raro que es uno. De todas maneras, yo hice la primera comunión de traje como Dios manda, pero no de marinerito.Un beso Jane. Juan.

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    1. Bueno, Juan, ya hemos visto unas cuantas razones pro-uniforme y otras cuantas anti-uniforme. En las primeras, están la comodidad, el no pensar en qué me pongo mañana, el que es más democrático, como apuntó Rafael, para evitar "pases de modelos" y el que no hay discusiones, como dices tú.
      Entre los segundos, están las asociaciones nefastas ligadas a determinados uniformes (esos grises, que nada más verlos ya te daban repelús...), el que, nunca mejor dicho, uniformizan y parecemos todos iguales, perdidos en la multitud, los argumentos que le dije a Flor (el hábito no hace al monje, cuanto menos "disfraces, mejor...)...
      Aparte de todos esos, hay uno a favor, que es la necesidad que tiene la gente de formar parte de un grupo (creo que es más beneficioso para la salud que el ejercicio físico). El uniforme es un signo de que perteneces a un cuerpo social que en cierta manera te arropa y protege. A lo mejor por eso (y por los intereses económicos de todos aquellos que venden uniformes), es por lo que desde los griegos y romanos hay uniformes por todos lados.
      Un beso, Juan.

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  12. Recuerdo con horror ese uniforme de gala con el lazo al cuello. Para mí representaba una odisea si se me deshacía el de mi madre, experta en hacer lazos preciosos. Llegaba siempre hecho una pena. Hoy igual que antes, lo veo como símbolo de clase. Visión contradictoria con la comodidad de saber siempre que llevan los niños y niñas al colegio. Cuando mis hijas dejaron el uniforme, cada noche era un lío escoger la ropa que llevarían a clase

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    1. A mí no me gustaba nada, Carmen. Parecía diseñado para sentar mal y dar la lata. Sí, el lazo era un horror, se te deshacía a media función, el velo se te caía... No es lo más apropiado para una pasarela Cibeles, desde luego. Y sin embargo, ves algunos (azafatas, por ejemplo) que tienen su gracia y sientan bien. Un uniforme no tiene por qué ser feo, digo yo.

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  13. Marilú Díaz Estrada28 de abril de 2015, 17:56

    El uniforme de Gala era el mas bonito, elegante, yo en particular me sentía muy bien con el.....cuando nos hacíamos mayores nos cambiaban los calcetines por medias de nailon !que emoción, ya eramos señoritas !!!! Mi nietos están en el Teresiano y llevan uniforme, un gran alivio para los padres ya que no tienen que pensar mucho que se van a poner...

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    1. ¿Ves, Marilú? Por eso se inventó el refrán de "para gustos se hicieron colores". A mí no me gustaba y pienso que me quedaba fatal.
      Sí que me acuerdo de la emoción de llevar medias en vez de calcetines, la señal de que éramos ya mayores. Me encantaba (sobre todo porque así no se veían los pelos de las piernas,,, No nos depilábamos tan jovencitas :-D)
      Un abrazo.

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  14. Yo en el colegio también llevé uniforme y no me disgustaba, la verdad, pero una de las cosas que más me gustan es plantearme por la noche la pregunta que da título a tu post y, por supuesto, ¡encontrar la respuesta! porque me gusta mucho combinar cosas distintas cada día y si me acuesto sin pensarlo me paso minutos que por la mañana se me antojan horas, delante del armario, pensando y pensando, medio dormida además, ¡y ni que tuviera yo una boutique para pensar tanto! ;-)
    ¡Saludos Jane!

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    1. Hola, Chelo. A mí me pasaba lo mismo cuando yo trabajaba (en aquellos lejanos años). Era una tarea ineludible y grata buscar y dejar preparados blusa o sueter, pantalón, chaqueta, calcetines o medias, y hasta zarcillos y collares, que yo soy muy de un abalorio. Así que es también otra razón más -de estas que estamos reuniendo- en contra del uniforme. La imaginación al poder.
      Un abrazo.

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  15. "¡Y, ay, cómo a alguna se la viera a la salida del colegio con un chico a la vera! "... Si a algúna se la veía con un chico, llevando ese uniforme, lo que era, es un milagro!!

    Lo que opino de los uniformes, así en general, se puede resumir en unas cuatro palabras, pero son claramente malsonantes y por eso no voy a decirlas aquí.

    Ah, y lo de la marina+comunión me lleva a mí inquietando milenios, así te lo digo ¿¿por qué no vestirse de legionario?? ¿o de paracaidista?

    No des ideas, Belén, no des ideas!!!

    pd. Y de GEOS? parece un color muy sufrido

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    1. Había osados pretendientes, Belén, que, a pesar de vernos embutidas en semejante tienda de campaña, sabían ver con los ojos del alma nuestra incontestable y rutilante belleza. De todas formas, procurábamos no encontrarnos con ellos por prudencia y pudor (y para que no nos vieran con semejante facha)
      Me suena que hace un montón de tiempo hablaste de los uniformes. Lo busqué pero no lo encontré. A lo mejor entonces ya hacías sugerencias interesantes sobre los de Primera Comunión. Por añadir mi granito de arena, el disfraz de payaso también es muy sufrido y bastante alegre ¿Y el de lagarterana?

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  16. ¡ Qué recuerdos.....! Si, son cómodos para las madres y ahora son otra cosa pero los nuestros....qué horror!!!!

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    1. Y, como no teníamos complejos de ningún tipo, por lo que se ve, ¡hala! a hacernos miles de fotos con el uniforme de gala como si estuviéramos bonitas... La juventud es muy ciega y loca, te lo digo yo.

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  17. Sobre eso yo sostengo una contradicción. Es cierto que los uniformes nos delatan, son chivatos de la función que desempeñamos, son sectarios, monótonos y generalmente feos.. Algunos nos dan tranquilidad, por ejemplo cuando estamos al borde de la desesperación y aparece una inmaculada bata blanca... Otros respeto, como nuestras temidas monjas del patio o mejor dicho del colegio. Para mí, durante la época del cole de mi hija resultaba un alivio. Gracias a él no había alternativas ni armarios revueltos o combinaciones de modelos aspirantes sobre la cama. Era el "uniforme" y punto. Qué tranquilidad de lunes a viernes. Ya vendría el fin de semana para hacer montañas de ropa...

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    1. Es evidente, Candelaria, y es una razón más a favor de los uniformes, que todas las empresas, aunque no den un código explícito de vestimenta, sí lo dan tácito. Un código sobre cómo se debe uno vestir según la profesión que desempeñe para que haya esa tranquilidad de la que hablas, y que no salten las alarmas. Desde luego, un médico no te va a recibir nunca con bata de cola ni una profesora va a ir nunca a clase vestida de bruja piruja. Son entonces los uniformes o la forma de vestir una manera de saber a qué atenernos con respecto a los demás.
      Me gustó tu apreciación.
      Un abrazo.

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  18. Después de tantísimos comentarios a favor y en contra del uniforme, poco margen de aportación novedosa me queda a mí, por lo que voy a ser, una más, a favor de lo uno y de lo otro, según las conveniencias. No, a uniformes como los nuestros, que de cómodos y bonitos poco tenían, y sí, a los uniformes sencillos, llevaderos y alegres, como muchos de los que existen actualmente.
    Los que nosotras tuvimos que ponernos, además de oscuros, con tejidos pesados, tristones y faltos de color, fueron un reflejo de la vida y situación política de aquellos tiempos. Y no sólo los nuestros. Recordemos, tambíén, los de los otros colegios. La presencia del blanco era la excepción de aquella oscuridad generalizada. Sólo aquel chaleco y aquella chaqueta, ambos de un azul bastante saturado y luminoso, cercano al primario azul cyan, que formaron parte del segundo uniforme que debimos llevar, dieron un toque de color que podía ser premonitorio de los cambios que, poco a poco, fueron llegando a este país.
    Hoy, en líneas generales, cualquier uniforme es mucho más simple y ligero, procura la comodidad de sus usuarios y, encima, está abierto a toda combinación cromática. Además, en determinados ámbitos, tienen hasta una función informativa. ¿Te imaginas en un supermercado, por ejemplo, que tengas que preguntar algo sobre cualquier producto?¿Cómo sabríamos a quién dirigirnos, si empleados y compradores vistiéramos por libre? Complicado, ¿verdad?.
    Aún coincidiendo contigo en lo de ¡viva la diferencia!, Jane, por aquello de mi espíritu práctico y mi culto a la comodidad, también digo, ¡vivan los uniformes que facilitan la organización familiar y personal! y ¡viva la igualdad de oportunidades, incluso a la hora de vestir, para ir al Colegio o al trabajo...! Ya habrán muchos momentos para diferenciarnos y vestirnos, como nos plazca o como buenamente podamos hacerlo.
    Tampoco añado nada nuevo, cuando te digo que, como siempre, me ha encantado tu nueva entrada, querida amiga. A seguir así...

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    1. ¿Cómo que no añades nada nuevo? Para empezar, ves perfectamente la cara y cruz de los uniformes y entiendes por qué odiábamos los nuestros y a lo mejor diríamos que sí a los cómodos y alegres. Me acuerdo cuando diseñamos un nuevo uniforme de gimnasia entre todas y lo hicimos alegre y mucho más cómodo sin aquellos bombachos espeluznantes. Fue un acierto de diseño ¿Te acuerdas lo que nos enfadamos porque la profesora de gimnasia nos lo copió y lo llevó a otro colegio y de repente vimos a las niñas del otro colegio vestidas con "nuestro" uniforme? Lo consideramos una traición. Fue nuestro primer encuentro con el robo de patentes.
      Después me gusta también la relación que haces con la situación de aquellos años y el azul cyan presagiando cambios.
      Y después añades la función informativa del uniforme como un punto a favor que hasta ahora no había salido.
      Como siempre, muy buena reflexión, poniendo puntos sobre las íes y cerrando el debate con muy buen sentido común. Me ha gustado mucho. Muchas gracias.

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  19. Cuando niña fui a un colegio María Auxiliadora con internado...Las niñas internas, usaban un delantal negro con cuello y puños blancos almidonados...horrible! Parecían pájaros de mal agüero....Las externas, usábamos un delantal blanco plisado, almidonado, que era una tragedia si se manchaba con tinta de esas lapiceras de palo...¡Y te hablo de Chile! Hasta acá llegaron esos uniformes negros....¡oh!.....

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    1. Eso es lo que parecíamos nosotras también: ¡cuervos! Y cuando nos poníamos las capas (sí, también teníamos unas capas de fieltro para los días fríos), más todavía ¿Cómo se puede vestir a niñas pequeñas de esa forma? Y el baby también era blanco para llenarse de manchas de tinta y lamparones de los bocatas del desayuno. Yo creo que en aquel entonces no se hacía un estudio de mercado. Debe ser eso.
      Gracias por tu recuerdo, Gabriela. Un abrazo.

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  20. Me siento "casi" identificada con esta época que nos relatas. También estuve en otro colegio de monjas y había duras normas respecto al uniforme, normas que aprendimos a saltarnos de la forma más creativa que se pueda imaginar. Cierto que deseábamos desprendernos de ese odioso uniforme, pero no menos cierto que, en algunas ocasiones, lo echábamos de menos. Nos hacía más iguales y no dejaba mostrar las diferencias económicas y sociales que existían bajo esa lúgubre vestimenta En fin, muchos recuerdos y gracias, Isabel. Disfruto siempre de tus textos.

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    1. Gracias a ti. Y tienes razón con que la uniformidad hizo crecer la imaginación. Peinados estrambóticos (era el tiempo de los cardados), flores en el pelo, zarcillos, colgantes, pulseras, medias o calcetines más o menos tupidos..., todo servía para marcar la diferencia.
      A mí no me gustaba el uniforme. Cuando fui al Instituto en Preuniversitario no me lo creía.
      Un abrazo.

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